guerras

[El dedo en la llaga] “¿Quién puede matar a un niño?” es una estremecedora película de terror del español Narciso Ibáñez Serrador, estrenada en 1976. Los primeros 8 minutos intercalan los créditos del film con escenas documentales, donde junto con las imágenes reales se nos da cuenta de la cantidad de niños muertos en varios conflictos recientes en ese entonces, a saber:

– en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945): aprox. 14 millones de niños muertos;

– en la Guerra Indopakistaní (1947-1948): aprox. 2 millones de muertos, de los cuales 1.2 millones eran niños;

– en la Guerra de Corea (1950-1953): aprox 1.2 millones de muertos, de los cuales 550 mil eran niños;

– en la Guerra de Vietnam (1955-1975): 3 millones de muertos, de los cuales 1.8 millones eran niños;

– en la Guerra de Biafra, en África (1967-1970) : 500 mil muertos, de los cuales 390 mil eran niños.

Lo que vemos en la cinta de Ibáñez Serrador es la contraparte de esta atroz realidad. Una pareja británica, Tom y Evelyn, llega de vacaciones a una pequeña isla española, para darse con la sorpresa de que las instalaciones que hay en ella están desiertas, salvo por la ocasional presencia de niños. Como si de pronto hubieran desaparecido los adultos, dejando las cosas que estaban haciendo en ese momento. Poco a poco se darán cuenta de que la amenaza proviene de los niños, que —sin razón aparente— han asesinado a todos los adultos, y ellos dos serán las siguientes víctimas. Evelyn morirá con dolores de angustia de una manera inesperada: el niño por nacer que lleva en su vientre le dará muerte, y Tom intentará huir de la isla provisto de un arma de fuego, acosado por una jauría de niños, a varios de los cuales matará en su intento de fuga en un bote, para ser finalmente abatido a tiros por unos policías que llegan en su lancha patrullera y ven al sujeto “atacando” a los menores y no llegan a comprender que está “defendiéndose”. Pues ¿quién en su sano juicio puede matar a un niño?

El director de este desgarrador film parece cuestionar ciertas creencias instaladas soterradamente en las sociedades modernas. El hecho de que los niños asesinen a los adultos se convierte en un elemento narrativo que instaura el terror en nuestras entrañas, como ocurre también en películas de ciencia ficción como “El pueblo de los malditos” (“Village of the Damned”), tanto en la versión de 1960 (Wolf Rilla) como en la de 1995 (John Carpenter). Pero que adultos asesinen a niños —como ha ocurrido muchas veces de manera masiva y sistemática en la realidad— ya no parece asombrarnos. Ante la pregunta: ¿quién puede matar a un niño?, la respuesta debería ser que nadie que tenga una pizca de humanidad en su alma, pero la cruda realidad es que siempre se ha matado niños a mansalva, y a eso se suma la mayoría de quienes no lo han hecho, que se han convertido en cómplices con su silencio y su indiferencia.

Se trata de una práctica que ha acompañado a la humanidad desde sus inicios. Encontramos varias muestras de ello en las narraciones bíblicas. Por ejemplo, durante la conquista de Canaán (la actual Palestina) por los israelitas. Dios les ordena a éstos que cuando tomen una ciudad, eliminen por completo a las naciones que viven en la tierra prometida, lo cual incluye la eliminación de hombres, mujeres, niños y ancianos (Deuteronomio 20,16-18). En la toma de Jericó se relata que los israelitas, tras rodear la ciudad y derrumbar sus muros, eliminaron a toda persona en la ciudad: hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, e incluso animales (Josué 6,21). Muy posteriormente, Dios le ordena al rey Saúl atacar a los amalecitas y matarlos a todos: hombres, mujeres, niños, lactantes, y hasta ganado (1 Samuel 15,3). La orden no fue cumplida en su totalidad por Saúl, lo que llevó a que Dios lo rechazara como rey. Uno de los epítetos de Dios en el Antiguo Testamento es el de “Dios de los ejércitos”.

