El régimen de Dina Boluarte, incapaz de resolver los dos más graves problemas que afrontamos: inseguridad ciudadana y crisis económica, va a dejar como herencia un estado de ánimo ciudadano proclive a fórmulas que prometan patear el tablero.

La mayor pobreza que dejará el paupérrimocrecimiento que se estima para este año -y queseguramente será igual en los próximos- más la sensación de desesperación que produce la inseguridad y la consecuente búsqueda de caudillos autoritarios -a lo Bukele, harán que el peruano de a pie se acerque a las urnas el 2026 con el mismo ánimo disidente que lo condujo a votar por Castillo el 2021, producto de la terrible pandemia que nos asoló, en gran medida, por culpa del taimado Vizcarra.

Ya hay un espíritu antiestablishment presente en el ánimo popular. Lo revelan, a su manera, diversas encuestas. A la rabia producto de la pobreza imprevista o la victimización cotidiana, se le suman factores sociopolíticos como la ruptura irreductible del sur andino o el desprestigio profundo de la clase política identificada con el statu quo, básicamente asentada en el Congreso de la República. Tendría que ocurrir algo extraordinario para que el 2026 se produzca un voto normal, centrado.

Las encuestas de Ipsos y el IEP, que son las únicas que miden la identificación ideológica de la población, ratifican que, en ese sentido, la mayoría se sigue identificando con el centro, en segundo término, con la derecha y, rezagadamente, con la izquierda. Pero esa frágil identidad ideológica (no está arraigada en la ciudadanía y ello ya se vio el 2021 cuando un grueso número de votantes de López Aliaga en la primera vuelta lo hizo, en la segunda, por Castillo) será desbordada por el referido torrente antisistema que ya se detecta en los ánimos populares.

Si a ello le sumamos la infranqueable frivolidad política de la derecha y del centro, que van a presentar una veintena de candidatos, tugurizando el espectro y favoreciendo que con porcentajes bajos pasen a la segunda, eventualmente ya no solo uno sino dos candidatos disruptivos radicales, podríamos casi afirmar que la mesa se le está sirviendo en bandeja a los antisistema. Ojalá ocurra algo extraordinario de acá al 2026 para evitar que nos hundamos en un hoyo más profundo que el que cavó el inefable y corrupto régimen de Pedro Castillo.

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Bukele, Dina Boluarte, Pedro Castillo

“Santa Cruz propicio

Trae cadena aciaga

El bravo peruano

Humille la frente;

Que triunfe insolente

El gran Ciudadano.

Nuestro cuello oprima

Feroz el verdugo.

Cuzco besa el yugo

Humíllate Lima.

Así nos conviene.

Torrón, ton, ton, ton!

Que viene, que viene

El Cholo jetón!”

(Manuel A. Segura)

Corría el año 1836 y el dramaturgo Manuel Asencio Segura luchaba en el ejército del general limeño Felipe Salaverry quien finalmente fue derrotado en 1836 por las fuerzas del General boliviano Andrés de Santa Cruz. Tras la derrota, Segura siguió el combate con lo que tenía a mano: su pluma. Con ella escribió los versos del epígrafe de esta nota y muchos otros más en contra del fundador de la Confederación Perú-Boliviana. 

Los versos de Segura son explícitos en menciones clasistas y racistas que eran comunes en las élites blancas de entonces y parodian al líder confederado que se atrevía de manera insolente a invadir el Perú, cosa a la que un Cholo jetón no debía aspirar en una sociedad que todavía se miraba a sí misma conforme a castas raciales y títulos nobiliarios. A ese nivel, la sombra del régimen hispano se ceñía aún sobre el Perú. Sin embargo, lo que quiero resaltar es el desparpajo y la explícita mofa que el poema satírico de Segura lanza contra el caudillo boliviano que, por ese entonces , imponía con mano de hierro su autoridad en el Perú. 

No sólo las sátiras en prosa o verso, también las caricaturas que denuncian los vicios políticos de nuestra sociedad nos han acompañado desde que nos fundamos como república. La nula capacidad de autocrítica de nuestra clase política e instituciones para denunciar y menos aún corregir sus propios vicios, fue suplida por las armas del humor con las que avezados periodistas y creativos dibujantes dispararon sin piedad ráfagas de poemas y caricaturas contra quienes tenían en sus manos la administración del Estado y los destinos del país.   

 

Por ejemplo, a mediados del siglo XIX, el litógrafo francés León Williez representó la sangría del erario público durante el gobierno de José Rufino Echenique. En su imaginativa obra titulada ¡Qué mamada!  un soldado intenta infructuosamente evitar que este insaciable caudillo militar ordeñe las arcas del Estado, simbolizadas en una famélica vaca. 

En 1905, el periodista y dramaturgo Leonidas Yerovi fundó el pasquín satírico Monos y Monadas, que continuó su nieto Nicolás setenta años después. Como es obvio, los estilos de uno y otro varían harto por las décadas que los separan, pero la sátira política es un elemento común en ambas, destacándose las caricaturas que ridiculizan o denuncian malas prácticas de los políticos o malas costumbres de la sociedad. 

No quería dejar pasar un personaje que marcó mi pubertad. Me refiero a Luis Felipe Angell, Sofocleto, quien, a inicios de 1980 -cuando el general Francisco Morales Bermúdez aún regía los destinos del país- publicó un diario de sátira política titulado Don Sofo, hipercrítico de la desfalleciente dictadura militar. El número más esperado era el del lunes, pues en este aparecía “El huevón de la semana”, “condecoración” otorgada a algún político que había suscitado recientes controversias. Héctor Cornejo Chávez, Luis Bedoya Reyes, Armando Villanueva del Campo, Fernando Belaúnde Terry y hasta el propio dictador en ejercicio llegaron a ostentar esta bizarra distinción. 

Y bueno, todo esto para llegar al gran Carlos Tovar, “Carlín”. Con “Carlín” he visto pasar, con una sonrisa en la boca, periodos trágicos de la historia del Perú. Su historieta que más me hizo reír fue una dedicada al querido y recordado conductor televiso Pablo de Madalengoitia. 

La acción se desarrolla en apenas cinco imágenes. En la primera, Madalengoitia lee una noticia pero no se le alcanza a entender por encontrarse con algunas copas de más. En la segunda, observa atónito a la cámara pues se da cuenta de que ha dicho cualquier cosa. En la tercera lo intenta de nuevo pero fracasa estrepitosamente; en la cuarta, boquiabierto, constata su reiterado traspié. Finalmente, en la quinta, acierta con el texto y lee el titular con una sonrisa entre eufórica y triunfal. 

En su época de protesta, un verso de Piero, el cantautor argentino, retrata a un coronel decretando la prohibición de la esperanza. Sin negar la importante función que cumplen las fuerzas armadas y policiales en la sociedad, está claro que la esperanza no se puede prohibir*, así como tampoco se puede prohibir el humor, la sátira, la libertad de ser sarcástico con la realidad, con la de uno mismo,  con la de los demás.

En estos días no hay que pertenecer a una institución castrense para proferir exabruptos autoritarios, como la inopinada carta notarial que la PNP le ha enviado a “Carlín”. Estamos en tiempos de corrección política y de prohibición, de censura, de cancelación y de destrucción del contrario. Ya no se trata del color político, de la posición político-ideológica, ni se necesitan cartas notariales. Para apagar una voz bastan y sobran las redes sociales. Al final de cuentas, todos proceden igual en tiempos en que los valores democráticos y los derechos fundamentales no son más que una ilusión. Para recuperarlos requerimos a nuestros grandes caricaturistas. 

