[La columna deca(n)dente] En el actual escenario político, la expresión “viejo oeste” encuentra un paralelismo inquietante. En este entorno, las instituciones estatales han sido subordinadas a los intereses particulares de una coalición congresal, conocida también como la “coalición del mal”, que ha capturado el poder legislativo, moldeándolo a su conveniencia y destruyendo cualquier vestigio de equilibrio democrático.

El gobierno de la presidenta Dina Boluarte ilustra esta dinámica. Su administración, lejos de liderar con independencia y visión de Estado, opera como una extensión de una coalición parlamentaria cuyas prioridades no son las demandas ciudadanas, sino los beneficios particulares de sus integrantes. El Ejecutivo se encuentra atrapado en una relación de subordinación, actuando como un títere funcional a los intereses de un Congreso que legisla sin pudor para grupos de poder, incluidas organizaciones criminales que encuentran en este sistema político un refugio perfecto.

El Congreso se ha convertido en un cártel de poder. Sus integrantes no solo están desvinculados de los principios democráticos que deberían guiar sus acciones, sino que han llevado al extremo la instrumentalización de las leyes. Las reformas constitucionales, que deberían ser un acto soberano de diálogo y consenso, han sido secuestradas para adaptarse a las necesidades de esta élitepolítica, consolidando su dominio y garantizando su impunidad.

En medio de este desolador panorama, a la manera de los viejos alguaciles o sheriffs, los que resisten los embates de la “coalición del mal” son la Fiscalía de la Nación y el Poder Judicial, que operan como el último bastión de defensa ante el desmantelamiento institucional. Sin embargo, su capacidad para frenar este avance autoritario está constantemente bajo amenaza, enfrentando presiones, intentos de captura y deslegitimación.

Este vaciamiento de la democracia ha generado un entorno de anarquía normativa. Las instituciones encargadas de fiscalizar, regular y sancionar están paralizadas o capturadas, lo que deja el campo libre para la arbitrariedad y la corrupción. El cártel que nos gobierna no se dejará quitar el poder democráticamente; resistirá incluso, como en el viejo oeste, “a balazos”, para garantizar que no se les arrebate su control del sistema.

La debilidad del sistema de contrapesos y la fragmentación de la sociedad civil agravan esta situación. La ciudadanía, carente de un liderazgo colectivo y enfrentando constantes intentos de deslegitimación de la protesta, así como una brutal represión estatal, observa cómo los actores políticos actúan con total impunidad, incluso jactándose de ello. La captura del Estado y la corrupción se han normalizado hasta el punto de convertirse en una parte estructural del sistema político.

El país transita un camino que no solo erosiona sus instituciones democráticas, sino que también profundiza su crisis de representación. En este “viejo oeste”, el interés colectivo ha sido desplazado por un sistema donde los actores políticos se sirven del poder público para garantizar su supervivencia. El resultado es un vacío de liderazgo y un Estado de derecho debilitado, que amenaza con desencadenar una crisis aún mayor.

Frente a este panorama, la ciudadanía y los partidos políticos democráticos, que no forman parte de la “coalición del mal”, se enfrentan a un desafío histórico: reconstruir un sistema donde las instituciones sean verdaderos guardianes del interés público y donde la democracia recupere su esencia como gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

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[Migrante al paso] Comenzamos a correr; nos caímos por la oscuridad y la arena. Nos matábamos de risa, pensando que llegaríamos a tiempo para las doce. Íbamos de una playa a otra, creyéndonos invencibles. Siempre regresábamos con la ropa sucia y alguna herida, pero nada nos borraba la sonrisa. Buenos momentos, cuando un año aún representaba una gran fracción de nuestras vidas. No teníamos responsabilidades; recién nos comenzaban a gustar las chicas, e intentábamos ser bacanes en las fiestas de nuestros hermanos. Al final, solo queríamos divertirnos y discutíamos cuál de nuestros personajes favoritos ganaría en una pelea. Fantaseábamos con ser maestros Pokémon, hablábamos de fútbol, comíamos pizza y pollo a la brasa. Es uno de mis primeros recuerdos de un Año Nuevo fuera de mi casa.

Ahí, con el Cachorro y Piraña, como siempre. Cada uno más pleitista que el otro, cada uno más rebelde que el otro. No llegamos. Veíamos las luces de los fuegos artificiales detrás de los cerros de arena. No teníamos relojes, mucho menos celulares, así que solo asumimos la hora. Comenzamos a jugar. Nos tirábamos pequeñas piedras, rodábamos, y me tumbaban entre los dos porque yo era el más grande y alto. Nos tendimos en el piso, cansados y muertos de risa. El cielo era más nítido en ese momento, y nuestras cabezas también. Así nos quedamos una hora, conversando sobre alguna chica de nuestros salones, de que queríamos ser como Ronaldo, “el Gordo”, y de que algún día seríamos millonarios para poder hacer lo que quisiéramos. Nos pasamos la hora permitida, así que regresamos esperando que nos gritaran un poco. En estas épocas siempre recuerdo ese día en específico. Nosotros, la humanidad, le damos cierre a un año celebrando y nos prometemos cambios que, normalmente, no se cumplen. Pero ¿qué tiene de malo ilusionarte? Nada, al contrario. Después de casi 30 años, seguimos siendo los mismos. Cuando me invade la nostalgia, me repito a mí mismo que mucho no he cambiado y que las personas a mi alrededor solo han aumentado. Solemos pensar que estamos haciendo las cosas mal, que no merecemos cosas buenas, pero solo somos miopes ante las pequeñas cosas que son, en realidad, las que importan.

Este año no tiene un buen resumen. Todo parece estar de cabeza. Continúan las masacres en Palestina, un genocidio sin lugar a dudas. En mis viajes por Europa solo sentía el odio hacia los inmigrantes. La extrema derecha ya se implantó en Alemania después de décadas. Ganó Trump. el multimillonario, Elon Musk, que aparentaba querer un mundo mejor, resultó ser un déspota que poco a poco deja que el poder revele su verdadero rostro. El mundo se está hundiendo, literalmente. Las dictaduras, como la de Venezuela, parecen no tener fin. Una joven estadounidense le demostró al mundo lo que se puede lograr al darle importancia a la salud mental. La inteligencia artificial ya está en todos lados; no sabemos qué es realmente. Nuestro país nos defrauda cada vez más todos los años. Y no le echemos toda la culpa al gobierno, como sociedad civil somos de lo peor. El primer paso para dejar de serlo es aceptarlo. Tal vez la pregunta para este fin de año es qué hacer cuando la coyuntura está como está. No tengo la respuesta, pero asumo que todo se trata de no dejar de ser quien eres por miedo. Si algo nos enseña estudiar historia, es que el miedo en momentos duros nos puede convertir en lo que más odiamos. Lo mejor es no permitir que eso suceda. A diferencia de lo que te puede decir la mayoría, para mí el mundo interno es más importante.

