[EN UN LUGAR DE LA MANCHA] Yo recuerdo con gratitud mis primeras lecturas de Vargas Llosa porque al igual que otros autores –como Arguedas o Ribeyro– me enseñó, en imborrables lecciones, a acercarme al Perú con ojo crítico, señalar un derrotero para encauzar el cuestionamiento de un orden social muchas veces asimétrico, violento, injusto y, lo peor de todo, sin mucha posibilidad de cambio o mejora.

Leer novelas como La ciudad y los perros (1963) o La casa verde (1965) al borde de terminar el colegio, fueron una experiencia deslumbrante que luego, en la universidad, se repetiría solo para confirmar el extraordinario tejido narrativo y la rigurosa técnica empleada en su construcción: un nuevo realismo se abría paso, sin maniqueísmos, mostrando la crudeza y la ambigüedad del mundo social.

Conversación en La Catedral (1969) completaba esta primera parte de su novelística, dejando una estela de escepticismo y amargura, concentrada en la célebre pregunta de su personaje, Zavalita: ¿cuándo se había jodido el Perú? Pregunta que parece acompañarnos muchos años antes de que Zavalita apareciera sobre la faz de una página.

Luego vendrían Pantaleón y las visitadoras (1973) y La tía julia y el escribidor (1977). En la primera, hay un deslizamiento de la idea de la escritura como deber inclaudicable, rayano en el fanatismo, y, en clave cómica, el propio Vargas Llosa parecía burlarse traviesamente de algunas de las ideas que expuso en “La literatura es fuego” el famoso discurso que pronunció en 1967, con ocasión de recibir el premio Rómulo Gallegos.

En la segunda, el novelista trabaja con materiales de “poco prestigio” literario, como las radionovelas, un importante género de ficción masiva, pero que se aprovechaba muy bien para explorar todo un universo de relaciones entre lo ficticio y lo real, además de plantear cuestiones autobiográficas que volverían a resonar muchos años después en El pez en el agua (1993) su libro de memorias.

De todo el período posterior a La guerra del fin del mundo (1981) uno de los puntos más altos de su obra novelística, destacaría en lo personal La fiesta del chivo (2000) y El sueño del celta (2010). No se me malentienda. No descarto novelas como Historia de Mayta (1984), Lituma en los Andes (1993) –ambas despertaron ardorosas disputas políticas– u obras de decidido tono menor como ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986) o Elogio de la madrastra (1988), pero siendo francos no me despertaron tanto interés.

Vargas Llosa, único peruano que ostenta el Premio Nobel, ha escrito cientos de artículos periodísticos dedicados a la política y a la literatura, dos de sus temas principales. Incursionó también en el teatro, logrando obras sugerentes como La señorita de Tacna (1981) o Kathie y el hipopótamo (1983). Una nouvelle, paradigmática, Los cachorros (1967), el cuentario Los jefes (1959) y ensayos de gran calado como Historia de un deicidio (1971), La orgía perpetua (1975), La verdad de las mentiras (1990) o La utopía arcaica (1996) conforman una obra de ribetes magníficos. Discutible, sí, en muchos aspectos, pero de inocultable valor.

No sé si le será grata la idea del retiro, tampoco su motivo central. Justo es el descanso para quien ha hecho tanto. Ahora miro hacia mi estante y veo, en perfecto orden, los libros de Mario Vargas Llosa. Sé que al paso del tiempo, ese nombre seguirá brillando y seguirá siendo, como desde el primer día en que me cruce con sus libros, una invitación a la pasión de leer y pensar.

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El Congreso se alista para dar un zarpazo institucional contra la Junta Nacional de Justicia, sin que haya razones valederas para sancionar o destituir a uno o más miembros de dicho organismo.

Con un cambio imprevisto (inicialmente la Comisión de Justicia había desestimado la solicitud de la congresista Patricia Chirinos), finalmente la alianza fujicerronista logró imponerse y aprobar que la denuncia siga su curso en contra de los integrantes de la JNJ.

No nos conmueve especialmente la investidura de los miembros de la Junta. No ha mejorado un ápice la justicia desde su nombramiento en reemplazo del defenestrado Consejo Nacional de la Magistratura (pero no es éste un test de eficiencia), han cometido impropiedades varias (aprobar la designación de Zoraida Ávalos, con papeles truchos, por ejemplo), pero, sin embargo de ello, no han cometido las faltas graves que se requieren para justificar que el Legislativo los expulse de sus cargos.

Se está forzando una situación jurídica bajo una interpretación caprichosa y abusiva de la norma, porque emitir un pronunciamiento solidario a favor de la fiscal Ávalos puede ser impertinente, pero de allí no pasa, el tema de la edad de la juez Inés Tello fue avalado en la entrevista para su designación por el propio presidente del Tribunal Constitucional de entonces, Ernesto Blume, y que se hayan remitido tardíamente informes anuales al Congreso, es, pues, un descuido amonestable, pero subsanado y bajo ningún criterio una causa que revista mayor gravedad.

Es una mezcla de intento de controlar organismos electorales (ONPE y Reniec), venganza de los “hermanitos”, razzia caviar (a la que se suma, feliz, la izquierda perulibrista), la que explica este descomunal error político y jurídico, que va a dañar aún más la ya alicaída imagen de la democracia peruana.

