Desde los inicios de la presente legislatura, el economista Carlos Anderson se destacó como uno de los congresistas mejor preparados en un universo parlamentario repleto de políticos sin preparación académica ni experiencia en gestión pública.
Teniendo en cuenta esas características, buscamos a Anderson y le preguntamos: ¿qué propone el proyecto de la nueva Ley General de Industrias?
Hace mucho tiempo se pensó que no era necesario ningún tipo de política industrial; esa es una posición ideológica, nada más que eso. Ignorando 250 años o 350 años de historia de capitalismo mundial, ningún país se ha desarrollado sin políticas industriales. Las industrias, digamos, no se desarrollan de manera natural, viven de algún tipo de estímulos; lo que pasa es que después de muchos años, hubo gente, de una ideología en particular, que decía que los países en desarrollo no deben escoger ganadores, no deben tener políticas sectoriales de desarrollo; bueno, los países tontos que nos llevamos de esos consejos no desarrollamos la industria y los países que entendieron eso son los países que hoy en día se llaman de reciente industrialización, primero tenemos los cuatro tigres (originales) asiáticos: Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea del Sur. Ellos impulsaron la reciente industrialización de Malasia, Indonesia y Vietnam, países destruidos en la guerra mundial y recuperados a pasos agigantados.
En América Latina tenemos los ejemplos recientes de Costa Rica y de México, que son países que en los últimos 20 o 25 años han cambiado sustancialmente sus estructuras económicas; entonces, las preguntas son: ¿cómo lo hacen y qué hay que hacer? En el Perú hubo un ejercicio de industrialización en los años setenta, durante el gobierno militar, pero fue, por supuesto, muy mal hecho, con protección indefinida. Entonces hoy en día hay una nueva manera de mirar el tema de la industrialización, que consiste básicamente en tener un concepto más amplio de lo que significa industria con servicios, con tecnología y en tercer lugar promocionando, digamos, el contenido tecnológico entre las exportaciones.
¿Cómo lo logran, cómo lo están haciendo?
Usando, precisamente, las buenas enseñanzas de los países asiáticos. En el caso del Perú, por ejemplo, no hemos transitado por ese rumbo; hemos desviado totalmente el tema de la industria. Ahora hay una discusión en cómo promocionar la industria, porque hay ciertos sectores que lo que dicen es: “ponme protección, que no entren los productos foráneos, esa es la mejor fórmula de estimular nuestra industria nacional”, y otros que dicen: “bueno, mira, dame regímenes especiales, laborales e impositivos y hay que ser cuidadosos con eso; y tiene que ser con condiciones”.
En particular, hoy en día hay un enfrentamiento geopolítico entre la China y los Estados Unidos que se ve en Asia, en África y en América Latina. Entonces los Estados Unidos, en particular en América Latina, se ha dado cuenta que ha venido perdiendo la batalla, y hace un par de años ha comenzado a impulsar una política que se conoce como nearshore, que, básicamente, es promocionar que se generen cadenas de producción y de suministro a las grandes multinacionales latinoamericanas.
El mes pasado se ha publicado un estudio que muestra cuál es el potencial que tiene esa política de estimular las exportaciones latinoamericanas, y, en el caso específico del Perú, dice que para nosotros, los que somos parte de toda esa corriente, podemos llegar a obtener beneficios de hasta 1400 millones de dólares anuales. Y si hubiéramos hecho lo que hizo México hace dos décadas con maquila y manufactura, entonces el impacto habría sido de un poco más de 5000 millones de dólares anuales, adicionales a las exportaciones.
Por ese motivo, cuando hay una discusión sobre un proyecto de ley de fomento industrial, hay escucharlo con interés y detenimiento.
El proyecto de ley que yo he presentado, que se llama REMA, que significa Régimen de Elaboración, Manufactura o Maquila y de Almacenamiento, es un poco distinto porque no busca generar incentivos por la industria que ya existe, sino para generar nuevas industrias.
¿Cuáles serían los incentivos que ofrecemos para atraer la inversión extranjera que necesitamos?
Si hoy en día tienes una empresa y le das un servicio de consultoría a una empresa domiciliada en el extranjero no pagas IGV; entonces, si tienes una empresa china, japonesa o francesa que quiere llegar al mercado norteamericano, vas y estableces una empresa de ese tipo en México, que está cerca al mercado estadounidense.
Este régimen, como te digo, es el que explica porqué México ha pasado de ser un país que dependía básicamente de la exportación de petróleo a ser el mayor fabricante de autos que se venden en el mercado estadounidense.