La defensa de la sátira política y de Carlos Tovar “Carlín” nos recuerdan el sagrado valor de la libertad humana, tan colmada de humor y de espontaneidad como lo estamos nosotros mismos. Si la seguimos limitando ¿qué nos quitarán mañana? ¿el derecho a reír? ¿a ser felices? ¿o el de morir en el intento? 

*En 1976, la dictadura militar argentina encabezada por el general Jorge Rafael Videla prohibió la canción titulada “Zamba de la Esperanza”, que popularizó el recordado cantante folklórico argentino Jorge Cafrune. La mención a la esperanza en el verso de Piero puede referir esta prohibición, pero se le suele interpretar tanto en su relación con el evento específico, como de manera más amplia, entendiéndose a la esperanza como un valor humano. 

A kilómetros de altura, viendo las nubes, nevados y el mundo reducido a figuras diminutas desde las pequeñas ventanillas del avión, se crea un entorno de reflexión y pensamiento. Lo llamo trance de avión. Voy camino a una de mis deudas turísticas, que es conocer Ayacucho, y sólo pienso es su historia.

Definitivamente, un terreno golpeado y marcado por estampas de sangre. Desde los Wari, civilización preinca, que era una sociedad militarizada, y sus expansiones bélicas, mantuvieron esa época de guerras. Probablemente la civilización más poderosa antes de la llegada de los Incas. Imposible no pensar en la batalla de Ayacucho que fue la última de las luchas por la Independencia, fue ahí que se consolidó la liberación ante los españoles y ganamos soberanía. Esta provincia sufrió al desnudo una de las etapas más siniestras de la república, Sendero Luminoso nació en Huanta, ciudad del departamento y logró tomar todo el territorio convirtiéndolo en su centro de operaciones y en lo que llamaron zona roja. En tiempos más recientes, el 2022 por una represión policial abusiva murieron 15 personas, incluido un chico de 15 años. Por eso, hace menos de un mes Dina Baluarte recibió un jalón de pelo en su visita al departamento. No sabía qué esperar de Ayacucho, pero todo esto es lo que pasaba por mi cabeza antes de poner pie en uno los pilares de nuestra historia. 

Francisco Tafur

Dejé mis cosas en el hospedaje y partí rápidamente al Monumento del Santuario Histórico de la Pampa de la Quinua. A una hora desde la plaza de Huamanga, capital de la provincia, se encuentra, cruzando el pueblo de Quinua, con U (no es de mi agrado la huachafería pituca de llamarla Quinóa). En esta pampa fue donde se dio la batalla final de la Independenciala de Ayacucho. El camino entre valles y asfaltado serpenteaba rodeado de las flores amarillas de retama que florecen en esta época. De ahí nace la canción y le dedico una de sus estrofas al titular de mi crónica. El huayno, compuesto en 1969 por Ricardo Dolorier, habla de un evento ocurrido en Huanta en el que miles de estudiantes protestaron debido a un decreto del gobierno militar de Velasco Alvarado que pretendía que los alumnos pierdan el colegio gratuito si se desaprobaba algún curso. La represión fue brutal y dio razón a esta canción de protesta contra el autoritarismo militar. Lamentablemente, por ignorancia se asocia la canción con Sendero Luminoso o apología al terrorismo. La etimología del lugar cae como anillo al dedo por su historia, Ayacucho significa el rincón de los muertos.

En donde la vida
Se hace más fría que la muerte misma
Taita inti arde indignado
Las grandes nieves se descongelan
Y los grandes lagos comienzan a colmarse
El gran aluvión, está por llegar
Para sepultar, mundos que oprimen
Y sobre la tierra nueva; florecerá la retama
Y así las palmas que suenen arriba.

La flor de retama

El pueblo de Quinua es conocido por sus artesanías en cerámica y me llamó la atención que en todos los techos, bajos e inclinados por la lluvia, había una cerámica que asemejaba una iglesia. Es un rito de protección del hogar similar a los toros de Pucará. Ya a 3400 metros de altura, casi mil más que Huamanga, se llegas al punto de acopio para partir a la pampa. Caminé casi un kilómetro y lo demás lo hice a caballo, estaba asustado porque no me subía a uno desde pequeño, también temía que no pueda soportar mi peso. Son alrededor de 300 hectáreas y se transita por el mismo lugar donde los cañonazos se dispararon y la caballería e infantería se enfrentaban a muerte por la liberación del Perú y me atrevo a decir que de Latinoamérica. El obelisco de 44 metros de altura homenajea a los caídos en esa batalla de suma importancia. Me senté un rato a fumar un cigarro e imaginar cómo habrá sido ese caótico momento, hipnotizado por las nubes majestuosas típicas de nuestra sierra. 

De regreso, con el chofer Wenceslao, se nos pasó el rato tomando Volts y conversando. Le conté que yo no había vivido la época del terrorismo porque nací un año después de la captura de Abimael Guzmán. Él me dijo que tenía 10 años y que en la zona fue espantoso. El miedo reinaba el día a día y la gente dormía rezando para que la mañana siguiente no venga con malas noticias. 

Me contaba cómo él y sus 5 hermanos se escondían todas las noches en cuevas o chalas de maíz tratando de mantener el mayor silencio posible. Escuchaban pasos de tropas, ya sean senderistas o militares, ambas les daban tanto pánico que no dormían. Al amanecer tenían que regresar a sus casas rápidamente para no levantar sospechas porque mucha gente acusaba falsamente y en esas circunstancias eso significaba la muerte. 

Al escuchar sus relatos me hervía la sangre por saber que aún hay gente que sigue a Sendero o lo justifica. Francamente, a esas personas les digo directamente que su sentido de justicia es infantil y que a sus opiniones les falta inteligencia: solo la palabra ignorancia los caracteriza. Lo mismo va para quienes defienden las acciones de las fuerzas armadas sin cuestionamientos. Para terminar mi primer recorrido paramos en el Museo de la Memoria y, ahí sí, mi conducta explosiva quería desquitarse con lo que sea. Este pequeño centro esta manejado por las madres y familiares que perdieron seres queridos durante el conflicto armado interno, te cuentan la historia general y testimonios personales que te dejan sin palabras. Este momento oscuro, caótico y bárbaro no debe ser olvidado jamás. Aunque la DBA se esfuerce en echarle tierrita, es deber de todos no caer en sus jugadas amnésicas. 

Francisco Tafur

Al día siguiente me reuní con Carlos Condori, periodista y antropólogo ayacuchano y exdirector de la dirección de cultura en la región, fuimos al Cementerio General de Ayacucho para visitar la tumba de Edith Lagos. No por devoción sino por cultura general. Entre los mausoleos y otras tumbas de policías y ciudadanos muertos en la época del conflicto armado se encuentra ella, que fue partidaria y líder de Sendero Luminoso. 

Ella estudió derecho en la Universidad San Martin de Porres para luego abandonarlo y regresar a Huamanga. Ahí se integró a los destacamentos urbanos del grupo terrorista y se ganó el alias de Camarada Nelly. A los 19 años murió en un tiroteo en Ocabamba. Sus restos fueron trasladados a Ayacucho. Su tumba estaba rodeada de flores y homenajes; me cuenta Condori que antes era mayor, todos los días cubrían su lapida de ornamentos. No entendía por qué tanta devoción hacia una terrorista, sobre todo, en el lugar más golpeado por estos movimientos subversivos. Carlos me comentó que es por ser una joven líder revolucionaria, su entierro fue multitudinario debido a su imagen de símbolo de protesta. Después de la visita rápida, regresamos al hospedaje para una entrevista nutritiva. 

