[MÚSICA MAESTRO] In memoriam: Dedico este humilde y pequeño espacio a Brent Hinds, cantante y guitarrista de Mastodon, quien falleció trágicamente a los 51 años, el pasado 20 de agosto.
La banda de los aniversarios múltiples
Entre el año pasado y este, los seguidores de Sepultura, de lejos la banda de metal extremo más exitosa e internacionalmente conocida del Brasil, tuvieron dos aniversarios importantes que celebrar. Primero, su fundación allá por 1984. Y este 2025 cumplió 40 años su primer lanzamiento discográfico oficial, el EP Bestial devastation, un grito salvaje de cuatro adolescentes que, desde Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, generó ecos que retumbaron en toda la escena mundial de los todavía nacientes subgéneros death y black metal.
Las festividades continuarán el próximo 2026, con tres hechos gravitantes en la historia inicial de la banda que cumplirán 40, 30 y 20 años. En primer lugar, el álbum debut Morbid visions, apareció en diciembre de 1986 para confirmar la cruda potencia exhibida en aquel EP de cinco canciones compartido con sus compatriotas de Overdose. Luego, en 1996 publicaron su sexto disco en estudio, Roots, ya convertidos en superestrellas del circuito underground, el último de su etapa clásica, grabado hace ya tres lejanas décadas.
Finalmente, en julio del 2026 se cumplirán veinte años del momento en que los hermanos Cavalera volvieron a hablarse después de una década, tras la sucesión de eventos que motivó la salida de ambos y transformó a Sepultura en una entidad diferente que comenzó a acumular álbumes y elogios propios en los siguientes treinta años. En aquella conversación telefónica se incubó el germen de Cavalera Conspiracy, el (ya no tan) nuevo proyecto de los hermanos brasileños que, recientemente, ha levantado polémica por su decisión de regrabar los álbumes antiguos de la banda con la cual se les asocia hasta ahora.
Los años formativos
En un país como Brasil, sinónimo de la alegría carnavalesca de la samba y la sofisticada exquisitez del bossa nova, la aparición de una escena musical extremadamente agresiva e infernal debe haber ocasionado más de un desmayo. De hecho, entre 1981 y 1986 surgieron varias bandas de hardcore punk y thrash metal en ciudades como Rio de Janeiro, Sao Paulo y Belo Horizonte, jóvenes hartos de las imposturas sociales y las corrupciones políticas internas que daban sonido a esa reacción replicando lo que venía de fuera.
Max e Igor Cavalera son la clase de hermanos que hacen todo juntos desde pequeños, por su cercanía en edades. En esa estrecha dinámica, descubrieron a los principales grupos de hard-rock y heavy metal anglosajón mientras superaban la prematura muerte, a los 40 años, de su padre, un acontecimiento que dejó a la familia sumida en serias dificultades económicas. Los adolescentes dejaron de escuchar los ritmos tradicionales de su propio país para sumergirse en la catarsis, a un tiempo inconforme y liberadora, del rock y sus guitarras eléctricas.
Así, de los sonidos asociados al blues de Black Sabbath o Led Zeppelin pasaron a la NWOBHM -New Wave Of British Heavy Metal- Iron Maiden, Judas Priest; y luego, dieron el salto a propuestas más oscuras, al margen de lo convencional, como los suizos Celtic Frost o Hellhammer, los alemanes Kreator y Sodom, los ingleses Venom o los suecos Bathory, además de otra nueva ola, la del thrash norteamericano, que influyó fuertemente sus primeras composiciones.
Para 1984, Max e Igor Cavalera (guitarra y batería), con edades para ser considerados “seminiños asustados, mirando a la gente” –parafraseando a Silvio Rodríguez-, comenzaron a pensar en armar un grupo para descargar su ira contenida, escribiendo sus canciones en inglés a pesar de no dominar mucho ese idioma. Algo grande se venía desde aquellos sótanos en Minas Gerais.