Aparentemente todas estas acciones que hoy calificarían como genocidio no habrían sido ordenadas por Dios, sino que quienes las protagonizaron buscaron justificarlas de manera religiosa, aduciendo que no eran en verdad crímenes sino expresión de la voluntad divina. Era la manera de darle carta libre a la barbarie y extender un manto de impunidad sobre los hechos que leemos en el Antiguo Testamento, que en su mayor parte no es otra cosa que una historia de colonización efectuada por un pueblo extranjero, los israelitas que venían de Egipto, en perjuicio de quienes ya habitaban esas tierras y que fueron masacrados y desterrados en masa, si creemos lo que cuentan los autores de varios libros del Antiguo Testamento con una narrativa sesgada y parcializada a favor de los ocupantes. ¿No les parece semejante esta historia a lo que ocurre en la realidad actual, cuando el gobierno de Israel y sus representantes justifican sus crímenes contra los palestinos en base a una narrativa religiosa? ¿Una narrativa que puede ser válidamente cuestionada no sólo desde la perspectiva de los derechos humanos sino también desde una perspectiva religiosa auténtica que renuncie a manipular los valores morales de religiosidad auténtica y a favorecer intereses personales y políticos?

En los 14 meses que lleva el conflicto con Gaza han muerto más de 45 mil palestinos, entre ellos unos 14,500 niños. El atroz ataque terrorista sufrido por Israel el 7 de octubre de 2023 le daba derecho a defenderse de las milicias de Hamás, pero no a cometer un genocidio contra el pueblo palestino. Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel y jefe de gobierno, actuaría por motivos meramente políticos, y tendría la necesidad de masacrar y marginar al pueblo palestino que habita en Gaza y Cisjordania para mantener su poder.

Guardando las diferencias, encontramos una historia similar en el Evangelio de Mateo. Allí se nos narra que el rey judío Herodes —quien mantenía su poder gracias al amparo de una potencia extranjera, el Imperio romano—, cuando se entera a través de los sabios de Oriente —a quienes conocemos como los “reyes magos”— que en Judea iba a nacer “el rey de los judíos”, decide tomar acciones para contrarrestar esa amenaza contra su poder. Cuando los sabios, gracias a un aviso celestial, deciden regresar a su tierra de origen por otro camino y no informarle quién era el niño al que habían ido a adorar, Herodes ordena realizar una masacre de niños varones menores de dos años. Hemos de suponer que nadie cuestionó esa orden, que los autoridades romanas se hicieron de la vista gorda y que Herodes cometió impunemente este crimen. Y de paso, quienes integraban la familia conformada por José y María de Nazareth, y el niño Jesús, se convirtieron en refugiados, encontrando asilo en Egipto. Así es la historia que nos ha transmitido la tradición cristiana.

Por todo lo dicho, el hecho de que en el Vaticano se haya instalado un belén o nacimiento de madera tallada de olivo, con el niño Jesús reposando sobre una kufiya palestina, es de un simbolismo enorme. Pues Jesús, el personaje que constituye el núcleo de la fe cristiana, habría nacido en Belén, una localidad de la actual Cisjordania, y habría estado expuesto a todos los sufrimientos del actual pueblo palestino: ser pobre, un refugiado y sobreviviente de una masacre.

Varias figuras proisraelíes acusaron la exhibición del belén de ser un “truco político”, pues consideran que la kufiya es símbolo de la identidad palestina y de la resistencia contra la ocupación israelí. Pero Faten Nastas Mitwasi, una de las artistas detrás del proyecto, rechazó las criticas a través de unas declaraciones a The New Arab, una plataforma de medios de comunicación digital con sede en el Reino Unido: «Esta instalación refleja las múltiples identidades del pueblo palestino, tanto cristianos como musulmanes, al presentar una historia local que tuvo lugar en Belén hace 2000 años, utilizando materiales locales y símbolos nacionales». Según Mitwasi, la kufiya no es un símbolo de violencia. «Es parte de nuestro patrimonio cultural. Considero que quienes la ven como un símbolo de violencia deben aprender más sobre la historia y la cultura palestinas. Como cristiano palestino, debería tener la libertad de crear mi propio belén y utilizar cualquier símbolo palestino que considere adecuado». Así lo entendió el Papa Francisco, al inaugurar el belén el 7 de diciembre de este año: «Estos belenes nos recuerdan a quienes, en la tierra donde nació el Hijo de Dios, siguen sufriendo a causa del drama de la guerra».

