Perú

Es aún alto el número de gente que dice que votará en blanco, que viciará su voto o que no precisa una respuesta. En la última encuesta de Ipsos suman blancos 7%, viciados 7% y no precisan 9%, un 23% del electorado que no se inclina por ninguno de los candidatos.

En la primera vuelta de abril último, los blancos fueron el 12.3% del total y los viciados 6.34% (18.7% en total), pero supuestamente esas cifras se reducen en una segunda vuelta. Así ocurrió el 2016, cuando los blancos fueron apenas el 0.82% y los viciados el 5.67%. Hay concolón en la olla electoral.

Si se mantiene la misma lógica, habría aproximadamente un 17% del electorado aún por conquistar de parte de dos candidatos con altísimo antivoto. Keiko, según la propia Ipsos, tiene 46% de gente que definitivamente no votaría por ella y Castillo un 42%.

Sorprenden algunos resultados particulares. El 10% del A vota viciado, 9% del B lo mismo, 13% del D no precisa, 10% en Lima no precisa, 11% del norte vota en blanco, 12% del norte vota viciado, 9% del centro no precisa, 10% del sur lo mismo, y 14% del oriente vota viciado. El D, el norte y el oriente son las regiones y segmentos más reacios a tomar una definición, sumando blancos, viciados y no precisa (27%, 28% y 27% respectivamente).

Al parecer, los dos mayores anticuerpos que ambos candidatos generan son de índole distinta. En el caso de Castillo preocuparía su radicalidad económica y en el caso de Keiko su vinculación a un esquema autoritario corrupto. Tarea política gigantesca de parte de ambos para remontar esa pendiente.

Restan aún diecisiete días para el 6 de junio. Es mucho tiempo en un país como el Perú. Castillo mismo no existía dos semanas antes de la elección y terminó pasando a la segunda vuelta. Las campañas gruesas ya cumplieron su papel. Es tiempo de mensajes teledirigidos, ajustados a públicos objetivos específicos, ofertas puntuales y muy claras.

Veo difícil que se arrebaten votos entre sí. Eventualmente, como hoy vemos en Datum, habrá movidas hacia arriba o abajo, muy leves. En el simulacro Castillo crece 1.5 puntos y Keiko cae 0.9; en la encuesta, Castillo sube 2.5 puntos y Keiko crece 0.1 puntos (el mayor movimiento se ha dado en el centro, donde el candidato de Perú Libre sube de 63% a 70%) de alguno de ellos, pero la batalla decisiva está en ganarse las consciencias de ese grueso número de electores que se anda con remilgos y no se anima a darle su apoyo a ninguno de los dos.

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Elecciones 2021, Encuestas, Perú

Querida Manuela:

Nací en 1973, durante uno de los tantos regímenes militares de nuestra historia. En ese momento, las mujeres teníamos el derecho a votar y postular a cargo político, pero debíamos ser educadas, casadas y mayores de 21. Desde las elecciones del Congreso Constituyente del Perú de 1822, en las que no pudiste votar Manuela, solo varones educados pudieron hacerlo.

Fuimos el penúltimo país en Sudamérica en otorgarnos ese derecho. El 7 de setiembre de 1955, durante el ochenio de Manuel Odría, se promulgó la Ley N° 12391 que otorgaba a las mujeres el derecho al voto con las condiciones mencionadas. Mi abuelo paterno, Alberto Arispe, fue senador de la República en ese periodo, sin saber que hijas y nietas ibamos a gozar de este beneficio; pero quizá pensando en eso, como él, muchos apoyaron la decisión. Luego de algunos años, con la Constitución de 1979, se da el derecho al voto para todos y todas, así como a la educación universal.  Es decir, todos los ciudadanos y ciudadanas, sin condiciones, podíamos votar. Yo tenía seis años.

