[BATALLAS PERDIDAS]  En una era donde la interconexión es la norma, la forma en que interactuamos en las redes sociales se ha convertido en un reflejo de nuestra sociedad. Recientemente, un incidente en el que una joven se burló de un suicidio ha provocado una avalancha de insultos y críticas hacia ella en las redes sociales.  Muchos comentarios exigían que se pusiera fin, de inmediato, a la vida académica de la estudiante. Planteaban que, como mínimo, la universidad debería expulsarla. Los insultos eran innumerables, desde aquellos que la denigraban moral y mentalmente hasta los que se burlaban de su apariencia física. Por supuesto, todos los que la insultaban se consideraban moralmente superiores a ella.

¿Es esta la forma adecuada de reaccionar ante una situación tan grave? ¿No estamos cayendo en una espiral de odio y violencia verbal que solo contribuye a polarizar más nuestra sociedad? ¿No deberíamos reflexionar sobre las causas que llevan a alguien a burlarse del sufrimiento ajeno, en lugar de castigarla sin más?

Quizás la joven tenga problemas mentales que le impiden sentir empatía. Quizás haya sido víctima de algún tipo de violencia o abuso. Quizás solo sea una persona insensible y egoísta. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que vivimos en una sociedad donde la indiferencia y el individualismo a menudo eclipsan la compasión y la solidaridad.

A los pocos días, la animosidad contra la joven fue disminuyendo. Esto coincidió con el descubrimiento, basado en las investigaciones policiales, de que la persona que intentó suicidarse había agredido a una mujer momentos antes. Actualmente, mientras se recupera en el hospital, está siendo investigado por feminicidio.

No sé si una cosa tenga que ver con la otra. De ser así, ¿el suicidio de un criminal es menos trágico por esta condición? En este caso, ¿sería más comprensible la burla? Pero más allá de esta supuesta paradoja, me llama la atención el cargamontón a la joven que se burló. Cuando nos metemos en el torbellino del linchamiento, nada parece poco, todo insulto está justificado y toda medida es exigua. En la lógica de la turbamulta, no hay espacio para la reflexión, cualquier intento será tomado como signo de debilidad o complicidad con el acto abyecto. Solo hay espacio para la ira, la venganza y el desprecio.

Se ha sugerido que la chica podría tener problemas mentales. Si ese fuera el caso, ¿sería correcto expulsar de una universidad  a una persona con dichos problemas? ¿Esa sería la manera, entonces, de enfrentar un problema de salud mental?

Un aspecto que esta situación pone de manifiesto es la falta de empatía y la tendencia a la polarización que existe en las redes sociales. Con demasiada frecuencia, las personas reaccionan desde la emoción más primaria ante los errores o deslices de los demás, sin intentar ponerse en su lugar ni comprender los posibles matices. Esto fomenta la creación de trincheras donde prima el enfrentamiento sobre el entendimiento.

En lugar de expulsar a la joven, la universidad podría implementar programas de educación y sensibilización sobre el suicidio y la salud mental. Esto no solo beneficiaría a esa persona, sino también a toda la comunidad universitaria.

La indiferencia hacia temas tan serios como el suicidio debería conmovernos profundamente. Pero no para hacer leña del árbol caído con la joven que se ha burlado, sino para reflexionar sobre los pilares que se están derrumbando en nuestra sociedad. La peor manera de abordarlo es con medidas administrativas como la expulsión. Este tipo de soluciones, lejos de ser instructivas, solo serían una forma de desviar la mirada mientras la tragedia nos consume.

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El triunfo, hace dos días, de Daniel Noboa en Ecuador es, junto con la derrota del proyecto de cambio constitucional en Chile y el triunfo de Santiago Peña en Paraguay en abril de este año, una gran derrota para la izquierda continental y ojalá el signo de un cambio de giro de la región hacia posiciones más centradas o derechistas que le aseguren un mejor porvenir.

Y si le sumamos el muy probable triunfo de la derecha en Argentina, sea con Milei o con Bullrich (no parece probable un volteretazo de Massa, el candidato peronista, para la jornada de este domingo), podríamos ya hablar de un golpe de mano abiertamente divergente de la línea que predomina en México, Nicaragua, Venezuela, Colombia, Brasil y Chile y que parecía una ola incontenible izquierdista en Latinoamérica.

Es preciso que en el Perú, en el próximo proceso electoral, triunfe una opción proinversión privada, promercado, idealmente liberal, que nos haga volver por la senda del crecimiento que se perdió desde el gobierno de Humala, y que ni éste ni Kuczynski, ni Vizcarra, Merino, Sagasti, Castillo o Boluarte han sabido detonar.

Y lo que ocurra en el vecindario regional sin duda influye. No tanto como uno quisiera, pero influye. Si fuera determinante, bastaría tener un millón y medio de venezolanos en nuestro país huyendo de la miseria de un modelo estatista y populista, para que en el Perú nadie, en su sano juicio, se incline por una opción semejante. Pero ya vimos que en el 2021, el ánimo colérico antiestablishment primó sobre cualquier consideración racional y la mayoría terminó votando por el candidato que aseguraba más pobreza invocando un modelo económico estatista y antiempresarial.

