¿Pudo ser más acomedido en las formas? Sí, pero eso no mella la dignidad política de la intervención del canciller peruano Javier Gonzáles Olaechea en el Consejo Permanente de la OEA denunciando con la acritud pertinente la cuestionable abstención de muchos miembros del organismo internacional, que impidió que se aprobara una resolución para exigirle al gobierno tiránico de Maduro a proceder a un reconteo independiente y auscultado de las urnas de la elección del domingo pasado.
Se entiende la abstención de las republiquitas centroamericanas que dependen del petróleo subsidiado de Venezuela, pero no deja de llamar a escándalo la actitud de México, Colombia y Brasil, sobre todo de las dos últimas naciones. Lula se había manifestado crítico del proceso electoral venezolano y se esperaba que, en consecuencia, votara a favor del reconteo. En el caso de Colombia la cosa es de mayor escándalo ya que el propio presidente Petro emitió un comunicado horas antes invocando a que se efectúe ese proceso, pero, sin embargo, cuando se votó en el Consejo Permanente, se abstuvo. ¡Una vergüenza! Y de México, con López Obrador, servil vasallo de los dictados chavistas, no cabía esperar otra cosa.
La OEA le ha tendido un manto de impunidad a Maduro. El tema, no obstante, no ha concluido. Se espera que continúen las movilizaciones de protesta de los venezolanos que mayoritariamente ungieron a Edmundo Gonzáles como su presidente y ojalá los Estados Unidos, la gran potencia decisoria, asuma una actitud más beligerante al respecto.
La caída y salida del poder de la dictadura de Maduro, un monstruo político, corrupto y tirano, debe ser causa central de la comunidad democrática regional y mundial. Veinticinco años en el poder es tiempo más que suficiente para que las democracias americanas reaccionen como corresponde frente a tamaño despropósito.
Y de paso, que se tome acción sobre Cuba y Nicaragua, dos regímenes igualmente despóticos y miserables que han sumido a sus pueblos en la pobreza y en la ausencia de las libertades mínimas, que han hecho del fraude descarado el método político para permanecer en el poder, a vista y paciencia de la comunidad internacional.