Las celebraciones fueron mutando. Hay varias fechas como esta que, en realidad, no recuerdo por estar borracho o en quién sabe qué. Ahora esos recuerdos borrosos no son los que me importan. Prefiero las historias como la primera que les conté. No sé por qué estábamos en la pequeña casa de mi abuela, al costado de la nuestra. Yo seguía un poco molesto porque no me habían dejado salir. Tenía 11 o 12 años. Siempre fui renegón, pero pocas cosas hacían que me quedara molesto mucho rato, y esta no era una de ellas. Se me pasó, y me quedé con mi mamá y mi abuela viendo cómo celebraban en todo el mundo por la televisión. Fue la primera vez que vi la bola de Nueva York y tantos fuegos artificiales. A veces pienso que ese es un recuerdo inventado. Nunca fuimos de celebrar Año Nuevo, pero por lo menos hacíamos alguna comida especial o algo por el estilo. Igual, así haya pasado o no, es un recuerdo cómodo y cálido. Solo mi abuela, mi mamá y yo. Tal vez lo inventé para reconfortarme a mí mismo en algún momento; quién sabe.

Ahora me gusta pasar Año Nuevo con mi familia o amigos, conversando. Mis épocas locas ya terminaron, por lo menos por ahora. Los últimos años que han pasado pensaba que ya me estaba volviendo viejo y que no podía volver a disfrutar, pero estaba equivocado. Aún me falta demasiado tiempo de vida como para pensar en cosas definitivas. No tengo la respuesta de nada. No soy un sabio, ni anhelo serlo. Solo quiero estar tranquilo y, tal vez, ayudar en la medida de lo posible a que las cosas mejoren. Por algún tiempo me sentía culpable de no estar presente para algunos conocidos, de olvidarme los rostros de quienes fueron mis amigos de promoción. Mi propia cabeza me decía que había fallado en la vida, que no había logrado nada. Mentiras que a mi cabeza poco entrenada se le ocurría repetir cuando no tenía con qué distraerme. Tal vez mi único deseo de Año Nuevo es comenzar a hacer las cosas que me hacen sentir bien y dejar de ser tan pesimista o negativo conmigo mismo. Me gustaría extender este deseo a todo el mundo. Tal vez, si nos tratamos mejor a nosotros mismos, trataremos mejor a los demás.

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2025, Año nuevo

[Música Maestro] El sábado pasado, 21 de diciembre, Frank Vincent Zappa, uno de mis artistas favoritos, habría cumplido 84 años. La misma edad que hoy tiene Ringo Starr, el Beatle a quien convocó para que actuara en su caleidoscópica película 200 Motels, de 1971. O la edad que habría cumplido John Lennon, el otro Beatle, con quien hizo una histórica jam session en el Fillmore East de New York, ese mismo 1971 -contaminada por los insufribles alaridos de Yoko-, que acabó en un lamentable robo de derechos de autor perpetrado por la pareja más famosa del rock clásico (ver historia completa aquí).

En mi vida de melómano he desarrollado fanatismos múltiples y diversos. Quienes me conocen desde mi más temprana infancia saben perfectamente que, desde la cuna, me agitaba con las canciones de los Bee Gees. En paralelo, me enganché con las guitarras acústicas de los boleros -cubanos, mexicanos- y los valses de la Guardia Vieja, el jazz de Frank Sinatra y Glenn Miller que escuchaba mi papá; y con las baladas, salsas y cumbias que emocionaban a mi mamá, cada vez que se encendía la radio de la casa.

Después llegó el rock y sus infinitos derivados, desde los Beatles en dibujos animados de Canal 5 hasta el progresivo, el punk y el heavy metal, géneros en los que sumergí hasta lo más hondo, en simultáneo a todo lo que se escuchaba en las radios convencionales, Doble 9 y en Disco Club, el programa televisivo que nos educó en cuestiones de pop-rock. Luego llegaron la trova, Les Luthiers, Silvio Rodríguez,Joan Manuel Serrat y el rock en español, en especial el argentino. En el camino, como seguramente recordarán mis compañeros deuniversidad, me hice fan acérrimo de Queen y de todos los bajistas extraordinarios, desde John Paul Jones (Led Zeppelin) hasta Steve Harris (Iron Maiden), que me erizaban la piel y hacían volar mi imaginación, lo mismo que sentía al escuchar las orquestas del Álbum Musical del Mundo (aquel microprograma de la NHK japonesa que pasaba Canal 7) con sus melodías de Mozart, Vivaldi, Bach o Beethoven, o a Luciano Pavarotti entonando canciones napolitanas.

Frank Zappa apareció en mi radar musical a través del error de uno de mis dealers de cassettes piratas. Sería 1990 o 1991, durante mi primer año en la San Martín. En el segundo piso de las Galerías Brasil, a seis cuadras de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, había un local donde grababan, por unos cuantos soles, vinilos completos. Uno tenía la opción de llevar su propio cassette en blanco o, si no, la tienda te ponía también el soporte de plástico, incluyéndolo en el precio final.

Había mandado a copiar allí un LP de Genesis del periodo 1970-1973, una extraña recopilación alemana titulada Rock Theater. Como en esa oportunidad no tenía cassette a la mano, encargué el servicio completo. Cuando llegué a mi casa para escuchar lo grabado, después del épico final de Supper’s ready, el cuento musicalizado por Gabriel, Collins, Hackett, Banks y Rutherford, tras un instante de silencio, asaltó mis oídos una ráfaga de cuarenta o cincuenta segundos de un esquizofrénico intermedio instrumental que concluía con unagrandiosa fanfarria de influencia sinfónica que dio paso al inicio de un tema más pausado que, con las mismas, se cortó abruptamente.

“¿Qué era eso?”, me quedé pensando y, a mi siguiente visita, llevé el cassette para que el vendedor me ayudara a identificarlo. Después de escuchar el fragmento, el dealer pirata sacó de su caja de vinilos viejos uno de carátula rosada, con la foto de una persona saliendo de una piscina vacía, que solo dejaba ver sus amenazantes ojos y una alborotada melena. Se trataba, por supuesto, del LP Hot Rats (1969) y lo que había escuchado por accidente era el final de Son of Mr. Green Genes, seguido del inicio de Little umbrellas. El amigo de la tiendame dijo, palabras más palabras menos: “tráeme un cassette de 90 y te grabo dos discos de este pata”, en compensación por haber usado uno viejo para lo de Genesis. Por supuesto, acepté.

En el Lado A del cassette estaba el Hot Rats completo que tiene, además de los dos mencionados, otros cuatro temas, entre ellos elbluesero Willie the pimp, cantado por Captain Beefheart y Peaches en regalia, quizás la más “conocida” para los adictos al rock clásico. Y, en el Lado B, un disco cargado de efectos, voces entrecortadas y canciones breves pero sustanciosas en cambios y mensajes, algunos explícitos y otros cifrados. Me refiero a una de sus primeras obras maestras, el brillante We’re only in it for the money (1968). Todavía estaba lejos de ser un conocedor de la música de Frank Zappa, pero escuché tantas veces ese cassette que acabé aprendiéndome de memoria ambos álbumes.