Si a Ecuador le va bien en los dos años de mandato que Noboa tiene por delante (con posibilidad de reelegirse), si Milei o Bullrich sacan a Argentina de la crisis, si Paraguay empieza a mostrar índices de mejoría, los peruanos más humildes, globalmente conectados, sabrán ponderar mejor que aquello que se les promete desde esa orilla no es mentira ni demagogia, sino una promesa realizable.

La derecha puede recuperar horizontes si los países que optan por ese modelo muestran éxitos rotundos, como en su momento fue Chile, que funcionó como faro ideológico de otros países. Por eso, es necesario ponderar positivamente que Latinoamérica se aleje de modelos probadamente fracasados, retardatarios y causantes de las mayores crisis conocidas en la región.

 

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[EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS] Este año, 2023, se conmemora el Centenario del retorno de José Carlos Mariátegui La Chira al Perú, luego de una estancia de tres años en Europa, a donde fue asignado, por el gobierno de Augusto B. Leguía como agente de propaganda de su régimen. Mi acercamiento académico al amauta se genera como parte de mis estudios sobre los orígenes y motivos de la polémica que sostuvo con Víctor Raúl Haya de la Torre (1928-1929). En tal sentido, mi primera sensación, tras revisar la literatura que se ha producido acerca del intelectual moqueguano es que si Haya representa un mundo, Mariátegui constituye un universo, y no porque el segundo resulte superior al primero.

Suceden dos cosas, la primera es que el marxismo de Mariátegui se yergue sobre tantas influencias (Sorel, Gramsci, Labriola, Croce, los propios Marx y Engels, entre otros) que definir su socialismo, o alcanzar algún tipo de consenso sobre él, nos coloca en la arena de debates prácticamente inacabables. En segundo lugar, y sobre lo mismo, debido a la especificidad de su marxismo, y las influencias que lo moldean, se han erigido decenas de interpretaciones distintas acerca de su pensamiento que generan la sensación de una telaraña epistemológica. Esta, sin duda, lo enriquece, pero al mismo tiempo lo complejiza al punto de que dificulta acercarse a su propósito sin mediaciones.

A este último aspecto se le suman los reiterados intentos por instrumentalizar a Mariátegui prácticamente desde su muerte -acaecida el 16 de abril de 1930- hasta nuestros días, lo que ha dado como resultado la «invención» de diversos «Mariátegui»: el aprista, presentado así por el líder de dicho movimiento Carlos Manuel Cox; el vilipendiado por el comunismo soviético, tendencia encarnada en el Perú por Eudocio Rabines y Jorge del Prado. Luego, tras la muerte de José Stalin, el sovietismo modifica su narrativa sobre José Carlos y lo sitúa como a un comunista ortodoxo, elevado, además, al pedestal de máximo representante del marxismo latinoamericano.

Asimismo, tras la irrupción de la Nueva Izquierda en la política peruana (década de 1970), se enfatizó en la «creación heroica» de Mariátegui; es decir, se rescata al José Carlos heterodoxo y original, como lo hizo Alberto Flores Galindo en La Agonía de Mariátegui.  Finalmente, hace pocos años, el académico argentino Martín Bergel (2021) se ha aventurado en el análisis de la construcción ideológica del amauta a quien presenta como a un socialista cosmopolita, cuya defensa de una vigencia vitalista del marxismo -nutrida por influencias como las de Bergson, Sorel y otros- es compatible con su estudio de la realidad peruana plasmada en sus célebres 7 Ensayos. Bergel se sitúa en la línea de quienes presentan a Mariátegui como a un socialista heterodoxo y centra sus esfuerzos en conciliar al “intelectual multitemático” con el “estudioso de la cuestión nacional”.

Queda en el tintero responder a la pregunta de si realmente existieron varios «Mariátegui». Tiendo a pensar que no, que lo que existe es un intelectual autodidacta e internacionalizado que aborda diversos temas, destacándose sus estudios sobre el marxismo, el socialismo y el indigenismo (los que en su obra se funden en un solo intento de síntesis, bastante acertado a nuestro entender). No hay tampoco dos «Mariátegui», porque la vida no le alcanzó para reposicionarse tras su aparatosa «expulsión» de la Comintern en 1929, cuando sus ideas, y su intento de crear en él Perú un Partido Socialista pero no Comunista, colisionaron con la misma férrea ortodoxia estalinista que Haya de la Torre tuvo que afrontar desde 1927 en adelante.

Mariátegui, murió en plena eclosión de su marxismo “heterodoxo”, que no podía sino serlo desde que, en tanto que modelo de análisis social, adapta a una realidad distinta a la europea. Desde esa mirada, inclusive Vladimir Lenin es un continuador de Marx y de Engels, el más importante de todos, en la medida que actualiza sus análisis y tácticas a la nueva configuración mundial que se abre paso con el advenimiento del siglo XX. Esta característica de Mariátegui es la que más lo acerca a la obra y pensamiento de Haya de la Torre, mientras ambos vivieron y fueron contemporáneos. De allí resultan los 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana y El Antimperialismo y el APRA, ambos escritos en 1928. El primero aplica al Perú las herramientas del marxismo y el segundo hace lo propio a un nivel macro: América Latina o Indoamérica.