Los primeros debates por el voto de las mujeres comenzaron en 1931. Las discusiones de los políticos se centraban en el derecho al voto en los comicios municipales. Fue en ese año cuando el poder presidencial cambió cinco veces en un año: Leguía, Ponce, Sánchez Cerro, Elías y Jiménez; por ello, el tema quedó relegado. Sin embargo, los primeros debates ya habían empezado con las primeras sufragistas peruanas a fines del siglo XIX. Las sufragistas destacadas fueron las escritoras María Jesús Alvarado, Zoila Aurora Cáceres, Adela Montesinos, Elvira García y García y Magda Portal. Hace unas semanas se cumplieron 50 años de la muerte de María Jesús Alvarado, la primera peruana en plantear en 1911 la igualdad de derechos y, con ello, el voto femenino. Por esto y diversas reivindicaciones a favor de las mujeres se dio su deportación dictaminada por el gobierno de Leguía. Parece que el exilio o la deportación era el futuro de las mujeres luchadoras.

Pero te tengo buenas noticias, Manuela. Las cosas han cambiado, en junio de 2021, las mujeres no solo decidimos sino somos la mayor fuerza electoral: 50.4% (12 745 409) contra un 49.6% de hombres (12 542 545). Somos más de 12 millones de ciudadanas que podemos escoger y decidir lo que es mejor para nosotras.

Actualmente tenemos dos candidatos que se presentan a la presidencia de la República, ambos machistas, llenos de prejuicios y con un grave desconocimiento de la institucionalidad. Son parte de la sociedad que no reconoce a la mujeres como tú, como María Alvarado y todas las hermanas sufragistas. Es momento de exigirles que cumplan con las leyes, políticas y planes de Estado vigentes (algunos ejemplos son: DS N° 005-2017-MIMP, que dispone un mecanismo para la igualdad de género en las entidades del gobierno nacional y de los gobiernos regionales; DS N° 068-2017-PCM, que dispone la realización del diagnóstico de la desigualdad salarial en el Estado; DS N° 056-2018-PCM, que aprueba la política general del gobierno; DS N° 004-2018-MINEDU, lineamientos para la gestión de la convivencia escolar, la prevención y la atención de la violencia contra niñas, niños y adolescentes; y, el más importante, el DS N° 008-2019-MIMP, que aprueba la política nacional de igualdad de género). No debemos depender solo de congresistas o presidentes mujeres, sino de todos aquellos demócratas que reconocen las leyes y sus derechos. Debemos exigir a las autoridades que elegimos que las hagan cumplir. Llegó la hora de marcar la agenda pública desde una visión de igualdad y equidad de género con el uniforme de Húsares, como tú.

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Elecciones 2021, Opinión, Perú

Los escenarios congresales que se le abren a Castillo, candidato de Perú Libre, son muy acotados. No tiene mucha capacidad de fuego. Dificultaría enormemente su capacidad de sobrellevar un gobierno efectivo.

Si Castillo gana la elección del 6 de junio y ejerce un gobierno moderado, más guiado por los equipos técnicos de Juntos por el Perú que por el ideario original, se expone a que la facción radical de su propia bancada se le vaya en contra. Y de los 37 congresistas, Cerrón controla al menos 22. Se quedaría con 15 propios, 4 de Juntos por el Perú, eventualmente 12 de Acción Popular, 4 del partido Morado y quizás 5 de Somos Perú. Es decir 39 congresistas, zarandeados por una oposición simultánea de la izquierda radical desgajada y una mayoritaria oposición de la derecha.

Si, por el contrario, Castillo gana y ejerce más bien un despliegue de propuestas radicales, también tendría problemas para generar mayoría en el Congreso. Solo sumaría los 37 congresistas propios más los 4 de Juntos por el Perú, es decir 41 congresistas en total, en absoluta minoría respecto de la oposición.

En ambos casos, Castillo sería un gobernante jaqueado por la posibilidad de la vacancia. Necesita 44 votos para asegurar que no la vaquen, pero, sea moderado o sea radical, no estará libre, además, de interpelaciones y censuras a ministros, o derogatoria de leyes surgidas del Ejecutivo.

Por ello es que él pretende saltarse a la garrocha al Congreso, planteando de facto un referéndum y la convocatoria posterior a una Asamblea Constituyente, que le reste juego político a un Parlamento adverso. No interesa reiterar ahora que ese camino es abiertamente inconstitucional y rompería los cánones legales del orden jurídico peruano, pero al parecer, el equipo de Castillo entiende que lo único que le queda es seguir esa ruta de colisión de poderes y de llevar al Perú a la deriva autoritaria.

