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El portal de análisis de las economías ilegales, InSightCrime, lanza siete predicciones de lo que ocurrirá si Maduro logra su cometido fraudulento de quedarse en el poder.

1.- Una nueva oleada migratoria. Ya han salido de Venezuela ocho millones de personas. Saldrán más y se tejerá alrededor de dicho éxodo una red criminal de tráfico de migrantes y la exportación de organizaciones como el Tren de Aragua.

2.- Más migración a Estados Unidos. América Latina ya no tiene capacidad de absorber mano de obra venezolana. Como es poco probable que organizaciones como el Tren de Aragua eche raíces en Centroamérica, por la existencia previa de organizaciones criminales arraigadas en dicha zona del continente, lo más probable es que empiecen a verse sus actividades en Norteamérica.

3.- Mayor dependencia de los intermediarios ilegales del petróleo. Venezuela ha pasado de producir tres millones de barriles diarios aochocientos mil y cuenta con el apoyo logístico deIrán Rusia y China, pero se acentuará la presencia de organizaciones criminales internacionales, que son las que le permiten a Maduro la supervivencia por su aislamiento internacional.

4.- Mayor dependencia de las redes de contrabando de oro. Al igual que el petróleo, Venezuela tiene importantes yacimientos de oro, y el régimen de Maduro ha dependido de actores criminales para extraer este mineral, y de redes internacionales de contrabando para venderlo en los mercados internacionales, disfrazando su origen y esquivando así las sanciones.

5.- Creciente influencia en el mercado internacional de cocaína. Venezuela va a transitar de simple plataforma de tránsito a país productor. “Las plantaciones de coca están surgiendo a lo largo de la frontera con Colombia, con cultivos registrados en al menos tres estados venezolanos, y los rebeldes colombianos han establecido una sofisticada infraestructura de narcotráfico en estas zonas, con la bendición del régimen de Maduro.

6.- Debilitamiento de la estrategia de paz en Colombia. El Ejército de Liberación Nacional y la Segunda Marquetalia, grupos subversivos vigentes en Colombia, cuentan con el aval de Maduro. Su permanencia seis años más hará casi imposible el proyecto de “paz total” que se ha planteado Petro.

7.- Una mayor regulación gubernamental de las economías criminales y de los actores que las gestionan. La necesidad del Estado híbrido criminal de Maduro -como lo defineInSightCrime, de obtener rentas hará que incruste a las organizaciones criminales en el aparato estatal para ejercer control sobre ellas.

 

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¿Pudo ser más acomedido en las formas? Sí, pero eso no mella la dignidad política de la intervención del canciller peruano Javier Gonzáles Olaechea en el Consejo Permanente de la OEA denunciando con la acritud pertinente la cuestionable abstención de muchos miembros del organismo internacional, que impidió que se aprobara una resolución para exigirle al gobierno tiránico de Maduro a proceder a un reconteo independiente y auscultado de las urnas de la elección del domingo pasado.

Se entiende la abstención de las republiquitas centroamericanas que dependen del petróleo subsidiado de Venezuela, pero no deja de llamar a escándalo la actitud de México, Colombia y Brasil, sobre todo de las dos últimas naciones. Lula se había manifestado crítico del proceso electoral venezolano y se esperaba que, en consecuencia, votara a favor del reconteo. En el caso de Colombia la cosa es de mayor escándalo ya que el propio presidente Petro emitió un comunicado horas antes invocando a que se efectúe ese proceso, pero, sin embargo, cuando se votó en el Consejo Permanente, se abstuvo. ¡Una vergüenza! Y de México, con López Obrador, servil vasallo de los dictados chavistas, no cabía esperar otra cosa.

La OEA le ha tendido un manto de impunidad a Maduro. El tema, no obstante, no ha concluido. Se espera que continúen las movilizaciones de protesta de los venezolanos que mayoritariamente ungieron a Edmundo Gonzáles como su presidente y ojalá los Estados Unidos, la gran potencia decisoria, asuma una actitud más beligerante al respecto.

La caída y salida del poder de la dictadura de Maduro, un monstruo político, corrupto y tirano, debe ser causa central de la comunidad democrática regional y mundial. Veinticinco años en el poder es tiempo más que suficiente para que las democracias americanas reaccionen como corresponde frente a tamaño despropósito.

Y de paso, que se tome acción sobre Cuba y Nicaragua, dos regímenes igualmente despóticos y miserables que han sumido a sus pueblos en la pobreza y en la ausencia de las libertades mínimas, que han hecho del fraude descarado el método político para permanecer en el poder, a vista y paciencia de la comunidad internacional.

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¿Podríamos calificar de demócrata a un candidato derechista incapaz de juzgar y cuestionar a personajes como Augusto Pinochet o Rafael Videla, dictadores chileno y argentino, respectivamente? ¿No revelaría una entraña autoritaria quien no tuviese la capacidad de tomar distancia crítica de ambos regímenes dictatoriales que asolaron sus naciones?

Pues lo mismo sucede con quienes desde la izquierda son incapaces de juzgar como dictaduras al régimen de Maduro o de Ortega en Nicaragua. Particularmente, destaca la desvergonzada evasión que sobre el tema efectúa Verónika Mendoza, lideresa de Nuevo Perú y seguramente candidata presidencial por dicha agrupación. ¿Qué sucede? ¿Recibió financiamiento en algún momento de Venezuela y teme que si critica al régimen éste la delate? Si no es eso, refleja una concepción democrática ajena a los cánones mínimos propios de regímenes que puedan ser calificados como tales.

En reciente entrevista en el muy sintonizado podcast de César Hildebrandt, Mendoza se ha vuelto a escabullir de una definición clara respecto de la dictadura venezolana, que ahora mismo amenaza con perpetrar un nuevo inmenso fraude en Venezuela y hacerse por seis años más de un poder espúreo y generar una feroz crisis migratoria en la región (se calcula que si Maduro se perpetúa en el poder, tres o cuatro millones más de venezolanos saldrían de su país).

No es una majadería del periodismo peruano preguntarles a los candidatos izquierdistas sobre Venezuela y el chavismo. Es la prueba ácida de sus reales convicciones democráticas. Sobre todo, si se tiene en cuenta que hay muchos líderes locales de la izquierda que claramente sí han tomado distancia de Maduro y lo califican sin ambages como lo que es, un dictadorzuelo que ha llevado a la ruina a su país.

Lo que corrobora Mendoza con su esquive del tema es que ella misma no concibe a la democracia representativa como una forma política irrebatible e inviolable, y que de darse el casi nulo escenario de que llegase al poder, lo primero que haría sería violentar el Estado de Derecho para imponer un esquema políticamente autoritario.

La izquierda democrática y liberal que el Perú necesita, no cuenta entre sus aliados con la fallida excandidata presidencial. Su careta democrática se deshace en mil pedazos cuando se muestra incapaz de zanjar con un régimen dictatorial. Si se forma una coalición democrática de izquierdas para el 2026, perderá ese calificativo si incluye a Verónika Mendoza en el pacto.

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