Esta sensación es falsa e ilusoria, pero muy poderosa. Nos hace creer que somos superiores a los demás y que, por tanto, tenemos derecho a tratarlos con desprecio y desdén. Nos hace olvidar que todos somos seres humanos, con los mismos derechos y dignidad, independientemente de nuestra raza, religión o nacionalidad.
Por eso, la lucha contra la xenofobia es una lucha por la justicia y la igualdad. Es una lucha por el respeto a la diversidad y por la construcción de una sociedad más inclusiva y solidaria.
Solo cuando seamos capaces de reconocer la humanidad en los demás, de respetar su dignidad y su derecho a ser tratados con igualdad y justicia, podremos superar la desgracia de la xenofobia y construir un mundo mejor para todos.