Ha hecho muy bien por ello, el Legislativo, en desinflar, rápidamente, el brulote, sin entrar a una vorágine innecesaria de declaraciones beligerantes, que era lo que el gobierno, afiebrado y aterrorizado por su propia incompetencia, buscaba.
La conclusión política más evidente es que el régimen está desesperado, que no sabe qué hacer para salir del atolladero en el que se encuentra por sus propios méritos, y que recurre al populismo más rupestre para disimular la crisis, cuyo mal paso por el poder ha ocasionado.
Castillo, de la mano de su inefable Premier, juegan a sobrevivir como sea, se devanan los sesos exclusivamente por esa razón y motivo, los consume el temor de salir expectorados del poder en cualquier momento e ir pasar el resto de sus días en la cárcel, donde seguramente irán a parar una vez que acabe esta pesadilla gubernativa.