Eso no lo entiende cierta derecha que cree que no hay nada que recordar, que lo que aconteció entre 1980 y el 2000 fue simplemente terrorismo (es claro el porqué del fetichismo político detrás de este subrayado), y que la sociedad y el Estado reaccionaron como correspondía, sin mácula ni actos cuestionables.
Hay que defender el LUM y exigir su inmediata reapertura. Un alcalde reaccionario no puede borrar de un plumazo el esfuerzo de todo un país por hacer de la memoria un factor relevante en la construcción de la democracia que queremos para las siguientes generaciones.