Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 210: Moody’s rebajó la nota del Perú: ¿de quién es la culpa? Siguen revelaciones sobre Maraví. ¿Cambios en la alta jefatura de la PNP? Y una inducción en derechos de la mujer para el Gabinete.

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Lima – Perú

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Guido bellido, Iber Maraví, Moody's

Desde el 28 de julio hemos presenciado un linchamiento mediático esencialmente racista y clasista contra un partido político que emerge de las regiones y llega al gobierno con Castillo y Bellido a la cabeza del gabinete. Se les ha terruqueado, llamado “incapaces” e “inmorales” porque en la cultura dominante no cuadra que un premier no sea un hombre blanco, limeño, «educado» y anti-comunista.

En este contexto, una congresista de la oposición golpista acusa de acoso verbal al premier Bellido exacerbando el rechazo legítimo de mujeres contra esa violencia machista. La violencia contra la mujer en Perú es alarmante y eliminar el feminicidio, con alrededor de 150 mujeres asesinadas al año, debe ser una prioridad para el gobierno. A la vez, las feministas no debemos extraer este incidente y sacarlo del actual contexto golpista. No sería la primera vez que el uso del poder femenino de clase o racial ha servido para activar o profundizar el sistema opresor. En su caso Chirinos consigue la inmediata solidaridad feminista para justificar la salida del premier. El objetivo es convertir a Bellido en el dolor de cabeza de Castillo como lo fue antes el ex-canciller. Recordemos que fue otra mujer, familiar de gamonales, quien empezó con las injurias en su caso. Existe pues un poder ejercido específicamente por mujeres blancas o privilegiadas victimizándose con fines políticos.

El Perú es un país racista y clasista con una clase blanca dominante similar a EEUU. En el 2020 en plena pandemia, una mujer blanca en el Central Park llamó a la policia diciendo que un hombre negro la estaba amenazando. Ella sabía lo que hacía y las consecuencias que podría conllevar, como la muerte de ese hombre por la policía racista de NY. Era mentira y el hombre pudo grabarla con su celular para defenderse. Felizmente esa historia tuvo un buen final.

Veamos como se ha instrumentalizado el poder de mujeres blancas para ejercer violencia contra hombres negros en los ultimos 100 años en EEUU. Miles de hombres negros han sido linchados, ejecutados, asesinados, etc. porque mujeres blancas dijeron que fueron violadas o acosadas. Estos son algunos casos más emblemáticos y terriblemente injustos:
La masacre de Tulsa en Oklahoma en 1921 un barrio de clase media negro fue atacado y bombardeado por blancos porque una mujer blanca operadora de un elevador dijo que un hombre negro le pisó el dedo. Como consecuencia cerca de 300 personas fueron asesinadas, 70% de ellas de la comunidad negra y más de 1,200 viviendas y negocios destruidos.

En 1944 George Stinney Jr. de 14 años fue acusado de asesinar a dos niñas blancas y electrocutado en la silla eléctrica en Carolina del Sur. Su juicio duró solo dos horas. No se llamó a ningún testigo del acusado, y al jurado de hombres blancos le tomó sólo 10 minutos sentenciarlo a muerte. Debido a que George era muy bajito, 1.50m, tuvo que sentarse en una biblia en la silla eléctrica. No se encontraron pruebas de su culpabilidad.

En 1949 en Florida una adolescente blanca acusó a 4 jovenes negros Walter Irvin, Samuel Shepherd, Charles Greenleede y Ernest Thomas de haberla violado. Este último escapó y fue asesinado por una turba de blancos con más de 400 balazos. Dos fueron condenados a cadena perpetua y otro sentenciado a muerte, sin embargo la policía blanca disparó a dos de ellos, matando a uno. Después de casi 60 años se confirma que la adolescente nunca fue violada.

La tortura y linchamiento de Emmet Till de 14 años en 1955 en Mississipi ocurrió porque una mujer blanca dijo que Emmet la agarró amenazante y fue “sexualmente crudo”. Sus torturadores le pegaron, le dispararon en el rostro y tiraron su cuerpo en el río. Años después la mujer admitió que había mentido.