Pero, como dice el dicho, no hay peor sordo que el que no quiere oír. La mayoría congresal no va a entrar en razones y más temprano que tarde cometerá el legicidio sin importarle las consecuencias y la apertura de una puerta más a la incertidumbre que ya vive el país y que genera tanto impacto en la economía, en la institucionalidad política y en la tranquilidad social.

 

 

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[PAPELES VIRTUALES]

UNO

Uno de las tendencias en los jóvenes, en la actualidad, es que no consumen televisión, ni radio, tampoco compran diarios.

  • ¿Entonces, que medios usan para informarse?

Las redes sociales. Ahí se enteran de todo. Últimamente, Twitter e Instagram han desplazado a Facebook. Así como también TikTok, que iguala e incluso supera en importancia a Youtube. Antaño, en los años ochenta, nosotros solo teníamos los canales de aire y diarios locales, para enterarnos de lo que sucedía alrededor del mundo. Perfectamente, podíamos recibir noticias sesgadas. Lo cual, sucedió en muchas ocasiones. No había forma de contrastarlas con otras fuentes. En la actualidad, no es así, puedes verificar un suceso o hecho en distintas fuentes. Ese es uno de los problemas para los medios de comunicación actuales. Aunque parezca mentira. Ayer, en la mañana, veíamos en el trabajo, junto con otros compañeros, las noticias del conflicto en Medio Oriente. Ninguna hablaba de las víctimas palestinas por el bombardeo del hospital en Gaza. En cambio, en Twitter o X, como quieran llamarlo, abundaban las imágenes sobrecogedoras de niños y niñas muertos por las bombas del Ejercito israelí. Un compañero preguntó inocentemente.

  • ¿Y porque no muestran, los canales de televisión, esas imágenes?

Entonces, le contesté.

  • ¿Por si no sabes, los dueños de la mayoría de medios de comunicación, en el mundo occidental, son judíos? ¿Necesitas otra explicación?

Quedó pensativo, mientras movía la cabeza de un lado a otro, apesadumbrado.

La desinformación es tal, que incluso la BBC se tuvo que disculpar por el fake news de los bebes decapitados. También lo hizo la Casa Blanca. Ah, y se reportó que Facebook, Instagram e incluso TikTok, están censurando publicaciones o videos de apoyo a Palestina.

 

DOS

Bombardear un hospital ha sido la gota que colmó el vaso. Esto es un genocidio. Una limpieza étnica. No me hago el desentendido con Hamas. Es un grupo terrorista e igualmente condeno las muertes y secuestro de judíos. Es inadmisible lo que hizo. Sin embargo, Israel está bombardeando a la población civil, donde el 40% son infantes. En dicho lugar, no hay un ejército. Cortaron el agua, la electricidad y los suministros. En todas las guerras, hay reglas mínimas que cumplir. Una de ellas es no bombardear los hospitales. Los mismos, se están quedando sin electricidad, ante la falta de combustible. En tanto, la ONU quiso poner un alto al fuego humanitario, para atender a las víctimas y EE.UU. lo vetó. Increíble. El diputado irlandés Richard Boyd ya había expuesto, el 02 de marzo de 2022, la hipocresía de la Comunidad Europea.

  • No creen que sea apropiado utilizar la palabra Apartheid cuando Amnistía Internacional y Human Right Watch, en un periodo muy corto, publican informes demoledores. Los cuales dicen que Israel, desde su fundación, se ha construido sobre un sistema de opresión, dominación, de apartheid y racismo. Que implica el asesinato de civiles, inocentes desarmados, las anexiones de tierras…. les complace en utilizar el lenguaje más fuerte y contundente para describir los crímenes contra la humanidad de Putin. Pero no utilizan la misma fuerza lingüística, cuando se trata de describir el trato de Israel a los palestinos.

Mientras tanto, me hago dos preguntas.

  • ¿Ellos entonces no cuentan como seres humanos? ¿Son animales, así como lo definió Netanyahu? 

Para el pesar el Gobierno Israelí, hay judíos, intelectuales, profesionales y personas comunes que están en contra de la política del Estado de Israel. Tanto dentro como fuera del país. Ayer, en Washington, una buena cantidad de judíos invadió el Capitolio para pedir exigir el cese al fuego.

 

TRES

Costa-Gravas es uno de los directores más importantes en la historia. Tiene obras maestras como Z, Estado de Sitio, Missing, entre otras. Es un cineasta que hace películas para dar a conocer su compromiso político. Sin demagogias, ni golpes bajos. Sus pelis han envejecido bien. El caso de Steven Spielberg es distinto. Llamado el Rey Midas de Hollywood, nunca tocó un tema controversial. Sus películas eran netamente comerciales. Hasta que filmó Munich (2005). Considero que es la obra maestra de Spielberg. No es maniqueísta, en manera alguna. Presenta a unos y otros con sus virtudes y defectos. La película narra la formación de un comando del Mossad, con la venia de la Primera Ministra, Golda Meir, para exterminar a los cabecillas del grupo Setiembre Negro; los cuales estuvieron detrás de la masacre en las Olimpiadas de Munich. Lo que más irritó, a la comunidad judía, fueron las dudas acerca de la Ley del Talión. Avner, el líder del grupo – al terminar la misión- su cara demacrada lo dice todo.  Ya no es el mismo y no cree tampoco en la causa. Perdió la fe y sentencia en el dialogo con el enlace, interpretado magistralmente por Geoffrey Rush.