Sin embargo, el 11 de diciembre ya había sido retirado el Niño junto con la kufiya. ¿Volverán ser colocados el 24 de diciembre, día en que según la tradición cristiana se coloca al niño Jesús en el pesebre y no antes? No lo sé con certeza. Aunque soy de la opinión de que sí se debería hacer, para expresar lo que constituye el compromiso del Jesús que conocemos a través de los Evangelios: estar al lado de los desposeídos, los marginados, los que lloran, los que viven en pobreza e inseguridad, los que son masacrados sin piedad ni compasión.

Tags:

cisjordania, gaza, guerras, Israel, masacres, Navidad, palestina

[PAPELES VIRTUALES]

UNO

Uno de las tendencias en los jóvenes, en la actualidad, es que no consumen televisión, ni radio, tampoco compran diarios.

  • ¿Entonces, que medios usan para informarse?

Las redes sociales. Ahí se enteran de todo. Últimamente, Twitter e Instagram han desplazado a Facebook. Así como también TikTok, que iguala e incluso supera en importancia a Youtube. Antaño, en los años ochenta, nosotros solo teníamos los canales de aire y diarios locales, para enterarnos de lo que sucedía alrededor del mundo. Perfectamente, podíamos recibir noticias sesgadas. Lo cual, sucedió en muchas ocasiones. No había forma de contrastarlas con otras fuentes. En la actualidad, no es así, puedes verificar un suceso o hecho en distintas fuentes. Ese es uno de los problemas para los medios de comunicación actuales. Aunque parezca mentira. Ayer, en la mañana, veíamos en el trabajo, junto con otros compañeros, las noticias del conflicto en Medio Oriente. Ninguna hablaba de las víctimas palestinas por el bombardeo del hospital en Gaza. En cambio, en Twitter o X, como quieran llamarlo, abundaban las imágenes sobrecogedoras de niños y niñas muertos por las bombas del Ejercito israelí. Un compañero preguntó inocentemente.

  • ¿Y porque no muestran, los canales de televisión, esas imágenes?

Entonces, le contesté.

  • ¿Por si no sabes, los dueños de la mayoría de medios de comunicación, en el mundo occidental, son judíos? ¿Necesitas otra explicación?

Quedó pensativo, mientras movía la cabeza de un lado a otro, apesadumbrado.

La desinformación es tal, que incluso la BBC se tuvo que disculpar por el fake news de los bebes decapitados. También lo hizo la Casa Blanca. Ah, y se reportó que Facebook, Instagram e incluso TikTok, están censurando publicaciones o videos de apoyo a Palestina.

 

DOS

Bombardear un hospital ha sido la gota que colmó el vaso. Esto es un genocidio. Una limpieza étnica. No me hago el desentendido con Hamas. Es un grupo terrorista e igualmente condeno las muertes y secuestro de judíos. Es inadmisible lo que hizo. Sin embargo, Israel está bombardeando a la población civil, donde el 40% son infantes. En dicho lugar, no hay un ejército. Cortaron el agua, la electricidad y los suministros. En todas las guerras, hay reglas mínimas que cumplir. Una de ellas es no bombardear los hospitales. Los mismos, se están quedando sin electricidad, ante la falta de combustible. En tanto, la ONU quiso poner un alto al fuego humanitario, para atender a las víctimas y EE.UU. lo vetó. Increíble. El diputado irlandés Richard Boyd ya había expuesto, el 02 de marzo de 2022, la hipocresía de la Comunidad Europea.

  • No creen que sea apropiado utilizar la palabra Apartheid cuando Amnistía Internacional y Human Right Watch, en un periodo muy corto, publican informes demoledores. Los cuales dicen que Israel, desde su fundación, se ha construido sobre un sistema de opresión, dominación, de apartheid y racismo. Que implica el asesinato de civiles, inocentes desarmados, las anexiones de tierras…. les complace en utilizar el lenguaje más fuerte y contundente para describir los crímenes contra la humanidad de Putin. Pero no utilizan la misma fuerza lingüística, cuando se trata de describir el trato de Israel a los palestinos.

Mientras tanto, me hago dos preguntas.

  • ¿Ellos entonces no cuentan como seres humanos? ¿Son animales, así como lo definió Netanyahu? 

Para el pesar el Gobierno Israelí, hay judíos, intelectuales, profesionales y personas comunes que están en contra de la política del Estado de Israel. Tanto dentro como fuera del país. Ayer, en Washington, una buena cantidad de judíos invadió el Capitolio para pedir exigir el cese al fuego.