Mientras no sabemos si Chirinos dice la verdad, Bellido ya fue “sentenciado” por la narrativa feminista dominante. Bellido como la gran parte de hombres peruanos son sexistas, pero no debemos creer inmediatamente en alguien sin comprender el contexto y el peligro que las consecuencias que conlleva. Chirinos estaría usando su victimización como un instrumento de poder con un fin político e incluso profundiza prejuicios racistas sobre el “serrano machista y violador”. El tema es bastante complejo y las reacciones sin cuestionar a la acusadora no ayudan a construir un feminismo de clase y anti-racista. Si el feminismo no es interseccional y decolonial no es feminismo.

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Patricia Chirinos

EL PODCAST DIARIO DE OPINIÓN DE JUAN CARLOS TAFUR.

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Movadef, Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

La decisión política que va a tener que tomar el presidente Castillo no es poca cosa. Es dramática. Se va tener que desarraigar de las dos fuentes matrices que lo llevaron al poder y reiniciar su gobierno bajo parámetros distintos. Porque el problema no es solo Vladimir Cerrón y sus pretensiones de que sea el partido Perú Libre el que gobierne -vieja reminiscencia leninista- y de que el régimen, con él como titiritero, se conduzca al proceso de refundar constitucionalmente la República a través de una Asamblea Constituyente, para lo cual ya junta firmas (esfuerzo, dicho sea de paso, inútil, ya que solo es el Congreso el único con potestad de reformar la Carta Magna, así se junten diez millones de firmas).

El otro grave problema fundacional del régimen, y que es el que está generando serísimos problemas de gobernabilidad, tantos como los ocasionados por el cerronismo, es la predominancia excesiva del ala magisterial radical vinculada al Movadef (de la cual es miembro, por ejemplo, el cuestionado ministro de Trabajo, Iber Maraví, sobre quien pesan serias acusaciones que lo vinculan a Sendero Luminoso), que también tiene entre sus propósitos el tema de la Asamblea Constituyente, pero, sobre todo, diseñar un plan de conquista sindical del magisterio, aplastando al Sutep, y luego la puesta en marcha de un plan político para construir desde el poder una patria socialista.

Si Castillo no rompe con ambos frentes, los cuales explican la ingobernabilidad que se aprecia en este primer mes y pico de gobierno, no va a poder desplegar ni siquiera una agenda de izquierda moderada. Se va a quedar atrapado en el conflicto político (porque, además, ambas alas se aborrecen y se sabotean mutuamente) y sumido en la parálisis y el desgobierno.

Entre el maoísmo del Movadef y el leninismo de Cerrón, Castillo no va a llegar a buen puerto. Y necesita actuar rápido. Ya, como se ha visto, nos han bajado la calificación crediticia y de persistir el despelote, las consecuencias económicas pronto se sentirán en los bolsillos, más allá del proceso devaluatorio e inflacionario, que en parte se explica por razones globales.

Castillo tiene que aprender a zanjar, a crear resentimientos, a postergar filiaciones, a desairar expectativas, a frustrar aspiraciones. De eso se trata, en alguna medida, gobernar, en tomar decisiones que alegran a algunos y afectan a otros. No se puede contentar a todos. Si lo que el Primer Mandatario busca es no herir susceptibilidades de nadie, vamos rumbo al despeñadero, a una situación de precariedad gubernativa de tal envergadura que amenaza la propia continuidad del régimen y conducirá, de paso (imaginamos que lo sabrá) al descrédito histórico de una opción de cambio.

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Movadef, Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

Formalizar la economía y el empleo debería ser una política de Estado de interés para políticos de izquierda y derecha. Todos deberíamos estar interesados en incrementar la formalidad en nuestro país. 

La pandemia desnudó la fragilidad de nuestra sociedad. A pesar de nuestra reciente historia de logros macroeconómicos, tuvimos uno de los peores desempeños en la región (y el mundo) tanto en lo sanitario como en lo económico en gran medida por la alta informalidad (además de la deficiente gestión). Empresas informales no podían acceder a medidas de apoyo del sistema financiero ni con apoyo del Estado. Tampoco a medidas laborales excepcionales como subsidios al empleo formal o suspensión perfecta de labores. Trabajadores informales no cuentan con una red robusta de protección social. No tenían otra opción más que seguir trabajando para generar ingresos para el día a día. 