Francisco Tafur

¿Como se recuperó Ayacucho?

Sendero llegó con un mensaje de cambiar la situación, empezar una nueva historia, se volvieron la ley y enterraron todo lo anterior. Sendero se fue contra su propio mensaje. Una vez retirados dejaron al pueblo inerte y abandonado. La visión prejuiciosa de los militares golpeó fuertemente al pueblo. Con la formación de los comités de autodefensa expulsaron a los terroristas. El papel de los CAD fue fundamental. En el mundo andino existe una apreciación a la vida milenaria y los actos de Sendero iban en contra de todas esas costumbres. Luego de la expulsión, la misma población fue recuperando las organizaciones. 

En cuanto al gobierno regional.

Es la misma política de siempre, asociada a obras de infraestructura. La inversión ha crecido, pero todo es infraestructura sin contenido. Construcciones de hospitales gigantes, pero sin especialistas y equipos antiguos. Se han cerrado instituciones educativas en pueblos por falta de personal, son obras muertas o agonizantes. Existe un manejo de recursos mal empleado. La corrupción se encuentra en las obras ejecutadas sin necesidad. Ya es un caso de corrupción institucionalizada. El gobernador Wilfredo Oscorima lleva tres periodos en el cargo.

¿Cuáles son las principales problemáticas en la actualidad?

El principal problema es la corrupción y la inseguridad que ha crecido bastante, no hay indicadores estadísticos, pero está a la vista. Dentro del casco urbano hay una desprotección completa. Otro problema se da porque las posibilidades laborales son escasas para los graduados. No hay trabajo ni mercado. Los jóvenes terminan en servicios o migrando a Lima. Por otro lado, está la violencia familiar. Nunca hubo una política integral de salud mental. Lo peor, es que somos un pueblo acostumbrado a la violencia, es algo normal. El tratamiento hacia las comunidades campesinas andinas se encuentra abandonado y no reciben un tratamiento inclusivo, ya que el 80% habla quechua. 

¿Qué expectativas tienen con el bicentenario?

La verdad que nos ha dejado el tren. La fragilidad en las instituciones se mantiene y las políticas se quedan estancadas sin ejecutar. Había un proyecto para el bicentenario, pasó del Ministerio de Cultura a la PCM y luego regresó al Ministerio. No hay un esfuerzo potencial por mejora desde el poder. No se siente un ambiente del bicentenario. Creo que no se ha logrado una movilización social necesaria. Seguimos manteniendo la imagen de ser un lugar de mayor pobreza. Hay una fractura muy grande entre la provincia y el Estado. 

Luego de despedirnos me dediqué a pasear y visitar iglesias. Se le conoce a Huamanga como la ciudad de las iglesias, solo en este pequeño terreno hay 33. Las más importantes son la Catedral, la de Santo Domingo y la de San Francisco. En la época de los españoles, vieron Ayacucho como centro estratégico de evangelización y por eso la aglomeración de templos. Lamentablemente, los horarios son difusos y muchas están cerradas la mayor parte de la semana, así que sólo tuve la oportunidad de visitar la Catedral que se encuentra en la plaza. Vale recalcar que la Plaza Mayor de Huamanga es preciosa. Durante mi estadía pasaba horas contemplado el movimiento de las personas y la limpieza del lugar. La catedral de Ayacucho o Catedral Basilical de Santa María, de estilo barroco, fue construida en 1632 y es patrimonio histórico cultural de la nación. Cuenta con 10 retablos, expresión artística típica del lugar, bañados en oro. Tal vez el más importante es el retablo de altar mayor de la Virgen de las Nieves. Mis visitas a las iglesias son de naturaleza museológica, ya que en mi opinión esta institución debe desaparecer. Siempre pienso en que los curas, sacerdotes o cualquiera que tenga el delirio de ser elegido por dios debe ser tratado como a los políticos: siempre desde la duda y la desconfianza.

Francisco Tafur

Pasando la página, al día siguiente me desperté con ánimo de trasladarme al pasado. Me dolía la cabeza, pero con dos pastillas se me pasó. Como diría mi tío: dos son una y una es ninguna. Acompañado por mi ahora amigo, Wenceslao y su hijo Dylan, por Bob Dylan, de 8 años, enrumbamos hacia Vilcashuaman, un centro estratégico administrativo Inca, anteriormente de los Chancas. Halcón Sagrado es su significado en quechua. Si algo he aprendido es que las nominaciones del país son dignas de ficciones.

Mientras ascendíamos a 3500 metros de altura. Los paisajes del valle te dejan encantado y el tiempo pasa volando. Chacras con caballos, vacas, ovejas y cabras se ven en cada curva, que, por cierto, son miles. Los árboles de eucalipto te dan la sensación típica de los ambientes de la sierra. Llegando a cierta altura la neblina no permite visualizar los acantilados, solo el camino. Los cultivos de quinua y papa son abundantes en el recorrido.

Francisco Tafur

Arribamos en una plazuela al frente del complejo arqueológico. Es impresionante el poder cautivador de los restos de civilizaciones antiguas. Bajo el sol calcinante, caminamos directo al recinto inca. No es muy grande, pero de belleza única. La base es una estructura incaica y en la cima construyeron una iglesia católica: San Juan Bautista, construida a fines del siglo XVI. Me recordó al Quoricancha en Cusco. Según historiadores, la ciudadela se llegó a albergar a 40 mil personas. Actualmente se mantiene el Templo del Sol y el Ushnu, una pirámide trunca que se encuentra separada a unos metros. Mi pasión por la arqueología y fanatismo por Indiana Jones me tentaba a entrar donde no se puede. Claramente no lo hice. Por alguna peculiar razón cuando camino entre lugares arcaicos me siento cómodo y en casa. Mi curiosidad se potencia a niveles estratosféricos y mi imaginación toma vuelo ante cualquier indicio de antigüedad.

Como dato curioso, durante el gobierno de Fujimori y su íntimo Montesinos se construyó un aeródromo en la zona de Vilcashuaman. Claramente es un sinsentido, no tiene lógica estratégica, política ni económica. Ya les dejo a ustedes cultivar sus propias sospechas.

Retornamos y así termina mi aventura ayacuchana. Sin dudas, es un lugar imprescindible para todo peruano, la importancia de la región rebasa las expectativas. Los paisajes, pequeños pueblos y Huamanga son hermosos. Te cautivan al punto de querer volver definitivamente. Tengo como deuda pendiente probar la Puka Picante, plato típico. Mi amor a la trucha pudo más. Así me despido de este pilar histórico, donde la melancolía reina y, aun así, no se pierde la esperanza. Deseo que en los próximos años se cumplan las propuestas que merece esta provincia.

Traumado, al parecer, por la desmedida reacción represiva de diciembre del 2022 y enero del 2023, que sigue sin convocar actos de justicia y reparación, el gobierno ha decidido ahora convertirse en un organismo sin esqueleto, un amasijo blandengue, flexible hasta la sumisión frente a cualquier acto que implique tomar decisiones fuertes.

