[EN UN LUGAR DE LA MANCHA] El diccionario diría con su habitual simpleza que un relato autobiográfico pretende, las más de las veces, construir una narración ordenada y capaz de abarcar un determinado periodo en la vida de alguien. El arco temporal podría ser amplio, ambicioso y así plantear un relato que comenzaría seguramente en la infancia. Otras veces, ese arco podría reducirse y poner el foco en alguna experiencia crucial a partir de la cual la vida y la sensibilidad de quien se auto examina cambian de manera ostensible. Eso nos permitiría decir, provisionalmente, que un texto autobiográfico, cuando registra las disrupciones de la trayectoria vital o presenta los puntos de quiebre de una existencia, hace eco del bildungsroman, pero en una escritura que obedece a convenciones no ficcionales, como el uso de la primera persona para crear un lazo de identidad –que no deja de ser problemático– entre el autor y el narrador y, por supuesto, un conjunto de hechos factuales, sobre los que pesa la documentación y la posibilidad del cotejo.

Con Volverse palestina (2012) la escritora chilena Lina Meruane (Santiago, 1970) emprendió una exploración identitaria y una aventura en busca de sus orígenes que la llevaron a escribir luego Volvernos otros (2014) y una tercera parte titulada Rostros en mi rostro, escrito en 2019 pero inédito hasta hoy, en que estos tres esbozos autobiográficos fragmentarios aparecen unidos en un volumen titulado Palestina en pedazos (2023), título polivalente, que se puede entender tanto en el contexto individual de la escritora cuanto en la condición actual de los territorios palestinos. Meruane busca construir o reconstruir su genealogía y es quizá mejor hacerlo más allá del tono melancólico de los relatos familiares y viajar hacia Palestina y visitar Beit Jala, el hogar originario, donde mora el fuego de los ancestros.

Protagonista de su propio relato, Meruane no escatima autorrepresentarse ejerciendo diversos roles: investigadora, lectora, escritora, convergencia esencial para que la idea del texto como artefacto se impregne en el lector. Escritura que va haciéndose, a sabiendas de su condición literaria. Vistos en conjunto, los tres libros reunidos ahora forman una especie de música cuya tensión va in crescendo: Si en Volverse palestina, se privilegia inicialmente la búsqueda individual, en Volvernos otros el acento se desplaza hacia cuestiones éticas y políticas, además de mencionar a autores como Oz, que ofrecen valiosas pautas de reflexión a la escritora; en tanto en Rostros en mi rostro, esta perspectiva se acentúa y la familia, casi como un coro fantasmal, asoma de a pocos. Una saga o fresco autobiográfico consciente de su naturaleza transcultural.

Una identidad no puede narrarse sino en fragmentos. Categoría problemática y demonizada, es cierto, pero su existencia no puede desbaratarse del todo: hay un tejido íntimo que acaso la razón no logra comprender, un sentido de pertenencia, un conjunto de cavos sueltos que es preciso unir con alguna dirección coherente. La identidad, su descubrimiento y su valoración, tiene en estos tres libros un sabor de epifanía, lleva en sí el peso dramático de la revelación. No deja de ser conmovedor asistir a ese espectáculo –visible gracias a la escritura– en el que la subjetividad recupera algunas de sus piezas constitutivas perdidas. Y hacer de eso literatura es algo que los lectores deberíamos agradecer a Lina Meruane.

Desoír al padre es un acto que está en el origen de estos textos. El padre de Meruane no deseaba volver a Beit Jala por un razonable temor: ser presa de la sospecha, ser visto como foráneo en tierra que fue suya, incluida la casa de su progenitor, el espanto frente a “la posibilidad de llegar a esa casa sin tener la llave” y tocar una puerta que probablemente sería abierta por desconocidos.

De otra parte, esa misma fragmentariedad le permite al texto ser lo suficientemente flexible como para aludir, en momentos distintos, tanto a la preparación y realización del viaje personal como a un suceso histórico de proporciones colectivas: la inmigración árabe a Latinoamérica, su adaptación a la nueva geografía, en especial la chilena, el modo en que la lengua originaria de estos inmigrantes fue disolviéndose y quedó reducida a un código secreto manejado sobre todo por los miembros de la primera generación de recién llegados. Se trata, en suma, de un relato individual, pero también de la nakba, contraparte de la diáspora, un fenómeno que hermana dos extremos, más allá de cualquier otra diferencia.