Las recientes elecciones demuestran un hartazgo de gran parte de la ciudadanía y demandan un cambio. Demandan que el crecimiento y logos macroeconómicos se traduzcan en bienestar para la mayoría. Si bien el impulso a los programas sociales ayudó en este sentido, es una solución complementaria. La formalidad es la verdadera inclusión en el bienestar del crecimiento. A mayor formalidad, los beneficios del crecimiento se distribuyen sobre mayor parte de la población. Allí no hemos avanzado en términos relativos. Si bien el número de empresas formales y trabajadores formales crece en términos absolutos, no lo hace como proporción del total. 

¿Qué debemos hacer para formalizar? Pues se requiere un conjunto de reformas en las que cada una de ellas por separado puede generar costos mayores a beneficios a diferentes grupos de interés pero que en conjunto permitirían que todos estemos mejor. Esta es la razón por la que muchos grupos pueden tener resistencia a medidas aisladas que ayudan a formalizar. Es un equilibrio perverso en el que nos encontramos que requiere de varias reformas coherentes para pasar a un mejor equilibrio.

Múltiples reformas son necesarias para la formalización. Una reforma tributaria que incluya incentivos y beneficios para la formalidad y para hacer negocios con formales. Debemos repensar el sistema de protección social. Una reforma laboral que reduzca los incentivos de las empresas, en especial las pymes, para la informalidad. Una reforma pensionaria que considere la capacidad de los trabajadores de pagar sus costos y los subsidios necesarios. Una reforma de salud que cambie la fuente de financiamiento de las empresas hacia el presupuesto público y las familias. Medidas para mayor inclusión financiera que faciliten las transacciones de todos con la economía formal. Medidas de gobierno electrónico como la universalización de los comprobantes electrónicos que incrementan la trazabilidad y trámites on-line interoperables. Políticas de desarrollo productivo y políticas educativas que incrementen la productividad de empresas y trabajadores como beneficio por el cumplimiento de la formalidad. Reformas regulatorias que técnicamente resuelvan fallas de mercado sin generar trámites innecesarios o más complejos de lo que deberían ser. Finalmente es clave sensibilizar a todos sobre la importancia de ser parte del sistema, de un sistema que funciona.

La izquierda no se preocupa de la formalización porque defiende los beneficios laborales para los trabajadores formales.  Nota aparte, esto es contradictorio pues los trabajadores en los que concentran su defensa son en promedio los de mayor bienestar y dentro del 50% de mayores ingresos de la población y no ven al 50% de menores recursos. La derecha no entiende que se requiere ampliar la protección social y el gasto público y que esto demanda tener una mayor presión tributaria. En sumas y restas, los diferentes actores tendrán elementos de las múltiples reformas que los beneficien o no, pero en el neto, todos deberían poder estar mejor. 

Para alinear estas reformas se requieren algunos principios rectores que deben convivir y encontrar un balance: Incrementar y universalizar la protección social de la población, promover el crecimiento y la productividad de la economía, promover la redistribución de bienestar e incluir a todos. Formalizar es prioritario y es posible. Todos debemos poner la formalización en agenda: El gobierno, el Congreso, los políticos en general, el sector académico, los medios, el sector privado y la sociedad civil.

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Debate, Formalización, Protección

UNO

Fue a mediados de los setenta que viajamos, la familia completa, de vacaciones a Tingo María. Teníamos que cruzar Ticlio (a 120 km de Lima) para llegar a destino. Nunca olvidé esa experiencia. Fue pesadillesca para los 3 hermanos. Sufrimos mareos, vómitos, el famoso mal de altura, que me aturdió hasta llegar. Nos recibió mi tío Lucio, hermano de mi mama, quien nos llevó raudamente a su casa, ubicada a 40 minutos de la discreta ciudad selvática.