En la interna, le queda claro al MEF que lo de Petroperú no tiene arreglo, pero el titular de Energía y Minas presiona, y como parece tener un poder prestado que ejerce dominio sobre la presidenta y el Premier, los lleva a contemporizar y decidir salvar a la empresa a como dé lugar, sin importar que ello le va a costar a todos los peruanos una fortuna. Y, por supuesto, el ministro Álex Contreras la deja pasar como si con él no fuera. Su amor por el fajín puede más que la dignidad de una renuncia.

Las mafias que medran del turismo a Machu Picchu organizaron una turbamulta oponiéndose a un sistema digital de venta de las entradas al santuario, lo que claramente suponía una mejor experiencia para el turista, pero le arruinaba el negocio ilícito a un grupete de delincuentes. De la mano con la izquierda trasnochada que tenemos en el país, que acusaba, idiotamente, la “privatización” de las centenarias ruinas (a ver si la prensa deja de lado la muletilla infundada de llamarlas “milenarias”, que tienen apenas cinco siglos y pico), el gobierno terminó por ceder, anulando el contrato firmado, aplicando un sistema estatal de ventas y dejándoles una cuota o, mejor dicho, un cupo de mil entradas a los mafiosos.

Como está impedida de hacer huelga, la mafia de los controladores aéreos, un sindicato de 16 personas, decidió sabotear los vuelos de todo el país durante un par de días reclamando que les vuelvan a conceder las horas extras que les permitían sueldos exorbitantes y que les fueran cortadas luego de que Sudaca revelara que se dedicaban a dormir en plena torre de control. Lejos de romper la mafia, contratando más controladores y abriendo la competencia laboral, qué hizo el gobierno. Pues cedió, vuelven las horas extras y problema aparentemente resuelto hasta que vuelva a haber otro accidente fatal, fruto de un statu quo perverso y antitécnico.

En resumen, ya no tenemos gobierno. A su parálisis reformista y su asombrosa incapacidad para atender los problemas de la crisis económica y la inseguridad ciudadana, ahora se suma la abdicación de las funciones mínimas de gobernar, como es sentar el principio de autoridad. No se entiende cómo, aparte de los congresistas que necesitan la permanencia de Boluarte para asegurar la suya propia, haya aún destacados miembros de la élite política y empresarial que crean que es mejor que el régimen dure hasta el 2026, sin exigencia alguna de por medio, en aras de una precaria estabilidad.

La del estribo: dos recomendaciones al desgaire. El libro De noche, bajo el puente de piedra, de Leo Perutz, una joya ambientada en la Praga del siglo XVI. Historia y literatura de la mano. Y la película Incendios, dirigida por Denis Villenueve, nominada al Oscar a mejor película extranjera el2010. La encuentran en Mubi y también, como La mujer que cantaba, en Amazon Prime. Si no tienen alguna de las plataformas mencionadas, pues a su proveedor favorito. Un drama terrible y sobrecogedor.

La noticia viene alborotando, desde hace semanas, el cotarro de los amantes del thrash metal -no “trash”, como erróneamente insisten en consignar algunos redactores de la gran prensa-: Megadeth regresa al Perú por tercera vez. Será todavía dentro de dos meses, el sábado 6 de abril, pero ya las entradas se están acabando para tan emocionante retorno. Dave Mustaine, de 62 años, llegará como único integrante original, acompañado por dos jóvenes, el guitarrista finés Teemu Mäntysaari (37), el baterista belga Dirk Verbeuren (49) y un viejo conocido, el bajista norteamericano James LoMenzo (65) quien estuvo en el grupo entre 2006 y 2010 para luego volver en el 2022 tras el despido del histórico lugarteniente de Mustaine, David Ellefson (59), implicado en serias acusaciones de índole sexual. 

El cuarteto promete hacer volar por los aires el Arena 1, pésimamente ubicado en el tramo sanmiguelino de la Costa Verde. A pesar de que ya más de un experto ha hecho notar su mala ubicación, dificultoso acceso e inseguros y peligrosos alrededores -por el tráfico, por los bolsiqueadores que se internan en las colas para arrebatar celulares, por la nula señalización e iluminación de su explanada- este continúa siendo el local de moda para conciertos masivos en Lima (ver aquí nota de El Comercio sobre el tema). 

Con casi cuarenta años de trayectoria y dieciséis álbumes en estudio publicados, Megadeth es una de las leyendas de esta subdivisión del heavy metal, que combina elementos de hardcore punk, speed metal y el sonido de la New Wave Of British Heavy Metal (NWOBHM). El término significa «paliza» o «azote», pero es muy común que se le confunda con «trash», palabra en inglés que quiere decir «basura», origen del error que mencionábamos al principio. Dave Mustaine es uno de los personajes más respetados de la escena del rock duro, por su firme convicción de seguir adelante, aferrado a sus guitarras puntiagudas, el clásico modelo Flying-V creado por la fábrica Gibson en 1958, desde las cuales lanza arácnidos solos y demoledores riffs, intercambiando funciones con su guitarrista de turno. Cuatro años después de su segunda visita a nuestro país, el grupo vuelve con una gira llamada Crush The World. La primera fue el 11 de junio de 2008.

En los ochenta, cuando escuchaba en mi habitación álbumes como Peace sells… But who’s buying? (1986) o So far so good… So what! (1988) en esas copias baratas grabadas en cassettes Maxell o Sony que uno encontraba en los mercados negros de piratería local, me preguntaba cómo sería verlos tocar en vivo. Veinte años después, el conciertazo que Megadeth ofreció en nuestra capital me dio la mejor de las respuestas. Los rostros felices y emocionados de los miles de fanáticos que asistieron también confirmaban eso. Era como si todos nse hubieran estado preguntando lo mismo que yo todo ese tiempo. Esa noche, los alrededores del Estadio Monumental se convirtieron en sucursal de las oscuras Galerías Brasil. Más allá de los análisis sociales que pudieran ensayarse sobre las características y procedencias de la gran mayoría de fanáticos de este género musical, resultaba llamativa y muy estimulante la sensación de estar rodeado de personas identificadas al 100% con el artista que iban a ver, emulando sus maneras de vestir, sus posturas, etc. 

Como es habitual en estos conciertos, personas de distintas edades con largas cabelleras (algunas más descuidadas que otras), pantalones raídos y polos con estampados alusivos a sus bandas favoritas -no solo Megadeth- iban apareciendo por aquí y por allá, reconociéndose unos a otros, como quien va a una reunión donde todos son amigos. Incluso quienes llegábamos solos cruzábamos miradas y silenciosos saludos con los camaradas -un puño en alto, la señal de cuernos popularizada por el cantante de Rainbow, Black Sabbath y Dio, Ronnie James Dio (1942-2010)-, con quienes sin duda hemos coincidido en otras jornadas de esta naturaleza. 

Por otro lado, también hubo personas listas para reencontrarse con actividades que, por la edad y las obligaciones propias de ser adulto, ya no realizan tan seguido. En medio de las hordas de metaleros intransigentes uno podía ver a padres de familia más formales llevando a sus hijos, seguramente fanáticos de bandas más modernas, dispuestos a convencerlos de que «en sus tiempos», la música era mejor. Asimismo, aunque el público fue mayoritariamente masculino, también hubo muchas mujeres con vestimentas metaleras, con uñas y labios pintados de negro, esperando el inicio. 