 

TRES

Costa-Gravas es uno de los directores más importantes en la historia. Tiene obras maestras como Z, Estado de Sitio, Missing, entre otras. Es un cineasta que hace películas para dar a conocer su compromiso político. Sin demagogias, ni golpes bajos. Sus pelis han envejecido bien. El caso de Steven Spielberg es distinto. Llamado el Rey Midas de Hollywood, nunca tocó un tema controversial. Sus películas eran netamente comerciales. Hasta que filmó Munich (2005). Considero que es la obra maestra de Spielberg. No es maniqueísta, en manera alguna. Presenta a unos y otros con sus virtudes y defectos. La película narra la formación de un comando del Mossad, con la venia de la Primera Ministra, Golda Meir, para exterminar a los cabecillas del grupo Setiembre Negro; los cuales estuvieron detrás de la masacre en las Olimpiadas de Munich. Lo que más irritó, a la comunidad judía, fueron las dudas acerca de la Ley del Talión. Avner, el líder del grupo – al terminar la misión- su cara demacrada lo dice todo.  Ya no es el mismo y no cree tampoco en la causa. Perdió la fe y sentencia en el dialogo con el enlace, interpretado magistralmente por Geoffrey Rush.

  • Mate siete hombres. ¿Logramos algo? Todos fueron reemplazados por otros peores…no habrá paz al final de esto, crea lo que Ud. crea.

Y es cierto, el renombrado cineasta no se engaña en absoluto. La violencia genera más violencia y no es la solución.

 

CUATRO

Fui hombre de armas durante 27 años. Mientras no había oportunidad para la paz, se desarrollaron múltiples guerras. Hoy, estoy convencido de la oportunidad que tenemos de realizar la paz, gran oportunidad. La paz lleva intrínseca dolores y dificultades para poder ser conseguida. Pero no hay camino sin esos dolores.

Primer Ministro – Isaac Rabin

Hay una fecha central en este conflicto. Treinta años atrás, Isaac Rabin y Yasir Arafat firmaron lo que se conoce como el Acuerdo de Oslo. La OLP (Organización para la Liberación de Palestina) reconocía el derecho de Israel a existir con seguridad, mientras que se declaraba a la misma, como un órgano representativo del pueblo palestino. Se incluía la retirada israelí de Gaza y Jericó y una autonomía palestina que se haría del control de Cisjordania. Todo acabó con el asesinato de Rabin y el fracaso de Arafat para controlar a Hamas. La extrema derecha israelí tomó el poder, a la cabeza estaba Netanyahu. Si, el mismo. Entonces todo volvió a fojas cero.

  • ¿Pero quién es Hamas?

Hamas, es un partido político que gobierna la Franja de Gaza. También es considerado, por varios países, como una organización terrorista. Insólitamente, para muchos, fueron creados y financiados por Israel. Lo hicieron para tener una fuerza que hiciera muro de contención a la OLP. Dice el refrán.

  • Divide y vencerás.

Nunca pensaron que estaban creando un monstruo que se les volvería en contra. Tal como EE. UU, cuando creó y apoyo -en la década de los ochenta- a Sadam Hussein, que era enemigo de Irán.

  • El enemigo de mi enemigo, es mi amigo.

Sería bueno preguntarse.

  • ¿Qué sucede cuando a un hombre lo humillas y encima le quitas la dignidad? Posiblemente lo soporte por preservar a su familia. ¿Y si, matas a su esposa e hijos? ¿Crees que esa persona puede seguir su vida normalmente, es así? ¿O perderá la razón y se unirá a Hamas? ¿Total, que tiene que perder?

Por último, el Cristo indicaba- en la parábola– que un samaritano, personaje odiado por los judíos, era también el prójimo de un judío.

  • ¿Crees que los extremistas sionistas, consideren a los palestinos como su prójimo?

Tags:

Grupo terrorista, guerras, Hamás, Netanyahu, OLP

Hace 77 años el ejército de la Unión Soviética liberó Auschwitz. El horror —que muchos intuían y no pocos sabían— para siempre vinculado con el lugar y su nombre, fue desvelado ante los ojos del mundo.

