EL PODCAST DIARIO DE OPINIÓN DE JUAN CARLOS TAFUR.
En Youtube:
En Soundcloud:
En Spotify:
Síguenos en Sudaca.pe
- Facebook.com/sudacaperu.pe
- Twitter.com/SudacaPeru
- Linkedin.com/company/sudaca-perú
- Instagram.com/sudacaperu/
- Lima – Perú
En Youtube:
En Soundcloud:
En Spotify:
Síguenos en Sudaca.pe
Keiko Fujimori: “Yo no voy a terruquear a nadie” empezando la segunda vuelta electoral.
A través de nuestras vidas forjamos opiniones en función de narrativas que se piensan objetivas pero son mecanismos de control social que responden a los intereses de las clases dominantes. Durante los últimos meses hemos visto el uso del terruqueo como un mecanismo de persecución mediática y judicial contra personas, desde políticos a artistas, que se atreven a salir de las normas impuestas por la narrativa dominante. El relato oficial sobre nuestra historia más reciente, es decir del conflicto armado, ha facilitado que el terruquear sirva para legitimar a las clases dominantes remecidas por un nuevo orden social desde el triunfo de Pedro Castillo y Perú Libre.
Para la comunidad PEX el terruqueo tampoco es ajeno. Después de Lima, EEUU es uno de los bastiones de la derecha peruana más importantes ya que alberga a más de 300 mil votantes. Con spots en la TV con Pedro Castillo junto a Hugo Chavez y Abimael Guzman, el fujimorismo grotescamente intentó crear “pánico” entre la comunidad peruana. Fiel a su estilo usó las redes sociales además para amenazar con la deportación a simpatizantes de Perú Libre con el cuento de que el comunismo está prohibido en EEUU. Lo cierto es que existen varios partidos comunistas en EEUU que son legales, y muchos partidos de izquierda siguen creciendo como el partido Democratic Socialist of America (DSA) que tiene a la popular Alexandra Ocasio-Cortez como una de sus líderes y seguidoras más entusiastas del izquierdista Bernie Sanders.
La narrativa dominante post-conflicto armado que contiene relatos falsos y medias verdades se ha normalizado por la aceptación de la sociedad, el Estado y sus instituciones y amplificada por la prensa. Eso también ha afectado a una parte de la izquierda peruana que está sumergida en la narrativa neoliberal y anti-comunista, y caen en posiciones tibias y no confrontacionales. La cultura dominante refleja los miedos y la desinformación selectiva de la clase media limeña, y ganarse a esos grupos es para cierta izquierda un objetivo, por lo tanto es mejor ser tibios que ser terruqueados.
El relato oficial del conflicto armado tiene en parte su origen en las conclusiones del informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). A 20 años de su creación, aún sigue siendo un documento importante. Mientras es encomiable que en las conclusiones se haya extendido en el análisis y explicación de los crímenes contra los derechos humanos cometidos por Sendero Luminoso, no se explica de igual manera en profundidad y rigurosidad sobre la responsabilidad de violaciones de derechos humanos por parte de las fuerzas armadas durante los gobiernos de F. Belaunde, A. Garcia y A. Fujimori. De alguna manera las conclusiones de la CVR justifican esos crímenes como falta de preparación e improvisación del Estado. Este desbalance ha sido usado como argumento perfecto para la creación de un relato a favor de las clases dominantes.
Investigaciones del economista Silvio Rendón demuestran que la CVR redujo en sus proyecciones el porcentaje de víctimas a manos de agentes del Estado*. Estas omisiones y otras como el rol de los empresarios y el clero en la guerra antisubversiva, la razón de crear el Plan Verde paralelamente al avance de Sendero Luminoso y otros temas irresueltos impidieron crear un momento político para exigir una reforma militar y desmantelar la “fujimorización” del estado peruano. Ahora estamos pagando eso con el terruqueo y la intromisión de las fuerzas armadas en el gobierno como la Marina, y permitimos políticos golpistas y ex militares como W. Zapata, J. Montoya, R.Chiabra y D. Urresti vinculados a la corrupción y violaciones de derechos humanos.