El amauta nunca envejeció, ni tampoco tuvo la oportunidad de renovar su pensamiento con el pasar de las décadas. Por ello, cuando se habla de Haya, se habla de “diferentes Haya”, lo que representa las diversas etapas en las que puede dividirse su impronta ideológica, pues tratamos con más de 60 años de trayectoria. En cambio, el recorrido de Mariátegui, aunque también se divide (contemplemos, por ejemplo, su autodenominada “Edad de Piedra”), está signado, desde su retorno de Italia, por una fase de trabajo intelectual, de 1923 hasta 1928, y por otra en la que se precipita a la acción política -prácticamente hasta que la muerte lo encontró apenas dos años después- con dos objetivos muy precisos: cerrarle el paso al proyecto revolucionario de Haya de la Torre, expresado en el Plan de México(enero de 1928), lo que dio lugar a la célebre polémica1; y, paso seguido, lograr la incorporación de su recién fundado Partido Socialista del Perú a la Internacional Comunista.

En nuestra literatura histórica y política, José Carlos Mariátegui es el joven eterno e impetuoso, que enfrenta valiente los desafíos de la vida, de la enfermedad y del destino, el creyente fervoroso en el mito de la revolución, al que adhiere como a una consagración religiosa. Las percepciones y el imaginario, como suele suceder con mentes brillantes cuya luz se lleva tempranamente la muerte, solo podían proyectarlo hacia la posteridad de esa manera. Las obras que lo analizan, en cambio, tienden a desmenuzarlo, una y otra vez, hasta el infinito, porque no hubo, con el correr de los años, un Mariátegui, más allá de Mariátegui, para explicarse y reinventarse a sí mismo.

1.- Véase Parodi 2022.

Referencias bibliográficas:

Aricó, José (Ed.). Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano. México, Siglo XXI Editores, 1980 [1978]

Bergel, Martín. El socialismo cosmopolita de José Carlos Mariátegui. Revista Nueva Sociedad No 293, mayo-junio de 2021

https://static.nuso.org/media/articles/downloads/EN_Bergel_293.pdf

Chang-Rodríguez, Eugenio. Pensamiento y acción en Gonzáles Prada, Mariátegui y Haya de la torre. Lima, Fondo editorial PUCP, 2012

Flores Galindo, Alberto. La agonía de Mariátegui. Lima, PUCP, 2021 [1980]

Haya de la Torre, Víctor Raúl. El Antimperialismo y El APRA. Santiago, Editorial Ercilla, 1936 [1935]

Mariátegui, José Carlos. Ideología y Política. Lima, Biblioteca Editorial Amauta. 1975 [6ta ed.]

Mariátegui, José Carlos. 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. Marxists Internet Archive, mayo de 2010 [1928]

Mariátegui, José Carlos. Defensa del Marxismo. Lima, Biblioteca Editorial Amauta. 1988 [13ava ed.]

Parodi Revoredo, Daniel. Lima no respondía. El fracaso del plan insurreccional planteado en México explicado en carta de Víctor Raúl Haya de la Torre a Wilfredo Rozas, fechada el 22 de septiembre de 1929. Revista Investigaciones Históricas. Época Moderna Y Contemporánea, (42), pp. 1019–1048, 2022.

https://revistas.uva.es/index.php/invehisto/article/view/6914

Sobrevilla, David. El marxismo de Mariátegui y su aplicación a los 7 ensayos. Lima, Universidad de Lima, 2012 [2005]

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José Carlos Mariategui, marxismo, pensamiento político, Víctor Raúl Haya de la Torre

[EN EL PUNTO DE MIRA] Según reportes internacionales sobre violación sexual, somos el tercer país a nivel mundial; y el segundo a nivel sudamericano. ¡Qué situación para más alarmante! Me preocupa por el tipo de sociedad que tenemos. Una sociedad enferma y propensa a estos delitos. Y no solo eso, en muchos casos estos delitos quedan impunes.

¿Qué hace el Estado para erradicar esta situación? Realmente, muy poco. Hay trabajos de sensibilización desde el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, pero es insuficiente. Muy insuficiente. Los teléfonos para las denuncias, la mayoría de veces, no están disponibles. Y sus acciones son muy poco visibles. Aparecen solo cuando sucedieron las violaciones y los asesinatos.

Hay que decir la verdad: el Estado ha perdido autoridad y el monopolio de la violencia. Ya no inspira respeto. Esto no solo pasa en el Perú, lo pude apreciar también en varios países occidentales que tuve la oportunidad de conocer, pero con el detalle de que en aquellos países se toman medidas severas para intentar remediar la autoridad estatal.

