sociedad

Siguiendo con el comentario del P. Olivera, en la “devotio moderna”

«la vida misma del alma debe ser sometida a un “esquema”; se trata de un ordenacionismo y un reglamentarismo propio de un espíritu geométrico. Es un “sistema” uniformante del alma cuya rigidez extrema controla hora, días, semanas, meses e incluso años, llevando una fiscalización y una comprobación exhaustiva de todos los movimientos y todas las conductas de la vida cristiana».

Pocas cosas hay tan reglamentadas y esquematizadas como la vida de un sodálite de comunidad subordinado a la obediencia. Además, la espiritualidad sodálite incluye un sistema de virtudes tomado del P. Chaminade, conocido también como la Dirección de San Pedro, mediante el cual toda la vida moral y espiritual del sodálite queda sometida a un esquema que tiene que seguir para supuestamente alcanzar la santidad. Todo el transcurrir cotidiano queda también sometido a una autovigilancia propia, expresada en un horario —donde se estipula qué se debe hacer en cada hora del día— y una exhaustiva hoja de control que debe llenarse a diario antes de acostarse. 

¿Y quién controla que todo esto se cumpla? El director o consejero espiritual que todo sodálite debe tener por obligación. Sobre este tema indica el P. Olivera:

«La metodolatría del espíritu podrá derivar […] en que el alma y estos métodos termine a menudo sujetándose a un director espiritual que obrará más bien como un controlador del trabajo o capataz de estancia, que analiza y regula el trabajo, el sueño, las comidas, las relaciones, etc., llevando al alma a un grado de infantilismo espiritual». 

Hay que considerar que en el Sodalicio los abusos fueron posibles porque se nos impidió madurar como adultos hasta el punto de poder tomar decisiones según nuestra propia conciencia. Era el consejero espiritual quien decidía el rumbo que debían tomar nuestras vidas, aunque a veces se nos quisiera dar la falsa impresión de que éramos nosotros los que tomábamos las decisiones libremente. Se nos mantuvo en un infantilismo permanente, hasta el punto de que puedo testimoniar por experiencia propia que recién comencé a salir de la adolescencia y cerrar una etapa cuando en 1993, a los 30 años de edad, abandoné las comunidades sodálites y tuve que enfrentarme a las vicisitudes de un mundo que se me había convertido en ajeno.

El moralismo voluntarista es otros de los defectos de la “devotio moderna” que se hace extremo en el Sodalicio, es decir, una moral no basada en discernimientos y análisis de conciencia, sino en la observancia y conocimiento de los deberes de estado y las leyes eclesiásticas, sin conocimiento de razones y motivaciones. «“Esto se hace, esto no se hace, esto hay que hacerlo, esto no hay que hacerlo, esto es así, esto no es así”; y sin dar los fundamentos últimos», señala el P. Olivera.

Hay otras características de la “devotio moderna” que terminan contaminando la espiritualidad sodálite, como su tendencia antiespeculativa (desconfianza de la razón), su consideración de la Biblia como un reservorio de ejemplos morales sin mayor análisis del contexto literario e histórico, una especie de subjetivismo interiorista (donde la búsqueda de la santidad interior es lo primero, aunque el mundo se venga abajo). Sría muy largo explayarnos en cada uno de estos aspectos.

De este modo, en el Sodalicio se ha configurado una espiritualidad tóxica que, más que ayudar a las personas a alcanzar su madurez humana, ha contribuido a hacerlas vulnerables a abusos físicos, psicológicos y, en algunos casos, sexuales. La doctrina espiritual sodálite se suma así a las interpretaciones ideológicas religiosas que se han considerado a sí mismas como auténticamente católicas, pero que en realidad han traicionado la esencia del mensaje evangélico y han sido veneno para sus seguidores. Interpretaciones ancladas en pretendidas tradiciones milenarias que en realidad han sido inventadas mucho tiempo después del siglo I, que han absorbido con frecuencia elementos ajenos a las enseñanzas del Jesús en los Evangelios y, de alguna manera, han permitido y legitimado graves violaciones de los derechos fundamentales de la persona. En el pasado fueron la esclavitud, las guerras santas y la libertad para matar “infieles”, la pena de muerte, la censura del libre pensamiento (recuérdese el Índice de Libros Prohibidos), y ahora todavía persiste la discriminación de las mujeres, de las personas con diversidad sexual, además del rechazo de cualquier atisbo de democracia en las estructuras eclesiásticas, sin mencionar el maltrato de las víctimas de abusos por parte de personas con autoridad dentro de la estructura eclesiástica, que permanecen impunes y son protegidas por la institución.