Han pasado más de 40 años desde que empezó el conflicto armado y una generación espera justicia antes de morir. Es necesaria una revisión de la historia y la construcción de una verdad que sirva para el país y no para una elite. Se necesitan organizar conversaciones difíciles pero necesarias sobre los sucesos de Uchuraccay, Los Molinos, El Frontón, Castro Castro, y la embajada de Japón así como otros crímenes del Estado no resueltos. Se necesita acceder a información desclasificada sobre las acciones de las fuerzas armadas y policiales, conocer el rol de la C.I.A. en la lucha antisubversiva, e incorporar las voces y poder de decisión de las comunidades directamente impactadas por la violencia. Tenemos derecho a la verdad.
Como el premier Guido Bellido hay peruanos y peruanas que no son parte de la elite limeña y tienen una interpretación sobre el conflicto armado diferente al relato oficial. Eso no los convierte en senderistas. No debemos escoger quienes son y no son víctimas. No puede haber reconciliación sin primero descolonizar nuestras mentes de la narrativa dominante que solo ha servido para afianzar el capitalismo corporativo en el Perú.
*Capturing correctly: A reanalysis of the indirect capture–recapture methods in the Peruvian Truth and Reconciliation Commission publicado por la revista Research and Politics, SAGE Journals, 2019
Una reciente encuesta de opinión pública nacional publicada por CPI a comienzos de esta semana sugiere que el turbulento comienzo del Presidente Castillo parece seguir una trayectoria relativamente similar a la de gobiernos anteriores, aunque partiendo de una base bastante menor. La aprobación del Presidente sube a 44%, del 40% registrado en agosto, con su desaprobación también en 44%. Esos números pueden sonar sorprendentemente altos considerando las circunstancias, pero deben ser puestos en contexto histórico: tanto los Presidentes Humala como Kuczynzki también experimentaron crecidas en su aprobación en el setiembre siguiente a su juramentación, posteriormente al otorgamiento de confianza a sus primeros gabinetes – sólo que ambos superaban entonces el 60%, muy por encima del nivel de aprobación del Presidente Castillo.
Igual, el incremento de la aprobación presidencial en medio de un mes donde salió a la luz evidencia adicional de vínculos entre integrantes del Gabinete y el MOVADEF, así como de afinidad con las ideas de Sendero Luminoso, ha sorprendido – y desolado – a muchos. La expectativa era ver reflejado un rechazo más contundente al Gobierno en función de estas revelaciones. No ha sido el caso.
La razón de ello es sencilla: a esta altura, el electorado ya está perfectamente al tanto de la cercanía de este Gobierno a personas e ideas de la esfera de influencia de Sendero Luminoso. Las revelaciones periodísticas sobre el tema han sido abundantes y constantes desde la campaña de segunda vuelta. Nuevas denuncias harán poco por cambiar la percepción sobre la importancia de las mismas, por más difícil que nos resulte entender que no despierten para la mitad del electorado la misma repulsión y sentido de urgencia que nos genera a los que pululamos por twitter consumiendo noticias políticas a diario, repitiendo hasta el cansancio, sin mayor evidencia que nuestra propia exasperación que “este Gobierno es insostenible” y que “así no va a durar”.
Hay quienes ven en esto evidencia de que la estrategia del Gabinete de posicionar el conflicto entre el Gobierno y la oposición como una extensión de las tensiones entre Lima y “el Perú profundo”, entre el establishment y “el Pueblo”, ha tenido éxito y que el apoyo al Gobierno se ha tornado fundamentalmente identitario. No estoy de acuerdo con esa impresión – al menos, no en la dimensión que se sugiere.