Aquella visita de Megadeth fue quizás el primer evento de alto perfil dentro de la subcultura thrash. Recordemos que la primera llegada de Metallica a Lima se produjo recién en el 2010 y la de Slayer, el 2011. Por su parte, los neoyorquinos Anthrax nos habían caído el 2005, en un concierto que mereció más prensa y mejor escenario -fue en un pequeño sitio en Barranco, en el que no entraban ni 2,000 personas-, mientras que bandas excelentes, pertenecientes a la segunda línea del estilo, como D.R.I., Destruction o Kreator lo habían hecho en los primeros dos miles, también en locales reducidos y ante magras pero fieles concurrencias. Podemos decir, entonces, que el grupo dirigido por Mustaine fue el primero de los llamados “Big Four” en bajar a la Ciudad de los Reyes que hizo una presentación en formato grande.

Luego de una previa con temas de Thin Lizzy, Rainbow, Iron Maiden y otros clásicos del hard-rock, una guitarra arpegiada anunció que la cita comenzaba con Sleepwalker y Washington is next!, temas centrales del décimo primer disco United abominations (2007), que venían promocionando en aquella gira llamada Tour of Duty. Siguieron un par de clásicos, Wake up dead (Peace sells… But who’s buying?, 1986), Skin o’ my teeth (Countdown to extinction, 1992) y de repente, la banda se esfumó. Al regresar, Mustaine apareció levantando los brazos para saludar al público peruano: «¡Bienvenidos a la casa de Megadeth!». 

Luego de bromear acerca de su poco entrenado español -y del poco entrenado inglés del multitudinario e incondicional coro que formábamos para cada tema-, la banda interpretó un milimétrico In my darkest hour (So far, so good… So what!, 1988), canción dedicada a la memoria de su gran amigo Cliff Burton, fallecido trágicamente el 27 de septiembre de 1986, a los 24 años. Burton fue el segundo bajista de Metallica -había reemplazado a Ron McGovney- y el más recordado por los fans del grupo debido a su tremenda presencia escénica y su extremado talento en las cuatro cuerdas.

Para quienes aun no lo creíamos del todo, uno de los héroes del thrash metal estaba delante de nosotros dispuesto a descargar toda la fuerza de su música. Su aspecto amenazante, la mirada fija en el público y la sorprendente seguridad con la que acometió cada solo o acompañamiento en sus composiciones cargadas de mensajes antibélicos, antipolíticos y anticorrupción, letras que va musitando con los dientes apretados, redondean ese carisma que tantos admiradores le ha granjeado alrededor del mundo. Siempre abierto a la polémica, Mustaine ha hecho titulares en EE.UU. por sus posturas reaccionarias, como el cristiano renacido que es desde hace ya veinte años, sobre asuntos como el matrimonio entre personas del mismo sexo y su apoyo al partido republicano, configurando uno de esos casos típicos en que nos vemos obligados a separar a la persona del artista. 

Para muchos conocedores de su carrera y discografía, haber colocado a Megadeth entre los cuatro grandes grupos de thrash metal norteamericano es un logro que el guitarrista labró a pulso, estimulado primero por la amargura que le provocó su despido de la banda liderada por James Hetfield y Lars Ulrich -como se aprecia en el documental Some kind of monster (Jor Berlinger/Bruce Sinofsky, 2004) y posteriormente por la inesperada aceptación que tuvo entre los headbangers del mundo, al frente de la banda que bautizó con una variación del término «megadeath», acuñado en 1953 por el estratega militar Herman Kahn -que Mustaine había escuchado en boca de un viejo congresista del Partido Democrático- como una unidad de medida, para referirse a “un millón de muertes”. 

El músico ha superado múltiples problemas debido a sus adicciones e incluso se recuperó de una herida muy seria al brazo izquierdo que por poco le impide seguir tocando. Tras su trabajo con la orquesta sinfónica de San Diego, el guitarrista y su esposa Pamela iniciaron una aventura como productores de vino. La página web www.houseofmustaine.com muestra todos los detalles de este emprendimiento enológico que Dave Mustaine lleva adelante en el valle de Temecula, al suroeste de la soleada California. 

Entre 2008 y 2024, Megadeth ha lanzado cinco álbumes en estudio, muy buenos, contundentes y explosivos, a pesar de esa costumbre de no contar nunca con una alineación estable. Desde su formación en 1983-1984, han pasado por la banda ocho guitarristas, cinco bajistas y ocho bateristas -entre ellos la superestrella de jazz Vinnie Colaiuta (67), que grabó con Megadeth el disco The system has failed (2004). Recientemente, en la edición 2023 del festival metalero de Wacken (Alemania), el público quedó boquiabierto tras la aparición sorpresiva, sobre el escenario, del guitarrista Marty Friedman, del periodo 1990-1997, para intercambiar solos con Mustaine y el brasileño Kiko Loureiro (periodo 2015-2023). La actual gira mundial llevará a Megadeth por México, El Salvador, Argentina, Paraguay, Brasil, Colombia y Perú, país donde comenzará el tramo latinoamericano de Crush The World.

Aquella primera vez, la banda no dio tregua durante casi dos horas y media. Una tras otra, las canciones fueron coreadas, gritadas y saltadas por el extasiado auditorio. El pogo en las primeras filas se mantuvo sin descanso, en especial en favoritas del público como Ashes in your mouth (Countdown to extinction, 1992) o Tornado of souls (Rust in peace, 1990). Los desplazamientos de los músicos sobre la tarima le daban una excelente dinámica al concierto. Mientras Mustaine cantaba y azotaba los aires con sus veloces fraseos, Chris Broderick (guitarra) y James LoMenzo (bajo) intercambiaban posiciones y se cruzaban por detrás de su líder, comunicándose con el público constantemente. Al fondo, Shawn Drover lanzaba sus bombazos dobles con una camiseta de la selección peruana. 

Uno de los momentos más celebrados del concierto fue el set de canciones integrado por Hangar 18 (Rust in peace, 1990) -, Return to hangar (The world needs a hero, 2001) y las mencionadas Tornado of souls y Ashes in your mouth. Pero lo mejor llegó en la última parte. Para cuando tocaron A tout le monde (Youthanasia, 1994), Mustaine dejó que la gente lo acompañara durante el coro. Esta canción, censurada por la MTV porque la consideraron como apóloga del suicidio, es uno de los temas más representativos de la segunda etapa del grupo, caracterizada por el uso de melodías más accesibles para el público en general. Desde las primeras filas, alguien le alcanzó al guitarrista una banderola que decía «Perú es Megadeth». Esto terminó por emocionar al músico, quien no cabía en su asombro, lo cual pudo apreciarse a través de las dos pantallas gigantes dispuestas a ambos lados del escenario. «You are a great fucking audience!!! we’ll come back!!!», repitió antes de entrar a Sweating bullets (Countdown to extinction, 1992), otro de los temas que la gente esperaba ansiosa.

«Mi cuerpo se destroza por los errores, traicionado por la lujuria, nos mentimos tanto los unos a los otros que en nada podemos confiar», recitó Mustaine en un mascado español. Era el coro de Trust (Cryptic writings, 1997), quizás el único tema «comercial» de Megadeth. Después, Symphony of destruction (Countdown to extinction, 1992), terminó de enloquecer al público. Los acordes de este clásico fueron acompañados todo el tiempo por el grito de guerra «¡Megadeth, Megadeth… Perú es Megadeth!». Incansables, los cuatro músicos tocaron Peace sells (Peace sells… But who’s buying?,1986) para luego retirarse, anunciando que se acercaba el final de esa velada de metal monumental. El encore no podía ser otro: Holy wars… The punishment due (Rust in peace, 1990), un latigazo épico, poderoso, agresivo y complejo, llegó como despedida.

