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Cuando tenía 17 años, Marina Bustamante tuvo una idea: crear un negocio dedicado al cuero. Podía hacer cinturones, carteras, billeteras o bolsos. En fin, una amplia gama de productos con un propósito: que sean de calidad y con buen diseño. Era la década del setenta y hacer negocios -cuenta- parecía una tarea imposible para una mujer. “Mi padre era machista y me decía. ‘Tú no puedes ser negociante. Las mujeres van a colaborar con sus maridos, pero una mujer no lleva adelante un negocio’”. Sin embargo, ella -que por esos años tenía una máquina de costura y una atracción por el cuero- no hizo caso y siguió con la idea de hacer empresa, mientras estudiaba las carreras de psicología en San Marcos y actuación en la Escuela de Arte Dramático.
Desde entonces han pasado 48 años y ahora tenemos a Marina Bustamante al frente nuestro, vía Zoom, recordando sus inicios. Es la fundadora y gerente general de Renzo Costa, una marca que produce y vende artículos de cuero. Una empresa que nació cuando ella cumplió los 20 años y abrió una pequeña tienda en el jirón de la Unión, en el Centro de Lima y que bautizó con el nombre de su primogénito. Un emprendimiento que se convirtió en un imperio del cuero y que -hace unos días- la hizo obtener el reconocimiento de Empresaria del año 2020, otorgado por IPAE.
“[Galardón obtenido] por su trayectoria, perseverancia y su contribución al desarrollo empresarial, con un ejemplo de empoderamiento femenino e iniciativa privada ética”, se lee en el comunicado donde la anuncian como ganadora del premio que se entrega desde 1961.
Usted fundó en la década del 70 Renzo Costa, en los 80 se fue a Chile y siguió con su negocio en medio de una crisis social y económica; y encima, en tiempos donde era aún más difícil hacer empresa siendo mujer. ¿cuán complicado fue emprender y enfrentarse a todo eso? ¿Se podría decir -usando una palabra de moda- que la suya es una historia de resiliencia?
“Soy una resiliente 100%. La historia de una mujer que empezó un negocio superando la súper hiperinflación, el terrorismo y el machismo. Nuestra empresa no hubiera salido adelante si no hubiera sido resiliente. Los peruanos somos resilientes. Eso nos salva”, cuenta.
Líneas arriba Marina Bustamante nos había contado que su padre no la apoyaba en su idea de ser empresaria. Él, lamentablemente, no pudo ver su éxito. Falleció en 1973, cuando ella comenzaba a despegar su negocio. “A mi padre le hubiera gustado ver mis logros. Se hubiera sentido orgulloso y hubiera olvidado lo que me dijo antes, cuando me hacía la guerra”, dice y sonríe orgullosa, algo nostálgica.
Todo esto nos hace peguntarle sobre las dificultades que tuvo que sortear en medio de una sociedad que solo concebía a un hombre de saco y corbata creando industria. “Cuando iba a los bancos a pedir un préstamo, imagínate, era joven y mujer. Me veían y no me lo daban. Todos los que iban a pedir eran hombres con terno. Entonces yo me decía: ‘Vengo a recibir un sí’, pero generalmente me daban un no. Me recorría las cajas municipales, Asociaciones de iglesias, o les pedía dinero prestado a mis hermanas. Un día me dieron una respuesta positiva y comenzó todo”.
Actualmente Renzo Costa de Marina Bustamante es una de las empresas más importantes de la región en su rubro. Tiene 65 puntos de venta distribuidos en centros comerciales, tiendas independientes en zonas estratégicas de Lima y en el aeropuerto Jorge Chávez. Es una empresa familiar donde su hijo, Renzo Costa, tiene una de las gerencias. ¿Cómo lidiar con la familia en el negocio y con las discusiones en el trabajo?, le preguntamos sobre ese delicado terreno que es laborar con los parientes.
“En el trabajo no hay familia, todos somos trabajadores. Todos debemos responder a una disciplina, organigrama y responsabilidades”, cuenta. “En el trabajo se respeta cada jefatura. Formamos comités y consensuamos, discutimos, hacemos críticas constructivas. La palabra respeto está, sobre todo”, agrega y señala: “Siempre hago una diferencia: hay que separar la mesa del directorio de la mesa del comedor. En casa no se habla de temas de negocios. Hablamos de nuestra familia, de nuestros cachorros, de otras cosas… pero no de trabajo”.
Ser reconocida como Empresaria del año 2020 parece una paradoja si tenemos en cuenta que la economía se desplomó durante el año pasado y muchos negocios quebraron durante las cuarentenas en medio de la pandemia. ¿Qué retos tuvo que enfrentar la empresaria y cómo adaptó su negocio en tiempos de Covid-19?
“Nosotros los empresarios estamos preparados para asumir retos difíciles, pero nunca tan difíciles como los del 2020”, responde. Luego de una pausa cuenta las peripecias que enfrentó: En marzo del 2020 se quedaron con el stock de la mercadería para el Día de la madre y del padre. Tuvieron que fortalecer el ecommerce, que ya venían impulsando en Renzo Costa desde hace cinco años. Trabajar de manera presencial les era imposible: abrieron su fábrica, tuvieron contagios y cerraban. Volvían a abrir, nuevamente aparecían más contagios y tenía que cerrar otra vez. “Era muy riesgoso y tuvimos tercerizar la producción. Era imposible trabajar así”, detalla, aunque acepta que su empresa salió a flote porque su marca es sólida y ya es parte del imaginario de la gente cuando se habla de productos de cuero. Además, habían ampliado su gama: diseñaron ropa casual, pues la gente ya no salía a reuniones ni fiestas. Hicieron productos resistentes al alcohol y desinfectantes. Impulsaron la perfumería y la venta de chocolates con la marca Renzo Costa. “Nos diversificamos”, dice Marina, quien en octubre lanzará su libro de memorias Atrévete, donde contará su experiencia de vida como emprendedora. Entonces le pedimos que dé algunas claves para quienes aspiran a emprender en el Perú.
“Persigan su sueño y conviértanlo en una meta. Hay que ser creativo, innovador, que no solo los mueva el dinero, sino la pasión”, dice. “Conviértete en un líder y forma líderes. Estudia para mejorar. El mundo cambia. Califícate y mejora día a día. Sé curioso y sé disciplinado”, recomienda: “A pesar de la situación difícil tenemos que hacerlo con optimismo. Cualquier producto, que es bueno, tendrá éxito. Pensemos así”, enfatiza y añade a modo de sentencia: “Esta pandemia nos ha enseñado mucho. Hemos aprendido frente al dolor y hay que ser solidarios, hay que estar unidos y trabajemos en equipo. Una empresa sin valores no sirve. Todos debemos ser honestos y transparentes”.