Mi nuevo fanatismo fue difícil de alimentar en los años noventa, solo logré escuchar algunas cosas más. No fue sino hasta la era de internet y la piratería de discos compactos que logré profundizar acerca de las diversas dimensiones de este músico que sobrevivió a la decadencia del hippismo, las hordas del punk y la diversificación de los gustos musicales de las masas, apoyado en su comunidad de seguidores y su particular creatividad, su adicción al trabajo y meticuloso perfeccionismo, su estatus como “héroe de la guitarra” -al nivel de Jimi Hendrix, Eric Clapton o Allan Holdsworth– y su genuina extravagancia.

Zappa era una atípica estrella del rock. No se drogaba ni tomaba alcohol, lo cual le permitía mantener la lucidez en cada entrevista que le hacían en conocidos espacios de la televisión de su país -David Letterman, Saturday Night Live- o en los países europeos que frecuentemente visitaba con sus bandas. Cuando no estaba de gira, dormía todo el día y grababa/editaba de noche, escribiendo y dirigiendo hasta el último detalle. En vivo, jamás repetía un setlist ni los solos que tocaba, en conciertos que superaban las dos horas y media. En sus canciones se burlaba de todos, desde Peter Framptonhasta Culture Club, desde Richard Nixon hasta Jimmy Swaggart. Les ponía nombres extraños a sus hijos -Moon Unit, Dweezil, Ahmet, Diva- y sus letras eran, en muchos casos, alocadas, repletas de aparentes sinsentidos y hasta procaces, pero nunca aburridas ni mal escritas, y siempre capaces de convertirse en agudas crónicas personales sobre temas más serios como las inquietudes de los jóvenes, la represión sexual, el consumismo, la crisis e hipocresías del music business, la discriminación, la corrupción política, el pésimo sistema educativo y el engaño de la religión institucionalizada.

Su discografía es amplísima -más de 60 lanzamientos oficiales en vida y una cantidad similar de lanzamientos póstumos y tiene de todo: jazz-rock, pop-rock, country, soul, música concreta, blues, progresivo, proto heavy metal, música sinfónica, vaudeville, doo-wop y muchas otras variaciones de estilos, desde la parodia hasta alucinados coversde un enorme rango de fuentes, desde el Hava Nagila judío hasta la banda sonora de Star Wars, desde fragmentos de composiciones de Igor Stravinsky y Béla Bartók hasta versiones propias de clásicos de Johnny Cash, Led Zeppelin y los Beatles.

Frank Zappa murió prematuramente, a los 53 años, de cáncer de próstata. Tenía todavía mucha música que hacer y, sobre todo, muchas cosas qué decir. En sus últimos conciertos de 1988 por los Estados Unidos, multitudinarios a pesar de no haber tenido nunca difusión en radios ni en la naciente MTV, instalaba mesas para que los asistentes se registren para votar y decía, sin pelos en la lengua y en plena campaña electoral, que Ronald Reagan era un tremendo imbécil, en Dickie’s such an assholededicada originalmente al presidente Richard Nixon, el mismo año de su renuncia al cargo tras el escándalo de Watergatey que los fanáticos religiosos gana(ba)n plata haciéndole creer a los ciudadanos que eran todos unos tarados (Jesusthink you’re a jerk).

A pesar de su prolífico trabajo discográfico y presencia constante en medios, además de tener una protagónica participación, junto a la estrella country John Denver y el vocalista de los Twisted Sister, Dee Snider, en la polémica desatada en 1985 por la PMRC (Parents Music Resource Center), una asociación liderada por Tipper Gore, esposa del entonces senador y futuro vicepresidente Al Gore, que promovió un acto de censura a diversos artistas pop-rock -la colocación de la famosa etiqueta de “contenidos explícitos vigente hasta hoyque generó encendidos debates en el mismísimo Parlamento norteamericano y en sintonizados programas de televisión (como este episodio de Crossfire en CNN, de 1986), el legado ideológico y político de Frank Zappa se apagó con su muerte, al punto de que su nombre fue totalmente desaparecido de cualquier retrospectiva que se haya hecho acerca de las mentes más influyentes del país del Tío Sam, durante las décadas siguientes.

Si Zappa no hubiera sucumbido al cáncer -quiero decir, si nunca lo hubiera padecido- estaría actualmente al nivel de comentaristas políticos y sociales como Noam Chomsky, Michael Moore o BernieSanders. De hecho, para la campaña presidencial de 1992-1993, en la que ganó Bill Clinton, se deslizó la posibilidad de que el músico, en trance de retiro por la enfermedad que comenzaba a aquejarlo, se presentara como una tercera vía, ni demócrata ni republicana. Habría sido muy interesante escuchar hoy su opinión acerca del dúo de oligofrénicos Donald Trump/Elon Musk, la masacre en Palestina, las maratones de Netflix, la adicción al exhibicionismo de las redes sociales y la inteligencia artificial, el mamarrachento reggaetón, el asesinato del CEO de United Healthcare, o el lunático presidente de Argentina, Javier Milei.

Otro de sus aportes a la música norteamericana contemporánea es su papel como promotor de talentos nuevos. Frank descubrió a músicos que, posteriormente, construyeron su propio prestigio como, por ejemplo, Steve Vai, uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos; Adrian Belew, cantante y guitarrista quien fuera, entre otras cosas, parte del renacimiento de King Crimson desde 1981 y que ha trabajado, entre otros, con David Bowie y Talking Heads; Warren Cuccurullo, fundador de los ochenteros Missing Persons y luego miembro de otros legendarios de esa década, Duran Duran; Chester Thompson, famoso baterista de Genesis y Phil Collins; VinnieColaiuta, uno de los más grandes del jazz moderno; o Terry Bozzio, otro monstruo de las baquetas, también de Missing Persons e integrante de cientos de proyectos y sesiones de grabación de rock, jazz y heavy metal.

Asimismo, los primeros trabajos importantes de íconos del jazz-rock como George Duke (teclados), el francés Jean-Luc Ponty y el indio L. Shankar (violín eléctrico, ambos) fueron con Frank. Y, desde luego, toda la galería de excelentes músicos que trabajaron con él en sus diversos periodos como, por ejemplo, Ian Underwood (teclados, saxos), Don Preston (teclados), Ruth Underwood (vibráfono), Tommy Mars (teclados), Chad Wackerman (batería), Robert Martin (voz, teclados, saxos), Mike Keneally (guitarra, teclados) y Scott Thunes(bajo), muchos de los cuales han mantenido vivo el legado de Zappaen bandas-tributo como Banned From Utopia, Project/Object, TheGrandemothers o The Zappa Band. Esta última fue telonera oficial en la más reciente gira de King Crimson, realizada en 2022-2023.

La discografía de Frank Zappa se puede dividir en los siguientes periodos:

1966-1970: con The Mothers Of Invention, banda que fue una piedra en el zapato para la subcultura hippie y el pop-rock oficial, con sus espectáculos irreverentes y su aspecto grotesco.
1970-1972: de graciosas rutinas, que concluyó con el incendio en Montreaux narrado en el clásico Smoke on the water de Deep Purple y un atentado en el que casi muere, en Londres.
1972-1976: jazz-rock puro y duro, combinando la vocación por el rock-comedia, la sátira política y la complejidad instrumental, de big bands a ensambles sorprendentemente virtuosos.
1977-1980: etapa de transición que se concentró mayormente en lanzamientos en vivo con una banda joven y alocada. En este periodo tuvo además un enorme lío legal con la Warner Brothers.
1981-1993: periodo de intensa actividad en los estudios -un disco por año de 1981 a 1986- y, en paralelo, varios lanzamientos en vivo, y extensas giras mundiales de 1980, 1982, 1984 y 1988.
1994-2024: en los treinta años posteriores a su muerte, han aparecido más de setenta discos con materiales inéditos, sesiones completas de álbumes emblemáticos, conciertos y mucho más.