Antes de que se apagaran las luces, Dave Mustaine, coautor de muchas de las primeras canciones de Metallica como Metal militia, Jump in the fire, The call of Ktulu o The four horsemen, que Megadeth incluyó como Mechanix en su primer álbum titulado Killing is my business… And business is good! (1983), prometió regresar. Y cumplió su promesa, el año 2020, cuando llegaron para celebrar el 30 aniversario de su cuarto álbum Rust in peace, para muchos la obra maestra de Mustaine y su alineación más recordada junto a Marty Friedman (guitarra), David Ellefson (bajo) y Nick Menza (batería). 

Estamos seguros de que este 6 de abril, Dave Mustaine y compañía volverán a repetir la faena, con toda la experiencia acumulada y destreza de esta icónica banda que ha vendido más de 40 millones de discos a nivel mundial y continúa al pie del cañón con su poderoso e incombustible sonido.

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El 2015, El Salvador se convirtió en el país con la mayor tasa de homicidios del mundo (106.3 homicidios por cada cien mil habitantes por año) y esa tasa se redujo hasta 7.8 el 2022. Pero la misma comienza a descender el 2016, ya el 2018 se había reducido a 53.1 y la tendencia declinante continuó hasta mediados del 2019. Bukele recién llega al poder en junio de ese año.

En cuanto a la tasa de homicidios, el 2022 hubo cuando menos cuatro países con mejores resultados: Surinam, Paraguay, Nicaragua y Chile, y probablemente Argentina, pero no fue medida. En cuanto a la victimización, El Salvador no tiene la tasa más baja, es más, ha subido durante el gobierno de Bukele, de 8.9% a 11.3% el 2022.

Los cultores de la pena de muerte la ensalzan como la panacea de la lucha contra la delincuencia, en la lógica de aplicar castigos más severos. No es verdad que funcione. En Canadá, el 2023, 27 años después de haberse abolido, la tasa de homicidios se había reducido en 44%. El 2004, en los Estados Unidos, la tasa de homicidios en los estados con pena de muerte era de 5.71 por cada cien mil habitantes, mientras que en los estados que no la tenían o la habían abolido, era de 4.02. El Salvador, por cierto, no la aplica. En 1945 solo ocho países habían abolido la pena de muerte. En el 2014 eran 140. Durante ese periodo, la tasa global de homicidios se redujo.

En El Salvador se aplicó una política de mano dura entre el 2003 y el 2004, a cargo del presidente Elías Antonio Saca. Como no fue suficiente, entre el 2004 y el 2009 aplicó una política de “super mano dura”. Se aplicaron sanciones más severas y se sacó a las fuerzas armadas a las calles. El 2015, El Salvador terminó con la mayor tasa de homicidios del mundo.

México también vio reducir su tasa de homicidios desde 1940, pero volvió a crecer cuando decidió emplear a las fuerzas armadas. El 2006, el presidente Felipe Calderón decidió emplearlas contra el narcotráfico. Entre el 2007 y el 2018 los homicidios crecieron de 8 a 30 por cada cien mil habitantes.

Lo mismo ocurrió en Ecuador. Guillermo Lasso declaró 17 estados de excepción que permiten el empleo de las FFAA. La tasa de homicidios creció de 7.7 el 2020 (el año previo a la llegada de Lasso al poder) a 14.02 el 2021, a 25.9 el 2022 y llegaría a 40 a fines del 2023.

Estas cifras y textos son todos tomados del reciente libro Contra la amenaza fantasma, de Farid Kahhat. Sería bueno que los candidatos de la “mano dura”, quienes proliferarán en la campaña venidera, lo lean con detenimiento.

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La variedad de recursos que se pueden hallar en el territorio nacional ha sido, desde siempre, motivo de orgullo para todo peruano. Sumado a los microclimas de las regiones geográficas, Perú se convierte en un país prácticamente único en lo que respecta a diversidad de animales y plantas que son motivo de admiración para casi cualquier turista que viene de visita.

Sin embargo, para aprovechar la fortuna de contar con estos recursos también es necesario estar a la vanguardia de la mano de la ciencia para poder darles un uso eficiente y, al mismo tiempo, responsable. Pero, lamentablemente, esto no estaría ocurriendo durante los últimos años en el sector pesquero. 

EL AUTOGOL DE PERÚ

Entre esta variedad de recursos que se pueden hallar en el territorio nacional se encuentra la anchoveta. Este pez de la familia Engraulidae conocido por sus múltiples beneficios, como fortalecer el sistema inmunológico y prevenir enfermedades cardiovasculares, suele habitar la zona sur del Océano Pacífico, más precisamente en las costas de Perú y Chile.

No obstante, y a diferencia del vecino del sur, Perú no estaría sacando tanto provecho como realmente podría a la presencia de la anchoveta en el mar peruano. La zona sur, una de las dos en las cuales se divide el mar para la actividad de pesca, está padeciendo graves errores técnicos que reducen dramáticamente el beneficio que podría sacar la pesca industrial.

Para ello es necesario tomar en cuenta que, en los últimos años, la zona sur sufrió una serie de modificaciones en lo que respecta al trabajo que pueden realizar las embarcaciones pesqueras industriales. Tras un decreto supremo de 2008, esta actividad se podía llevar a cabo dentro de las cinco millas hasta una milla y media de la costa, en zonas científicamente determinadas por IMARPE y porque las particularidades geográficas del sur así lo requerían.

Pero, para 2011, esto cambió y recién se podía realizar pesca industrial a partir de las cinco millas. En 2012 y 2013 se produjeron nuevas modificaciones, aunque el decreto supremo que se encuentra vigente mantiene a las cinco millas como el límite a partir del cual puede realizarse la pesca industrial de anchoveta. Y ahora esto ha sido llevado a nivel de ley por el Congreso sin ningún análisis y básicamente representando los intereses de las ONGs conservacionistas, quienes falsamente se escudan en un reclamo manipulado de la pesca artesanal.

Sudaca conversó con Francisco Miranda, presidente de la ONG OANNES, quien destacó que uno de los errores que se ha cometido con respecto a estos límites para la pesca industrial se encuentra en el hecho de no entender las diferencias entre las diferentes zonas del mar peruano. “Mientras que en el centro norte la plataforma continental es extensa y hay que llegar a las 80 millas para poder encontrar una profundidad superior a los 200 metros, en la zona sur avanzas más de una milla y ya estas llegando a fondos de 400 o 500 metros de profundidad”, señaló.

Miranda explica que el límite de las cinco millas se creó con el propósito de proteger la reproducción de las especies y el crecimiento de los juveniles. “Si uno define técnicamente el área de protección para la reproducción de las especies y el crecimiento de los juveniles uno lo debería definir por la profundidad y no por la distancia a la costa. Por eso digo que la decisión de las cinco millas es política y no técnica”, relató a Sudaca.