La escena subterránea en Brasil
Desde que João Gilberto y Antônio Carlos Jobim le dieron vida a la cadencia elegante y sensual del bossa nova, allá por 1964, el mundo quedó convencido de que, musicalmente, solo podían salir de Brasil sonidos amables y románticos. Pero pasó muy poco tiempo antes de que comenzaran a aparecer artistas como Tim Maia, Chico Buarque o Rita Lee -primero como integrante de Os Mutantes y, luego, como solista- quienes desde el pop, la samba o la psicodelia hicieron las primeras sugerencias de que no todo era color de rosa.
Casi de manera paralela, colectivos como el Clube da Esquina, el Tropicalismo o la Jovem Guarda, fusionaron los ritmos nacionales con posturas y letras que cuestionaban al establishment. Sus principales representantes desarrollaron altos perfiles en la música mundial. Milton Nascimento mantuvo siempre un pie en Brasil y otro en el jazz; Caetano Veloso, Gilberto Gil, Maria Bethania y Gal Costa abrieron un copioso capítulo de lo que hoy todos conocemos como MPB (Música Popular Brasilera); mientras Erasmo Carlos y Roberto Carlos enlazaron sus carreras al mercado latinoamericano, cantando pop-rock y baladas tanto en portugués como en castellano.
A inicios de los ochenta se unieron a esa generación virtuosa que estaba lejos de perder vigencia -todos ellos, salvo los fallecidos, siguen activos y produciendo-, una serie de artistas que comenzaron a abrirse camino dentro de los límites convencionales del pop-rock. Desde cantautores como Djavan o Iván Lins hasta bandas como Barão Vermelho, Os Paralamas do Sucesso y RPM -que incluso tocaron en Lima, en 1987, en El Gran Estelar de la Feria del Hogar- todos incorporaban elementos típicos de sus músicas nacionales y cantaban en su propio idioma.
Dos bandas lideraron el frente marginal de la MPB, Legião Urbana y Titãs, con discursos orientados a lo social y político. Definitivamente no fueron los únicos, pero sí los más notorios. Ambos insinuaban la existencia de inconformismos más corrosivos, propios de la estética subterránea, cuya punta de lanza fue el virulento cuarteto de hardcore punk paulista Ratos de Porão, que llevó las cosas a otro nivel de indignación con discos como Crucificados pelo sistema (1984) o Descanse em paz (1986). Bandas como Angra (power metal), los siniestrados Mamonas Assasinas (rock parodia) o las bandas femeninas Nervosa y Crypta son muestras de la influencia de Sepultura en el panorama musical alternativo del Brasil.
Sepultura y sus tres primeros álbumes
A las edades de 16 años y 15 años, Max e Igor se juntaron con su amigo Paulo Xisto Júnior (o Paulo Jr.) en el bajo y Jairo Guedes como vocalista y guitarrista secundario, en reemplazo de Wagner Lamounier, quien se separó para formar Sarcófago, otro grupo que se colaría también en la historia de la música extrema brasileña con su álbum I.N.R.I. (1987). Con esa alineación llegaron a los estudios del sello independiente local Cogumelo Records con un paquete de furiosas canciones en las que aparecían toda clase de blasfemias sobre iglesias destruidas, maldiciones y anticristos.
Morbid visions (1985) suena crudo, violento y mal producido, pero esconde en esa cacofonía los atributos que convirtieron a Sepultura en una banda respetada tanto por sus pares en Brasil -Chakal, Sarcófago, Overdose- como por sus contemporáneos en Estados Unidos y Europa que no tardaron en prestarles atención desde el otro lado del Atlántico. Canciones como Crucifixion, Troops of doom o Empire of the damned sorprenden, sobre todo si pensamos en que eran interpretadas por cuatro adolescentes sin mayor experiencia como grupo.
La guturalidad de Max y la rapidez de manos y pies de su hermano Igor se ponían en línea con el death metal que venía produciéndose en otras latitudes, sin nada que envidiarles. Aunque Paulo Jr. figuraba en los créditos de las grabaciones en estudio, solo tocaba en los conciertos, una práctica que continuó durante varios álbumes. Al poco tiempo, el sello holandés Roadrunner Recods, hasta hoy una de las principales escuderías metaleras, les ofreció un contrato para distribuir su segunda producción, Schizophrenia (1987) a nivel internacional, aunque su base seguía estando en Brasil.
