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José Luis Perales: El Patrón de la Ternura

Hubo un tiempo en que los niños, cuando encendíamos la radio -mejor dicho, cuando a nuestros oídos llegaba lo que nuestros padres y madres escuchaban al encenderla- entrábamos en contacto con historias adultas que no entendíamos del todo pero que impactaban a nuestra naciente sensibilidad.

Inexpertos en cuestiones de pareja, las melodías suaves, los versos consonantes y las emociones iban formando una cultura y, sobre todo, una memoria sentimental que, ya de adolescentes, encontraría sus propias maneras de expresarse en experiencias reales a las que, al principio con torpeza y, después, con más torpeza, trataríamos de aplicar, en el contexto de nuestras vidas adultas, ese aprendizaje múltiple que obteníamos de los baladistas y sus canciones más populares. 

El miércoles pasado se concretó, finalmente, el concierto del cantautor español José Luis Perales en Lima, el mismo que estuvo originalmente anunciado para mayo del 2020 y fue reprogramado hasta en dos ocasiones durante el 2021 (primero en octubre y después en noviembre). Lamentablemente, las prioridades que mueven las agendas de los medios de comunicación masiva no hicieron tanta publicidad a este esperado retorno y muchos nos quedamos sin asistir a esta cita con los recuerdos, el romanticismo y la buena música que hoy no solo parece de otra época sino de otro mundo, uno en que las emociones importaban.

José Luis Perales (Castejón, Cuenca, 1945) fue una de las voces más importantes de esos tiempos hoy pisoteados y sepultados por las vulgaridades de Bad Bunny y Karol G, a pesar de que bastiones como las emisoras La Inolvidable y Ritmo Romántica hagan denodados esfuerzos por mantener su música vigente. Durante los setenta y ochenta, sus baladas conquistaron corazones y educaron a toda una generación en aquel romanticismo profundamente humano que a nadie parece importarle en el grotesco reino moderno del reggaetón, el latin-pop y la farándula de poca monta.

El español, además, se las arregló siempre para ofrecer una versión mucho más creíble y cercana del baladista en nuestro idioma. Sin mayores aspavientos vocales ni disfuerzos en escena, Perales era el vecino de al lado contando sus anécdotas -o las de otros-, confiándonos sus sueños, haciéndonos llorar con sus canciones de Navidad. Su imagen sencilla contrastaba con la teatralidad de Raphael, la arrogancia de Julio Iglesias y los arrebatos de Camilo Sesto, arropando a sus públicos con melodías entrañables y letras que, siendo poéticas -una poesía ligera, sucinta-, no alcanzaban tampoco a cruzarse con los caminos trovadorescos de Joan Manuel Serrat o Víctor Manuel San José. De alguna manera, lo de Perales fue siempre único y especial, sincero y directo.

Títulos como Un velero llamado Libertad, Me llamas (LP Tiempo de otoño, 1979), La primera vez (Con el paso del tiempo, 1986), Sí… (Por si quieres conocerme, 1976), Te quiero, Ella y él (Nido de águilas, 1981), Y te vas (Para vosotros canto, 1975), Tentación (Amaneciendo en ti, 1984) y tantos otros -escritos e interpretados por él-, constituyen un cuerpo de trabajo intachable, anclado en la idea de que es posible vivir la experiencia amorosa -tanto en momentos buenos como malos, de seguridades o incertidumbres- con sentido estético y sugerente sin perder la elegancia.

Un punto especialmente alto en su discografía es su octava producción, Entre el agua y el fuego (Hispavox, 1982), con siete de sus diez temas rotando constantemente en las radios y canales de la época. Siempre con los arreglos y producción del dúo italiano   integrado por Danilo Vaona y Rafael Trabucchelli -responsables de prácticamente todos los éxitos de los setenta y ochenta, desde Mari Trini hasta Miguel Ríos- Perales estrenó en ese álbum algunas de sus canciones más solicitadas hasta ahora, como por ejemplo ¿Qué pasará mañana?, Canción de otoño, Por amor, Cuando vuelvas o Cantar una canción. En ese disco también figura ¿Y cómo es él?, probablemente su composición más emblemática. Como en muchas otras de sus canciones, Perales le da voz al desamor con altura y sensibilidad, en las antípodas de las cumbias y reggaetones que navegan en las empantanadas aguas de la venganza y la promiscuidad.