El presidente de OANNES también considera que “parece que fuesen intereses específicos de compañías chilenas” los que han logrado que las campañas de pesca no se puedan realizar dentro de las cinco millas y, tal como se observa en el siguiente gráfico, Chile viene sacando una considerable diferencia en los miles de toneladas de anchoveta que quedan en su poder mientras que lo que llega a nuestro país se ha reducido dramáticamente por las decisiones que toman las autoridades peruanas en lo que vendría a ser un autogol de Perú.

 

EFECTO DOMINÓ

Pero la falta de interés por corregir una decisión sin sustento técnico está generando un efecto dominó que afecta considerablemente al sur del país. “Se pierden aproximadamente dos mil millones de soles”, comenta a Sudaca el periodista Melanio Valdés, quien ha venido investigando el tema durante los últimos diecisiete años.

“Hoy se vive una agonía. Los informes de los técnicos dan cuenta que se han perdido millones y el puerto más perjudicado es el de Ilo”, relata Valdés y agrega que “las plantas pesqueras están destrozadas y las que han podido han sido trasladadas a otros lugares. Solo hay dos plantas pequeñas y están agonizando porque no tienen el insumo que es anchoveta”.

Según la información que pudo obtener Sudaca, existen por lo menos diez plantas que solían dedicarse a la harina y aceite de pescado que, en un efecto dominó como consecuencia del impedimento de pesca industrial de la anchoveta dentro de las cinco millas, han quebrado o cerraron ante la falta de insumos para seguir operando.

“Dieron una norma sin ningún fundamento científico. Para que se formule algún decreto tiene que tener sustento científico”, cuestiona Melanio y cuenta que los políticos de la región no han mostrado voluntad por revertir esta situación que amenaza con generar una crisis mayor para la economía de esta zona del país y sospecha que se debe a que “los intereses pesqueros chilenos son muy fuertes”.

@sudacaperu

🚨Imágenes del presente de muchas plantas pesqueras en el sur como consecuencia de las regulaciones actuales que incluso han llevado al cierre de varias de ellas. No te pierdas el informe de Sudaca.pe Créditos: Canal N

♬ sonido original – Sudaca

 

Según alarmantes datos recopilados por la Sociedad Nacional de Pesquería, el 15% de la capacidad nacional de producción de harina de pescado se ubica en la zona sur y apenas ha producido el 6% demostrando que están muy por debajo de lo que podrían obtener si se corrige el inconveniente originado por las cinco millas.

Si bien las regulaciones resultan imprescindibles para el desarrollo responsable de una toda industria, casos como el de la pesca industrial de anchoveta demuestran que, si éstas no están respaldadas en evidencia científica, pueden resultar seriamente perjudiciales para la economía de una región. 

A la situación antes descrita se suma que, un reciente análisis del IMARPE ha determinado que la talla mínima legal de captura de la anchoveta no sería de 12 cm. sino menor. Esta regulación de la talla mínima de captura también agrega a la ausencia de medidas que respondan a la ciencia para manejar dicho stock y nos mantiene en constante desventaja con respecto a Chile, donde no hay una talla mínima de captura.

En este sentido, tanto las vedas o cierres temporales, como la determinación del inicio de temporadas están regulados para la pesca industrial se rigen por esta regla, y cuando las autoridades corroboran que el recurso supuestamente está por debajo de la talla mínima legal hasta en un porcentaje, vedan o paralizan innecesariamente las actividades o deciden no abrir la temporada de pesca como ocurrió en 2020 y durante la segunda mitad del 2023; sin embargo, ello termina estando fuera de la realidad pues la talla mínima legal está mal definida.

Tanto Valdés como Miranda, amparados en su experiencia en un tema que han seguido por un largo tiempo, consideran que esta situación se podría revertir si las autoridades que sostienen estas regulaciones antitécnicas estuviesen dispuestas a escuchar al Instituto del Mar del Perú (IMARPE) así como a los estudios realizados a esta zona del mar peruano que hoy representa una oportunidad perdida.

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Desde Carlos Cornejo hasta María de Jesús Gonzales. Hemos visto las diferentes denuncias hechas al Instituto Nacional de Radio y Televisión del Perú (IRTP) con respecto a los atropellos que se han venido cometiendo en contra de los colegas periodistas. En un sinfín de quejas que se han realizado por las supuestas posturas que se tomaron en contra del gobierno y que puede haber sido un quiebre en las relaciones del canal y estos periodistas. Aun así, no todos están dentro de este contexto.

En su momento conversamos con la periodista María de Jesús Gonzales quien pudo contarnos sobre varias anécdotas que marcaron su paso por TV Perú. “Llegué a la puerta del canal, iba a ingresar, como cualquier día, y me dicen: No María de Jesús, no puedes ingresar, hay una orden que ya no ingresas, ya no estás en el canal”, reveló la periodista quien regresaba al canal después de un feriado que le corresponde por derecho y pensaba que se trataba de una confusión, ya que el agente de seguridad era nuevo. Sin embargo, esto sería el inicio de una gran odisea. 

 

Informe Benjamín Zevallos

Ley Nº24724 de la jornada de trabajo para los periodistas

Me fui a la puerta principal. Ahí fue peor, me bloquearon igual. No, no, María de Jesús, no lo hagas más difícil, por favor, no podemos permitirle el ingreso. Recuerdo a una señora en recepción que le dije, ¿qué está pasando? Me dijo que le habían indicado que ya no podía ingresar al canal”, recuerda la periodista mientras añade que pudo entrar al baño, ya que se encontraba muy afectada por el trato que había recibido.

Esta fue la oportunidad para la periodista y habló con el entonces gerente de prensa, José Vargas, quien le indicó que ya se había tomado una decisión. Ante la falta de respuestas, María de Jesús fue a increpar por los abusos recibidos al presidente del directorio del IRTP, Hugo Coya, quien se encontraba con visitantes en su oficina. “¿Por qué me haces esto? ¿Así tratas a los periodistas?”, fueron las palabras de María de Jesús hacia el alto directivo de la entidad. Este solo mostró su indiferencia pidiendo que la retiraran de su oficina.

Conversamos con Carolina Caycho, Gestora de Medios del Ministerio de Cultura, sobre la problemática ocurrida con la periodista. Según Carolina, el tema ya ha sido resuelto y la periodista se encuentra actualmente trabajando. Además, nos mencionó que el IRTP es un organismo público con autonomía y que Ninoska Chandia, presidenta del directorio del IRTP, es la encargada de responder nuestras preguntas y las de nuestros lectores.

Intentamos tener un acercamiento con la misma Ninoska, pero en un afán por esquivar nuestras dudas, nos mandó con la dirección de prensa para recién entablar una conversación formal. Sin embargo, tenemos que seguir informando y los protocolos que se disponen solo son días perdidos para tantos colegas que exigen ser escuchados y de una ciudadanía que le ha bajado el dedo a la calidad y transparencia del canal del Estado. 

¿Realmente es peligrosa esta inestabilidad en TV Perú?

Véase pues las denuncias que se han venido propagando por este problema de intentar dar una opinión en favor de la libertad de expresión y las diferentes represalias. En su momento, gremios periodísticos del Perú levantaron su voz para advertir sobre la posible influencia del gobierno en los canales del Estado y han alertado sobre el riesgo que esto representa para la libertad de prensa en el país. 

Justamente hablábamos de Ninoska Chandia quien asume el cargo más importante de la institución. No obstante, se debe también visualizar el pasado de la actual directiva, y es que anteriormente había ocupado un cargo de confianza para Dina Boluarte. Fue directora de Comunicación e Imagen del Despacho Presidencial.