Claramente, Keiko Fujimori no es un ejemplo de respeto a la democracia ni mucho menos, y lo suyo es una propuesta liberal autoritaria, pero el juego que le queda a Castillo es solamente el del caos autoritario, del que eventualmente sería muy difícil salir.

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Elecciones 2021, Pedro Castillo, Perú

Keiko Fujimori y Pedro Castillo acaban de firmar un papel sin valor llamado «Proclama ciudadana: juramento por la democracia», que contiene una serie de «exigencias» —repito: sin valor— para el que vaya a ganar la elección este 6 de junio. Lo han firmado en un acto muy pomposo y «solemne» como dice el obispo promotor de este papel fútil, Pedro Barreto. Pero las líneas de esta proclama carecen de fundamento jurídico, abundan en imprecisiones y, sobre todo, humillan a nuestra constitución.

Como si jurar ante el Congreso no fuera suficiente, ahora resulta que el próximo presidente tiene que verse en la obligación de hacerlo —y previamente— ante un texto redactado por cualquier persona o grupo de «notables».  Nada más vergonzoso y revelador de que vivimos todavía en un país donde aquellos notables ven a nuestras instituciones como adornos. Esos que se inventan proclamas no tienen ningún respeto por nuestras normas, en el fondo no las reconocen.

Dice, en una de las exigencias de esta «proclama», que el ganador de la presidencia «jura dejar el poder después del 28 de julio del 2026». ¿Acaso la propia constitución no es clara en que el periodo de gobierno es de cinco años?, ¿acaso la constitución no tiene candados para limitar los actos de un eventual dictador? O, vayamos al caso extremo de que nos encontremos con un próximo dictador: ¿acaso este tirano se pondrá a pensar, en el momento de tomar la decisión de perpetuarse, en que alguna vez firmó un papelito ante la cara de un cura y dos personas más y que por eso desistirá de sus deseos absolutistas? En ninguno de los dos casos, ese papel vacío firmado será tomado en cuenta. No seamos ingenuos. Así que esto es todo un show para que las ONG y los señorones moralistas que han escrito ese pseudodocumento se crean importantes.

«No buscar ni intentar ningún mecanismo de reelección», también manda el papel que lleva los sellos de la Conferencia Episcopal Peruana y de tres ONG que jamás protestaron contra la tiranía del vacado e inhabilitado Martín Vizcarra cuando ocupó Palacio de Gobierno. Como si el límite lo pusiera una hoja con membrete de entidades privadas y no nuestra ley. O como si un dictador pensara primero en ir a las urnas para recién extender su mandato. No, un dictador se queda si quiere, ya lo ha dicho el virtual congresista electo de Perú libre, Guillermo Bermejo: «Si tomamos el poder, no lo vamos a dejar. Con todo el respeto que se merecen ustedes y sus pelotudeces democráticas, preferimos quedarnos». ¡Qué tal!

Incluso la proclama de las ONG vendría a ser como un mandato al Congreso, ¿no es cierto? Al decir que el que resulte presidente no puede buscar ni intentar la reelección es ordenar a los parlamentarios a no legislar en los próximos cinco años una reforma que permita la reelección presidencial. ¿Por qué? porque lo dice la «proclama». Muy gracioso. Tan gracioso que hasta Gregorio Santos se ha burlado: «No existe marco jurídico que ampare esta «proclama». Si los respetables sacerdotes, pastores y funcionarios de ONG aspiran a participar en política, que formen partido, presenten candidato y programa de gobierno. Buscan con la proclama echar soga y lazo, luego aplicar garrote». Aunque con Santos discrepo siempre, con esta expresión suya coincido plenamente.