En una nota que escribí sobre Volverse palestina hace algunos años escribí: “en su búsqueda individual ha logrado recoger también la voz de los otros. Un ejercicio de memoria que se abre e incluye a una comunidad viviendo su hora más absurda, más injusta y más incomprensible, entre el ciego terror que desde una izquierda ultramontana propone Hamas como política y las posiciones de la extrema derecha israelí, que terminan unidas, paradójicamente, en su respectiva falta de racionalidad. Un texto valiente, impecable desde el punto de vista ético y bellamente escrito es el que nos ofrece Meruane; un texto que pone en escena el dolor que acecha a toda reconstrucción identitaria”. Sumadas ahora dos partes más, diría exactamente lo mismo.

Lina Meruane. Palestina en pedazos. Barcelona: Random House, 2023.

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Escribí hace poco sobre el gran riesgo de que el Perú caiga nuevamente en manos de una izquierda radical, pero esta vez mejor pensada que la improvisada apuesta de Castillo, y además con mayoría parlamentaria, y una lectora me indicó que la verdadera amenaza para el país era la extrema derecha. ¿Lo es realmente?

Una cosa es la derecha conservadora que domina el Congreso y, por ende, marca la pauta política del día a día en su razzia caviar -en lo que coincide con la izquierda cerronista- y otra cosa, muy distinta, es que esa derecha pueda tener réditos electorales y así controlar plenamente el gobierno futuro a definirse el 2026.

No se ve por dónde. Está creciendo esta derecha autoritaria, conservadora y mercantilista -más conocida como la derecha bruta y achorada, por su llanura intelectual y sus modales agresivos-, es verdad, pero no se ve en el horizonte un líder que la conduzca a un eventual triunfo electoral.

Su líder más connotado la está pasando mal en el municipio capitalino. Rafael López Aliaga tiene una alta desaprobación y la suya será una nueva constatación de que el paso por la alcaldía limeña destroza las posibilidades presidenciales (el único ejemplo de un alcalde que luego llegó a la presidencia fue el de Guillermo Billinghurst, quien fue alcalde en 1909 y luego presidente en 1912). Ha sido el caso contrario, el de Luis Bedoya Reyes, Alfonso Barrantes, Ricardo Belmont, Alberto Andrade, Luis Castañeda y Susana Villarán, todos alcaldes y después fallidos candidatos presidenciales.

El triunfo de la extrema derecha en el mundo tendría que pasar por el ensayo de fórmulas populistas. En el Perú, la derecha radical no se atreve a confrontar a los grupos de poder y su única tabla de salvación populista pasaría por alentar la xenofobia, pero hasta en ese tema ya ha perdido la batalla frente a la anticipada y más beligerante conducta antivenezolana de un candidato izquierdista como Antauro Humala, quien se ha declarado xenófobo, “con mucho orgullo”.

El anticaviarismo va creciendo y podría ser una herramienta útil, pero tiene límites para crecer por la debilidad política del adversario elegido. Mal puede servir de cosecha electoral patear a un muerto político, como es la izquierda caviar, que solo mantiene reductos de poder en algunas instituciones fiscales y judiciales (del sector salud y educación ha sido expectorada).

No se ve riesgo inminente de que la extrema derecha siente sus reales en la política peruana. Hay un nicho social conservador muy grande, pero no tiene cabeza política que lo represente a cabalidad (y, en todo caso, la izquierda también anda por esos lares con comodidad).

 

 

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Amenaza política., análisis político, Extrema derecha, izquierda caviar

[PAPELES VIRTUALES]

UNO

En los peores momentos de la II Guerra Mundial, unos asesores económicos propusieron a Winston Churchill que suprimiera el dinero destinado a la cultura para emplearlo en la compra de armamento. Él respondió.

  • ¿Quitarle el presupuesto a la cultura? ¿Entonces para qué luchamos?

En estos días, una polémica congresista ha elaborado un proyecto de ley para limitar el presupuesto asignado a la golpeada, de por sí, industria del cine. Perjudicando, no solo los proyectos existentes de la capital, sino el de las regiones. Por quienes, la blonda no tiene mucha consideración. Pareciera que le jode las producciones, en quechua o aimara. Incluido, los documentales del tipo Rojo Profundo o La Revolución y la Tierra. Piensa, cojudamente, que estas producciones tienen un sesgo político. Por ende, son inadmisibles. Quieren controlar todo. No solo el Ejecutivo, el Jurado Nacional de Elecciones; sino también, lo que vemos y consumimos.

Mucha gente opinó en las redes sociales; especialmente, en contra de malgastar el dinero público. Un tema muy sensible, en estos tiempos. Otros, los entendidos, defenestraban el proyecto. En resumidas cuentas, se polarizaba la discusión. Lo cual no ayuda en absoluto. El Perú, como país, está enredado en una dicotomía sempiterna, desde que Keiko perdió en 2016. No tenemos políticos creíbles, que nos saquen de ese bucle maniqueísta.