  • Mate siete hombres. ¿Logramos algo? Todos fueron reemplazados por otros peores…no habrá paz al final de esto, crea lo que Ud. crea.

Y es cierto, el renombrado cineasta no se engaña en absoluto. La violencia genera más violencia y no es la solución.

 

CUATRO

Fui hombre de armas durante 27 años. Mientras no había oportunidad para la paz, se desarrollaron múltiples guerras. Hoy, estoy convencido de la oportunidad que tenemos de realizar la paz, gran oportunidad. La paz lleva intrínseca dolores y dificultades para poder ser conseguida. Pero no hay camino sin esos dolores.

Primer Ministro – Isaac Rabin

Hay una fecha central en este conflicto. Treinta años atrás, Isaac Rabin y Yasir Arafat firmaron lo que se conoce como el Acuerdo de Oslo. La OLP (Organización para la Liberación de Palestina) reconocía el derecho de Israel a existir con seguridad, mientras que se declaraba a la misma, como un órgano representativo del pueblo palestino. Se incluía la retirada israelí de Gaza y Jericó y una autonomía palestina que se haría del control de Cisjordania. Todo acabó con el asesinato de Rabin y el fracaso de Arafat para controlar a Hamas. La extrema derecha israelí tomó el poder, a la cabeza estaba Netanyahu. Si, el mismo. Entonces todo volvió a fojas cero.

  • ¿Pero quién es Hamas?

Hamas, es un partido político que gobierna la Franja de Gaza. También es considerado, por varios países, como una organización terrorista. Insólitamente, para muchos, fueron creados y financiados por Israel. Lo hicieron para tener una fuerza que hiciera muro de contención a la OLP. Dice el refrán.

  • Divide y vencerás.

Nunca pensaron que estaban creando un monstruo que se les volvería en contra. Tal como EE. UU, cuando creó y apoyo -en la década de los ochenta- a Sadam Hussein, que era enemigo de Irán.

  • El enemigo de mi enemigo, es mi amigo.

Sería bueno preguntarse.

  • ¿Qué sucede cuando a un hombre lo humillas y encima le quitas la dignidad? Posiblemente lo soporte por preservar a su familia. ¿Y si, matas a su esposa e hijos? ¿Crees que esa persona puede seguir su vida normalmente, es así? ¿O perderá la razón y se unirá a Hamas? ¿Total, que tiene que perder?

Por último, el Cristo indicaba- en la parábola– que un samaritano, personaje odiado por los judíos, era también el prójimo de un judío.

  • ¿Crees que los extremistas sionistas, consideren a los palestinos como su prójimo?

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Se trata de un sistema lento y burocrático, que en lugar de viabilizar los proyectos, los termina retrasando en una maraña de complicaciones que vamos a presentar en esta nueva edición de REPORTAFUR.

Con ejemplos muy concretos veremos como los plazos y los montos de las obras varían de una manera descontrolada generando el retraso y la frustración de obras muy importantes para la población.

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Un fenómeno digno de análisis sociológico y psicológico se requiere para poder apreciar lo que pasó hace unos días con ocasión del partido que el Perú jugó contra la selección argentina en el Estadio Nacional, es decir de locales.

La noche anterior se produjo un banderazo de apoyo a la selección gaucha en las afueras de su hotel y el 80% de los asistentes eran peruanos, padres de familia contrataron alojamiento en el lugar donde se hospedó la selección albiceleste solo para que sus hijos puedan ver a Messi o al Dibu, en pleno partido se pudo ver a peruanos vistiendo la camiseta argentina o la camiseta peruana con el nombre grabado de Messi, y, como cereza en el postre, asistimos al triste espectáculo de ver a una decena de jóvenes ingresando a la cancha a tratar de tomarse una foto con el rival, con el capitán argentino, su ídolo por encima de los colores blanquirrojos que estaban siendo derrotados en su propia casa.

¿Se trata solo de la llamada “generación de cristal”, que ha perdido los valores nacionalistas por completo, a la que no le importa nada sino solo su pasajera satisfacción? No es solo eso. Estamos ante un problema mayor y que cruza transversalmente todo el país.

Lo que causa desvelo es ver el rápido proceso de descomposición ocurrido entre lo de hace dos noches y lo que ocurrió el 2018, cuando decenas de miles de peruanos gastaron lo que no tenían para acudir a Rusia a alentar a la selección peruana y llenar los estadios entonando con entusiasmo fervoroso el himno nacional y la canción Contigo Perú. ¿Qué pasó en esos cinco años que median entre un hecho y otro, para que ahora, el fervor se haya convertido en enajenación de los sentimientos patrios?

Poco se ha ponderado el inmenso impacto social que ocasionó la pandemia, no tanto por el encierro (que ya de por sí fue un hecho radical que ha marcado a generaciones enteras de niños y adolescentes), sino por la constatación de que el Estado no existía, que la gente se moría por falta de camas, unidades de cuidado intensivo o, simplemente, oxígeno. El terrible drama familiar de los deudos de 300 mil muertos -que deben superar los dos millones de ciudadanos- no ha ocurrido sin dejar una huella honda en el espíritu nacional.