Además, se han publicado varios libros y estrenado dos documentales sobre su figura artística y política: Eat That Question: Frank Zappa in His Own Words (Thorsten Schütte, 2016) y Zappa (Alex Winter, 2020), resaltando todo lo que el establishment pretende ocultar.Paralelamente, este artista multidimensional produjo varias películasUncle Meat (1969, estrenada recién en 1987), la mencionada 200 Motels (1971), Baby snakes (1979) o The Dub Room Special (1982), lanzó varios sellos discográficos y dio empuje a las carreras de artistas como Alice Cooper o Captain Beefheart, su amigo de la infancia.

Asimismo, protegió por todos los medios posibles su libertad para hacer, decir y grabar lo que quisiera, en aquel laboratorio ubicado en Laurel Canyon, California, llamado UMRK (Utility Muffin ResearchKitchen) que construyó en 1979, centro de sus operaciones hasta el año de su muerte y que en el 2016 fue comprado por Lady Gaga. Tras esa publicitada venta, la fundación que manejó su viuda Gail -hasta su fallecimiento en 2015- y sus hijos Diva y Ahmet trasladó todo el material de audio y video de lo que se conoció como “los sótanos” a un lugar no identificado. Desde ahí, el equipo liderado por el baterista Joe Travers sigue restaurando joyas musicales que, cada año, ponen en alerta a la gran comunidad de seguidores que tiene Frank Zappa a nivel mundial. La última de ellas es un boxset de 5 CD por el 50 aniversario de Apostrophe (‘), con las sesiones completas de grabación del icónico álbum de 1974.

Son muchas cosas que se han quedado en el tintero, como su relación con músicos clásicos contemporáneos como el norteamericano Edgard Varèse (1883-1965), su inspiración, y el francés Pierre Boulez (1925-2016), con quien trabajó en 1984; su rescate de tres miembros de la banda sesentera The Turtles; el apoyo que le dio a una leyenda del blues, Johnny Guitar” Watson (1935-1996), a mitad de los setenta; su apoyo al dramaturgo Václav Havel cuando fue elegido primer presidente de la República Checa; la adoración que por él han manifestado personajes como el actor Billy Bob Thornton o Matt Groening, creador de los Simpsons; o la infinidad de bandas de jóvenes y talentosos músicos que se dedican a tocar sus canciones.Los amantes del cine contemporáneo tuvieron un ligero contacto con el extenso catálogo de Frank Zappa en la película Y tu mamá también (Alfonso Cuarón, 2001), en cuyos créditos finales suena el instrumental Watermelon in Easter Hay (Joe’s Garage, 1980).

En su última entrevista televisada, ante la pregunta “cómo quisieras ser recordado” él, ya visiblemente desmejorado, contestó. “No me interesa ser recordado, en absoluto”. Sus seguidores no le hacemos caso, por supuesto.  

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José Luis Madueño, Navidad, Ronda de Pascua, Toribianitos, villancicos

Escribir sobre el padre es escribir sobre uno mismo. Sobre la coartada sutil de contar la vida de otro, se yergue una autobiografía vicaria, pues el padre es un espejo que, aunque no queramos, nos devuelve tarde o temprano la mirada.

Hay una cierta recurrencia en escribir sobre el padre como un acto de vindicación. La figura paterna ha despertado odios, rencores, miedos y toda una gama de sentimientos oscuros que de vez en cuando son interrumpidos por una construcción luminosa o proactiva.

Cuando Kafka escribe Carta al padre (1919), un emblemático texto en la tradición de la demonización paterna, se construye a sí mismo como un sujeto opacado por el peso de un progenitor cruel y tiránico: el omnipotente Herman Kafka. Baste recordar que en el inicio se menciona el miedo paralizante que inspira su figura y la poca certeza de que esa escritura logre, finalmente, su cometido catártico.

En el ámbito latinoamericano, tendríamos que contar al Mario Vargas Llosa de El pez en el agua (1993), revelador y pormenorizado libro de memorias de dos períodos de la vida del escritor: su infancia y juventud hasta el año 1957 y su actuación política, que comenzó a mediados de los años 80 con la formación del Fredemo para oponerse a la estatización de la banca de Alan García y culmina en 1990, con su derrota electoral en segunda vuelta frente al candidato sorpresa Alberto Fujimori.

Muchos lectores recordamos aquel conmovedor capítulo titulado “Ese señor que era mi papá”, en el que después de romperse el mito familiar el padre reaparece y es la figura que encarna la violencia, el trato cruel, la disciplina feroz, el maltrato y otros golpes que en definitiva sellaron la infancia del escritor y marcaron su existencia de manera indeleble. Las escenas que describen el tormento de convivir con el padre solo inspiran terror y compasión por lo que el propio Vargas Llosa llamó una experiencia comparable con lo carcelario.

¿La representación del padre, entonces, ha sido siempre esta? ¿Se trata acaso de un arquetipo del mal, incapaz de despertar ninguna admiración? Aunque no hayamos agotado las referencias, podemos decir que afortunadamente no. Hay otras imágenes del padre que se tejen desde la orilla opuesta. Y propongo como ejemplo un libro de la mexicana Margo Glantz, Las genealogías (1981) que constituye en principio una memoria familiar, pero acaba por inclinarse intensamente sobre su padre, un judío de origen ucraniano que se había instalado en México.

En el libro de Glantz el padre es retratado con pinceladas librescas. Lector, artista, hombre de gran inventiva y persona decisiva en la vocación literaria de la escritora. Sus atributos son radicalmente distintos a los que exhiben el padre kafkiano y el Vargasllosiano.

Un reciente libro de Juan Villoro me hace volver sobre el tema del padre. Bajo el título La figura del mundo (2023) Villoro recrea diversas etapas de la vida de su padre. La imagen resultante aquí no es el miedo de Kafka, ni el rencor de Vargas Llosa ni la delectación de Glantz. Villoro parece haber elegido un lugar en medio de dos orillas, un lugar que le permite reflexionar lúcida y desapasionadamente sobre su padre, Luis Villoro Toranzo, filósofo nacido en Cataluña, avecindado luego en México, donde desempeñó una notoria carrera intelectual, académica y política, donde destacó por su simpatía con el movimiento zapatista de Chiapas.

Hay pasajes en los que se mezcla la experiencia libresca y el recuerdo familiar, dos cosas que Villoro enlaza con sapiencia narrativa: “En la novela de caballerías Tirant Lo Blanc, un hijo es abofeteado repentinamente por su padre. No hay causa aparente para ello. El hijo pregunta por qué ha sido golpeado. “Para que no olvides este momento”, responde, pedagógico, el agresor. Las heridas fijan la memoria. Mi padre no recurrió a un método violento. No tuvo que hacerlo. Sus reacciones emocionales eran tan escasas que no puedo olvidar su único llanto” (p.51-52).