DOS

En primer lugar, excepto Hollywood y Bollywood, en todos los demás países, el cine está subvencionado. Incluido, Gran Bretaña, Francia y España, que cuentan con las entregas de premios más importantes, amén del Oscar. Por estos lares, tenemos la importante producción cinematográfica de Argentina. El INCAA, es el organismo a cargo de la promoción, regulación y fomento de las producciones, hechas en el país vecino. Merece una mención especial, la indudable madurez que han alcanzado sus realizaciones. Buena parte de ellas, tiene un cariz personal, reflexivo y critico a la vez. Si bien, hay del tipo que produce Tondero; esto es, meramente cojudas o livianas.

En segundo término, las subvenciones no alcanzan el 100% del presupuesto de los proyectos, ni en pedo. Hay un jurado especializado que designa a los ganadores de los subsidios. Todo está presupuestado.  Dichos proyectos demoran años en poder realizarse. Incluso, buscan financiación en el exterior. Luego viene el vía crucis para la exhibición en salas. Desde hace más de 50 años, que cuesta, un ojo de la cara, hacer películas. Uno de los primeros cineastas fue Armando Robles Godoy. Su incesante trabajo dio frutos. En 1972, la película El Espejismo fue nominada a Mejor Película Extranjera, en los Globos de Oro.

En tercer lugar, los directores y actores no viven de esto. Es un argumento risible, el pensar que ganan millonadas dirigiendo o actuando. Ellos cubren sus necesidades gracias a una segunda profesión. Generalmente enseñan en universidades, dirigen talleres de actuación o, simplemente, de su propio peculio. No más. Ser artista está infravalorado en un país como el nuestro. Donde la mayoría no lee novelas, tampoco le interesa el teatro, los museos y menos el cine local.

En cuarto lugar, pensar que el cine, como industria es igual o parecida a la industria láctea – por ejemplo –  es desconocer la naturaleza del cine. Ni siquiera hay punto de comparación. En un espejismo creer que, al producir una película, ipso facto se generará una cuantiosa ganancia. Puede ser una buena película y recaudar poco o generar pérdidas. Ni Hollywood tiene la receta mágica, para tal efecto.

Para terminar, muchos hablan de la sorprendente industria coreana y se preguntan cómo hicieron para expandir su cultura (K-Pop, cine y series). Ha sido un proceso largo y el gobierno ha invertido millones de dólares (en 2020, destinó 80 millones de dólares). He ahí el resultado. Otro ejemplo, es el cine mexicano, en plena Segunda Guerra Mundial –aprovechando que USA estaba en pleno conflicto armado– aumentó considerablemente sus producciones. Mis padres crecieron viendo películas mexicanas. Como aditamento, a dichas pelis, nos endilgaron su música, comidas y modismos. En los setenta, la televisión nos introdujo dos paradigmas inconmensurables.

  • El Chavo del Ocho y las telenovelas.

Así quedó establecida la cultura mexicana en Sudamérica.

TRES

Yo he suscrito el proyecto. (…) No veo una sola película que haya ganado absolutamente nada. Son muy malas estas películas, nadie las va a ver al cine. Y finalmente se lo reparte la misma argolla de siempre.

El congresista Cavero.

La viñeta del genial Carlín – sábado 30 -pone en relieve los dislates del congresista- meme. No es de extrañar que el dúo dinámico –Tudela y Cavero– esté detrás del funesto proyecto. Lo que si me asombra es que ambos egresaran de la U de Lima y la PUCP.

  • ¿Acaso, en ambos centros de estudios, no les enseñaron la materia de Antropología Cultural, o reprobaron?

Ni siquiera consultaron con los cineastas más renombrados para elaborar su borrador.

  • ¿Cómo es posible que prepares un proyecto y no hables con los interesados?

La caricatura, ahondando en sus nimios conocimientos, piensa que las películas solo sirven si ganan algo. El cine es memoria, en el mejor de los casos. No solamente sirve para entretener. Es arte y belleza. Combinando los fotogramas, el guion, vestuarios, paisajes y música. Dando lugar al lenguaje cinematográfico.

Por ejemplo, Canción sin nombre, esta filmada en blanco y negro. Su fotografía es de lo más exquisita. Un guion impecable y actuaciones medidas. La acción se desarrolla en los, posiblemente, peores años del país, finales de los ochenta. Es la ópera prima de Melina León.

  • Un país sin cine, es un país sin memoria.

La Boca del Lobo es posiblemente una de las mejores obras, sino la que mejor retrata los horrores de la violencia senderista y la insania militar.

  • ¿Se hubiera podido hacer en estos tiempos?

Recordemos que el Arte es, posiblemente, lo que nos mantiene cuerdos en este mundo tan acelerado y deshumanizado, por momentos.