Lo cierto es que siempre han habido formas tóxicas de interpretar el núcleo del mensaje cristiano. Y la espiritualidad del Sodalicio es una de ellas.

 

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sociedad, Sodalicio

“Así, todo aquello que no conocía lo imaginaba y lo componía en su mente con las cosas más agradables, las más bonitas que había podido ver (…) Villiers tenía que ser una ciudad pequeñita y le parecía que allí las casas debían  ser rosadas (…) Cada nombre era para él como una imagen. Mientras circulaba por los túneles, en las conexiones soñaba con ello sin cesar” (pp.15-17).

La imaginación al servicio de la vida y la esperanza. Lo que conmueve no es tanto la circunstancia del encierro como la voluntad imaginativa para enfrentar una situación tan adversa, tratándose sobre todo de un niño. Este libro fue muy popular en su tiempo y dio bastante que hablar en plena invasión francesa por los nazis. Milagrosamente esquivó los rigores de la censura y estoy seguro de que su lectura, en medio de un drama tan intenso, debe haber reconfortado, aun brevemente, a muchos de sus lectores. Hoy recibimos una impecable traducción y un libro primorosamente ilustrado, para seguir alimentando el anhelo de una vida esperanzada.

El niño del metro. Madeleine Truel. Traducción de Nataly Villena. Ilustraciones de Gabriela Quispe. Lima: Maquinaciones Narrativa, 2022.  

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Cultura, Literatura, sociedad

¿Y los puentes? 

He señalado en otras reflexiones que hoy la universidad, inclusive la privada, es un espacio de encuentro de todas las sangres y he invitado a los estudiantes a conocerse: a la “pituca” que veranea en Asia a convidar a sus compañeros provincianos a su casa de playa, tanto como a la estudiante de la sierra, que vive en una estancia rural en Ayacucho o Cajamarca, llevar a la “pituca” y a los demás a disfrutar de su tierra, vivir sus costumbres, para así conocerse, comprenderse y compartir las diferentes realidades del Perú. Les he dicho que está en ellos construir la nación que no somos porque están todos juntos y es la primera vez que estamos todos juntos. Entonces alternemos, en lugar de adoptar posiciones los unos en contra de los otros.

Tal vez esta propuesta será fustigada con indignación o tildada de ingenua, porque nada es más fácil que destruir o desarmar, y es desconcertante constatar la reiterada adopción de posturas sin mayores matices, y, lo más alarmante, sin propuestas para la solución de una problemática que es real. ¿Qué hacer para que un día en el Perú baste con llamarnos peruanos para vernos, tenernos y reconocernos como iguales, y en una sociedad en el que la diversidad cultural se conciba como una ventaja y no como una línea divisoria? 

Criticar es muy fácil, si somos científicos sociales es para pensar estos temas en profundidad y ofrecer alternativas de solución, esto es tender puentes. El país lo necesita a gritos. 

 

 

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Cultura, sociedad

Fue a partir de la década de los noventa que el estilo de José Luis Perales comenzó su camino hacia el baúl de los recuerdos, a medida que la música latina inició su propio proceso de encanallamiento que hoy goza de tanta popularidad. Sus álbumes durante los años 2000 y más allá encuentran a un Perales ligeramente más abierto a ritmos pop, aunque sin dejar por supuesto las tonalidades románticas. Convertido en referente de las baladas en nuestro idioma, don José Luis llenó teatros y realizó múltiples giras, siempre con esa actitud sencilla y cercana, brindando su música a quien quisiera escucharla. En el 2012 tuvo una aclamada actuación en el Festival de Viña del Mar -la cuarta vez que dominó al monstruo de la Quinta Vergara-, donde recibió todos los premios posibles. 