Más bien, creo que buena parte de dicha aprobación obedece a votantes que ven a este Gobierno como a cualquier otro que lo haya precedido, como un gobierno nuevo ordinario, normal, y al que por ende están dispuestos a concederle – por ahora – el mismo apático optimismo que les mostraron a Humala y a Kuczynski en sus primeros días. El razonamiento es bastante simple: ¿qué alternativa hay más que darle una oportunidad a un gobierno que recién empieza?
Estos son electores que no tienen tiempo ni interés para andar pendientes de cada reportaje periodístico sobre los vínculos del Gobierno con lo que para ellos constituyen fantasmas del pasado, y que están más avocados a lidiar con los problemas de su vida diaria. Ellos juzgarán al Gobierno en función de que tan competente se muestre en atender sus prioridades, que la encuesta muestra con claridad: reactivar la economía, poner bajo control la inflación y normalizar la vida cotidiana conforme amaina la Pandemia (el ejemplo más concreto de ello es el pedido de asegurar un retorno seguro a las clases).
En dicho sentido, el Gobierno haría bien en no malinterpretar la aprobación que mantiene: esta constituye un llamado al Gobierno a ponerse a trabajar, ya mismo. Ciertamente no es un endoso a agendas de cambios estructurales bruscos que más bien entorpezcan la recuperación económica. Ya es sabido lo impaciente que puede llegar a ser el electorado Peruano con sus autoridades cuando percibe que estas no están poniendo la atención en sus problemas. El rápido colapso de la aprobación de los últimos tres Gobiernos electos – que partieron con niveles de aprobación mucho mayores – resulta más que ilustrativo del destino que le espera al actual si no está a la altura de las expectativas de la población.
Todos los días de lunes a viernes «Si el Río suena» con Patricia del Río, entrevistas exclusivas. Este es nuestro episodio número 2. Patricia conversó con Rafo León sobre el racismo que vemos en ambos lados de la política y sociedad peruana. Desde aquellos que critican al Presidente Castillo por sus raíces humildes, hasta los personajes que estando en el gobierno venden la idea de representar al Perú pero que en realidad solo se representan a sí mismos.
Por Youtube:
Por Facebook:
Por Spotify:
Por SoundCloud:
Recuerda seguirnos en vivo por Youtube, Facebook live y Twitter
Lima – Perú
En Youtube:
En Soundcloud:
En Spotify:
Síguenos en Sudaca.pe
Queda más que claro que el shock capitalista que el Perú requería para salir de la crisis recesiva de la pandemia y que hubiera permitido remontar las adversidades en las cifras de empleo y pobreza rápidamente, solo va a ser una quimera en manos del menjunje de gobierno que tenemos.
Inclusive, los esfuerzos de responsabilidad fiscal de Pedro Francke al mando del MEF chocarán con la absoluta falta de confianza de los inversionistas empresariales de todo tamaño, quienes, mientras dure el desmadre y además penda como espada de Damocles la posibilidad de una refundacional Asamblea Constituyente, no van a meter la mano al bolsillo para arriesgar sus capitales.
El propio Francke, quien ha pedido facultades legislativas en materia tributaria, chocará con una realidad fiscal en el sector minero distinta a la que él seguramente esperaba. Si pensaba que allí estaba la vaca lechera para todos sus males, se equivocó de cabo a rabo. Ya el sector minero, según un estudio del IPE, tiene una carga tributaria del orden del 47%, muy por encima de Canadá, Australia y Chile, directos competidores en el sector, siendo solo superados por México.
Quiere decir que casi la mitad de la utilidad minera se va al Estado. Es como si el gobierno fuera accionista, sin riesgo alguno, de la mitad de las acciones de las empresas mineras. Mucho más no les puede sacar, sin correr el riesgo de espantar a los potenciales inversionistas que hoy están a la espera de empezar a operar, en proyectos valorizados en varios miles de millones de dólares.