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[INFORMES] Sin lugar a dudas, los casos de corrupción que se han conocido en la última década, como el de Odebrecht, han marcado un antes y después en la política peruana. Los involucrados han sido investigados, detenidos y señalados por la condena social y sus agrupaciones políticas vieron que sus décadas de historia en la política nacional quedaban en ruinas y perdían credibilidad incluso ante quienes alguna vez fueron sus militantes. Los rezagos de estos escándalos todavía se perciben en la actualidad y, difícilmente, alguno de los involucrados podrá algún día desligarse de una mancha de esta magnitud.

Sin embargo, aunque la mayoría de políticos no logró librarse de tener que dar explicaciones a la justicia y más de uno supo lo que es pasar la noche en una cárcel, algunos de los que tuvieron un papel protagónico en estos escandalosos casos de corrupción vienen escapando de la justicia que, al menos con ellos, parece mostrar cierta displicencia. Este es el caso de Luis Ernesto Gómez Cornejo Rotalde.

ALIADO DE VILLARÁN

La historia de Gómez Cornejo Rotalde data del cuestionado paso de Susana Villarán por la Municipalidad de Lima. En aquella época, como la mayoría recuerda, la entonces alcaldesa debió afrontar un proceso de revocatoria que ponía en riesgo que su mandato cumpla con el periodo estipulado de cuatro años. Su derecho a preparar una campaña que le permita culminar su paso por la municipalidad está fuera de discusión, pero la manera en que este fue financiado es lo que terminó siendo objeto de investigación.

Tal como se puede observar en los documentos del proceso legal que debió afrontar Villarán de la Puente, la famosa campaña en favor del No a la revocatoria no se habría realizado con fondos lícitos. Como lo señala más de un colaborador, el dinero que llegaba para mantener a Susana Villarán en el cargo provenía desde Brasil y había sido solicitado por la propia Villarán y sus personas de confianza con la finalidad de garantizar que algunas de las obras que ejecutaba la Municipalidad de Lima puedan continuar.

Un prófugo misteriosoEs en ese momento cuando el nombre de Luis Ernesto Gómez Cornejo Rotalde toma una importancia indiscutible. Acorde a la declaración del Colaborador Eficaz N° 101-2019 que data del año 2019, José Miguel Castro Gutiérrez, quien fue nombrado por Villarán para ocupar el cargo de gerente municipal, se encargó de anunciarle a los enviados de Brasil que el dinero ilícito para la campaña que impediría la revocatoria se entregarían a Gómez Cornejo Rotalde, al que se referían como “lucho”.

Un prófugo misteriosoA ello se le suma un acta fiscal que data de mayo del 2019 en la que se muestra un cruce de llamadas entre un número correspondiente a la Constructora OAS y Gómez Cornejo. Cabe señalar en este punto que la empresa OAS tenía gran interés en asegurar la continuidad del millonario proyecto Línea Amarilla.

Además, según lo declarado por el Colaborador Eficaz N° 101-2019, la Empresa OAS contaba con un sector denominado Controladoría que servía para cumplir acuerdos ilícitos de pago de coimas y Gómez Cornejo fue el señalado por el gerente municipal de Villarán para recibir el dinero que no sólo ayudaría a la evitar la revocatoria sino también para afrontar una futura reelección.

En la declaración correspondiente al colaborador eficaz N° 105-2019, el monto que debía aportar la empresa OAS, quienes tenían como nexo para la entrega del dinero a Gómez Cornejo Rotalde, era de tres millones de dólares. Antes de indicarles el monto que esperaban de ellos, el gerente municipal, José Miguel Castro Gutiérrez, les aclaró que “iba a dividir los costos de la campaña entre las empresas que tenían concesiones junto a la Municipalidad Metropolitana de Lima”.

Por otro lado, la versión del Colaborador Eficaz N° 115-2019 indicaba que Alexandre Alves de Mendonca, exgerente de contratos de OAS Perú, se reunió con Gómez Cornejo Rotalde en el Hotel Novotel de San Isidro para entregarle dinero en efectivo entre diciembre de 2012 y marzo del 2015. Además, este colaborador relató que, en febrero del 2013, Alexander Alves de Mendonca se encontró con Luis Ernesto Gómez Cornejo Rotalde en el local de Starbucks ubicado en la avenida Conquistadores para entregarle una suma que de doscientos o trescientos mil dólares.

Las reuniones con este aliado de Villarán continuaron y, en el mes de marzo, asistió a una nueva entrega que esta vez se realizaría en QP Hotels para recibir 120 mil dólares. Para el año 2015 se volvieron a reunir en el mes de marzo para otra entrega que se encontraba entre los 120 y 150 mil dólares.