¿Cómo se va a sentir uno orgullosamente peruano si cuando lo necesito a mi país, me abandona y se muestra indolente frente a mi sufrimiento? ¿Cómo se sienten ahora millones de peruanos asaltados todos los días sin que la policía corrupta haga algo? ¿Qué ánimo patriótico pueden tener los asegurados de EsSalud cuando no tienen citas ni medicamentos? ¿O los que protestaron en diciembre y enero últimos y a cambio de ello recibieron del Estado muerte e impunidad? ¿Cómo exigirles patriotismo y sentido de nación a estos peruanos? Esta realidad ya ha explotado. Lo hizo electoralmente el 2021, se ha manifestado también la fatídica noche del martes en nuestro Estadio Nacional.

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[EN LA ARENA] La guerra ha sido la herramienta con la que Israel decidió hacerse del territorio cedido por el gobierno británico y ampliarlo en la medida de todo lo posible, provocando que la migración se haya prolongado dolorosamente en el territorio del Levante (Siria, Líbano, Palestina). En estos días, la población de Gaza huye hacia las fronteras y gobiernos y organizaciones internacionales demandan que se abran corredores hacia países que los puedan recibir. Cómo no huir de la crueldad con la que el gobierno Israelí está vengando el ataque de Hamas, duplicando las cifras de personas muertas y heridas en guerras anteriores, lanzando misiles contra hospitales… Y esta guerra recién empieza.

¿Cómo es posible que judíos que sufrieron persecuciones, víctimas de genocidio, que pasaron de una diáspora a otra, no puedan comprender en el recuerdo de ese sentir la dimensión del daño que están causando? ¿Cómo es posible que palestinos que sufrieron cacerías religiosas, que se saben de armamentismo precario, puedan regir y asesinar en nombre de su fanatismo islámico? Lo cierto es que es en esos contextos cuando sólo queda migrar.

Así fue como llegaron a nuestro continente. Los judíos expulsados por los Reyes Católicos al finalizar el siglo XV y perseguidos por la Inquisición creada para combatirlos con saña, llegaron para refugiarse en México, Brasil y Surinam. Cuando el zar Alejandro III dio rienda suelta al antisemitismo y los pogromos de fines del siglo XIX, llegaron hasta Argentina. Los palestinos vinieron cuando las autoridades turcas del Imperio otomano, al comenzar el siglo XX, empezaron a restarle derechos a los palestinos cristianos y a utilizarlos como carne de cañón en su ejército. Llegaron a Argentina, al nuevo mundo, con pasaportes turcos, pero decidieron trasladarse a Chile y algunos a Perú. Cuando en 1948 se creó el Estado de Israel el 80% de palestinos que ocupaban el territorio, 800 mil personas, tuvieron que ser forzadas a migrar, algunos consiguieron venir hasta aquí y reunirse.

Tanto en Perú como en Chile, los palestinos, por ser cristianos ortodoxos y al haber perdido un territorio a donde regresar, se integraron rápidamente a nuestras culturas. Por eso no fueron asociados a una cultura “oriental”. Por el contrario, rápidamente desarrollaron el comercio y la producción textil, destacando, como en todo el continente, en política, arte y deportes. En Chile, donde se encuentra la comunidad palestina más grande, de más de 150 mil, tienen un importante club de fútbol, el Deportivo Palestino.

Perú, por su catolicismo colonial, no acogió muchos judíos sino hasta finales del siglo XIX. Y aunque la comunidad judía tuvo un pequeño apogeo en los años 40, tras el gobierno de Fujimori y el enfrentamiento con Baruch Ivcher, su población, ya con claros destinos, se redujo a un poco más de mil personas. Por el contrario, los árabes en Perú han crecido y son hoy más de 10 mil. Mientras tanto, la migración peruana también ha crecido exponencialmente y fue por una guerra que empezamos a salir.

Más de tres millones de peruanos empezaron a migrar con la crisis económica que (irónicamente) provocó el alza del precio del petróleo que pusieron los países árabes para detener a Israel en la década de 1970. Pero el real impacto en Perú se produjo cuando los gobiernos de Belaúnde y Alan García se vieron sobrepasados por la deuda externa y Sendero Luminoso desató una cruenta guerra interna. Hombres y por primera vez, mujeres empezaron a migrar masivamente, cambiando los países de destino. Dejaron de ser la entonces exitosa Venezuela, Estados Unidos y España y se sumaron países como Italia, Argentina, Chile y Japón. Hoy, aunque hace una década parecía haber descendido la ola, tras la pandemia y el abandono del Estado en manos de mafias durante la celebración del bicentenario ya han migrado casi medio millón. En América Latina no son las guerras, sino el huir de la delincuencia y la pobreza la razón principal para escapar.

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Gran responsabilidad en el estado de parálisis social y política en el que se halla el país, la tiene la oposición y no solo un Ejecutivo mediocre y pusilánime.

Ya sabemos de las enormes carencias del régimen y no se le puede pedir peras al olmo, eso no va a cambiar, la presidenta Boluarte o el premier Otárola no van a ser iluminados y hacer un upgrade político de un día para otro. Son lo que son y así van a transitar los años que les restan de mandato.