En otras ocasiones el recuerdo es más directo, inclusive más vivencial y por qué no, cotidiano: “No fue mi maestro en las aulas porque ya lo era en la vida. Nos encontrábamos de vez en cuando en el campus y en la cafetería, donde él remataba la comida con un Gansito. A pesar de su sencillez de trato, su aire ausente y su caminar seguro imponían respeto. Saludaba de lejos a muchas personas, sin reconocerlas del todo, paro casi nadie lo abordaba” (p.122).

En el capítulo 7, acaso uno de los momentos más interesantes de esta exploración biográfica y memoriosa, Villoro vuelve la mitrada a lo libresco, narrando la manera en que su padre se deshizo de su biblioteca. Villoro recuerda a Benjamin, Musil y Virginia Woolf en relación con los libros, rememorando que su padre donó su biblioteca a una universidad en Michoacán, en un gesto que interpreta como desprendimiento y búsqueda de confort, pues “las posesiones le incomodaban como solo pueden incomodarle a quien las percibe como un sobrante” (p.181).

En suma, Villoro se acerca a la figura del padre no con reverencia, sino con la pretensión de mirar equilibradamente el pasado. A pesar del fracaso matrimonial descrito en el libro, por ejemplo, no se despiertan rencores en el narrador, sino el deseo de entender y desentrañar los complejos hilos de la personalidad de un intelectual y activista político como fue su padre. El título es por eso deliciosamente engañoso: La figura del mundo no es el padre, sino aquello que sembró en el hijo.

Juan Villoro. La figura del mundo. México: RandomHouse, 2023.

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imagen del padre, Juan Villoro, Memoria, Paternidad

[La columna deca(n)dente] En el Perú, la política se ha convertido en un espectáculo grotesco, donde los límites de la decencia y la ética parecen haber sido abolidos. La obscenidad del poder no reside únicamente en la corrupción desenfrenada o en la legislación hecha a medida para favorecer a las organizaciones criminales; su verdadera raíz está en la falta de vergüenza con la que el Ejecutivo y el Legislativo ejercen y abusan del poder, evidenciando un desprecio absoluto por el bienestar común.

El concepto de obscenidad en política no se limita a lo sexual o vulgar. Es un exceso, una transgresión que desborda las normas democráticas y éticas que deberían guiar el ejercicio del poder. En el país, este exceso se evidencia en el abuso sistemático de las instituciones: un Congreso que legisla sin pudor alguno a favor de las economías ilegales, un Ejecutivo que navega sin rumbo, y autoridades públicas que priorizan su supervivencia política sobre cualquier agenda de desarrollo.

El poder se ejerce sin contención ni moderación. Cuando los intereses particulares superan cualquier consideración por el bien común, se traspasa una frontera moral que deja a la ciudadanía expuesta a los caprichos de las cabezas visibles de la “coalición del mal”: Keiko Fujimori, César Acuña, Rafael López, Vladimir Cerrón y José Luna, quienes gobiernan en beneficio propio y de sus allegados.

El Congreso peruano es el epítome de esta obscenidad. En lugar de legislar para atender las necesidades del país, los parlamentarios priorizan sus propios intereses y los de aquellos a quienes sirven (como mineros ilegales y organizaciones criminales, por ejemplo). Los intentos de censurar ministros o la amenaza de una eventual vacancia presidencial no buscan resolver problemas estructurales, sino negociar mayores cuotas de poder.

Lo más obsceno no es que estas prácticas existan –ningún sistema político está libre de intereses particulares–, sino la normalización de las mismas. Los escándalos ya no generan indignación, sino resignación. La ciudadanía ha sido condicionada a aceptar que la política es intrínsecamente corrupta y que no hay alternativa.

La obscenidad del poder también se manifiesta en la indiferencia hacia el sufrimiento de los más vulnerables. Mientras los partidos, integrantes de la “coalición del mal”, disputan parcelas de poder, miles de conciudadanos enfrentan una crisis económica, social y de derechos humanos sin precedentes. Las protestas de finales de 2022 y principios de 2023 dejaron claro que la distancia entre los ciudadanos y quienes gobiernan es abismal. En lugar de diálogo, la respuesta fue represión. La obscenidad del poder radica en la capacidad de ignorar este sufrimiento con total impunidad.

La política no debería ser un escenario para el espectáculo vulgar ni un vehículo para el abuso desmedido. Necesitamos líderes con sentido de responsabilidad y moderación, comprometidos a anteponer el bien común a los intereses personales o de grupo.

El país está atrapado en un discurso y práctica de poder obsceno, en el que los integrantes de la “coalición del mal” parecen competir por ver quién puede llegar más lejos en el abuso y la transgresión. Sin embargo, esta no es una condena inevitable. La ciudadanía tiene el poder de exigir un cambio, de demandar transparencia, decencia y compromiso.

El primer paso para erradicar la obscenidad del poder es devolverle su dignidad. Esto implica no solo renovar los liderazgos, sino también transformar las estructuras y prácticas que han perpetuado esta dinámica. Solo entonces podremos imaginar una política que no avergüence, sino que inspire.

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coalición del mal, Congreso, derechos humanos, Dina Boluarte

En octubre, las autoridades comenzaron a investigar las acciones de la Inmobiliaria Muñoz EIRL, que, a través de un grupo de personas, marcó diversos sectores dentro de la Zona Arqueológica de Caral, colocando hitos en el terreno. La empresa planea un proyecto de urbanización bajo el nombre de «Condominios Puerto Supe».

La Policía Nacional también encontró varios archivos relacionados con el proyecto en litigio. Además, al revisar las redes sociales de la inmobiliaria, se detectó que estaban difundiendo esta información mediante publicidad engañosa, destinada a estafar a futuros compradores. De hecho, resultó difícil encontrar la página oficial o activa de la empresa, ya que a lo largo del tiempo han intentado ocultarse entre los numerosos perfiles que se han creado a partir de los comentarios negativos que han tenido.

 

Benjamín Zevallos
Afiche sobre el proyecto en la Zona Arqueológica de Caral. Foto: Inmobiliaria Muñoz

El 19 de octubre se hizo de conocimiento que el Congreso de la República, a través de la Comisión de Cultura y Patrimonio Cultural hizo llegar un Oficio N°060-2024-2025-CCPC/CR al Ministerio del Interior sobre las acciones del sector para garantizar la intangibilidad de la Zona Arqueológica de Caral.

Conversamos con el congresista Hector Acuña, vicepresidente de dicha comisión, sobre esta problemática. “No es raro y tampoco es novedad. El tráfico de terrenos ahora es a nivel nacional. En Trujillo, en Chan Chan, es alarmante”, se refirió el legislador al abandono de los centros arqueológicos que no solamente compromete a Caral, sino a diferentes zonas protegidas que no están teniendo la atención correspondiente.

El congresista hizo un llamado de atención al Ministerio de Cultura. “El ministerio es indiferente. Voy a tratar de conversar en la comisión para citar al ministro porque estamos luchando pero hay una desatención”, comentó. “En Trujillo, están invadiendo y no es reciente, sino hace tiempo. Se lo hicimos de conocimiento, en ese momento, a la ministra Leslie (Urteaga) y nada”, añadió.