Hoy estamos en un escenario de segunda vuelta. Se supone que ya conocemos a los candidatos finalistas. Quienes han votado por Pedro Castillo sabrán que sus promesas son desactivar instituciones autónomas del Estado, prohibir las importaciones y que su ideología es comunista. Quienes dieron el voto a Keiko Fujimori saben que su plan de gobierno es totalmente opuesto al ideario de Cerrón-Castillo. Y en esos planes de gobierno debemos confiar, así como están, sin ediciones de última hora, o ¿acaso esos programas presentados ante el Jurado Nacional de Elecciones al inicio de la campaña no son los verdaderos juramentos que ya hicieron Fuerza Popular y Perú Libre ante la ciudadanía? A estas alturas, ningún otro papel es garantía de nada.

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Constitución, Elecciones 2021, Perú

Todos andamos con nuestra calculadora en la mano últimamente. Algo de estadística hemos aprendido en sucesivos procesos electorales apretados, con photofinish y mucha adrenalina en juego. Lo cierto es que a tres semanas de la elección más importante en el Perú, nada está dicho, parafraseando a un conocido programa y conductor limeño.

Entre Castillo y Fujimori se están repartiendo más o menos las tres cuartas partes de los votos hoy y lo que queda, que no es poco hoy elige “nadie”. El problema es que ese 25% aproximadamente que queda durante un par de semanas permanece ahí sin que nadie lo capture. Balance de campaña de cualquiera de los equipos: no avanzamos nada. Seguimos en la misma posición.

Castillo sorprende con su casi 40% inamovible. Nada de la campaña contraria logra hacer que retroceda. No hablo de Fujimori aún, solo de Castillo. Se mantiene, resiste, no baja. Empezó en 40, sigue en 40. ¿Variará eso? Es matemática. Si la campaña logra capturar indecisos para uno u otro lado, pues sí. Pero estando a la mitad del camino recorrido parece poco probable.

Fujimori tuvo un para de semanas de subida explosiva. Remontó de manera impresionante entre 10 y 15 puntos de distancia que Castillo le llevaba. Parece que ha entrado a desaceleración, que no es sinónimo de parada. Crece más lento. Es lógico. Es más fácil que el candidato que va segundo capte más rápido aquellos que rechazan al primero. Sobre todo si el que va primero se encarga de alejar a sus votantes.

Entonces, salimos de una semana en la que pasó de todo, pero parece que los votantes ya no nos movemos mucho. Para Ipsos, tres puntos de diferencia, para IEP seis. Casi un tercio sin elegir a nadie. El problema es que solo quedan tres semanas. Hay que acelerar el paso si se desea llegar cómodo al seis de junio.

A continuación algunos elementos que creemos los candidatos pueden aprovechar más para redefinir su alcance y tentar a aumentar algo su intención de voto

 

El castillo de Lima

El candidato de Perú Libre ha renunciado a la capital o la capital ha renunciado a él. El problema es que se trata de casi el 35% de la población electoral del país. Mucha gente para darla por perdida. La capital concentra un antivoto cercano a 50% para Castillo. Claramente lo rechaza. Pero un 23% capitalino señala también que hoy tiene un voto que puede cambiar. Hasta ahora Castillo se ha sentido cómodo controlando el Perú no limeño, pero no necesariamente ese apoyo se va a mantener así. Buscar revertir algo en Lima debe ser prioridad para estas dos semanas.

El tema de género tampoco lo aprecia Castillo como prioritario, pero como va, el 6 de junio no habrá mujer que vote por él. Ha ido disminuyendo progresivamente su voto en entre mujeres, que ha ido a Fujimori automáticamente por la imagen de ser ella una candidata del mismo género. Pero Castillo no puede ignorar que en su perfil de votante dos terceras partes son hombres. Debe corregir los atributos de imagen que lo llevan a este perfil.

Dijimos hace varias semanas que una de las peleas que pueden asegurar la elección es el NSE C. Castillo ya podría dar por perdido el AB, pero el C aún es un campo de batalla que no debe dejarse de lado. Para Ipsos, la ventaja para Fujimori es clara (10%) en este NSE, pero para IEP se reparten un tercio cada uno. Más allá de ello con los polos decididos, la pelea por el centro por una vez va a ser relevante en esta elección.