Pero bajo tales circunstancias, lo que cabría esperar es que si en el Congreso se ha conformado, mal que bien, una coalición mayoritaria, ésta, lejos de fungir de comparsa silente del gobierno, lo ajuste y le marque la agenda.

No se libra la oposición fuera del Congreso también de su cuota de responsabilidad en ello. No se les escucha un planteamiento integral y contundente a los líderes de las nuevas agrupaciones respecto de los temas que más preocupan a los ciudadanos: la inseguridad, la corrupción y la crisis económica.

En términos normales, la decepción que un gobierno produce se palía, en los márgenes políticos democráticos, cuando la oposición ofrece alternativas que hagan saber a los ciudadanos que sufren los problemas mencionados, que hay luz al final del túnel y que pronto ello empezará a mejorar.

Pero si la oposición actual -congresal o extraparlamentaria- guarda silencio, estamos fritos. Bajo la presunción errada de que hay que guardar perfil bajo hasta pocos meses antes de la elección del 2026, la oposición le hace el juego a este gobierno mediocre e indolente que nos asola.

Una oposición que se respete ya no solo marcaría la cancha sino que conformaría gabinetes en la sombra, con equipos técnicos que vayan demostrando diariamente los errores de un gobierno que parece no tener la más remota idea de cómo afrontar los problemas que le corresponde resolver.

Hoy la oposición se reduce a la izquierda venal que apapachó a Pedro Castillo y que solo sabe producir eslóganes efectistas, pero inconducentes, como plantear la renuncia de Boluarte y el cierre del Congreso, la convocatoria a una Constituyente y hasta la tozuda solicitud de que liberen al expresidente chotano, y tramita sus anhelos con iniciativas fallidas en el Congreso o con inocuas “tomas de Lima”.

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[DETECTIVE SALVAJE] Mario Vargas Llosa comenzó a escribir La ciudad y los perros en una desaparecida tasca madrileña llamada El Jute, en Menéndez Pelayo, a pocos metros del Retiro. Ahí se recluía con su pluma y un cuaderno, se atascaba, escribía diez páginas al hilo, retrocedía y de nuevo avanzaba. Así se lo explicó en una carta a su amigo Abelardo Oquendo: “En la novela avanzo y me retuerzo; me cuesta mucho trabajo. No tengo la menor idea acerca de cómo me está saliendo, pero me siento embriagado. Escribir es lo único realmente apasionante que existe”.

Similarmente, en la historia que cobraba vida en los reglones, Alberto se refugia lejos de las cuadras del Colegio Militar Leoncio Prado y escribe novelitas sexuales que luego vende por cigarros o a cambio de favores.

Era el año 1958, cuando el régimen franquista se sostenía firme sobre sus cuatro patas. Mario no llegaba a los veinticinco años. Había aterrizado en Madrid porque ganó una beca para estudiar en la facultad de Filosofía y Letras de la Complutense. Los amigos y familiares que dejaba atrás creían en su vuelta a los pocos meses. Pero él lo tenía claro: si quería ser escritor, quedarse en Perú era una muerte lenta y segura. Sin embargo, cruzado el Atlántico, se encontró con un Madrid ensombrecido, sin la pólvora cultural que abundaba, por ejemplo, en París.

Ya durante la guerra civil española, un bando y otro malabareaban con la censura para ocultar información que los perjudicara, para ganarse la simpatía de la gente o disimular la derrota. Al terminar la contienda bélica, esto no cesó. Ahora que la iglesia recuperaba poder, empezaron a prohibirse y a quemarse libros y obras que contradijeran los valores nacionalistas, conservadores y autoritarios del régimen. Poco antes de que el bando Nacional venciera, se afianzó la censura literaria (aunque a Federico García Lorca se le fusiló en el 36, que no deja de ser la más imperdonable de las censuras). En 1938, a veinte años de que Mario tomara asiento frente a una mesa en El Jute, el régimen franquista hacía efectiva la censura previa a la publicación.

Cuatro años transcurrieron desde que Vargas Llosa escribió las primeras palabras de La ciudad y los perros (actulamente la publica Alfaguara) hasta que Carlos Barral se refirió al manuscrito como el más importante que había pasado por sus manos. “La terminé en el invierno de 1961, en una buhardilla en París”, cuenta el autor. Fue rechazado por varias editoriales, pero el apoyo de Barral fue implacable. “Al término de la lectura mi entusiasmo fue absolutamente indescriptible”. También Julio Cortázar elogió el manuscrito inédito, y el comité de lectura de la editorial catalana Seix Barral, que otorgó a la obra el Premio Biblioteca Breve.

Una reunión entre Vargas Llosa, Carlos Barral, un profesor de historia de América y el comandante Robles Piquer, decidiría el porvenir de la obra. El representante de Franco no fue ciego a la calidad del libro, más tenía sus reproches: “¡Pero es que se tiran a una gallina!”. Es cierto. Basta leer los primeros capítulos para alzar las cejas y no poder creerlo. En un pasaje de voces entrecruzadas y tiempos mezclados, Cava descubre un gallinero detrás del galpón de los soldados y avisa a los demás. Cogen a una de las aves, le amarran las patas y el pico, hacen un sorteo, sale ganador el propio Cava. “Te la tiras o te tiramos como a las llamas de tu pueblo”. Primero el miedo: “¿Y si me infecto?”. Luego las dudas: “¿Están seguros que las gallinas tienen huecos?”. Después, más decidido: “Tiene hueco, quietos por favor, y por todos los santos no se rían que se adormece el elefante”.