Asimismo, su talento para escribir canciones fue aprovechado por otros artistas contemporáneos, quienes no dudaban en contratarlo como compositor. Perales siempre cuenta que, al principio de su carrera artística, él no se imaginaba a sí mismo como intérprete -consideraba que no tenía ni la voz ni la apariencia necesarias- por lo que se concentró en afinar sus habilidades para amarrar letras y melodías. Y las canciones que firmó para otros –Por qué te vas (Jeanette, 1974), Brindaremos por él (Massiel, 1985), Morir de amor (Miguel Bosé, 1980), Le llamaban loca (Mocedades, 1982), son algunos ejemplos- permanecen también en la memoria colectiva como símbolos del romance musical que todos, alguna vez, hemos incorporado a nuestras vidas. 

En ese aspecto también cosechó un enorme éxito con el álbum Marinero de luces (RCA Victor España, 1985), de Isabel Pantoja, en que Perales se hace cargo de interpretar los sentimientos de la cantante andaluza tras el trágico fallecimiento de su esposo, el torero Francisco Rivera “Paquirri”, un año antes en un coso de Córdoba. En este disco están las canciones Marinero de luces, Hoy quiero confesarme, Era mi vida él y Mi pequeño del alma, dedicada a Kiko, el hijo de ambos. Estas canciones, por su calidad y por el contexto en que aparecieron, dispararon la carrera de Isabel Pantoja, hasta ese momento asociada a la música tradicional de Sevilla y son, aun hoy, las más aclamadas de su repertorio.   

La ternura fue, más que cualquier otra emoción, el principal insumo que usa José Luis Perales para componer. Esto queda demostrado no solo en aquellas historias de amores eternos, imposibles o rotos, sino también en las dulces letras de canciones como Dime o Que canten los niños -ambas de 1986-, cuyas regalías donó a la institución global Aldeas Infantiles SOS, asociada a Unicef. O sus temas dedicados a la temporada de diciembre, Canción para la Navidad (álbum El pregón, 1974) y Navidad (La espera, 1988) que ya son parte del cancionero pascuero, al mismo nivel de otros clásicos de fiestas navideñas como el portorriqueño José Feliciano o el argentino Luis Aguilé. 

Fue a partir de la década de los noventa que el estilo de José Luis Perales comenzó su camino hacia el baúl de los recuerdos, a medida que la música latina inició su propio proceso de encanallamiento que hoy goza de tanta popularidad. Sus álbumes durante los años 2000 y más allá encuentran a un Perales ligeramente más abierto a ritmos pop, aunque sin dejar por supuesto las tonalidades románticas. Convertido en referente de las baladas en nuestro idioma, don José Luis llenó teatros y realizó múltiples giras, siempre con esa actitud sencilla y cercana, brindando su música a quien quisiera escucharla. En el 2012 tuvo una aclamada actuación en el Festival de Viña del Mar -la cuarta vez que dominó al monstruo de la Quinta Vergara-, donde recibió todos los premios posibles. 

Perales lanzó, en noviembre del 2019, un álbum titulado Mirándote a los ojos -primera línea de la famosa ¿Y cómo es él?-, con versiones nuevas de 35 canciones de su amplio repertorio, divididas en tres discos: Recuerdos -las más conocidas-, Retratos -composiciones para otros artistas, cantadas por él- y Melodías perdidas -una selección especial de temas que no tuvieron tanta difusión en su momento. La producción estuvo a cargo de su hijo, Pablo. El boxset incluye un DVD con una amplia entrevista sobre su trayectoria artística. Este lanzamiento fue el prólogo de la gira Balada para una despedida -título de una de sus composiciones de 1981- la misma que fue suspendida por el coronavirus y que lo trajo a Lima, por última vez, la semana pasada. 

Ahora que están tan de moda los “Patrones del Mal” –una bola de narcos, proxenetas y asesinos elevados a la categoría de héroes en sintonizadas series de Netflix- y que el mundo como lo conocimos se cae a pedazos ante nuestros ojos, no nos vendría mal tener un “Patrón de la Ternura”. Propongo a José Luis Perales para tan importante cargo.

 

 

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Cultura, Música, sociedad

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