Debemos poner sobre el tapete las fórmulas para combatir la guerra psicológica y material en la que nos pone esta situación de enfermedad social. ¿Qué medidas tomar? Aparte de las medidas de prevención, hay que poner al debate público la castración o la pena de muerte para estos sujetos. Hay que combatirlos, generar en estos seres abominables sensación de zozobra y arrinconamiento. Dirán: ¿y los derechos humanos? Pues les respondo: derechos humanos para los que creen.

Aparte de ello, el Estado debe establecer políticas de salud mental y de género como políticas transversales a los ámbitos nacionales, regionales y locales. Es prioritario. Para el desarrollo económico de un país necesitamos capital humano con dignidad y en buenas condiciones de salud mental.

¡Es lo que corresponde!

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A propósito de la discusión sobre la ley del cine, a raíz de un proyecto presentado por los congresistas Adriana Tudela y Alejandro Cavero, manifiesto mi total discrepancia con las posturas libertarias que señalan que en este asunto, el Estado no debe tener injerencia y que los cineastas o las productoras de cine deben vérselas como puedan con el mercado.

Es más, sostengo que el apoyo estatal a la cultura no debe centrarse solo en el cine, debe extenderse al teatro, a la literatura, la danza moderna y clásica, las artes plásticas, la actividad museística, etc.

En un país tan desintegrado como el Perú -como bien ha recordado Gonzalo Banda, en su última columna, citando a Hugo Neira-, es menester crear espacios públicos ecualizadores e integradores. Y la cultura, como la salud y la educación públicas, el deporte, los espacios urbanos comunes o el sistema de justicia, son esos pocos ámbitos en los que los peruanos deberíamos sentirnos ciudadanos de una misma nación.

No solo debe haber financiamiento al cine. Debe ser mayor. Y extenderse a los otros terrenos mencionados. Como en todo, claro está, se trata de disponer correctamente de los dineros públicos, que son de todos los peruanos, y desterrar el sesgo ideológico que lamentablemente ha contaminado la provisión de financiamiento en los últimos años. Eso debe corregirse de inmediato y el Ministerio de Cultura conformar, mediante concurso público, un jurado técnico y neutral.

Pero un Estado liberal auténtico no puede desentenderse del apoyo a la cultura y a su promoción. Es propio de fanáticos libertarios, infantiles y dogmáticos, proponer que la cultura se rija por criterios de mercado, lo que supondría que vaya a la deriva, empobreciéndose cada vez más y privando a los ciudadanos de una atmósfera integradora y enriquecedora en términos de civilización y ciudadanía.

No solo eso. Debe diseñarse un esquema más estimulante para que la empresa privada apoye la cultura, en medio de un escenario como el presente en el cual dicho apoyo se reduce a actos muy aislados y encomiables de algunas empresas privadas conscientes de su responsabilidad social.

La cultura es vida, es alegría, es entretenimiento, es espacio público, es aprendizaje, es integración cívica. Creo en un Estado reducido que se meta lo menos posible en la economía, pero la vida cultural es un bien que escapa a los análisis costo-beneficio concomitantes y debe merecer por ello un sitial especial dentro de las responsabilidades gubernativas.

 

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[MIGRANTE DE PASO] Tengo 29 años y en mi corta vida como peruano he tenido 11 presidentes. Algo no cuadra, al parecer la norma de mandatos de cinco años sólo son tinta en la Constitución. Evidentemente, los presidentes sustituidos lo tenían merecido. Ocho de ellos han sido procesados, en algunos casos encarcelados y otro se disparó: Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Alan García, Pedro Pablo Kuczynski, Pedro Castillo y Manuel Merino. No se puede pretender una mejora con sujetos de esta calaña. La percepción del panorama político de nuestro país, cada vez es más fatalista. Yo opté por no depositar mi confianza en ningún político y mantener mi postura, siempre de oposición. Ya no tengo simpatías políticas. Esto debido a decepciones que viví. En estos momentos que la democracia está bajo asedio, ya nada me sorprende. Pensemos si alguna vez fuimos democráticos. Vale la pena analizarlo.

Presidentes del Perú

En la serie “Vikingos”, el carismático protagonista Ragnar Lothbrok (personaje histórico y de carácter mitológico) soltó una frase que me marcó de por vida: “El poder siempre es peligroso, atrae a los peores y corrompe a los mejores”.

Se aplica al caso peruano. Muchos entran a la jauría política buscando dinero y beneficio propio. Otros, con ímpetu de cambio, se ven envueltos en la maraña corrupta que ha contaminado hasta las ramas más profundas de los tres poderes estatales. A veces me pregunto si siempre estuvimos jodidos (recordando la incógnita de Mario Vargas Llosa) ¿Es posible erradicar esta perversión? Algún día lo sabremos.

No voy a escribir sobre los casos de corrupción y escándalos actuales. Viviendo lejos, la tristeza y decepción son muy fuertes para ponerlo en palabras. Más de una vez he borrado redes sociales por la frustración y rabia que me generan las noticias. El Perú es un país de violadores, de sicariato y de constante opresión. Me limitaré a contar mi experiencia y observaciones sobre la perspectiva política del ciudadano común, como yo.