La Dirección General de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura informó que fueron alertados por la ZAC (Zona Arqueológica de Caral) el 23 de octubre y que en las zonas en conflicto ofrecidas por la inmobiliaria se ha confirmado la presencia de estructuras y contextos funerarios arqueológicos, correspondientes a las épocas Caral y posteriores. En consecuencia, el ministerio indicó que estos terrenos no pueden ser ofertados para la venta pública.

¿Quién está detrás de Inmobiliaria Muñoz EIRL?

La Inmobiliaria Muñoz EIRL, identificada con RUC: 20609395916, fue fundada el 7 de mayo de 2022. Según la información que presenta en sus redes sociales, en estos dos años se han dedicado a la compra, venta de propiedades y al desarrollo de proyectos inmobiliarios. Sin embargo, también organiza actividades de coaching y charlas motivacionales dirigidas a personas interesadas en trabajar como vendedores, adoptando un enfoque similar al estilo de Jurgen Klaric, de quien también hacen referencia en su publicidad a las tantas “convenciones” que realizan.

Intentamos comunicarnos con Deysi Valery Camargo Díaz, quien figura como representante legal de la inmobiliaria ante la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria (SUNAT), pero no obtuvimos respuesta. Lo mismo ocurrió con Samuel Muñoz, quien se presenta como el CEO fundador de la empresa en redes sociales, aunque no figura como representante ante la SUNAT y tampoco contestó nuestra llamada.

Sin embargo, quien respondió fue Rosa Quiroz, asistente y trabajadora de la inmobiliaria desde hace año y medio. “No es la primera vez que nos acusan de esto. En Facebook crearon nueve perfiles falsos e intentaron acusarnos (…) siempre lo hacen de manera oculta. Sería mejor que vinieran a la oficina y lo demuestran con hechos. Que den la cara”, comentó Quiroz, quien admitió no conocer en profundidad las denuncias sobre la Zona Arqueológica de Caral. 

La trabajadora apeló al proceso legal en curso y afirmó que ya se están tomando las medidas correspondientes con los abogados. Asegura, además, que Inmobiliaria Muñoz realizó la compra legalmente de los terrenos que hoy se perfilan como un proyecto ambicioso. “La compra fue legalmente realizada, pero algunos de estos terrenos, los cuales son zonas arqueológicas, se ha pedido que (se) deje un porcentaje para que no choque con la zona arqueológica”, afirmó. 

Sin embargo, esta explicación dejó más dudas que certezas, sobre todo cuando preguntamos por su representante, Deysi Camargo. Quiroz nos mencionó que no era la única persona al frente de la inmobiliaria, lo que generó aún más incertidumbre sobre la gestión de la empresa. Cuando consultamos por las otras personas, solo mencionó que había más personas del equipo trabajando en la empresa. 

No sería el primer tropiezo de Inmobiliaria Muñoz EIRL.

A través de las redes sociales, la empresa ha sido señalada por supuestas estafas en la compra de lotes. El descontento de los usuarios llevó a la inmobiliaria a emitir un comunicado el 8 de mayo de 2023, en el que desmentía rotundamente las acusaciones:

“Inmobiliaria Muñoz ha venido creciendo de forma continua y transparente, sin necesidad de engañar a nuestros clientes, motivo por el cual han pretendido BOICOTEARNOS a través de la CALUMNIA y DIFAMACIÓN, utilizando y ofreciendo dádivas a exclientes nuestros, con quienes se había concluido la relación comercial en el mejor de los términos», menciona el comunicado

La empresa de bienes raíces asegura entre todos sus argumentos que es una guerra sucia de la competencia contra el crecimiento que han tenido ellos. Esta misma versión fue dicha por Rosa Quiroz quien fue tajante al mencionar que esta información falsa se intenta propagar por el buen accionar que Inmobiliaria Muñoz intenta dar a sus clientes. “No soportan que brindemos un mejor servicio y mejores precios. Nos quieren silenciar”, mencionó.

 

Benjamín Zevallos
Detalle de la poligonal de delimitación de la Zona Arqueológica Áspero y dentro de ella, indicadas en color rojo, las áreas que la Inmobiliaria Muñoz E. I. R. L. promociona en su folleto cómo Residencial Faraón y Condominio La Isla. Foto: Ministerio de Cultura.

Al cierre de este informe, ningún representante oficial de la inmobiliaria ha querido dar la cara ante esta denuncia. Las palabras de Quiroz solo evidencian la vulnerabilidad del patrimonio que se intenta invadir y lotizar. Las autoridades han prometido tomar acciones claras y contundentes para resolver esta problemática; sin embargo, lo mencionado por el congresista es cierto e importante: esta no es la primera ni la última zona arqueológica en enfrentar estos problemas.

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Caral, Lima, Muñoz, ZAC

En el último tiempo se ha vuelto común escuchar casos de trabajadores fantasmas, aquellos personajes que son contratados y cobran un salario pese a no cumplir con las funciones que les corresponden y muchas veces ni estar presente en su centro de labores, pero en esta oportunidad lo que se va a relatar es el caso de un trabajo fantasma.

Sudaca ha conocido la historia de un supervisor de obra cuyo certificado de trabajo con graves irregularidades le costó una dura sanción a la empresa para la cual trabajaba debido a una insólita incongruencia en las fechas en las que, supuestamente, había desempeñado una determinada función durante la ejecución de una obra.

Sin embargo, pese a este antecedente sobre una clara manipulación en su experiencia laboral, la Municipalidad Metropolitana de Lima lo eligió para ser supervisor de obra y recibir más de siete mil soles. En el siguiente informe conocerá los detalles de un caso en el que, indiscutiblemente, hubo mentiras que involucran a empresas y al propio trabajador.

LA FALSA EXPERIENCIA LABORAL

Para conocer mejor esta historia es preciso remontarse al año 2018 cuando la Municipalidad Provincial de Trujillo convocó a una licitación pública para una obra de mejoramiento de algunos tramos de una importante avenida trujillana y por la cual estaba en juego un elevado presupuesto que superaba los tres millones de soles.

Como suele ocurrir en estos procesos, los propios candidatos a que se les encargue la obra suelen indagar sobre el historial de sus competidores y exponer alguna irregularidad si es que la encuentran. Este caso no fue la excepción y, en octubre del 2018, uno de los postores, Constructora Pavimentos del Perú, presentó un recurso de apelación en el cual solicitaban que se le retire la buena pro al Consorcio Nazareno y sea descalificado.

Sin embargo, la historia dio un giro inesperado y terminó siendo expuesta una irregularidad en la oferta del postor que originalmente estaba pidiendo la descalificación del ganador del proceso de licitación pública. Según lo señalado, Hugo Santisteban Alejandro, uno de los profesionales que era parte de la oferta presentada por la Constructora Pavimentos del Perú para la licitación habría justificado su experiencia laboral con lo que sospechaban eran documentos falsos o adulterados.