 

Fujimori del Perú

En el otro extremo la candidata de Fuerza Popular se siente cómoda en la capital y parece que centrara sus esfuerzos en retenerla antes que en lograr un mayor respaldo en el resto del país. Esto puede ser muy peligroso. Salvo el norte, Fujimori se ha rendido en el sur y el oriente donde las diferencias con Castillo son mayores a los 20 puntos y en el oriente donde Castillo se ha reacomodado con holgura.

La pelea es en el norte donde tras un escenario difícil, la candidata ha recuperado terreno y está en empate técnico para Ipsos y estrechando el margen para IEP. Ese norte tan favorable a Fuerza Popular durante la primera vuelta hoy parece pensar mejor sus votos y dependerá que la candidata mejore su alcance allí para tenerlo controlado. Recordemos que es el segundo bolsón electoral y teniendo solamente Lima, necesita una buena ventaja también acá para asegurar su victoria.

Los jóvenes forman otro segmento importante para el fujimorismo, pero que ha sufrido, para las dos encuestadoras, un revés importante en esta semana. La juventud hoy no aparece tan cercana e incondicional a Fujimori como parecía hasta hace pocos días. Valdría pensar en mejores formas de hacer campaña con ellos.

 

La caza del indeciso

Un déficit que notamos en la campaña de la primera vuelta es que nadie quería comprarse el pleito de capturar a los indecisos. Hoy parecemos estar en el mismo escenario. Describamos un poco a ese segmento que no tiene una preferencia marcada por algún candidato para ver si es que las campañas prenden farolas rojas hacia ellos.

Son en mayoría mujeres, de NSE D/E y algo importante, de Lima. Y señala explícitamente que su voto puede cambiar. De alguna manera, que está buscando la opción que mejor los represente y se acomode a sus intereses.

¿A quién parecen más inclinados estos indecisos? Por el perfil, en NSE a Castillo y en género a las mujeres. Al ser limeños, nos podemos atrever a decir que estos votos hoy pueden beneficiar más a Fujimori que a Castillo, a no ser que hayan movimientos en los perfiles en estos días.

 

En resumen

Mucho aspaviento, poco resultado. Ninguna estrategia está resultando y los movimientos son lentos a estas alturas. Parece calma chicha previa a la tormenta de los últimos días. Pero si no se establecen cambios en las campañas, habrán movimientos inerciales.

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Elecciones 2021, Encuestas, Perú

En el simulacro de Ipsos publicado hoy están 43.6% Castillo y 41.7% Keiko, 1.9 puntos de diferencia. Empate técnico. Pero vayamos a la encuesta, la misma que nos permite comparar las tendencias. Compararemos la encuesta de hoy con la del 7 de mayo, que no fue publicada sino que fue privada.

Keiko crece de 34 a 37% y Castillo baja de 41 a 40%. Le llevaba 7, ahora solo 3. Claramente le está arrebatando votos a Castillo y cosechando de los indecisos, ya que los viciados y no precisa se mantienen igual (en 7% y 9% respectivamente), pero los blancos caen de 9 a 7%.

Donde más se mueve Castillo es en el interior urbano, que crece 7 puntos, cae en el norte 6, crece en el centro 10, cae en el sur 5. En el caso de Keiko crece en el interior 6 puntos, en interior urbano 8, en el norte 8, en el centro 9, en el sur 7, en el sector A 7, en el B 7, en el C 4 y en el crucial E 3. Además, en hombres crece 6 puntos y en jóvenes de entre 18 y 25, 5 puntos.

En relación a la anterior medición, Castillo le llevaba 8 puntos en el norte, ahora Keiko le gana por 6. En el sur, Castillo la avasallaba con 51 puntos de diferencia, ahora se ha acortado la brecha a 39 (Keiko tiene 20% en la plaza más antifujimorista).

En el sector A, entre la encuesta del 7 de mayo y la del 14, Keiko ha pasado de llevarle 39 puntos a llevarle 48; en el B le llevaba 12, ahora 17; en el C Keiko le llevaba 4, ahora 10; en el D Castillo le ganaba por 9, ahora solo por 3; finalmente, en el E, Castillo le llevaba 28 puntos de diferencia, ahora se ha reducido a 23.