En tercero de secundaria desarrollé una obsesión con las rondas campesinas debido a la espectacular muestra fotográfica “Yuyanapaq”. La figura de una mujer en poncho sosteniendo un rifle sigue siendo mi retrato favorito, al verla te sentías paralizado. La exposición tomó lugar en una casa chorrillana, republicana, asemejando los desastres ocurridos durante el periodo de terrorismo. Los huesos se te congelaban al caminar por ahí y el miedo se hacía presente paso a paso. Fue en este momento que despertó mi interés político.

Yuyanapaq

Durante este año escolar teníamos que desarrollar un ensayo a lo largo del año, mi tema: La importancia de los comités de autodefensa para combatir a Sendero Luminoso y el MRTA. Los ciudadanos de ciertas poblaciones fueron armados por la falta de alcance militar. Pasaba las tardes investigando y la tristeza me invadía al pensar en los campesinos que se vieron atrapados en medio de una guerra sin cuartel. Los terroristas no tenían identidad y los militares acribillaban pueblos enteros.

Al año siguiente exploré las ideas de izquierda revolucionaria y, en su momento me fascinaron. Las historias de la revolución cubana me deslumbraban y encendían un brillo en mi inocente mirada. La expulsión de Batista, el Granma, Cienfuegos, el Che Guevara, la bahía Cochinos y el ingreso a La Habana me parecían cuentos heroicos. Soñaba con eso. La ilusión fue derrumbándose de a pocos.

Mi asesor de una monografía escolar mostraba sin escrúpulos un resentimiento hacia mi posición privilegiada. Yo no entendía cómo alguien que buscaba la libertad plena tenga como enemigo a un niño de 15 años.

Hicimos un viaje familiar a La Habana y me encontré con una sociedad precaria que parecía estar atrapada en los años 50s. Carros antiguos, edificios maltratados, prostitutas en las esquinas y niños hambrientos. No sólo estaban atrapados temporalmente, tampoco podían salir del territorio cubano. Escuché incontables historias de escape que rápidamente me desilusionaron. Cuba se había vuelto una dictadura severa. Fidel Castro entró al poder en 1959 y rompiendo su promesa de nuevas elecciones se mantuvo hasta el 2008, ocho años antes de su muerte.

Fidel Castro

Quisimos invitar a un taxista a comer con nosotros y nos dijo que estaba prohibido. La idea de estar encerrado en tu propio país me llenó de ira hacia la isla blindada. Al regresar, una sensación nauseabunda se infiltró en mis pensamientos por meses. Una sensación que la direccioné al profesor resentido. Me dura hasta hoy. Después de ese viaje aprendí a no confiar en las promesas de quienes anhelan poder.

Aprendí que es mejor estar siempre enterado, sólo así sabes dónde estás parado. Los autodenominados apolíticos jamás podrán romper el cascarón en el que viven y se mantendrán como pececitos en una diminuta pecera.

Cabe recalcar que las noticias mal administradas también fomentan la desilusión.  Actualmente pierden calidad, transformándose en boletines informativos sin reflexión alguna.  Las fake news no son el único enemigo. También lo políticamente correcto transforma las ideas en algo insípido y desabrido. Todos opinan lo mismo, salvo algunas excepciones. ¡Es imposible que todos piensen igual! Adaptan sus discursos para no perder seguidores y tienen como regla decir lo que quiere ser escuchado. Esto entorpece el desarrollo de una identidad política.

“Libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír”

-George Orwell

Durante mi época escolar, intentaban orientarme a ciertas tendencias políticas. Por más neutral que sea el profesor, lo normal es que no puedan desprenderse de sus orientaciones. Se les escapaba la doctrina. Había que responder en las evaluaciones sin estar de acuerdo con la contestación. No entendía qué era izquierda y derecha. Aun siendo niño esas atribuciones me parecían infantiles ¿De verdad toda la coyuntura y realidad podía estar abarcada en esa dicotomía?

Otro gran golpe a mi cautela política. No me parecía viable continuar con tendencias que llevan siglos en la delantera. Escuchaba a amigos y familiares idolatrar candidatos sólo por promesas. Me enfurecía. Ollanta Humala tomó la presidencia al año siguiente de salir del colegio. “Es el último eslabón de la izquierda”. “Por fin las élites van a recibir lo que merecen”. “La primera dama parece muy capaz”. Me alejé de muchas personas histéricas, apenado de ver en lo que se habían convertido. Distanciado de todo espejismo político busqué lo bonito de la vida en las artes y filosofías. Con sólo 20 años ya estaba convencido que la belleza no se encuentra en la política.

Ya en la universidad, con pelo largo, tatuajes y rebeldía punk, me percaté de las diferencias ideológicas y siempre encajaban en inclinaciones preexistentes. Seguía sin ningún hallazgo novedoso. Siendo sincero, las disputas entre ambos bandos me parecen berrinches infantiles dignos de pequeños en guardería. Opino lo mismo del Congreso. Siglos con la misma división y nada inédito. Parecen charlatanerías adornadas de falsa inteligencia. Antes me molestaba, ahora me da lástima. Es notorio cómo el conocimiento ha rebasado nuestra sabiduría. Los estudios académicos llevan años bajo el mismo paradigma y, en consecuencia, los avances estancados ¿Qué pensaría Thomas Kuhn?