Robles Piquer dio luz verde al caso de la gallina, a la que dejan moribunda, tuercen el pescuezo y rematan con un patadón de fútbol. Pero no cedió en otros pasajes. Cuando a un coronel “bajo y gordo” se le adjudica el “vientre de una ballena”, Piquer protestó, porque ese era el jefe del cuartel y no se podía ridiculizar a una institución militar. Vargas Llosa sugirió simplemente darle un “vientre de cetáceo”, lo cual fue aceptado.

En otro pasaje, al capellán del colegio se le ha visto “muchas veces, vestido de civil, merodeando por los bajos fondos del Callao, con aliento a alcohol y ojos viciosos”. Originalmente, el capellán frecuentaba los burdeles y sus ojos eran ardientes.

Tras una negociación de un año, que Carlos Barral protagonizó, el libro fue dado el visto bueno con la modificación de siete frases. Al leer la novela una, dos y tres veces, es difícil adivinar dónde está esa capa de barniz. Sí es fácil suponer, en cambio, qué frases causarían revuelo si un escritor desconocido, como lo era a comienzos de los años 60 Mario Vargas Llosa, publicara hoy un libro como este.

En las primeras páginas, en un enfrentamiento entre el Jaguar y Cava, el primero le reprocha un error al segundo y le dice: “Tenías que ser serrano”. Poco después, refiriéndose a Vallano, Alberto piensa: “En los ojos se le vio que es un cobarde como todos los negros”. Por ahí también: “Los serranos, decía mi hermano, mala gente, lo peor que hay”. En el mismo capítulo se tiran a la gallina, a la Malpapeada, una perrita chusca y desnutrida, bromean con tirarse a la vicuña e intentan violar a uno de los cadetes de tercero, “cómo patea el enano”, “qué esperas para treparte, no ves que duerme más calato que una foca”.

Cuando uno de los personajes pregunta por el bienestar de la gallina (“¿Ustedes creen que los animales sienten?”), alguien contesta: “¿Sienten qué, huevas, acaso tienen alma?”. El preocupado se rectifica: “Quiero decir gusto, como las mujeres”.

Los fines de semana, los consignados visitan el kiosco de Paulino, La Perlita, donde compiten en carreras masturbatorias, a ver quién se viene primero, mientras el dueño del local observa regocijado.

Los ejemplos son incontables. Sería necesario un artículo de 532 páginas, las mismas que abarcan La ciudad y los perros, para reproducir una por una las frases que hoy serían sentenciadas como políticamente incorrectas. Lo que levanta la siguiente pregunta: En la segunda década del siglo XXI, ¿las editoriales se atreverían a poner su sello sobre la portada de tal obra maestra?

A la corrección política se le puede sumar el caso de unas cuantas censuras recientes. En España (donde se publicó por primera vez La ciudad y los perros), Orlando, la novela de Virginia Woolf, está siendo adaptada al teatro por la compañía Defondo. Sin embargo, la miembro de Vox Victoria Amparo Gil Molvan, tras su nombramiento en la concejalía de Cultura, puso una equis sobre la producción. Según Pablo Huertas, productor de la obra, se trata de “un caso de veto ideológico”. La villana de Getafe, obra de Lope de Vega, fue impulsada por el Ayuntamiento de Getafe y censurada por Vox, por sus referencias sexuales incómodas. ¿Qué cara pondrían estos políticos con las aventuras sexuales zoofílicas de los leonciopradinos? ¿Serían tan facilitos como Robles Piquer?

Quién sabe, quizá un editor con buen ojo leería hoy el manuscrito de un tal Mario, peruano de 26 años, reconocería una obra maestra en bruto y, como Carlos Barral, lucharía con capa y espada contra las mil cabezas de la censura moderna, contra los dueños de la moral que abundan en X (antes Twitter).

Lo cierto es que Vargas Llosa mostró en La ciudad y los perros un compromiso con la realidad. Lo explica en su prólogo de 1997: “Para inventar su historia, debí primero ser, de niño, algo de Alberto y del Jaguar, del serrano Cava y del Esclavo, cadete del Colegio Militar Leoncio Prado, Miraflorino del Barrio Alegre y vecino de La Perla, en el Callao”. Esto no significa ser estrictamente fiel a los hechos, pero sí a las ideas que los ordenan, al contexto y a la verosimilitud.

Escribió la realidad sin un cartel de advertencia, sin detener la narración para explicar las cosas con manzanas. La vio cruel, descarnada, vio las injusticias de una institución, la desigualdad de un país. Notó las ropas con las que la vida disimula, se las quitó y reprodujo sus verrugas.

Es un libro que habla como persona, que da la impresión de haber crecido partes por cuenta propia. Desfilan en él la violencia animal de los niños y la ternura humana que todos llevan dentro. Porque hasta el disciplinario teniente Gamboa resulta ser el único hombre en poder que pone la justicia encima de su pellejo. El Jaguar, que se agarra a golpes con quien se le cruce, que va y viene con postura de macho alfa, trae detrás una historia de desamor que le cambió la vida.