En este punto se produce un cambio que definiría el estilo de Sepultura. Jairo Guedes decidió cambiar de rumbo y su lugar fue tomado por el guitarrista/bajista paulista Andreas Kisser, quien aportó contundentes riffs y lacerantes solos para temas como To the wall, Escape to the void o el instrumental Inquisition symphony -tomado en 1998 por el cuarteto de cellistas fineses Apocalyptica como tema central de su segundo CD- consolidándolo como la nueva promesa del thrash mundial, estatus que quedó confirmado con el siguiente, Beneath the remains (1989).
Este LP convenció a la comunidad metalera angloparlante que veía con asombro cómo unos sudamericanos competían con Slayer, Metallica o Exodus en rapidez y ferocidad. Temas como Mass hypnosis, Inner self, Sarcastic existence o el tema-título encumbraron este álbum a nivel mundial. Este disco fue mi primer contacto con Sepultura, tras leer una reseña en el fanzine Cuero Negro, cuando estaba en 4to. de Secundaria. De inmediato me agencié una copia en cassette y se convirtió en una de mis obsesiones. La reedición de 1997 incluyó A hora e a vez do cabelo nascer, cover de una antigua canción de 1972 de Os Mutantes, que Sepultura grabó en 1989 para un disco tributo a Arnaldo Baptista titulado Sanguinho novo.
1990-1996: Consagración y ruptura
Para cuando apareció Arise (1991), la banda ya era toda una celebridad en la escena underground. Gracias a Roadrunner llegaron a Europa y EE.UU. -país donde luego fijaron su residencia- para ser teloneros de bandas importantes como King Diamond y Obituary. El 23 de enero de ese año, tocaron en la segunda edición del festival Rock in Rio, ante más de 100,000 personas, compartiendo escenario con Judas Priest, Queensrÿche, Megadeth y Guns N’ Roses.
El disco incluyó Desperate cry, Dead embryonic cells y el tema-título, estos dos últimos con videoclips de fuerte rotación en el recordado programa MTV Headbangers Ball. Para ediciones posteriores, incluyeron una de sus mejores canciones, C.I.U. (Criminals In Uniform) y el cover de Orgasmatron, tema central del octavo álbum de Motörhead, lanzado originalmente en 1986.
Chaos A.D. (1993) trajo novedades en la banda. Paulo Jr., el bajista oficial en vivo, registró por primera vez su instrumento en este disco que fue grabado y mezclado en Gales. Su sonido se aparta ligeramente del thrash metal para mostrar un ataque más pesado, cercano al grunge, el nu metal, para sentar las bases de lo que hoy se conoce como groove metal, colaborando con sus colegas y amigos de Pantera. Ese año Sepultura fue la banda de apoyo de Ozzy Osbourne para la gira promocional del LP No more tears, lo que les dio aun más exposición.
En este disco comienzan a introducir elementos de otras fuentes musicales, como en el instrumental Kaiowas en que predominan percusiones tribales y guitarras acústicas que hacen recordar un poco a Led Zeppelin. Por otro lado, Biotech is Godzilla suena puramente punk y contrasta con las modulaciones más graves de Nomad o We who are not as others. En sesiones grabaron covers de algunas de sus bandas favoritas como New Model Army o Final Conflict, además de rendir homenajes a dos compatriotas, Titãs y Ratos de Porão que recién aparecieron en un recopilatorio de lados B llamado Blood-rooted (1997).
Canciones como Propaganda, Slave new world, Territory -con video alusivo a los abusos israelíes contra poblaciones palestinas- y, especialmente, Refuse/Resist mostraron también temas más políticos y sociales, dejando atrás la imaginería satánica de sus inicios. En 1994, el cuarteto celebró el campeonato de Brasil en el Mundial de EE.UU. decorando el escenario con los colores de su selección -estuvieron presentes en la final ante Italia- y, ese mismo año, fueron invitados a participar en el disco tributo a Black Sabbath, Nativity In Black, para el cual contribuyeron con una poderosa versión de Symptom of the universe, del álbum Sabotage (1975).
