Pie Derecho

La izquierda debería estar a favor del adelanto

“Dejando de lado apasionamientos, un cálculo estratégico de posibilidades debería propiciar que la izquierda parlamentaria se sume al grupo que propone el adelanto de elecciones”

La representación parlamentaria de un sector de la izquierda contradice los criterios mínimos de pragmatismo político. Ideologizada al extremo, maximalista hasta la torpeza, no se percata de que a quienes más conviene que se produzca un adelanto de elecciones, en aras de su objetivo máximo de convocar una Asamblea Constituyente, es a ella misma.

No hay posibilidad alguna, así incendien el país (lo que, al parecer, ya empezó a amainar), de que el Congreso actual, de predominancia derechista, acepte reformar la Constitución para permitir que se pueda convocar a una Asamblea Constituyente, ni siquiera hay chance de obtener los 66 votos que permitan ir a un referéndum que le pregunte a la ciudadanía lo mismo. Es imposible.

Según la última encuesta del IEP, hay un 69% de la población que estaría de acuerdo con que se convoque a una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución. Y el tema, querámoslo o no, ya se instaló en la narrativa ciudadana. La izquierda ha tenido éxito en ello. Por lo demás, la propia encuesta señala que hay un 28% de ciudadanos que se autodefine de izquierda, es decir tiene una proyección electoral que antes no tenía.

¿No le resulta más conveniente, pues, y le debería generar legítimas expectativas, aspirar a tener una performance electoral en las elecciones adelantadas mucho más propicia que la vigente y así poder acercarse a su objetivo máximo? Lo que hoy se asoma como un obstáculo insalvable en las negociaciones para aceptar la propuesta del gobierno de adelantar las elecciones o la iniciativa del fujimorismo, debería ser trastocada en una oportunidad, más bien, de lograr su meta mayor.

Dejando de lado apasionamientos, un cálculo estratégico de posibilidades debería propiciar que la izquierda parlamentaria se sume al grupo que propone el adelanto de elecciones. Ya si en su momento la suerte electoral le sonríe a la izquierda es otro cantar, pero lo que queda claro es que el statu quo torna inviable lograr su cometido. Es mejor, bueno probable que malo cierto.

Salvo que su intención sea tan solo sabotear que se apruebe una medida que ayude a asentar la paz social, bajo la insana y absurda creencia de que el caos y la anarquía son el mejor camino para la Constituyente (un despropósito mayúsculo creer que diez mil personas puedan torcer la voluntad de un gobierno, por más violentas que sean), lo pragmático y racional sería que la izquierda mire con entusiasmo la puerta que se ha abierto de precipitar un recorte del mandato de Dina Boluarte y del Congreso y que todo empiece de nuevo.

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