Cada uno de los protagonistas, perdidos en el laberinto de la adolescencia, en algún punto de la historia cuestionan la actitud violenta de la que se saben culpables. Sin embargo, esas rebeliones no suelen pasar del pensamiento. La fuerza de la opresión es demasiada y lo único que importa es sobrevivir. La violencia, en sus distintas formas, no es producto del mal, sino de la debilidad, que es síntoma de la falta de cariño y comprensión.

La ciudad y los perros es, sobre todo, una novela sensible. Tiene que doler cuando le pegan al Esclavo, cuando los papás maltratan a los hijos, cuando abusan de los animales o cuando entre cadetes se insultan por serrano, por negro, por blanquiñoso. La sensibilidad, esa supuesta pata floja de las nuevas generaciones, no es un crimen. El verdadero mal es el de la lectura superficial, el vicio de querer todo masticado, a medio digerir. La literatura no acaba en la escritura. El buen lector tiene mucho que hacer.

En cuanto a los que ven al cuco en cualquiera que se oponga a sus costumbres, tal vez les sirva de consuelo imaginar a los militares del Perú cuando el Boa dijo que Leoncio Prado era un “baboso” por querer comandar el pelotón de fusilamiento chileno que lo ejecutó.

La ciudad y los perros sobrevivió a la censura franquista, se desliza por el hielo de la cancelación, nadie que esté en gobierno y conserve un poco de su sano juicio se atreverá a tocarlo y vencerá, no cabe duda, la prueba del tiempo, que ya le ha echado sesenta años encima.

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[INFORMES] Unos años después de acabada la Segunda Guerra Mundial, la más sanguinaria de la historia humana, varios científicos de diferentes especialidades y de distintas nacionalidades se preguntaron cómo uno de los pueblos mejor educados de Europa pudo aportar miles de trabajadores de oficios comunes y corrientes a la maquinaria criminal que ensangrentó Europa, bajo las órdenes demenciales de Adolf Hitler.

Entre las muchas hipótesis de investigación, los científicos reactualizaron el viejo debate sobre qué es más importante en el desarrollo de los individuos: ¿las causas externas o las condiciones internas? El debate iniciado décadas atrás enfrenta a la naturaleza contra la crianza, es decir si pesa más el bagaje genético con el que se nace contra todo lo que se adquiere durante la crianza. La dialéctica natura-nurtura dirían los profesores de nuestros primeros cursos universitarios. Finalmente, la mayoría concluyó que las causas externas actúan a través de las condiciones internas, siendo este último el factor definitivo de la ecuación.

Décadas después, un estudio financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo llamado Familia, niños y delincuencia: la violencia como herencia, nos dice que el 40 por ciento de las personas encarceladas en América Latina son hijos de padres que abusaban del alcohol, el 55 por ciento de esos presos tuvieron, por lo menos, un arma de fuego en su vida. Además, en las dos ultimas décadas la tasa de encarcelamiento en América Latina creció en un 150 por ciento, llevando el número de presos en la región a la escalofriante cifra de un millón y medio de personas.

Dicho todo eso, y sin querer de ninguna manera describir la historia de los hermanos Valdivia Montoya a partir de esos datos fríos, creemos que es necesaria una inmersión en la historia familiar de esos sujetos para saber cuáles fueron los factores que llevaron a varios miembros de ese clan familiar a ponerse en el lado contrario a la ley, es decir, en el lado equivocado de la vida.

La familia Valdivia de Bellavista

Nadie sabe cuándo los hermanos Valdivia de Bellavista, Callao, aprendieron a usar los pocos recursos que tenía su familia para intentar desde la política barrial, desde las amistades peligrosas y, sobre todo, desde el abuso y la prepotencia para hacerse de un pequeño poder, parecido al que conseguía un tendero alemán en los años treinta cuando se vestía con el uniforme gris y se calzaba las botas de caña alta.

Con recursos probablemente limitados, los hermanos mayores de ese clan ingresaron a una universidad privada de media tabla donde pasaron hasta quince largos años hasta conseguir un grado académico al que le sacaron tanto millaje como un viajero frecuente.

Según las informaciones periodísticas, Carlos, el cuarto de los hermanos Valdivia de Bellavista, Callao, es el más conocido porque intentó tres veces conseguir que sus vecinos le confiaran el manejo del municipio del distrito en mención. A sus 47 años, Carlos Valdivia Montoya tiene siete denuncias en contra suya en los archivos policiales, entre las cuales se cuentan acusaciones de robo agravado y violencia familiar. Además, trece años atrás, Valdivia fue acusado de disparar un arma de fuego contra un sereno de Carmen de la Legua, Callao. Esa denuncia todavía está en instancias policiales. En la misma instancia policial también existe una denuncia por robo agravado contra él y dos de sus hermanos, Marco y Abel, este último acusado por el asesinato del camarógrafo de la fiesta de Paul García y Roselli Amuruz. La denuncia del año 2014 dice que los hermanos Valdivia estaban a bordo de un auto Honda rojo en la puerta de la casa familiar cuando apareció el policía José Luis Cárdenas Prado; los Valdivia bajaron del Honda rojo, golpearon brutalmente al policía y le robaron todo lo que tenía. La denuncia no prosperó y nunca se esclareció. Según el denunciante y sus familiares, los Valdivia tienen muchísimo poder en la Policía, siempre estuvieron juntos y fueron solidarios, por lo menos hasta un hecho que rompió la unidad familiar.