Antes que pensar en sobrecargar el sector minero, a lo que el gobierno debiera abocarse es a destrabar los proyectos entrampados o acelerar los que ya están en fase pronta de operaciones. Con ese aumento considerable de inversiones, obtendría mucho más que con una facilista sobrecarga impositiva.
Pero esto que vemos en el sector minero lo apreciamos en todos los ámbitos del Estado. Se ha extendido un ánimo antiprivado fatal para la economía. Una empresa privada ha ofrecido hace semanas toda su plataforma logística para desplegar un proceso de vacunación masivo a través de las farmacias y, pues, el presidente de EsSalud y el titular de Salud, ni bola. Seguramente, llenos de prejuicios contra el sector privado, se conducen a la parálisis.
Serán cinco años perdidos. El gobierno de Castillo será peor que la pandemia. Ni con Francke en el MEF o Velarde en el BCR se logrará mucho si se alberga senderistas en Palacio junto a radicales cerronistas, además en guerra cruenta entre ellos, y todo ello bajo la sombra del desgobierno de un Presidente incapaz.
En Youtube:
En Soundcloud:
En Spotify:
Síguenos en Sudaca.pe
Supuestamente había en el Perú una izquierda que había evolucionado a favor de la defensa de la democracia, los derechos civiles y, en alguna medida, criterios económicos responsables, disidentes del statu quo liberal, pero enmarcados en una lógica racional de mercado.
Esta izquierda sufrió un severo traspiés moral cuando miró de soslayó y rehuyó definiciones acerca de las dictaduras de Cuba y Venezuela, y no supo marcar diferencias y, por tanto, despejar dudas respecto de que si accedía al poder no hubiera desplegado esquemas de gobierno igual de autoritarios y populistas.
Costó sangre, sudor y lágrimas que paulatinamente algunos políticos o intelectuales de izquierda aceptasen que ambos regímenes eran indigeribles, democráticamente hablando, y que merecían, por tanto, severa condena.
Pero puesta sobre el test de realidad que hoy significa el gobierno de Castillo, esa izquierda ya no ha cometido un mero traspiés sino un descalabro moral. Estamos ante un gobierno inepto, imbuido de lógicas políticas dictadas por el leninismo anacrónico de Vladimir Cerrón y el filosenderismo del ala castillista. No hay forma de que una izquierda moderada se pueda tragar semejante sapo si no es previa claudicación política, moral e ideológica.
Parece que el puro afán de poder es el que mantiene a los ministros de esa izquierda en sus respectivos cargos. Un gobierno mediocre, un Presidente patológicamente dubitativo y un régimen ideológicamente esquizoide es la receta segura al fracaso más estrepitoso.
¿Quiere incinerarse la izquierda “moderna” en ese incendio seguro? La campeona del yerro, Verónika Mendoza, ya jugó sus cartas a favor de
Vladimir Cerrón. Hace pocos años rompió un proyecto político porque estaba el exgobernador de Junín presente. Hoy, se olvidó de sus aprehensiones morales y no solo lo acompaña sino que lo apuntala.
¿Pero y el resto de la izquierda? ¿Va a seguir el juego frívolo o perverso de Mendoza o va a ser capaz de denunciar las prematuras tropelías que este gobierno está perpetrando? ¿Va a tolerar el radicalismo autoritario de Cerrón? ¿Va a mirar de soslayo la presencia evidente de Sendero Luminoso en el seno de Palacio? ¿Va a pasar por agua tibia la misoginia rampante de, nada menos, el Premier?
Si la izquierda moderna y moderada -que existe en la política, en la prensa y en la academia- guarda silencio “estratégico” frente a lo que ya claramente es una tragedia política, será cómplice y corresponsable -si acaso ya no lo es- de un régimen destinado al abismo más hondo.
En Youtube:
En Soundcloud:
En Spotify:
#Sudaca #Emprende #Podcast