Cristian Rebosio

Acorde a lo relatado en la resolución revisada por Sudaca, entre estos documentos cuestionados figuraba el certificado de trabajo de Hugo Enrique Santisteban Alejandro por el trabajo que supuestamente había desempeñado como supervisor de obra en el año 2010 en la construcción de pistas y veredas en Lambayeque.

Cristian Rebosio

En la siguiente imagen se puede observar el cuestionado certificado de trabajo. Este documento emitido por la empresa Trebol S.A.C. señala que Hugo Enrique Santisteban Alejandro llevó a cabo las tareas de supervisor de obra entre el 10 de febrero del 2010 hasta el 12 de julio del 2010.

Cristian Rebosio

Pero al revisar las fechas correspondientes al proceso de selección de la construcción de pistas y veredas se puede ver que la buena pro recién fue otorgada en los últimos días del mes de marzo del 2010, varias semanas después de la fecha en que supuestamente Hugo Santisteban había iniciado sus labores como supervisor de obra.

Cristian Rebosio

Ante esta indiscutible incongruencia entre las fechas, el Tribunal de Contrataciones del Estado señaló que la experiencia como supervisor de obra que pretendía acreditar Hugo Enrique Santisteban Alejandro no era válida porque la fecha en la que dicho documento señalaba como inicio de la obra era incluso antes que se convoque al proceso de licitación.

Cristian Rebosio

Cabe señalar que también se descartaría un error por parte del empleador del supervisor de obra debido a que en la carta de compromiso que firma el propio Hugo Enrique Santisteban Alejandro se observa que coloca la fecha que no coincide con el periodo de tiempo en el cual se iniciaron las obras realmente.

Cristian Rebosio

Este caso llegó a su final el 21 de enero del 2022 cuando el Tribunal de Contrataciones del Estado resolvió sancionar a la empresa Constructora Pavimentos del Perú por haber presentado documentación con información inexacta, entre los cuales se encontraban los relacionados con Hugo Enrique Santisteban Alejandro.
MUNICIPALIDAD SIN FILTROS
Sin embargo, y pese a que los documentos de este extraño caso de un trabajo fantasma están disponibles para cualquier interesado que realice una búsqueda sobre los nombres involucrados, la Municipalidad de Lima parece no haberle dado mayor importancia a este cuestionable antecedente.
La gestión del alcalde Rafael López Aliaga, quien junto con los integrantes de su agrupación política suelen acusar a cualquier adversario de recibir dinero público injustificadamente, habría mirado hacia otro lado y contrató a Hugo Enrique Santisteban Alejandro para que sea supervisor de obra en la creación de una ciclovía.

Cristian Rebosio

Acorde a lo que se puede observar en la imagen anterior, el involucrado en la presentación de un certificado de trabajo inexacto recibió una cifra que supera los siete mil soles por llevar a cabo la tarea encargada por la Municipalidad Metropolitana de Lima como supervisor de una obra ejecutada este año.

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La reconocida compañia Teoma, lider en redes de mercadeo y venta directa a nivel de Latinoamérica, ha anunciado un cambio de rumbo estratégico y ambicioso durante el lanzamiento de su evento insignia “Teomorfosis: El Reinicio”. Este hito marca una nueva era para la compañía, fundada por los hermanos David Novoa y Felipe Novoa, y que en los últimos años ha sumado como socio al reconocido empresario Richard Pereira.

Con este evento, Teoma reafirma su compromiso con la innovación y la sostenibilidad, presentando una estrategia integral que busca dinamizar la marca y consolidarla como la líder indiscutible en redes de mercadeo en América Latina. Entre las principales iniciativas David Novoa, Felipe Novoa y Richard Pereira, CEO Fundador, Presidente Fundador y Director Ejecutivo; destacan: La adopción de envases biodegradables en todos sus productos, incluyendo potes, etiquetas, frascos y bolsas. Además, Teoma invertirá en bonos de carbono y en otras acciones sostenibles que se materializarán a partir de 2025. Este compromiso no solo se aplicará en Perú, sino también en los mercados donde la compañía opera actualmente, como México, Costa Rica, Estados Unidos, Ecuador, Bolivia, Chile, Argentina y Colombia.

Teoma planea fortalecer su presencia en los países donde ya opera y abrir nuevos locales tanto en Perú como en el extranjero. Además, ha confirmado que está en proceso de entrar al mercado europeo con su primera tienda, programada para abrir en un país aún no revelado durante el primer trimestre de 2025.

La compañía promete revolucionar el mercado con el lanzamiento de una nueva línea de productos nunca antes vista en el sector de redes de mercadeo. Entre las novedades se encuentra un producto basado en una planta curativa que ninguna otra empresa ha utilizado hasta ahora. Este lanzamiento está diseñado para posicionar a Teoma como pionera en su industria.

En una movida audaz, Teoma también ingresará al mercado financiero con la creación de una entidad propia que ofrecerá servicios como tarjetas de crédito y débito a sus afiliados. Además, explorará el uso de criptomonedas para diversificar su portafolio de servicios.

De acuerdo con las proyecciones de sus fundadores y socios, 2025 será un año de crecimiento exponencial, con estimaciones de incremento entre el 500% y el 600%. Este crecimiento consolidaría a Teoma como la compañía más fuerte y rápidamente creciente en América Latina.

Desde su fundación, Teoma ha demostrado ser una empresa resiliente, superando desafíos como la pandemia de COVID-19, y adaptándose con éxito a las nuevas exigencias del mercado. Con esta reinvención, la compañía no solo busca liderar en su industria, sino también establecer un ejemplo de sostenibilidad e innovación a nivel global.

[El dedo en la llaga] “¿Quién puede matar a un niño?” es una estremecedora película de terror del español Narciso Ibáñez Serrador, estrenada en 1976. Los primeros 8 minutos intercalan los créditos del film con escenas documentales, donde junto con las imágenes reales se nos da cuenta de la cantidad de niños muertos en varios conflictos recientes en ese entonces, a saber:

– en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945): aprox. 14 millones de niños muertos;

– en la Guerra Indopakistaní (1947-1948): aprox. 2 millones de muertos, de los cuales 1.2 millones eran niños;

– en la Guerra de Corea (1950-1953): aprox 1.2 millones de muertos, de los cuales 550 mil eran niños;

– en la Guerra de Vietnam (1955-1975): 3 millones de muertos, de los cuales 1.8 millones eran niños;

– en la Guerra de Biafra, en África (1967-1970) : 500 mil muertos, de los cuales 390 mil eran niños.

Lo que vemos en la cinta de Ibáñez Serrador es la contraparte de esta atroz realidad. Una pareja británica, Tom y Evelyn, llega de vacaciones a una pequeña isla española, para darse con la sorpresa de que las instalaciones que hay en ella están desiertas, salvo por la ocasional presencia de niños. Como si de pronto hubieran desaparecido los adultos, dejando las cosas que estaban haciendo en ese momento. Poco a poco se darán cuenta de que la amenaza proviene de los niños, que —sin razón aparente— han asesinado a todos los adultos, y ellos dos serán las siguientes víctimas. Evelyn morirá con dolores de angustia de una manera inesperada: el niño por nacer que lleva en su vientre le dará muerte, y Tom intentará huir de la isla provisto de un arma de fuego, acosado por una jauría de niños, a varios de los cuales matará en su intento de fuga en un bote, para ser finalmente abatido a tiros por unos policías que llegan en su lancha patrullera y ven al sujeto “atacando” a los menores y no llegan a comprender que está “defendiéndose”. Pues ¿quién en su sano juicio puede matar a un niño?