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En febrero de 2023 el gobierno de Dina Boluarte aprobó el pago de 41 millones de soles a favor de la empresa de Carlos Valdivia.

El origen de la desunión en el clan Valdivia Montoya tuvo un precio, vale decir un precio altísimo: 41 millones de soles. ¿Cómo los Valdivia Montoya de Bellavista, Callao, pudieron siquiera soñar con una cifra que es más que tres Tinkas juntas? Pues sucede que, durante la etapa inicial de la epidemia de la Covid, cuando todos sabíamos que la única forma de detectar la presencia del coronavirus en nuestro organismo era la prueba molecular, una empresa creada por Carlos Valdivia Montoya, inscrita en los registros públicos como Aionia Technology Corporation, le vendió a EsSalud un lote de pruebas rápidas -que no detectaban el coronavirus- por un monto de 41 millones de dólares. Según las autoridades el financista de la operación fue Marco Valdivia, el hermano médico de Carlos.

Durante los siguientes tres años, hasta que los astros se alinearon para los Valdivia, EsSalud congeló el pago, debido a que la Contraloría emitió un informe indicando que el proceso de adquisición fue dirigido (direccionado, según el lenguaje de la burocracia nacional) para favorecer a la empresa de Carlos Valdivia. En febrero de 2023, menos de dos meses después de haber jurado combatir a la corrupción, el gobierno de Dina Boluarte aprobó el desembolso del dinero, tras gestiones non sanctas de la asesora presidencial Grika Asayag, del ministro de Trabajo Luis Adrianzén y de parte del directorio de EsSalud. Cuando el laudo arbitral liberó el cheque de 41 millones, la pelea por la plata se trasladó al seno familiar de los Valdivia, toda vez que Carlos afirmó que Marco le dijo que lo iba a meter preso si no le daba el porcentaje del cheque que le pedía. Y, además, según un audio conocido por todos, que su detención la haría con la ayuda del ex cuñado de ambos: Raúl Alfaro, a la sazón comandante general de la Policía, uno de los peones colocado por Pedro Castillo en la periferia del poder para poder gobernar el país como una chacra. Para comprobar la actuación dolosa de Raúl Alfaro, la ex conviviente de Carlos Valdivia llamada Thays Carrizales reveló que Alfaro la amenazó varias veces por teléfono.

Algunos audios dejaron al descubierto el vínculo entre Carlos Valdivia y Julio Gutiérrez Pebe, del Consejo Nacional de la Magistratura, donde lo trataba como el “sobrinito”.

Un informe de televisión reveló que el general PNP Raúl Alfaro está involucrado en esta trama por su relación con la capitana PNP Graciela Valdivia, con quien tiene un hijo. Y, como si estuviéramos viendo una novela, nos enteramos que el general Alfaro siempre ocultó su relación con los Valdivia, incluso a su ex pareja la doctora Thays Carrizales, que, como nos hemos enterado, es madre de uno de los hijos de Carlos Valdivia.

Hurgando en los archivos, nos enteramos que Marco Valdivia estuvo preso en 2020 por tráfico ilícito de drogas, que la capitana Graciela Valdivia también enfrentó a la justicia castrense cuando acusó a un alto jefe policial de acoso, y, posteriormente, de trata de personas.

Y, finalmente, cuando revisamos los antecedentes del hecho criminal ocurrido en las inmediaciones de la casa de Lince donde Roselli Amuruz agasajó al excongresista Paul García, nos encontramos con una larga serie de denuncias contra Abel Valdivia Montoya, el pistolero asesino. Una de esas denuncias fue realizada por su propia madre, quien le dijo a la Policía que Abel la había agredido.

Hay un quinto miembro de ese clan familiar que también ha colisionado repetidamente con la justicia, se llama Pedro Valdivia y también es una joya, pues en 2016 ocasionó la muerte de Ronald Poma Maximiliano al atropellarlo en estado de ebriedad. Tiene una condena de cuatro años de prisión suspendida. ¿Por qué suspendida? Nadie da razón de ese porqué, nadie.

Una característica notable de los Valdivia Montoya, más allá de su atracción permanente por la violencia, es que por lo menos cuatro de ellos estuvieron en sus respectivas universidades el doble o el triple que cualquier estudiante promedio.

¿Cómo financiaron esos estudios larguísimos, cómo solventaron los gastos de transporte, de alimentación y de vestimenta durante esos años interminables, de estudio, cómo, explíquennos cómo?

Es improbable que exista una familia con tantos problemas con la justicia como la de los hermanos Valdivia Montoya, improbable pero no imposible. Pero lo más impresionante es la cercanía al poder político y al poder policial de estos hermanos que no tienen ningún atributo, sino más bien todo lo contrario.

Como en muchas historias periodísticas, esta merece una continuación cuando sepamos cómo fue la interrelación familiar, cuál fue la conducta de los padres antes y después de ver nacer a sus críos y qué hicieron el señor Valdivia y la señora Montoya cuando vieron cómo comenzaron a andar torcido la mayoría de sus vástagos.

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Abel Valdivia, Carlos Valdivia, Paul García, Rosselli Amuruz
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