Perales lanzó, en noviembre del 2019, un álbum titulado Mirándote a los ojos -primera línea de la famosa ¿Y cómo es él?-, con versiones nuevas de 35 canciones de su amplio repertorio, divididas en tres discos: Recuerdos -las más conocidas-, Retratos -composiciones para otros artistas, cantadas por él- y Melodías perdidas -una selección especial de temas que no tuvieron tanta difusión en su momento. La producción estuvo a cargo de su hijo, Pablo. El boxset incluye un DVD con una amplia entrevista sobre su trayectoria artística. Este lanzamiento fue el prólogo de la gira Balada para una despedida -título de una de sus composiciones de 1981- la misma que fue suspendida por el coronavirus y que lo trajo a Lima, por última vez, la semana pasada. 

Ahora que están tan de moda los “Patrones del Mal” –una bola de narcos, proxenetas y asesinos elevados a la categoría de héroes en sintonizadas series de Netflix- y que el mundo como lo conocimos se cae a pedazos ante nuestros ojos, no nos vendría mal tener un “Patrón de la Ternura”. Propongo a José Luis Perales para tan importante cargo.

 

 

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Cultura, Música, sociedad

Y ocurrió lo de Barrios Altos. 

Mucha gente, que conozco, lo justifica: “era el precio a pagar”. Claro, que la cosa cambia si esto sucedía en Jesús María, por ejemplo. Si hubiera ocurrido en Comas, Villa El Salvador, José Gálvez, etc. tampoco hubiera importado, ¿no? Total, si eras sospechado o familiar de terruco, merecías morir. Mataron a una criatura de 8 años. Eso no importó. ¿Y si uno de tus familiares o conocidos hubiera sido víctima?

La Historia enseña que todo Autócrata se convierte en un Monstruo. Sucedió con Stalin, Hitler, Trujillo, Pinochet, tenemos el caso de Ortega en Nicaragua. ¿Y Putin?

Que se le haya restituido el Indulto por parte del Tribunal Supremo (Ferrero, Sardón y Blume) ha dividido al país. Dícese que está muy enfermo, otros indican que hace años que se está muriendo de lo mismo. Es un indulto humanitario, que le dio PPK, como jugada política. 

Lo peor de todo, es que los fujimoristas, con Keiko a la cabeza, nunca aprenden. Ni siquiera piden perdón por los asesinatos acaecidos, sino que terminan terruqueando a los familiares de las víctimas.  Ergo, te denigran. 

El horizonte no pinta bien. Hay que aceptar que no tenemos los políticos necesarios, que generen un cambio y sean creíbles. O una generación de jóvenes, como en Chile.

Eso también es herencia del Fujimorismo. Acabó con los partidos políticos. Han pasado más de 32 años y aún persiste como una sombra, nefasta, sobre la República.

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Gobierno, sociedad, TC

A pesar de importantes estudios feministas sobre la economía del cuidado, avances con programas públicos dados por el actual gobierno peruano, así como la aprobación de la nueva Ley del Trabajo del Hogar en el Congreso, el capitalismo racial y el silencio cómplice de las empleadoras son las principales barreras para un completo reconocimiento de este sector.

Mientras la lucha por los derechos de la mujer avanza, el movimiento feminista sigue siendo dominado por una agenda que representa esencialmente los intereses de las mujeres de clase media y sectores acomodados. Muchas feministas privilegiadas aún no rompen su silencio cuando se trata de confrontar las dinámicas de poder en su rol de empleadoras de trabajadoras del hogar. Confrontar esas prácticas en el ámbito privado sigue siendo un tabú entre muchas mujeres progresistas cuando debería ser parte de la lucha feminista.

Se debe crear espacios para que las trabajadoras del hogar compartan sus historias y politizar sus experiencias para la construcción de una agenda feminista de la mujer trabajadora. Tenemos mucho que aprender de ellas. Vivamos nuestra interdependencia reconociendo y desafiando nuestros privilegios para eliminar el capitalismo colonial y patriarcal. Nuestros hogares también son espacios para la acción política.

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feminismo, mujer, sociedad
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