Está funcionando la estrategia keikista de ir del A al E -como lo anticipamos en una nota publicada en Sudaca el 30 de abril (https://n9.cl/15cwh): “lo que buscan es ir desde los sectores más acomodados para luego dar un llamado a los estratos sociales más bajos”. La encuesta de Ipsos confirma que esa táctica se está cumpliendo al pie de la letra. Falta mucho aún para definir el empate técnico, pero las cifras ya van mostrando claras tendencias.

 

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Elecciones 2021, IPSOS, Perú

Tamaño revoltijo que se armó esta semana cuando la prensa malintencionada y muchos “Keiko lovers” acusaron al profesor Pedro Castillo de despreciar la lectura. Vaya muestra de analfabetismo funcional la de esos detractores. Lo que dijo el profesor Castillo fue algo muy simple y claro, que cualquiera con dos dedos de frente puede entender en su verdadero sentido: “yo sé del hambre del pueblo. A mí nadie me lo cuenta. Yo no necesito leer el libro que viene de la biblioteca que está allá polveándose, porque la biblioteca está en mi nariz, porque la biblioteca la siento, la camino, la vivo”. 

Hasta resuena a César Vallejo: “»Voy sintiéndome revolucionario más por experiencia vivida que por ideas aprendidas” (de una carta del poeta a su amigo Pablo Abril de Vivero en 1928). Es decir, el sufrimiento y el hambre del pueblo peruano es algo que se ha aprendido por experiencia propia, no en las páginas de un libro. Eso no indica ningún desprecio a la lectura, sino que hay formas de sabiduría que pasan por lo personal antes que por su “descubrimiento” en las bibliotecas. Siendo maestro, es obvio que la lectura y los libros son bienes que se aprecian, pero cada cosa en su lugar.

Hecha la aclaración, les guste o no a los analfabetos funcionales del fujimorismo, cabe preguntarse qué se trae el profesor Castillo en el área de la cultura. 

Por lo pronto, ya ha barajado la idea de un nuevo ministerio de Ciencia y Tecnología, apoyado por importantes científicos peruanos, lo cual nos convertiría en un país exportador de bienes tecnólogicos, patentes científicas, pero, sobre todo, un país que ya no dependería tanto de los países más desarrollados para solucionar inmensos problemas locales (¿recuerdan la escasez y la demora de la vacuna anti Covid-19?).

También se ha voceado que se dedicará el 10% del PBI al sector de Educación, tan maltratado después de casi treinta años de constitución fujimorista, en que la educación dejó de ser un derecho universal y una obligación del Estado para convertirse en un servicio, muchas veces en manos de privados, con obvias miras al lucro (¿recuerdan tantas universidades trucha?).

Cabe preguntarse ahora, ¿qué pasará con el ministerio de Cultura?

Para llegar a una hipótesis debemos primero revisar la historia de dicha cartera en los últimos años. Lamentablemente, el MinCul se ha visto manchado desde el escándalo de Richard Swing, el famoso artista de la farándula que cobró jugosas sumas por dar “charlas  motivacionales” a los empleados del ministerio. Despilfarro. Eso ha ocurrido junto a una progresiva visibilización de agendas relacionadas con grupos progresistas y ligados al ecoambiente de las ONG. Las ayudas por la pandemia, las compras de libros, las invitaciones a ferias internacionales, los premios y subvenciones repiten los nombres de los mismos personajes. Hasta hay una poeta que ha recibido por lo menos cinco formas de reconocimiento y se ha llevado más de 50,000 soles. Merecida o no, esa suma revela una cierta tendencia que, como se dice por ahí, favorece a intelectuales provenientes de una o dos universidades privadas y se encuentran en la cresta de la ola de cierto activismo.

El Plan Económico 2021-2026 emitido por el Partido Perú Libre hace apenas unos días

(https://drive.google.com/file/d/15Q0BFGi1gmqax2aVfm0y9WTaZd-0oHhn/view?fbclid=IwAR0bhgUqebiURD0GhIaoherH0y6aTMyMqWQZCiRvTZ0OhZXfyWg9YR1jl9k ) no menciona ni una sola vez qué haría un gobierno de Castillo frente a la cultura, por lo menos lo que convencionalmente se entiende por tal. Casi todo el Plan cubre sectores importantes relacionados con la economía y la industria, pero parece haber un vacío en el diseño de una política cultural que sea consistente con el discurso de “no más pobres en un país de ricos”.