Foto castillo - 29 años de fiasco político

Durante la pandemia salí a marchar en contra de Merino. Prendido por las muertes de Inti y Brian. Nadie merece morir al protestar por sus derechos. Descubrí lo que es respirar gas lacrimógeno. Presencié palizas de parte de los policías. También vi cómo personas incitaban la violencia disfrazándose de protestantes pacíficos. Tuve la oportunidad de detener a un sujeto despreciable que quería tirarle un ladrillo a una policía sin justificación alguna. Esos días de marcha detonaron en mí una desilusión, probablemente irremediable.

A pesar de los constantes ataques por parte del Estado, las personas parecen no aprender y siguen reacios a sus doctrinas. Seguidores de tendencias, aduladores de personajes e ídolos que son sombras de nada. Parecen estar sometidos a un cocowash en masa. A esto le llamo inocencia política y colectiva. Con Pedro Castillo bastaron unas estupendas fotos y su personalidad de outsider para encender las llamas de la esperanza. La atractiva idea de un maestro rural al mando no fue suficiente para contentar a la población. Su gobierno duró año y medio, en el cual se dieron 60 cambios ministeriales. Las banderas de izquierda, como la educación y salud pública, jamás fueron izadas. Este fue el inicio de la debacle gubernamental de mayor gravedad, en mis pocas décadas de vida. El pánico también forma parte de la inocencia mencionada. Sucedió con Humala y Castillo. No había pasado ni un día y la clase alta ya temía lo peor. “Somos un país comunista”, deliraban las elites. Al final, fue más de lo mismo.

A diferencia de los seguidores acérrimos existen otros de mayor riesgo: los que creen no tener agencia. Recurro al término psicológico de indefensión aprendida, donde los sujetos están convencidos de no poder generar cambios en situaciones adversas, viviendo de manera pasiva. Que quede claro que esta conducta es aprendida y en el caso de nuestro país, los maestros son las autoridades. ¡Igual los van a soltar! ¡Nunca me darán cita en el hospital! ¡A la policía no le importa proteger a gente como nosotros! ¡Ir a la capital es en vano! ¡Soy muy tonto para la universidad! Estos son ejemplos de pensamientos desesperanzados que han sido enseñados por la sociedad misma. Estos dos tipos de reacción predominan en el clima sociopolítico del Perú y nacen de la misma órbita gubernamental. Se retroalimentan mientras los políticos se regocijan.

“He llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos”

-Charles de Gaulle

Tenía 19 años, recién había sacado mi brevete y estaba emocionado por mis primeros días en el volante. Si sabes manejar en Lima, lo puedes hacer donde sea. El tráfico era de locos y los conductores que le quieren sacar la vuelta a las normas de tránsito abundan. Regresaba escuchando música para aliviar la infinita fila de carros. De pronto una combi repleta intentó colarse yendo en contra. En ese momento todavía pensaba que dar lecciones era fácil e impedí su avance. Quedamos ventana a ventana. Insultos y amenazas. Tal vez este sea un tercer tipo de ciudadano: el sacavueltero. “Lo que haces es ilegal y obstruyes las vías” le dije ingenuo. Su respuesta me dejó mudo: ¡Qué tiene! ¿Dónde está la autoridad? Después de todo, somos un país huérfano de Estado.

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Crísis, indefensión, presidentes

La reciente gira presidencial es el mejor símbolo del gobierno: inútil e intrascendente. No se entiende sinceramente, dicho sea de paso, la pusilanimidad de la coalición derechista que gobierna el Congreso con un Ejecutivo tan mediocre y dañino para el país. Es suicida. La derecha parlamentaria está cavando su tumba electoral.

Porque el régimen no tiene excusa. Uno puede aceptar que no tenga capital político para emprender grandes reformas, aunque si tuviera las agallas y el empaque necesarios podría desplegar un par de ellas. Pero respecto de quehaceres de corto plazo, que son su obligación atender, también vemos absoluta inacción e indolencia.

Tres hechos coyunturales donde se aprecia la medianía de un régimen que no debería durar hasta el 2026 por el daño inmenso que le está produciendo al Perú, casi a la par que el que le ocasionó el nefasto régimen antecesor de Pedro Castillo: la crisis económica, la inseguridad ciudadana y la prevención del fenómeno del Niño.

Vamos a decrecer este año, según la última actualización del Instituto Peruano de Economía. Ya no hay conflictos sociales mayores, las condiciones globales se prestan para ser aprovechadas, hay estabilidad fiscal y monetaria, lo que no hay es confianza empresarial para invertir (viene en caída libre) y eso se logra con acciones políticas que otorguen la tranquilidad suficiente para que los capitales salgan a flote y entren al mercado, produciendo su inmenso efecto social de generación de empleo, reducción de la pobreza y de las desigualdades. Pero tenemos un MEF inoperante y una gobernante a la que el tema le interesa menos que buscar, ansiosa, una gira por el exterior que la legitime.