Roots (1996) es un tributo a sus raíces brasileñas, presentándolas al mundo a través de la carátula del álbum, videoclips y el uso de instrumentos típicos como el djembé o el berimbau. Asimismo, la participación del cantante y multi-instrumentista Carlinhos Brown, líder de Timbalada y posterior integrante de Tribalistas, junto con Marisa Monte y Arnaldo Antunes, exmiembro de Titãs, en el tema Ratamahatta, concreta la nueva dirección de Sepultura, un exposición de su cultura que fue muy bien recibida por el evidente exotismo que aportaba impacto a su música. Lastimosamente, ese mismo año se quebró la banda desde adentro.
En agosto de 1996, mientras Sepultura participaba en el festival Monsters Of Rock en Inglaterra, recibieron una trágica noticia. Dana Wells, hijastro de Max, de 21 años, había muerto en una carretera de Phoenix tras un choque. Él y su esposa, Gloria Bujnowski, madre de Dana y manager del grupo volaron de inmediato a los Estados Unidos. Al reintegrarse, Kisser, Paulo y su hermano Igor decidieron despedir a Gloria lo cual ocasionó la renuncia irrevocable de Max. Igor permaneció en la banda hasta el 2006, para luego también retirarse. El álbum doble en vivo Under a pale grey sky (2002) registra uno de los últimos conciertos de 1996, antes de su separación.
Cavalera versus Kisser: La vida después de Sepultura
Casi un año después de la salida de Max Cavalera, en 1997, llegó el cantante Derrick Green y, desde el 2006, una sucesión de bateristas ocupó el lugar de Igor. Con Paulo Jr. en el bajo y Andreas Kisser como único guitarrista y principal compositor, Sepultura ha lanzado, entre 1998 y 2020, nueve álbumes en las coordenadas del groove, death y thrash metal, estilos que ayudaron a cimentar.
Max continuó su fusión de metal y tribalismo con Soulfly, con quienes ha lanzado doce consistentes discos entre 1998 y 2022, con la colaboración de varios músicos, algunos de ellos muy conocidos como Dave Ellefson (Megadeth), Fred Durst (Limp Bizkit), Tom Araya (Slayer) o Camillo “Chino” Moreno (Deftones). Igor, por su parte, comenzó a experimentar con la música electrónica. Durante los siguientes diez años, Max e Igor no se dirigieron la palabra, a pesar de los esfuerzos de su madre que, desde Brasil, intentaba reunirlos. Esa situación acabó en el 2016, cuando Igor decidió llamar por teléfono a su hermano mayor.
“Fue un duro y largo proceso estar separados” dijo alguna vez Max. Después de reencontrarse, los Cavalera decidieron armar un grupo nuevo al que bautizaron Cavalera Conspiracy, básicamente ellos dos con un elenco rotativo entre quienes destacan Mark Rizzo y Tony Campos, guitarrista y bajista de Soulfly, y sus propios hijos, Igor Jr. y Zyon Cavalera. En la década 2008-2018 la banda ha lanzado cuatro discos con material propio y, desde el año 2023, los hermanos Cavalera se embarcaron en una nueva misión: tocar y regrabar los primeros álbumes de Sepultura.
Esto ha ocasionado la reacción de Andreas Kisser, quien los acusa de “vivir del pasado y no contribuir nada nuevo al ambiente musical repitiéndose a sí mismos”. Por su parte, Max e Igor se reclaman portadores del verdadero espíritu de Sepultura. Escuchando los discos de Cavalera Conspiracy o Soulfly -especialmente su decisión de insertar un tema instrumental de sonido apacible que contrasta con la furiosa tormenta que desatan en cada disco-, lo dicho por Kisser parece motivado por un resentimiento incomprensible y lamentable, ya que demuestra la imposibilidad de ver de nuevo en un mismo escenario a la formación original de una de las bandas más influyentes del metal mundial.