Cambio Político

[AGENDA PAÍS] El domingo pasado, Argentina vivió una fiesta democrática que culminó con la amplia victoria de Javier Milei, candidato liberal-libertario de La Libertad Avanza, frente al candidato oficialista peronista, Sergio Massa.

Esta victoria contundente con casi 11% de ventaja, refleja el hartazgo de la mayoría de argentinos por la crisis permanente en la que se encuentran hace 30 años, crisis que trasciende lo económico para culminar en una putrefacción moral de corrupción y saqueo del estado por parte de malos gobernantes.

Milei, con su aspecto de rockero ochentero, lenguaje disruptivo, directo y a veces soez, logró captar el corazón del electorado, principalmente al joven, al cual le dio algo que quizá, habían perdido: la esperanza.

La diferencia con las elecciones presidenciales peruanas del 2021, es que en nuestro país los electores votaron por escasa mayoría por el ahora golpista Pedro Castillo, no porque encarnase la esperanza de un Perú mejor, sino por un mezquino odio visceral de cierta parte del electorado por Keiko Fujimori, prefiriendo así el caos a enfrentarse a una propuesta política en democracia.

Incluso en redes se saluda el gesto de Massa de aceptar su derrota, comparándola con la no aceptación inmediata de Keiko Fujimori, cuando en Argentina la derrota de Massa fue por una goleada de 11% mientras que Keiko perdió por 0.26% y varias mesas por auditar. Así, será muy complicado lograr consensos que pongan por delante al país y sus millones de ciudadanos inmersos en la pobreza bajo el desdén de los paupérrimos servicios públicos y la indiferencia de las autoridades.

El efecto Milei ya se siente en América Latina y del éxito de su receta liberal para vencer a la inflación y otorgar un mejor vivir a los argentinos, va a depender que, en otros países, con elecciones en los próximos 3 años como Ecuador, Chile, Bolivia, Colombia, Brasil y Perú, se pueda tener algún candidato que encarne con esa visión y pasión los principios del liberalismo y que los pueda implementar con sabiduría y humildad.

Pero Venezuela será el primer escollo a superar. Las elecciones presidenciales del 2024 son claves para que la oposición, liderada por María Corina Machado, acceda al Palacio de Miraflores y empiece a reconstruir un bello país ahora sumido en la miseria absoluta y el control estatal de toda actividad económica y social.

La tarea es cuesta arriba. Con Maduro controlando todos los poderes del Estado (incluyendo el electoral) y con votación por máquinas electrónicas hasta ahora sin posibilidad de auditoría, las probabilidades de victoria de Machado, aún cuando las encuestas la sitúan en más del 60%, son prácticamente nulas.

La esperanza es que los Estados Unidos de Norteamérica ponga tal presión que obligue a la OEA y a la ONU de ser los veedores y auditores del voto de los venezolanos, sin ello, las cartas están echadas.

Este aluvión liberal de Milei, con libertad económica que va de la mano con respetar la individualidad de las personas, sus credos, sus sueños y sus amores, priorizando las políticas sociales, efectivas y sin corrupción, debe motivarnos a que tanto los peruanos como el resto de latinoamericanos, podamos construir una opción democrática que toque el corazón de los ciudadanos con propuestas simples y empáticas, que una vez en el gobierno, se puedan implementar rápida y efectivamente.

Es momento de romper el eje del mal, debemos debilitar el Foro de Sao Paulo y el de Puebla, que, bajo la dirección estratégica de Cuba y el petróleo de Venezuela, dirigen y financian la corrupción política de izquierda en todo el continente, y reemplazarlos por gobiernos liberales, limpios y eficientes.

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