La inseguridad ya es un problema de urgencia nacional. Ha tomado las calles de todo el país y ya se acerca a penetrar los núcleos urbanos modernos, y cuando lo haga seguramente recién causará pánico reactivo. Pero el régimen no tiene ni la más remota idea de qué hacer para aliviar este problema y recurre a estériles estados de emergencia que no resuelven nada. Pide facultades legislativas para actuar y uno se imagina que tiene un plan estratégico que se activará gracias a la merced del Congreso, pero pronto apreciamos que solo hay improvisación.

Y sobre las labores de prevención del fenómeno del Niño, basta darse una vuelta por las regiones que serán afectadas y se apreciará que no hay ni un tractor moviendo tierras. Los niveles de ejecución de gasto son mínimos y la desgracia nos caerá encima sin excusas ni atenuantes. Y frente a ello, el gobierno central mira de soslayo, solo le interesa contentar a los gobiernos locales soltándoles chorros de dinero sin control ni supervisión.

La del estribo: tarde he descubierto la obra de Stefan Zweig, escritor y ensayista austríaco de principios y mediados del siglo pasado, un personaje de leyenda, de prolífica obra. He empezado por leer Américo Vespucio, la historia de un error histórico, Viajes y Momentos estelares de la humanidad. Pronto acometeré Fouché, el genio tenebroso, y María Estuardo, las que son consideradas sus obras cumbre.

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Crisis económica, Inacción, inseguridad ciudadana, Prevención del fenómeno del Niño

[INFORMES] En octubre del 2022, una contundente victoria en las elecciones municipales le permitió a Diego Uceda convertirse en la máxima autoridad del distrito de La Molina. Sin embargo, algunas de sus polémicas posturas desde su llegada a la alcaldía, como su férrea oposición a que se inaugure un centro comercial en su distrito, lo han llevado a terminar en más de una ocasión en el ojo de la tormenta.

Tal como lo dio a conocer Sudaca en los informes titulados ¿SE CAEN LAS EXCUSAS DE DIEGO UCEDA? y UCEDA VERSUS CENCOSUD: LOS DOCUMENTOS DE LA DISCORDIA, el nuevo alcalde de La Molina venía adoptando posturas más que cuestionables y carentes de sustento desde su llegada al cargo. Esta forma de conducir su gestión incluso lo llevó a perder el respaldo de regidores que habían llegado al cargo de la mano de la misma agrupación política que impulsó la candidatura de Uceda.

Pero las polémicas en las que se ha vuelto involucrado Diego Uceda no se limitan únicamente a lo ocurrido este 2023. En enero del 2022, Sudaca publicó el informe de la periodista Alba Ñaupas titulado  EL CANDIDATO DE RENOVACIÓN POPULAR QUE NO PAGA PENSIÓN ALIMENTICIA. Esta investigación periodística revelaba que Diego Uceda, quien entonces todavía era precandidato, adeudaba casi cincuenta mil soles por el concepto de pensión alimenticia y, tal como se relata en dicho informe, Uceda no sólo incumplía con sus obligaciones económicas sino que tampoco era un padre presente en la vida de su hijo que tuvo veinticinco años atrás.

Sudaca accedió a documentos que revelan lo que ocurrió en los meses siguientes con este  grave caso que involucra al político que representó a un partido que, paradójicamente, se autodenomina como el defensor de la familia.

¿QUIÉN DEFIENDE A SU FAMILIA?

Desde que se cambió el nombre de Solidaridad Nacional por el de Renovación Popular, la plataforma política de Rafael López Aliaga se postuló como el partido defensor de la familia y no tardó en convertirse en la alternativa favorita del sector del electorado que se identifica como conservador. Sin embargo, el expediente Uceda parece estar muy lejos de los lineamientos que se esperarían del integrante de una agrupación política que dice defender esos ideales.

Según el informe periodístico de enero del 2022, el alcalde Diego Uceda había estado ausente en la vida de su hijo desde que nació y casualmente recién se hizo cargo de la deuda que tenía por alimentos tras la publicación del medio Diario16 en la cual se relataba que el entonces vocero de Solidaridad Nacional debía más de cincuenta mil soles y había sido declarado deudor alimentario moroso.

Sin embargo, Uceda volvió a desaparecer de la vida de su hijo tanto en el plano emocional como en el económico. Aunque en declaraciones para Sudaca en el informe de enero del 2022 había señalado que se consideraba un hombre de bien y por ello pagaría la deuda, los documentos que se mostrarán a continuación demuestran que se debieron tomar medidas drásticas para que el actual alcalde de La Molina cumpla con sus obligaciones como padre.

Acorde a la resolución N° 67 que data del 3 de mayo de 2022, Diego Uceda y su defensa, lejos de mostrarse predispuestos a cumplir con sus obligaciones paternas tal como había indicado a este medio, solicitaron que se declare la nulidad procesar. Con ello, este proceso legal sufriría un grave retroceso y, por lo tanto, Uceda seguiría sin pagar el dinero correspondiente por alimentos.