Pero no sólo estos colaboradores complican la situación de Gómez Cornejo al contar su rol en la entrega de dinero ilícito. Algunas de las personas cercanas a Villarán también han confirmado su papel como la personas que manejaba los fondos. Este es el caso de Anel Towsend, quien declaró ante la justicia en 2017 que la propia Susana Villarán le indicó que Luis Gómez Cornejo era el encargado de los pagos correspondientes a la campaña.

Además, Carlos Enrique Juscamaita Aranguena, quien participó activamente en las coordinaciones para la campaña del No a la revocatoria, indicó que  Gómez Cornejo Rotalde era quien le entregaba el dinero para sostener la campaña contra la revocatoria y llegó a darle noventa mil soles entre enero y marzo del 2013.

UN ESCAPISTA

Sin embargo, pese a la contundente evidencia que lo compromete y que los otros involucrados han tenido que rendir cuentas a la justicia, el presente de Luis Ernesto  Gómez Cornejo Rotalde es sospechosamente distinto. Aunque pesa sobre el orden de captura, el encargado del dinero ilícito para las campañas de Villarán actualmente se encuentra libre.

A finales del año pasado, su defensa legal recibió un revés al conocer que el juez Jorge Luis Chávez Tamariz declaró infundado el pedido para que Gómez Cornejo pase a tener detención domiciliaria alegando que padece una serie de enfermedades y también debe cuidar a su madre . Sin embargo,  hasta la fecha sigue sin entregarse a las autoridades.

Un prófugo misteriosoSobre Luis Gómez Cornejo pesan una serie de imputaciones por lavado de activos relacionados con el caso detallado previamente con la empresa OAS y también con Odebrecht para la campaña contra la revocatoria y las elecciones municipales de 2014. Esto podría llevar a que quien en algún momento fue asesor de Javier Villa Stein, cuando era presidente del Poder Judicial, y coordinador del gabinete de asesores de Duberli Rodríguez deba cumplir una pena de quince años en prisión.

Quizá lo único rescatable de los escándalos relacionados con corrupción que se han conocido en los últimos años es que permite realizar una limpieza en la política peruana. Sin embargo, si algunos actores protagonistas, como es el caso de Luis Ernesto Gómez Cornejo Rotalde, quedan impunes quedará como un pésimo precedente que invita a creer que se podría repetir la historia.

 

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El influyente diario Financial Times publica una nota en la que revela la preocupación de Washington respecto de la influencia china en la economía peruana y la eventual dependencia geopolítica que ello podría generar de nuestro país hacia la potencia asiática (particularmente por las inversiones eléctricas y el megapuerto de Chancay).

Sobra decir que la Casa Blanca llora sobre la leche derramada. Es por la renuencia inversora de empresas norteamericanas en la región, que China ha logrado el avance que exhibe y tardíamente en los Estados Unidos se están dando cuenta de que en este mundo globalizado, donde ellos empiezan a ser desplazados como la primera potencia mundial, el patio sudamericano es de crucial relevancia para sus intereses. China se ha percatado antes y ha aprovechado el walk over gringo para dar pasos enormes.

Nuestra perspectiva geopolítica no debe nunca descuidar a Washington como norte referencial, pero en términos económicos debemos mantener la política de puertas abiertas que hasta ahora hemos tenido. En ese sentido, importa poco que las inversiones sean chinas, rusas o brasileñas.

Lo que sí debería preocupar, más bien, a las autoridades peruanas es la calidad moral de muchos inversionistas chinos que se están aprovechando de la malla porosa anticorrupción de nuestro país, para reeditar las andanzas brasileñas de la década pasada. Hay empresas chinas abiertamente corruptas que ya empiezan a tener problemas de serias denuncias y el Perú debería estar más alerta para evitar repetir de acá a algunos años megaprocesos judiciales por corrupción a autoridades compradas por yuanes.

La influencia corrupta de las empresas chinas, que están acostumbradas a jugar fuera del reglamento, es algo que sí debería preocupar al gobierno nacional, porque la corrupción en obras públicas termina siempre o en obras mal hechas o en inversiones perfectamente innecesarias, despilfarrándose los recursos, sobre todo de los gobiernos regionales, tan proclives a la corrupción fácil.

En muchas licitaciones o concursos públicos se está repitiendo la figura del caso Lava Jato o del Club de la Construcción, pero bajo el dominio de empresas chinas medianas y hasta grandes que han hallado un país que más que ser un paraíso de las inversiones, es un campo abierto para prácticas corruptas, sin instituciones que la puedan impedir, y con absoluta impunidad por parte de los funcionarios públicos. Ese sí es un peligro geopolítico a tener en cuenta.