Por su parte, estas preocupaciones surgieron después que se dieran despidos injustificados de periodistas que han cuestionado la gestión de Dina Boluarte. En ese momento, el gobierno enfrentaba una situación complicada, ya que diversas organizaciones internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Human Rights Watch y Amnistía Internacional acusaban a la gestión de Boluarte de vulnerar los derechos de los manifestantes que protestaban en contra de su régimen en diferentes regiones del país.

Uno de los puntos de quiebre habría sido cuando la periodista Ximena Carrasco, de TV Perú, hizo una pregunta incómoda durante una conferencia de prensa ofrecida por Dina Boluarte y su equipo ministerial. Poco después de esto, la periodista fue despedida sin razón ni justificación aparente. En sus palabras, había recibido comentarios de que algunos funcionarios se mostraron incómodos con su trabajo de cuestionar e incomodar en su labor periodística.

Informe Benjamín Zevallos

Tweets de la periodista sobre su salida

El caso de Carlos Cornejo

Cuando conversamos con Carlos Cornejo denunció que su salida de TV Perú fue injustificada y que hubo una irregularidad en términos de contratación laboral. Según él, su contrato era mensual y no había llegado a su fin. Esta situación ha sido reportada por varias personas que también fueron despedidas de TV Perú. La Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP) respaldó a Cornejo y consideró su salida del Instituto Nacional de Radio y Televisión (IRTP) como incausada, arbitraria e injustificada. 

Al cierre del informe, nos encontramos en espera de la respuesta de la Sra. Ninoska Chandia quien en su calidad de representante y presidenta del Instituto Nacional de Radio y Televisión del Perú debe responder sobre estas irregularidades. De igual manera, esperamos la pronta respuesta de la Sra. Leslie Urteaga, ministra de cultura.

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Libertad de expresión, Libertad de prensa, prensa libre

El mexicano Juan Villoro es uno de los más reconocidos cultores de la crónica en el ámbito latinoamericano. Aunque es también un reconocido autor de ficciones, destaca igualmente en el terreno de la no ficción, al que pertenece la crónica por definición. Villoro planteó en algún momento una particular teoría sobre la estructura de la crónica como género y se refirió a ella como el “ornitorrinco” de la prosa, aludiendo a uno de sus rasgos centrales: la hibridez. La analogía tenía pleno sentido: el ornitorrinco, es mamífero, lleva una vida semiacuática, y pertenece al orden de los monotremas, es decir, no procrea criaturas vivas sino lo hace a través de huevos. Su aspecto físico es igualmente variopinto: tiene pico de palmípedo, su cola recuerda a la del castor y sus patas son, indudablemente, de nutria.  Un prodigio de combinaciones y alusiones, al igual que su pariente textual, la crónica: no es ficción, pero tiene forma literaria (particularmente cercana al cuento) y admite en su seno interpolaciones y componentes de variado origen: ensayo, diálogo, epístola o escritura autobiográfica, por mencionar cuatro ejemplos.

Estamos entonces ante un género flexible, que responde muchas veces a urgencias sociales, hechos noticiosos que pueden trascender los límites de una coyuntura determinada, relatos excepcionales de trayectorias vitales o cualquier hecho capaz de despertar asombro o curiosidad. Puede tratarse de un personaje de carne y hueso, de una comunidad que sufre una experiencia traumática o de un suceso conmovedor, no hay fronteras temáticas precisas, así como tampoco las hay respecto de su extensión: puede ser breve y cargada de ironía, como muchas de las que escribe Jaime Bedoya o puede enmascararse en un relato de largo aliento como el modélico Opus Gelber de Leila Guerriero.

Quizá no sea este el espacio propicio para discutir el origen de la crónica latinoamericana de hoy; solo diré que prefiero pensarla como descendiente directa del costumbrismo del XIX antes que de la llamada crónica de Indias. El costumbrismo define el perfil social de las nuevas repúblicas que se forman a consecuencia de los diversos procesos de Independencia en América Latina, su impronta es esencialmente urbana y, aunque puede tener orientaciones ideológicas diversas, sus autores no reciben mandato ninguno, actúan por lo general de manera autónoma en sus intervenciones a través de la escritura. Una de las formas que asume la crónica es una que me gusta llamar el catálogo citadino: su radiografía e incluso su dispersión en distintos relatos que a menara de un tejido van dando cuenta del espacio urbano. A ese diseño responden libros como Lima (1867), de Manuel Atanasio Fuentes, crónica diseminada y salpicada de cuando en cuando de informaciones, datos y cifras sobre la ciudad. 

Salvando distancias de estilo y mirada, el mexicano Juan Villoro entrega a sus lectores un libro caleidoscópico, de indudable espíritu de obra abierta (el lector queda invitado a decidir el orden de su lectura): El vértigo horizontal. Una ciudad llamada México. Su autor, a la manera del flanneur benjaminiano, recorre la ciudad y penetra en sus capas de sentido: la memoria, los hábitos sociales, las tragedias, el espacio urbano, en suma, elementos que, en conjunto, según indica García Canclini en un prólogo iluminador, constituyen un “palimpsesto” de la ciudad. Y añade: “El vértigo horizontal es un libro que se conecta con los trazados familiares, los ritos de los habitantes, sus procesiones sagradas y laicas, incluso las profanadoras (…) persigue sobre todo rearmar nuestros vínculos con la urbe a fuerza de apuntes sobre lo que nos entrelaza, lo que nos hace de aquí” (p.19).

En conjunto, El vértigo horizontal es una suma de crónicas que van mostrando el tejido urbano desde distintas perspectivas. Pueden ser las voces de sus habitantes más arquetípicos, personajes singulares o curiosos; las costumbres vistas siempre desde un prisma cotidiano, aunque no ajeno al asombro; lugares que son puntos de referencia en el mapa citadino y hasta la propia experiencia de vivir (en) la ciudad se somete a escrutinio, a observación aguda, a veces nostálgica y otras cargada de ironía.

Ciudad de México es, entre otras cosas, un atavismo poderoso. En la página 323, por ejemplo, se lee: “Los chilangos no estamos desinformados. Inventariamos calamidades como si un álgebra fabulosa anulara la suma de valores negativos. Somos expertos en los signos de deterioro, comparamos nuestras ronchas, hablamos de bebés con plomo en la sangre y embarazadas con placenta previa. No es la ignorancia lo que nos tiene aquí. La ciudad nos gusta, para qué más que la verdad”.

Las ferias de juegos son una presencia recurrente en espacios urbanos, lugares donde parece suspenderse la realidad. Villoro observa: “Las ferias y los parques temáticos son ofertas del vértigo y el estruendo imaginados por adultos. Su principal característica es la de brindar zonas de irrealidad, separadas de la lógica de la ciudad: un dominio alterno donde es posible ingresar en un castillo o tripular una ambulancia en miniatura” (p. 230).

No falta Tepito, célebre barrio picante de Ciudad de México y paraíso del universo informal: “Estamos ante un bastión del frenesí laboral, sólo que ahí se trabaja de otro modo. En rigor, su principal fuente de ingresos no es tan excéntrica (…) En la zona se distribuyen juguetes, útiles escolares, tijeras, cortaúñas, electrodomésticos, ropa, peines paraguas y otros productos dignos de una adaptación al siglo XXI de los bazares de Las mil y una noches. Ninguno de ellos tiene garantías porque todos son de contrabando” (p.183). 

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