nadine Heredia

En el juicio contra Ollanta Humala y Nadine Heredia, no solo se ha cometido un atropello contra la justicia, sino también contra la inteligencia. Un veredicto cuya endeblez conceptual asombra y cuya base probatoria se disipa como una voluta de humo en el viento ha sido emitido con la solemnidad de quien piensa que el poder de la toga compensa la debilidad del argumento.

Cabe señalar que en este proceso, lo que realmente ha salido a la luz es el estado general de alarmante erosión del estado de derecho, que, en el Perú, donde la justicia sigue siendo manipulada por intereses políticos, aún no hemos liberado de sus antiguas servidumbres.

Condenarlos por lavado de dinero cuando nunca han probado con evidencia clara e irrefutable la ilegalidad de los recursos recibidos para su campaña es, no para llamarlo exceso, sino abuso. La financiación política —opaca por naturaleza y carente de transparencia— es sin duda una mala práctica que envenena la democracia, pero confundir una irregularidad administrativa o deficiencia ética con un delito penal difumina las fronteras de la ley y constituye una puerta de entrada para politizar el poder judicial.

Este fallo no es simplemente una lección de justicia; es venganza disfrazada de imparcialidad. Y lo más preocupante es el precedente que establece: condenas en ausencia de pruebas irrefutables, castigos por conductas sin culpabilidad demostrada y el esfuerzo de suplantar el debido proceso por la opinión pública —construida por titulares y prejuicios.

Si este veredicto se sostiene, no solo dañará a dos personas (con todos sus errores y actos de corrupción, ciertamente), sino que las instituciones democráticas del Perú quedarán aún más maltrechas de lo que estaban antes. No podemos seguir viviendo en un mundo en el que los tribunales sean trincheras en las que las guerras políticas se libran bajo la cobertura legal.

Para salvar algo del espíritu republicano, es urgente que la justicia vuelva a ser lo que debe ser: ciega, ciertamente, pero ni sorda ni muda a la razón.

Tags:

Antonina Alarcón cubas, nadine Heredia, Ollanta Humala
x