La conciencia universal despertó, entumecida y luego asqueada, ante un emprendimiento macabro: eliminar a todos aquellos definidos —algunos, no pocos, sin saberlo o quererlo— como judíos. Fue una empresa. Con todos los ingredientes de industriosidad, planeamiento, contabilidad, tecnología y marketing asociados al término. Llevada a cabo con una crueldad radical. Apañada por la complicidad, por lo menos pasiva e indiferente, de países y organizaciones; y  opiniones públicas, comenzando por la de los ciudadanos alemanes de la época. 

Los testimonios aúllan todos los grados de salvajismo y ausencia de empatía y compasión: miradas inescrutables de niños con las manos en alto ante ametralladoras en ristre, cenizas de lo que fueron cadáveres gaseados, montañas de dientes con coronas de oro, monstruosos resultados de experimentos biológicos. La lista es interminable. Están los museos que nos pasean por el horror que no se debe repetir. 

En circunstancias como las actuales, con muchos componentes que abonaron el terreno en el que prosperó lo anterior, debemos, sin embargo, ir más allá del estremecimiento. Hay algo que no debe escapar a nuestra comprensión. Tiene que ver con la naturaleza de la especie humana —que nunca me ha despertado demasiado optimismo— y las derivas de las que son capaces las sociedades donde se desenvuelve. 

Los judíos, sin duda, hemos sido blanco privilegiado de la vocación desterradora y exterminadora, pero no tenemos derechos de exclusividad, ni en ese momento —recuerden a gitanos, homosexuales, comunistas— ni en otros muchos, demasiados. Y en lo que se refiere a crueldad, bueno, la competencia por infligir daño creativa y eficientemente a los semejantes es dura. 

Es otra cosa. 

Lo que hace absolutamente único y satánico al holocausto es que mucho antes de que funcionaran los campos de concentración, previamente a que las fauces asesinas en toda su variedad se pusieran en marcha, cuando Hitler era un gobernante observado con curiosidad y admiración, cubierto por un manto de origen democrático, cuando el régimen nazi cosechaba el equivalente de nuestros likes en mucha gente, mucho antes de que las divisiones alemanas invadieran Polonia, y de que Goering le diera luz verde a Heydrich para delinear la solución final… 

Mucho antes, desde 1933, hubo leyes. 

Sí, en el principio fue el verbo en versión legal: ya no puedes ejercer como médico, espera ahora tampoco como abogado, y, bueno, hay demasiados estudiantes así que de los tuyos solo unos cuantos, por si acaso, tampoco puedes ser oficial del ejército ni ser parte de la administración tributaria, ni curar animales, ni enseñar a escolares, ni tus hijos ser escolares, ni poseer pasaporte (ya, ya, tenlo pero con una letra J bien visible en todas las páginas), ni disponer de tu nombre o el de tu empresa (espera, mejor no puedes ser propietario de una), ni tener palomas mensajeras (digamos que no puedes usar WhatsApp), ni siquiera —no le vas a quitar la buena suerte a otro— puedes comprar un billete de la lotería. Todo lo anterior y mucho más, debidamente formulado como normativa y publicado en el periódico oficial. 

Lo anterior, queridos lectores, las disposiciones legales, se dio antes de 1939, cuando aún Auschwitz estaba en planos, el Zyklon B no entraba en contacto con el aire y los hornos no tenían lo que cremar. 

La legalidad fue inoculando la exclusión de un grupo palpitante de la comunidad nacional. Una secuencia de incrementos graduales desplegados con sentido dramático y práctico, fue convirtiendo un órgano del cuerpo en irrelevante, sobrante, dañino. La amputación se dio en la mente colectiva, respetuosa de las reglas, y su realidad física sobrevino luego como un trámite banal, trivial. La maldad eficaz que se hace invisible porque ha sido previamente legalizada es lo más atroz del holocausto. Cuando llegaron las torturas y ejecuciones, las matanzas y otros actos perversos, ya era muy tarde. La oposición sin concesiones, la insurgencia decidida eran imperativas frente a las leyes. Ante las cámaras de gas solo queda el espíritu de resignación suicida y corajuda del Gueto de Varsovia o la fortaleza de Masada. 

Si se deja que las leyes se establezcan, aceptando convivir con ellas, la maquinaria sádica y cruel solo será un sello burocrático que, podría decirse, no matará a nadie.  Solo procesará cadáveres producidos por leyes. Los holocaustos, los atentados más groseros contra la humanidad, siempre comienzan con leyes. 

Tags:

Ex URSS, guerras, leyes
x