 

 

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[EN LA ARENA] La semana pasada, la muerte del congresista Hernando Guerra García, además de alertarnos sobre la creciente precariedad del sistema de salud nacional, despertó en las redes sociales un intenso debate acerca de si era correcto burlarse o celebrar su fallecimiento. Su carrera política se inició en la izquierda universitaria, pero su apuesta por el emprendedurismo y sus ansias de poder político lo condujeron a vincularse con el fujimorismo y el enclave de Luis Castañeda Lossio. Gracias a este giro, consiguió en el actual parlamento ser congresista vocero de Fuerza Popular y dedicarse a modificar la Constitución para fortalecer el desmedido poder legislativo del que ya abusan las organizaciones políticas para delinquir cada vez más y mejor.

Cuando muere una persona que daña (a una niña, a una familia, a una comunidad, al Estado) sus víctimas reaccionan de distinta manera.  En este caso, que se trataba de un congresista, una persona cuya labor es defender los intereses del país, el hecho de que se haya dedicado a malinterpretar la Constitución para defender los intereses de organizaciones corruptas genera dilemas porque conflictúa el vínculo con una persona en la que deberíamos confiar, pues su trabajo es velar por nosotros, pero que nos ignora para proteger al corrupto y sus secuaces.

El sentir alivio por la pérdida de alguien que se aprovecha de nosotros es algo normal, pero cuando se trata de familiares que nos deben cuidar o como en este caso, de gobernantes, el no poder hacer público ese respiro inevitablemente trae problemas al exigir respeto y observar rituales de velorio y entierro que lo celebran (dado que implica celebrar también su poder corrupto o violento). Es imposible entonces que no provoque problemas emocionales y sociales. Si no se cuenta con un sistema político con dinámicas saludables, es muy probable que se sienta que desde la tumba nos puede seguir haciendo daño, dado que las instituciones insisten en mostrarlo como si fuera un ser admirable.

Una de las reacciones psicosociales más conocidas que confirma que los más crueles gobernantes pueden seguir haciendo daño es la negación de su muerte. La muerte de Adolf Hitler, por ejemplo, fue anunciada con tal solemnidad (acompañada de la música de Wagner) que se creyó fingida. Algunos imaginaron verlo como ermitaño en una cueva en Italia, otros como pastor en los Alpes suizos. Lo vieron en también en Francia y en Irlanda. Stalin, tres meses después de su muerte, insistía con que Hitler seguía con vida en España o en Argentina. Años más tarde, lo vieron en Venezuela y después en Colombia. Que no nos extrañe que también lo hayan creído ver en Perú.

Augusto Pinochet, militar que amasó millones de dólares y jugó con la vida de miles de chilenas y chilenos, murió ya anciano. La máxima sanción que sufrió fue la prisión domiciliaria. En estos tiempos en que se han cumplido 50 años de su golpe de Estado y cuando un violento fascismo renace en el mundo entero, se estrena la película El Conde de Pablo Larraín, en la que Pinochet resulta ser un viejo vampiro, tan inmortal que su madre, la vampira Margaret Thatcher lo rejuvenece y pasa de ser un anciano a ser un escolar primarioso, ahora en Argentina que corre hacia la escuela entusiasmado meneando una peluca similar a la de Javier Milei.

Aquí en Perú hasta la fecha se pone en duda el suicidio de Alan García, algunos lo han visto en Suiza, otros en Panamá, otros dicen que en Francia. La fantasía que se encuentra en lugares donde un gobernante corrupto puede disfrutar de su dinero sin ser detenido. Sin duda hay inspiración en todo el tiempo que estuvo entre Francia y Colombia esperando que algunas de las denuncias por su primer mal gobierno prescribieran y que le permitió ganar por segunda vez las elecciones del año 2006.

Guerra García intentó ser presidente en varias ocasiones, con el partido de Susana Villarán, con el de Yehude Simon y con el de Castañeda Lossio. Si hubiera sido presidente y moría, ¿nos hubiéramos preguntado si fingía su muerte? Ya no importa. Como el congresista que fue, difícilmente estas fantasmas nos llenarán de ansiedades. Aunque si de ansiedad se trata, será su corpóreo reemplazo en el Congreso quien alerte nuestra suspicacia.

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Es necesario que la derecha se una en conglomerados importantes para el 2026, pero no deben soslayarse las necesarias distancias entre una derecha liberal y una ultraconservadora que crece y adquiere cada vez mayor presencia política. Son el agua y el aceite.

La derecha liberal, en particular, debe tener mucho cuidado en no contaminarse con dos influencias perniciosas: una, primera, la mencionada, de la derecha ultramontana, autoritaria, conservadora y mercantilista, que por más que sume votos o eventual representación, distorsionaría el proyecto y hasta eventualmente lo sabotearía en caso de ganar la elección.