Ese año, ellos vivían en un pueblito llamado La Roca, a orillas del rio Huallaga, y era el típico pueblo salido de una novela costumbrista: 2 hileras de casuchas sin asfalto, ni vereda y al fondo, el imponente Rio Huagalla.  Había una ausencia total de luz eléctrica, por ende, no teníamos tv (una huevada). Empezábamos mal las vacaciones, nos dijimos entre los hermanos; y si bien mi tío tenía 4 hijos, ellos eran más pequeños, y no les dábamos bolilla. 

Pasamos cerca de 2 meses allí. La primera noche, pregunté dónde estaba el baño me señalaron la agreste vegetación detrás de la casa y me dieron un rollo de papel higiénico: me quedé de una pieza. 

La casa era, típica de la selva, de madera, con techo a dos aguas. Cuando llovía podía durar todo el día. En las noches, con el calor, emergían toda clase de bichos y arácnidos. Dormíamos con mosquitero sino era imposible dormir. Ahora debo ser justo, las calideces de mis tíos aplacaban los inconvenientes. Los almuerzos eran pantagruélicos. 

DOS

La Roca era un pueblito que estaba en la línea invisible de lo pintoresco y patético. Uno de aquellos personajes inolvidables era el Tío Lino. Era un personaje canoso, petiso y gordito, de edad indescifrable (podía tener entre 50 y 60 años) y siempre son una gorrita de color níveo que ocultaba su calvicie. Poseía un colectivo de los años cuarenta, creo, con carrocería de madera y bancas dispuestos en forma horizontal. Hacia viajes a Tingo María los cuales duraban cerca de una hora y media. Avanzaba siempre por la ruta, con o sin asfalto, a 20 km por hora. Bamboleante llevaba en su interior, aparte de pasajeros, mercaderías, maletas e incluso animales. En pocas palabras, el Tío Lino manejaba la carcocha del pueblo. 

En cierta ocasión, subí a su carricoche. Al lado mío, iba una señora que llevaba unos polluelos, en una caja de cartón, la cual tenía unos huequitos laterales para que el animal no se asfixie. Todo iba bien, hasta que el pollito saca su cola y deja caer su mierda en mi pantalón nuevecito. Ante mi estupor, la selvática mira lo que hizo su animalejo y se rio a carcajadas. Lógicamente monté en cólera, pero cuando tienes 10 años, generalmente, la gente no te hace caso y menos a tus cóleras.

TRES

Las veces que las pasamos mejor fue cuando coincidíamos con mi tía Marionila y sus hijos. Eso sí era un despelote. Jugábamos sin descanso y jodíamos a todo el mundo. Ahí degustamos el popular Juanes, del cual me convertí en fanático. 

El rey de ese lugar era mi primo Grimaldo, tenía 25 años. Mis hermanos, primos y el que suscribe, lo reverenciábamos: Poseía auto y era de contextura mediana, morocho y con barba tupida. Su ropa era bacán, pero lo más importante: tenía éxito con las mujeres. Estar al lado de él, era un cague de risa, y nunca nos ninguneaba, sabia tratar a sus primos menores.

Ese verano descubrí la música de Juaneco y su Combo. Sin mentir, deben haber tocado más de una veintena de veces, en la radio. En cualquier parte, donde íbamos, en el ambiente sonaba la canción “Mujer Hilandera”. Hace unos años atrás, les conté a los alumnos, de Informática aquella anécdota, y se cagaron de risa. Incluso varios buscaron en Youtube la canción y me mostraban las versiones de la susodicha canción.

CUATRO

En 1980 fue el último año que fuimos toda la familia a Tingo. Contaba con 14 años y le pedí a mi tío para trabajar con él ese verano. Había comprado un camión nuevo y transportaba gente con sus mercaderías a la ciudad. Me despertaba tempranito y lo acompañaba a laburar. Al llegar, a Tingo María, el tío Lucio me llevaba a un restaurante para desayunar opíparamente. Era un hombre callado, pero con una gran calidez. Era fachero y poseía unos bigotes que lo hacían parecer actor de cine mexicano. 