Sin embargo, para que este pedido procediera era necesario que se realice antes de la sentencia y Uceda se encontraba muy lejos de ese plazo debido a que esta fue expedida el 30 de junio de 1997. Además, el pedido se amparaba en que Uceda había cambiado de dirección, hecho que no lo eximía de estar al tanto del proceso.

Por ello, la justicia no dudó en declarar improcedente este insólito pedido que Diego Uceda y su defensa realizaron en lo que se veía como un desesperado intento por dilatar el caso que lleva más de dos décadas en las cuales el hoy alcalde ha mostrado una innegable indiferencia por el bienestar de su hijo.

Pero el interés de Uceda por el caso tenía una razón de fondo. El Tercer Juzgado de Paz Letrado de Barranco y Miraflores había resuelto el 9 de marzo del 2022 conceder la medida de embargo en forma de retención a las cuentas bancarias de Diego Uceda en diversas entidades bancarias a las que se notificó dicha decisión.

Luego de esta batalla legal, el burgomaestre aceptó cumplir con sus obligaciones económicas, aunque esto no parece remediar la ausencia en la vida del hijo que tuvo hace más de veinte años y de quien intentó desentenderse de todas las formas posibles hasta que la justicia tomó medidas que afectaban sus cuentas bancarias.

EMPLEADORES GENEROSOS

Otro aspecto que llamó la atención con respecto a la historia de Diego Uceda es su trayectoria laboral. Según la información que el propio Uceda declaró, el actual alcalde de La Molina no cuenta con ningún título universitario ni técnico debido a que no concluyó la carrera de derecho que empezó en la Universidad San Martín de Porres.

Sin embargo, para sorpresa de muchos, el alcalde Uceda muestra en su declaración jurada que ha desempeñado el cargo de asesor en empresas de diversos rubros durante los últimos años pese a no tener especializaciones en ninguno de ellos y entre sus recientes empleadores figura Compupalace, empresa vinculada con Rafael López Aliaga.

Otro dato que ha llamado la atención en la información declarada por Uceda es el drástico aumento en sus ingresos en un periodo de tiempo reducido. Acorde a la declaración que brindó para las elecciones del año pasado, Uceda tenía ingresos que superaban los cuarenta millones de soles.

Sin embargo, en su declaración del año anterior, cuando era candidato a congresista por el partido Avanza País, Diego Uceda reportaba ingresos que no superaban los doscientos mil soles.

La gestión de Diego Uceda en La Molina recién cumplirá su primer año en enero del 2024. Sin embargo, las dudas sobre la capacidad de este representante para conducir un distrito sumado a sus cuestionables actitudes contra su hijo y un extraño historial laboral siguen alimentando la desconfianza de sus propios vecinos.

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Todos los proyectos de reforma del sistema de pensiones que se vienen discutiendo -los del Ejecutivo y los de la Asociación de AFPs- son fallidos y a pesar de incluir algunos conceptos interesantes (como obtener la renta futura de los pagos de IGV), olvidan lo esencial: la inmensa inmoralidad que supone obligar a la gente a aportar, con un porcentaje de su sueldo, a un sistema pensionario.

En la práctica, como ya hemos sostenido infinidad de veces, lo que hace el sistema es trasladar recursos de las clases medias a favor de grandes grupos de poder que rentabilizan para sí el inmenso volumen de capital amasado (las AFP siguen arrojando enormes utilidades a pesar de la caída de rentabilidad de los fondos individuales o de las sangrías sufridas por la liberación de los retiros).

La ecuación es sencilla: si bien las AFP aseguran una buena rentabilidad a los aportes, los mismos generarían una muy superior rentabilidad social a los afiliados si éstos pudieran utilizar ese dinero que se les retiene en contratar un seguro médico particular, inscribir en un colegio privado a sus hijos o en pagar una cuota de un crédito Mivivienda, por ejemplo.

Está probado que la inversión en capital humano durante la niñez y adolescencia genera ingresos futuros muy superiores respecto de quienes no tienen esa posibilidad. Pues bien, ese horizonte les es arrebatado a las familias de clase media formal en el Perú para canjeárselo por una pensión de jubilación para los padres -o solo uno de ellos- al cabo de cuarenta o más años.

La gran reforma del sistema de pensiones pasa por eliminar simplemente la obligatoriedad de los aportes tanto al sistema privado como al sistema público, y que ese dinero, que las empresas trasladan a las AFP o a la ONP, vaya directo como aumento de sueldo de los trabajadores para que lo destinen a lo que mejor crean conveniente.

No se trata tan solo de un tema de libertades individuales -que de por sí ya sería suficiente argumento para justificar la propuesta- sino de comparación de rentabilidades. El “capital familiar” crecerá mucho más si una familia decide invertir en salud y educación de sus miembros, o en vivienda, que en un sistema de acumulación financiera para asegurarse una pensión de jubilación. Como está diseñado, el sistema es un sifón que quita capital a la clase media para regalársela a los tres o cuatro grupos financieros que son los dueños de las AFP o, lo que es peor, al Estado, vía la ONP.

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