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En un esfuerzo por acercar a los jóvenes universitarios al mundo empresarial y al mercado laboral, en el 2012, un grupo de estudiantes sanmarquinos fundó el Centro de Altos Estudios de Negocios y Economía (Caene). En un principio la iniciativa tenía forma de movimiento estudiantil y ahora, de acuerdo a lo que comenta Franco Orellana, vicepresidente administrativo de la organización, se ha convertido en una empresa social con más de 600 embajadores de distintas carreras profesionales y se ha extendido a universidades públicas y privadas, así como a institutos.
A seis años de su fundación y próximos a realizar una nueva edición de su encuentro anual de líderes, Orellana considera que han logrado que los jóvenes conozcan el aporte de la empresa a la sociedad y que también eleven su nivel de empleabilidad. Sin embargo, teme que el escenario de inestabilidad política afecte negativamente el desarrollo y la generación de empleo.
Entiendo que Caene nació en San Marcos, ¿cómo así surgió la idea?
Nació como un proyecto universitario en la facultad de Ciencias Administrativas en el 2012, como una iniciativa de jóvenes universitarios que fue escalando a diversas facultades de la universidad. Luego, decidimos dejar de ser movimiento universitario para constituirnos como empresa y hemos logrado tener una presencia y participación activa en más de 100 universidades e institutos públicos, donde tenemos jóvenes que interactúan con las actividades que tenemos.
Inicialmente ¿qué querían conseguir y cómo se convirtió en Caene?
Cuando estábamos en San Marcos veíamos siempre que la universidad tenía ciertos matices negativos respecto al tema empresarial. Había grupos minoritarios con un activismo bastante constante y generó una imagen negativa de la universidad. Buscamos desde un inicio mostrarles a las empresas que, en las universidades públicas, lo que los jóvenes realmente quieren son oportunidades de crecimiento y para crecer tienen que estar conectados con las empresas, y fue lo que hicimos. Al convertirnos en una empresa, hemos logrado visibilizar las acciones que las empresas tienen y que los universitarios conozcan el rol de la empresa en la sociedad, el gran aporte generado en los últimos 20 años.
¿Cómo se adaptaron a la pandemia?
Si bien es cierto el grueso de actividades las realizamos en Lima. Un promedio de 6 meses nos dedicamos a viajar por todo el Perú y hacer actividades de regiones. Hemos tenido presencia muy fuerte y constante en Puno, Cajamarca, con mil a dos mil personas. Si bien el esquema digital impactó un poco en el inicio, luego supimos adaptarnos y con la gran red de jóvenes que tenemos, digitalmente, hemos logrado tener jornadas de capacitación de más de 32 mil conectados.
Algunas empresas se limitan a contratar a jóvenes que son solo de algunas universidades, ¿cómo dificulta eso el acceso al mercado laboral?
Los problemas del mercado laboral para los jóvenes tienen un trasfondo económico. En la medida en que la economía no crezca, las oportunidades van a ser siempre limitadas. La falta de competitividad de algunas universidades, la mala formación a los jóvenes, lleva a que las empresas encuentren talentos en universidades que de una a otra forma tienden a ser más competitivas. De otro lado, las empresas no se han preocupado en atacar las causas del problema, la falta de competitividad en los talentos universitarios, y lo que Caene hace es justamente eso.
En lo que reciben de los jóvenes, ¿ven voluntad de participar?
Lo que los jóvenes siempre van a querer son oportunidades, pero una gran cantidad cree que por estar en la universidad ya van a conseguir un excelente trabajo. Lo que realizamos es un proceso de concientización para hacerles entender que no solamente necesitan una formación universitaria, tienen que estar conectados con empresarios, gerentes, emprendedores y líderes. Por su parte, las empresas a veces no entienden la heterogeneidad que hay en el país. El estudiante de San Marcos es distinto al de la UNI, al de la UNSA de Arequipa, aunque tengan coyunturas similares.
Al tener contacto con empresas y líderes de opinión, ¿cómo ven las proyecciones que hablan de un crecimiento nulo el próximo año para la inversión privada?
Nosotros que trabajamos con jóvenes vemos con muchísima preocupación esta situación de inestabilidad económica y política en el país. En los jóvenes con los que dialogamos constantemente, a la preocupación que tenían por la pandemia, se ha generado una crisis muy dura. Hay muchos jóvenes que están por acabar la universidad, por iniciar su búsqueda de prácticas preprofesionales, y no encuentran estas oportunidades que están relacionadas con lo que han estudiado. La preocupación del joven es que no haya esa estabilidad necesaria para impulsar el crecimiento y la generación de empleo.
¿Qué objetivo les gustaría alcanzar el próximo año?
Lo que apuntamos es a tener un mayor respaldo de las empresas para que las iniciativas vinculadas a la mejora de la empleabilidad de los universitarios, al empoderamiento femenino, la promoción de la sostenibilidad corporativa, tengan un impacto mucho mayor, involucrar a más empresas y consolidar nuestra presencia internacional en siete países de América Latina. Durante el 2020 tuvimos un proceso de expansión en lo cual logramos tener alianzas con universidades de distintos países como Colombia, Ecuador, México, Uruguay, Paraguay, Panamá e incluso con estudiantes en Venezuela.