Luego al año siguiente mis hermanos y yo nos negamos rotundamente a viajar. Vivíamos en nuestro microcosmos adolescente y no permitíamos que el recuerdo de la Selva lo invadiera. Nunca más volvimos. En los noventa volví a ver al hermano de mi mama, en Lima, más viejo, pero siempre con la misma calidez con que me trataba de chico. Nos saludamos efusivamente. 

Ahora con más de cincuenta años, el tiempo ha suavizado las incomodidades que pase. El conocer una cultura distinta enriquece y es cierto cuando dicen que en el Perú subsisten varias realidades. Pero más que nada fue conocer a gente siempre dispuesta a recibirte con los brazos abiertos, y sin prejuicios. Tal como son descriptos la gente del interior. Esas personas no se olvidarán jamás, siempre estarán en el recuerdo.

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Cultura peruana, Juaneco y su combo, Lima, Música, Perú, Tingo María

Así como se perdieron empleos durante la pandemia, también fueron surgiendo emprendimientos. De acuerdo a un estudio de Kantar Perú, el 43% de hogares a nivel nacional tiene un miembro que inició su negocio durante la pandemia, siendo este fenómeno transversal a todos los niveles socioeconómicos.

En entrevista con Gestión, Francisco Luna, country manager de la consultora, reveló que en los segmentos A y B existe una preferencia por la venta de diversos productos a través del delivery, después se encuentran las iniciativas centradas en los kits de protección y los productos de belleza vendidos por catálogo, que son más predominantes en los niveles C y E.

Para garantizar su crecimiento, es indispensable una buena administración financiera. Según Stefano Denegri, co-fundador de Qualus Manager, sistema que automatiza la gestión para las micro y pequeñas empresas (mypes), muy pocas mypes llevan un control adecuado de sus finanzas. “Esto impide que tengan las herramientas adecuadas para tomar las mejores decisiones y aumentar su rentabilidad”, comentó.

Reglas básicas a cuidar

Denegri y Carlos Eduado Pomarino, también cofundador de la empresa, coinciden en que tener un buen control financiero desde el inicio ayuda a tener el orden y la claridad necesaria para lograr los objetivos, superar las metas y alcanzar el máximo potencial del negocio.

Con la finalidad de que las empresas puedan tener éxito en el manejo de sus finanzas, los especialistas compartieron cinco hábitos financieros que pueden aplicar las mypes:

Control de Ventas. Ello permitirá almacenar información de cada transacción que se realice. Como mínimo se debe registrar fecha, monto, cuenta a la que ingresó el dinero, tipo de pago, etc. Así, se podrá analizar la información y tomar decisiones correctas para la empresa.

Control de Gastos. Igual que en las ventas, es importante registrar todos los gastos con los mayores detalles posibles. Esto permitirá saber cuánto se gastó por concepto en cada mes y se podrá comparar con otros periodos. Además, se podrá evaluar si los gastos son realmente necesarios o se puede reducir alguno para mejorar la rentabilidad.

Manejo de inventario. Tener un control adecuado del inventario permite conocer el stock disponible y en tiempo real. Asimismo, las empresas pueden identificar cuándo deben abastecerse y brindar un mejor manejo de las producciones para controlar los costos.

Facturas electrónicas. La emisión de facturas electrónicas permite automatizar procesos que representan costos escondidos para la empresa, como el envío automático a los clientes, evitar errores de digitación manual y tener un mejor control tributario.

Elaborar un presupuesto. Con el presupuesto se busca proyectar cuáles van a ser los futuros ingresos y egresos de la empresa. Para ello, se utiliza la información generada antes como referencia para armar una lista de ingresos, costos y gastos estimados para los meses futuros.

Foto de portada: gamarramayoristas.pe

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Emprendedor, Habitos financieros, Negocio

De acuerdo a la información desarrollada por la herramienta de inteligencia artificial ELSA (Espacios Laborales Sin Acoso), creada por Genderlab y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), 1 de cada 4 mujeres ha sufrido de alguna experiencia de acoso sexual en los últimos dos años en el ámbito laboral. En entrevista con Sudaca.pe, Marlene Molero Suárez, CEO y cofundadora de GenderLab, explica que -lamentablemente- existe una tendencia a tolerar el hostigamiento sexual o el acoso político.