Y la segunda, está a su otro costado, y es el de la llamada izquierda caviar, cuyo accionar en la política peruana ha sido muy dañino. Su falta de presencia electoral la ha suplido con penetración en poderes públicos como la Fiscalía y el Poder Judicial, para, a partir de allí, arremeter contra sus adversarios (desde Alberto Fujimori, quien recibió una sentencia exagerada, hasta Alan García, a quien querían verlo preso y humillado a toda costa), enrareciendo la atmósfera política.

El odio antifujimorista irracional nace de las canteras caviares y en muchos casos ya dejó de ser un saludable síntoma de vigor democrático para convertirse en una rémora para la convivencia política en la precaria democracia peruana. Con esta izquierda, que además ha fracasado en el gobierno, en la gestión municipal de Susana Villarán, y que se prestó de comparsa del corrupto e inoperante régimen de Castillo, los liberales no pueden marchar juntos. Sería un despropósito.

Hay varios candidatos liberales en ciernes. Algunos ya inscritos, otros en pleno proceso de hacerlo. Deben sentarse y conversar. No pueden ir divididos. Tienen la ventaja de ser una apuesta nueva, no jugada en el país, con candidatos frescos y fuera del establishment, y en esa medida, con posibilidad de disputarle los fueros a la izquierda radical, que se asoma con relativa ventaja en la futura carrera electoral.

Como no puede haber una suerte de primaria solo entre candidatos liberales, otro método es el de las encuestas. Apenas muestren que alguno de estos candidatos despunte sobre los otros, ya sería ocasión de armar un pacto claro y transparente, que ojalá prenda en una ciudadanía harta de lo ya conocido y del statu quo.

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Es necesario que la derecha se una en conglomerados importantes para el 2026, pero no deben soslayarse las necesarias distancias entre una derecha liberal y una ultraconservadora que crece y adquiere cada vez mayor presencia política. Son el agua y el aceite.

La derecha liberal, en particular, debe tener mucho cuidado en no contaminarse con dos influencias perniciosas: una, primera, la mencionada, de la derecha ultramontana, autoritaria, conservadora y mercantilista, que por más que sume votos o eventual representación, distorsionaría el proyecto y hasta eventualmente lo sabotearía en caso de ganar la elección.

Y la segunda, está a su otro costado, y es el de la llamada izquierda caviar, cuyo accionar en la política peruana ha sido muy dañino. Su falta de presencia electoral la ha suplido con penetración en poderes públicos como la Fiscalía y el Poder Judicial, para, a partir de allí, arremeter contra sus adversarios (desde Alberto Fujimori, quien recibió una sentencia exagerada, hasta Alan García, a quien querían verlo preso y humillado a toda costa), enrareciendo la atmósfera política.

El odio antifujimorista irracional nace de las canteras caviares y en muchos casos ya dejó de ser un saludable síntoma de vigor democrático para convertirse en una rémora para la convivencia política en la precaria democracia peruana. Con esta izquierda, que además ha fracasado en el gobierno, en la gestión municipal de Susana Villarán, y que se prestó de comparsa del corrupto e inoperante régimen de Castillo, los liberales no pueden marchar juntos. Sería un despropósito.

Hay varios candidatos liberales en ciernes. Algunos ya inscritos, otros en pleno proceso de hacerlo. Deben sentarse y conversar. No pueden ir divididos. Tienen la ventaja de ser una apuesta nueva, no jugada en el país, con candidatos frescos y fuera del establishment, y en esa medida, con posibilidad de disputarle los fueros a la izquierda radical, que se asoma con relativa ventaja en la futura carrera electoral.

Como no puede haber una suerte de primaria solo entre candidatos liberales, otro método es el de las encuestas. Apenas muestren que alguno de estos candidatos despunte sobre los otros, ya sería ocasión de armar un pacto claro y transparente, que ojalá prenda en una ciudadanía harta de lo ya conocido y del statu quo.

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[DETECTIVE SALVAJE] Mi vida escolar, especialmente en lo académico, fue complicada. Repetí tercero de media, y a la segunda lo pasé con las justas. De broma, para lidiar con la humillación, decía que el colegio me gustaba muchísimo y que mi plan era quedarme para siempre. En el fondo, lo detestaba. Había gente a la que quería, me caían bien los profesores (algunos eran peruanos, muchos británicos, un australiano). Pero las tareas, los exámenes, prestar atención durante cuarentaicinco minutos de corrido una y otra vez, todo eso era el carbón en mi infierno personal.