El director de este desgarrador film parece cuestionar ciertas creencias instaladas soterradamente en las sociedades modernas. El hecho de que los niños asesinen a los adultos se convierte en un elemento narrativo que instaura el terror en nuestras entrañas, como ocurre también en películas de ciencia ficción como “El pueblo de los malditos” (“Village of the Damned”), tanto en la versión de 1960 (Wolf Rilla) como en la de 1995 (John Carpenter). Pero que adultos asesinen a niños —como ha ocurrido muchas veces de manera masiva y sistemática en la realidad— ya no parece asombrarnos. Ante la pregunta: ¿quién puede matar a un niño?, la respuesta debería ser que nadie que tenga una pizca de humanidad en su alma, pero la cruda realidad es que siempre se ha matado niños a mansalva, y a eso se suma la mayoría de quienes no lo han hecho, que se han convertido en cómplices con su silencio y su indiferencia.

Se trata de una práctica que ha acompañado a la humanidad desde sus inicios. Encontramos varias muestras de ello en las narraciones bíblicas. Por ejemplo, durante la conquista de Canaán (la actual Palestina) por los israelitas. Dios les ordena a éstos que cuando tomen una ciudad, eliminen por completo a las naciones que viven en la tierra prometida, lo cual incluye la eliminación de hombres, mujeres, niños y ancianos (Deuteronomio 20,16-18). En la toma de Jericó se relata que los israelitas, tras rodear la ciudad y derrumbar sus muros, eliminaron a toda persona en la ciudad: hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, e incluso animales (Josué 6,21). Muy posteriormente, Dios le ordena al rey Saúl atacar a los amalecitas y matarlos a todos: hombres, mujeres, niños, lactantes, y hasta ganado (1 Samuel 15,3). La orden no fue cumplida en su totalidad por Saúl, lo que llevó a que Dios lo rechazara como rey. Uno de los epítetos de Dios en el Antiguo Testamento es el de “Dios de los ejércitos”.

Aparentemente todas estas acciones que hoy calificarían como genocidio no habrían sido ordenadas por Dios, sino que quienes las protagonizaron buscaron justificarlas de manera religiosa, aduciendo que no eran en verdad crímenes sino expresión de la voluntad divina. Era la manera de darle carta libre a la barbarie y extender un manto de impunidad sobre los hechos que leemos en el Antiguo Testamento, que en su mayor parte no es otra cosa que una historia de colonización efectuada por un pueblo extranjero, los israelitas que venían de Egipto, en perjuicio de quienes ya habitaban esas tierras y que fueron masacrados y desterrados en masa, si creemos lo que cuentan los autores de varios libros del Antiguo Testamento con una narrativa sesgada y parcializada a favor de los ocupantes. ¿No les parece semejante esta historia a lo que ocurre en la realidad actual, cuando el gobierno de Israel y sus representantes justifican sus crímenes contra los palestinos en base a una narrativa religiosa? ¿Una narrativa que puede ser válidamente cuestionada no sólo desde la perspectiva de los derechos humanos sino también desde una perspectiva religiosa auténtica que renuncie a manipular los valores morales de religiosidad auténtica y a favorecer intereses personales y políticos?

En los 14 meses que lleva el conflicto con Gaza han muerto más de 45 mil palestinos, entre ellos unos 14,500 niños. El atroz ataque terrorista sufrido por Israel el 7 de octubre de 2023 le daba derecho a defenderse de las milicias de Hamás, pero no a cometer un genocidio contra el pueblo palestino. Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel y jefe de gobierno, actuaría por motivos meramente políticos, y tendría la necesidad de masacrar y marginar al pueblo palestino que habita en Gaza y Cisjordania para mantener su poder.

Guardando las diferencias, encontramos una historia similar en el Evangelio de Mateo. Allí se nos narra que el rey judío Herodes —quien mantenía su poder gracias al amparo de una potencia extranjera, el Imperio romano—, cuando se entera a través de los sabios de Oriente —a quienes conocemos como los “reyes magos”— que en Judea iba a nacer “el rey de los judíos”, decide tomar acciones para contrarrestar esa amenaza contra su poder. Cuando los sabios, gracias a un aviso celestial, deciden regresar a su tierra de origen por otro camino y no informarle quién era el niño al que habían ido a adorar, Herodes ordena realizar una masacre de niños varones menores de dos años. Hemos de suponer que nadie cuestionó esa orden, que los autoridades romanas se hicieron de la vista gorda y que Herodes cometió impunemente este crimen. Y de paso, quienes integraban la familia conformada por José y María de Nazareth, y el niño Jesús, se convirtieron en refugiados, encontrando asilo en Egipto. Así es la historia que nos ha transmitido la tradición cristiana.

Por todo lo dicho, el hecho de que en el Vaticano se haya instalado un belén o nacimiento de madera tallada de olivo, con el niño Jesús reposando sobre una kufiya palestina, es de un simbolismo enorme. Pues Jesús, el personaje que constituye el núcleo de la fe cristiana, habría nacido en Belén, una localidad de la actual Cisjordania, y habría estado expuesto a todos los sufrimientos del actual pueblo palestino: ser pobre, un refugiado y sobreviviente de una masacre.

Varias figuras proisraelíes acusaron la exhibición del belén de ser un “truco político”, pues consideran que la kufiya es símbolo de la identidad palestina y de la resistencia contra la ocupación israelí. Pero Faten Nastas Mitwasi, una de las artistas detrás del proyecto, rechazó las criticas a través de unas declaraciones a The New Arab, una plataforma de medios de comunicación digital con sede en el Reino Unido: «Esta instalación refleja las múltiples identidades del pueblo palestino, tanto cristianos como musulmanes, al presentar una historia local que tuvo lugar en Belén hace 2000 años, utilizando materiales locales y símbolos nacionales». Según Mitwasi, la kufiya no es un símbolo de violencia. «Es parte de nuestro patrimonio cultural. Considero que quienes la ven como un símbolo de violencia deben aprender más sobre la historia y la cultura palestinas. Como cristiano palestino, debería tener la libertad de crear mi propio belén y utilizar cualquier símbolo palestino que considere adecuado». Así lo entendió el Papa Francisco, al inaugurar el belén el 7 de diciembre de este año: «Estos belenes nos recuerdan a quienes, en la tierra donde nació el Hijo de Dios, siguen sufriendo a causa del drama de la guerra».

Sin embargo, el 11 de diciembre ya había sido retirado el Niño junto con la kufiya. ¿Volverán ser colocados el 24 de diciembre, día en que según la tradición cristiana se coloca al niño Jesús en el pesebre y no antes? No lo sé con certeza. Aunque soy de la opinión de que sí se debería hacer, para expresar lo que constituye el compromiso del Jesús que conocemos a través de los Evangelios: estar al lado de los desposeídos, los marginados, los que lloran, los que viven en pobreza e inseguridad, los que son masacrados sin piedad ni compasión.

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