-¿Cuándo podemos decir que estamos ante una agresión con una carga de género y no solo palabras “desafortunadas” o “bromas de mal gusto”?

Cuando se habla de comentarios desafortunados o de bromas de mal gusto, esas son referencias que, en realidad, hablan de una tolerancia al hostigamiento sexual o al acoso político. Tenemos una tendencia a tolerar aquello que no deja una huella visible y con el tiempo, ya nadie reacciona ni dice nada y empieza esta normalización, pero eso ya no es una broma. En todo caso, es una manifestación de hostigamiento sexual que pasó por un proceso de normalización.

En el plano laboral, ¿esto ocurre más frecuentemente en los compañeros de cargo o entre jefes con algún poder de autoridad?

En datos que tenemos de ELSA, la herramienta que tenemos con el BID, lo que hemos encontrado es que en más del 50% de los casos el hostigamiento suele darse entre compañeros de trabajo. Es decir, entre pares. En segundo orden, se da por parte de superiores jerárquicos de la misma área, vendría a ser el jefe o la jefa directa y en tercer orden, en superiores jerárquicos de otras áreas.

De acuerdo a esa información, ¿las organizaciones esperan que haya denuncias o investigan?, ¿qué tan reacias son las víctimas a denunciar?

La denuncia es la última opción de una persona que pasa por una situación de hostigamiento sexual laboral. La mayoría opta por evitar a la persona o contárselo a un compañero o compañera de trabajo. La denuncia por los canales establecidos es marginal. Poco más del 5% de personas que pasa por estas situaciones decide denunciar o hablar con recursos humanos. Y encontramos a personas que nos dicen que esto no sucede en su sector porque no reciben denuncias. Ahí está la desconexión, que la gente por lo general no denuncia. Eso no quiere decir que no suceda.

Cuando esto sucede, las personas agredidas no están en la obligación de dar alguna respuesta, pero ¿es importante que demuestren su disconformidad?

La norma actual no pide que el rechazo sea expreso. Eso ya no es un requisito, basta con que la conducta no sea bienvenida. Cuando hay una relación jerárquica, las personas pueden verse en la dificultad de expresar cuál es su voluntad real. Eso lo que hace es no pasar la responsabilidad, en realidad, a quien hace la conducta. Estamos acostumbrados a preguntar si dijeron que “no”, a buscar el rechazo, cuando en realidad la pregunta es “¿te dijo que sí de alguna manera?”. Si buscas el rechazo y lo que encuentras es silencio, lo vas a interpretar como un sí, pero si estás buscando un consentimiento y lo que encuentras es silencio, ese silencio se va a volver no. Cambia la figura al 100%.

¿Qué actitud se debería de buscar de parte de las personas que puedan estar frente a este tipo de actos, siendo testigos?

Hay medidas legales como capacitar a todo el personal y al comité que investiga los casos de hostigamiento sexual laboral, pero hay que ir más allá de la ley. Si nuestras capacitaciones son de 20 minutos o si la capacitación al comité es de unas dos horas, pero centrado en las obligaciones legales, no ayuda a entender de lo que hablamos ni a trabajar la sensibilidad del enfoque de género que se necesita para resolver estos casos.

Una vez que se resuelven los casos, ¿es importante darlo a conocer como una forma de saber que hay un término de los procesos?

Hay una obligación de guardar confidencialidad, sobre todo, alrededor de la víctima, pero eso no significa que no pueda haber una puesta en conocimiento. Una forma puede ser con reportes anuales que digan cuántas denuncias se recibieron por hostigamiento sexual laboral, en qué caso se encontró evidencia suficiente y que se sancionó con el despido o una suspensión. Esto hace que la gente sepa que hay denunciantes, no están solos. Dice también que la organización recibe la denuncia, la investiga y, además, la sanciona. Esta no es una obligación legal, pero sí una muy buena práctica.

Dato:

Aquí te dejamos una Guía de acción rápida para denunciar actos de de violencia contra las mujeres en el Perú elaborado por GenderLab.

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Acoso sexual, BID, ELSA, Genderlab, Hostigamiento sexual, Marlene Molero
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