Una cosa brilló en ese tiempo de incertidumbre, de llamadas de atención y promesas vacías: la escritura creativa. Tenía quince años. En ese entonces, yo no leía. Ni los 36 gramos de Concerta diarios bastaban para que mi atención remara por las líneas de un libro. Poco guardó mi mente de las lecturas grupales que los profesores comandaban. Se salvan algunos cuentos de Ribeyro (Alienación, Ave Fénix, La tela de araña), y uno de Cortázar: La noche boca arriba. (Ahora, ocho años después, releo esas obras maestras y la voz de mis profesores sigue siendo la que narra en mi mente). Pero la escritura creativa siempre captó mi entusiasmo.

Si bien todas las noches me reviento la cabeza contra la pared, me autoflagelo, me arrepiento hasta el hartazgo por no haber sabido apreciar la literatura desde niño, creo que ese gusto por la escritura creativa necesitaba un desprecio de mi parte hacia la literatura formal. Durante los años escolares, y por inercia hasta el día de hoy, escribir cuentos no tuvo para mí ningún valor académico. Jamás embarré un relato con detalles que complacerían al profesor, ni con la motivación extrínseca de sacarme una buena nota. Escribir siempre fue algo divertido, un acto de rebeldía.

Así, en mi (segundo) tercero de media, escribí para la clase de Castellano un pésimo cuento que me hizo muy feliz. Hablaba sobre el verano: el primero después de repetir. Se me dio por tomar todos los fines de semana, viernes y sábado, quebrado muy en el fondo por mi fracaso. Pero tenía amigos peores que yo, que además de borrachos eran avezados, y fueron sus historias, sus anécdotas, sus encuentros con la policía local, cuyas siglas eran APRILS, los que recopilé en ese Frankenstein de lisuras y revelaciones ilícitas de dos folios a doble espacio. Que venga APRILS, se llamó. Como todos, leí mi cuento en voz alta. Al final, mis dos compañeros de carpeta corearon el título del cuento y la profesora los mandó a callar.

Ahora debo aclarar que no escribo este artículo como un ejercicio nostálgico. Es otra inquietud la que predomina. En diciembre del año pasado, me hablaron por primera vez de Chat GPT. Mi primera preocupación fue egoísta. Quiero ser escritor, y este nuevo rival, la máquina, ponía en jaque mi sueño. Pero me acostumbré a la amenaza y sigo escribiendo, como siempre, por placer. En julio, me junté con mis hermanos (mellizo, hombre y mujer) después de siete meses. Yo vivo en Madrid, ellos en Lima, nos encontramos cuando la suerte quiere. Tienen 16 años. Conversando, les pregunté si el colegio había cambiado con lo del Chat GPT. Me contaron que todo el mundo lo usaba. A unos los descubrían y a otros no, pero en todas las tareas que sus amigos entregaban estaba la firma oculta del robot.

Hicieron hincapié en un trabajo para la clase de Teatro. En grupos de dos, debían escribir el guion para una obra corta. Recuerdo que, hace varios años, mi hermana me enseñó los cuentos cortos que sus compañeros habían escrito para la clase de Castellano. Eran cuentos pésimos, como el mío de APRILS, pero eran auténticos, a veces graciosos, siempre personales. Los guiones, en cambio, si bien no tenían errores, eran insulsos. Ordenaditos y aburridos. Chat GPT, afirmaron mis hermanos.

No culpo a los alumnos. Desde que existen, los colegios han impulsado la ley de que una buena nota significa la vida y una mala la sepultura. El aprendizaje y el valor de un alumno se mide por números. Y si una máquina nos asegura estar en el lado correcto del sistema, ¿por qué no aprovecharla?

Que la escritura creativa sea sometida a un juicio tan objetivo es un error. Y los errores se pagan. La pregunta, ahora, es qué tan caro.

Hace unos días leí un artículo de Vargas Llosa, publicado en 1979, con el título ¿Qué es un gran libro?. En él, hace un paralelo preciso: que la complejidad de las novelas no es “gratuita, sino la misma que tiene la vida humana”. En otro ensayo suyo, titulado La literatura y la vida, afirma que una sociedad sin literatura “está condenada a barbarizarse espiritualmente y a comprometer su libertad”. Lo segundo está ligado a lo primero. El ser humano necesita a la literatura porque esta es un reflejo de su propia humanidad. Mezcla todo lo que nos hace humanos, la historia, la psicología, la sociología, la violencia, la comedia, y nos lo devuelve de manera que podamos comprendernos a nosotros mismos.

¿A dónde iremos a parar si los autores del futuro se acostumbran a entregar las riendas de nuestra práctica más humana a una máquina regurgitadora? El pronóstico es desalentador. La responsabilidad, ¿de los alumnos, o de los profesores?

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