Proyectos de Irrigación

El gobierno ha anunciado, dentro de su paquete de 25 medidas para salir de la recesión, la aceleración de los proyectos de irrigación de Chavimochic, Chinecas y Majes-Siguas.

Se ve difícil, ya lo han señalado expertos, que se logre el cometido en las fechas planteadas, pero vale destacar el esfuerzo de imprimirle voluntad de ejecución a los mismos, por su impacto en la economía nacional y en la dinámica inversora.

Al mismo tiempo, ya es hora de replantear el modelo por el que se asignan las tierras de estos proyectos, a grandes inversionistas, bajo un esquema en el que el Estado termina subsidiando a los megaterratenientes. El esquema es sencillo: el Estado invierte miles de millones de soles en poner operativos los proyectos de irrigación y como licita restrictivamente grandes extensiones de tierras, solo pueden postular dos o tres grandes inversionistas, que por esa razón, al reducirse la competencia, a la postre terminan pagando por las tierras un monto menor al que costó habilitarlas. El Estado pierde y le “regala” dinero fiscal a los grandes grupos de poder agrícolas.

Es hora de apostar por la mediana y pequeña agricultura, por generar capitalismo popular entre inversionistas de, inclusive, una hectárea. Es verdad que las grandes extensiones generan economías de escala y ello abarata los costos de producción, pero también es cierto que cuando existe una comunidad de pequeños propietarios, ellos mismos, por la propia lógica económica, terminan asociándose y replicando el esquema de la megaescala.

Ejemplos de ello no solo existen en el Perú, en algunos valles, sino también en el mundo (Países Bajos, por ejemplo), que, con pequeñas extensiones prediales, se logra índices de productividad fabulosos.

El modo en que se han manejado los grandes proyectos de irrigación, construidos con dineros públicos, forma parte de la gran historia negra del mercantilismo peruano, donde la oligarquía se ha beneficiado irregularmente de las normas para recibir beneficios económicos en desmedro del Estado, es decir de todos los peruanos.

El esfuerzo de trasvasar aguas de los ríos, de la vertiente occidental hacia nuestra desértica costa, es inmenso en trabajo y en recursos, como para que termine beneficiando a unos pocos. Estos proyectos deberían ser, más bien, una maravillosa oportunidad para generar una miríada de empresarios agrícolas, de inversionistas pequeños y medianos, que construyan un tejido social proempresarial.

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Desarrollo Económico, Mediana Agricultura, Pequeña Agricultura, Proyectos de Irrigación
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