Sin duda, la cultura florecerá si se invierte en educación, pues nuestros niños y adolescentes aprenderán a valorar nuestros bienes culturales, a cultivar diversas ramas de la producción humana, a conservar nuestro patrimonio. Sin embargo, queda la inmensa tarea de mejorar un ministerio para que no refleje la desprestigiada imagen de ser un coto cerrado de cierto progresismo, plagado encima de escándalos y favoritismos.

Al profesor Castillo le queda la inmensa responsabilidad de llevar el lápiz (y también la escoba) para que el escaso presupuesto del MinCul se distribuya de manera que genere más confianza y atienda a todos los sectores culturales, especialmente los de las regiones, los que circulan en lenguas originarias y los que no necesariamente están ligados a los sectores universitarios y profesionalizados.

Ojalá el profesor se vea bien asesorado y tome las decisiones necesarias. Tremenda tarea. 

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Cultura, Pedro Castillo, Perú

Acabo de terminar mi sesión de historia en la PUCP, tocaba el primer gobierno de Alan García, para muchos el gobierno maldito, el peor de todos los tiempos, el que mayor griterío provoca de la derecha, aún peor que con Velasco. A este último le reconocen a regañadientes que a los gamonales se les había acabado el tiempo y que fue la historia la que los dejó atrás.

De Alan, en cambio, dicen que es el socialista a destiempo, el progre desfasado, quien leyó el Antimperialismo y el APRA, debiendo haber leído Treinta Años de Aprismo: “imperdonable, no aprendió de su viejo y sabio maestro”. Lo que pocos recuerdan es que más allá de su heterodoxa postura de destinar el 10% del valor de las exportaciones para pagar la deuda externa y de la obsoleta subvención de precios para aliviar la economía de las familias peruanas, Alan García buscó a la derecha para reactivar la economía a mediados de la década de 1980.

El joven líder aprista se reunió con los 12 hombres más ricos del Perú, encabezados por Dionisio Romero, tan dueño del BCP como su homónimo hijo, el del maletín con los tres millones de dólares para Keiko Fujimori, y acordaron crear un dólar más barato, el recordado dólar MUC, para el empresariado si este se invertía en insumos industriales y colocaban sus ganancias en el Perú. La apuesta era clara: el capital extranjero no llegaría jamás a un país con terrorismo, había que animar al empresariado local y García lo hacía así, de la manera más irresponsable posible pues, sin adecuados mecanismos de fiscalización, el resultado era previsible.

Además, había que conocer un poco la historia del Perú para vaticinar fácilmente el final, los 12 apóstoles no reinvirtieron nada, difícil pedirle al escorpión que no muerda a la rana, e imposible pretender vocación de desarrollo en una clase económica cuyo pingüe negocio, a través de los tiempos, no hemos sido otros sino nosotros. De esta manera, las reservas del Estado, vía dólar MUC, fueron a parar por miles de millones a cuentas privadas en bancos suizos y no volvimos a verlas jamás.

Pero si en algo se equivocó el joven Haya, fue en pensar que las clases medias podían formar parte de un frente revolucionario. De hecho, a la sangría de millones del MUC, se sumaron perro, pericote y gato, y no hacía falta apellidarse Romero para cambiar 4X5 las divisas de la nación. El resultado: para 1987 el Perú se quedó sin reservas y llegaron el caos, la hiperinflación y la nacionalización de la banca. El país estaba quebrado.

Por eso, cuando veo la blanquirroja peruana asociada a una candidata, solo puedo colegir que se trata de los de siempre, de los que gritaron “libertad” a los cuatro vientos cuando les quitaron sus bancos después de que nos dejaron sin un duro, los mismos cuyo negocio somos nosotros y que ahora, una vez más, quieren confundir sus intereses con los de toda la nación. Yo no sé si el hombre del sombrero es una alternativa, pero sí sé distinguir una garrapata cuando la veo.

 

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Alan García, Historia, Perú
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