Plaza Bolivar

Querida Manuela,

Hace unos días regrese luego de estar cinco días en Bogotá, Colombia, gratamente sorprendida por la ciudad y el país. No te quise comentar nada en las cartas anteriores porque fui, entre otras cosas personales, a seguir tus pasos. Pude caminar por las calles por las que tu andaste, buscar información sobre ti y, claro, conocer más sobre el Libertador Simón Bolívar. Creo que para conocer a una mujer debes también conocer sus grandes pasiones y amores. Él fue el tuyo. 

Estuve en la casa en la que viviste con el Libertador. Supe que la quinta le fue regalada por parte del gobierno independiente de Nueva Granada en 1820 en agradecimiento a los servicios prestados a la causa de la independencia. Él fue propietario por 10 años del inmueble y no vivió mucho tiempo ahí por sus constantes viajes. Fue de esa quinta que salió el 13 de diciembre de 1921 rumbo a la Campaña Libertadora del Sur, esa en la que se conocieron. 

En 1827 regresaste con el Libertador y, según dice la historia y conociéndote, convertiste la quinta en un lugar más amable para la vida y en centro de reuniones políticas de los seguidores de Bolívar.​ La cuidaste, así como te hiciste cargo con amor de la salud y vida del Libertador. Fue ahí donde se quedaron luego del atentado contra su vida. Qué terrible debió haber sido para ti esa noche. 

Caminé por el jardín mirando las flores y árboles, imaginando cuales habrías plantado tú. Pensando si caminabas por esos senderos por donde yo pasaba en las mañanas o si salías a leer tu libro bajo los árboles. En la entrada está su busto, en blanco, como guardián de la gran quinta. Existen dos elementos en el jardín que me llamaron la atención, el primero, los arcos triunfales hechos de vegetación que están desde tu época y los árboles de laurel del sector del pozo de lavapatas. Estoy segura que plantaste los laureles, ya que fue gracias a una corona de laureles que le tiraste al libertador desde tu balcón en Quito y que le cayó en el pecho que se miraron y se conocieron.

Camine por toda tu quinta, sí, porque creo que fue tuya también, ya que el periodo más largo en el que Bolívar vivió contigo fue en ella. Ahora es un museo y, conforme entraba a cada cuarto, leía con detalle cada cartel sobre la casa. Todo giraba entorno al Libertador. Como si hubiera vivido solo. Hay una sala únicamente dedicada a ti, con tu retrato. Me pregunto, has sido la única mujer que ha vivido en esa casa, ¿por qué te da tan poco espacio?. Bolívar regresó del sur en a vivir en la quinta para asumir la presidencia de la República. Tú llegaste a vivir con él cuando el libertador estaba pasando por momentos críticos políticos y de salud. 

El cuarto de Bolívar, lo observe a detalle, su cama pequeña, su uniforme y, lo más importante, su espada. Tu quinta ha sido recientemente restaurada buscando que sus salas y dependencias luzcan como en las época del Libertador. Pude visitar el gran salón donde organizabas las tertulias políticas, el comedor de las grandes cenas, el salón de juegos y su alcoba. Saliendo está la zona de la despensa, la cocina, los graneros, la alcoba de su ayudante de cámara y fiel servidor -José Palacios- y los bosques, algunos cuyos árboles, se afirma, fueron sembrados por el propio Simón. Te busqué en cada uno de esos espacio, pero no había rastro tuyo ni de tus fiel esclavas Jotanas y Nathan. Tu viviste ahí los últimos años con Bolívar como su mujer y consejera. Has sido la única mujer que estuvo al lado del Libertador, pero no figuras en la casa más que en un salón rosado muy elegante dedicado a ti. 

Saliendo de la quinta me fui a caminar hasta la Plaza Bolívar, me encontré con varios bustos suyos en el camino. El Libertador pasó a la historia por sus hazañas, pero es para nosotros, los países bolivarianos -Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia- un héroe que nos une en una sola historia en la que tí ni otras muchas mujeres aparecen ni por sus hazañas militares ni domésticas. Tú has sido no solo La Caballeresa del Sol, has sido coronel del Estado Mayor General del Libertador, Húsar, Capitana de Húsares en la Batalla de Junín, Coronel del Ejército Colombiano, Libertadora del Libertador y terminaste siendo una sala muy elegante y rosada de la quinta. Es una gran metáfora de lo que sucede con las mujeres, no solo en la historia, sino en la política y la gestión pública, incluso en la actualidad.  

En mi camino hacia la Plaza Bolívar, a unas cuantas cuadras de tu quinta, me llamó la atención el monumento a una mujer. Una pequeña plazuela dedicada a Policarpa Salavarrieta. Sé que no se conocieron, pero sabes que fue mártir de la independencia de Colombia. Los espacios públicos no solo son de héroes sino deben ser también de heroínas. Esto me subió el ánimo porque significa que puede ser que las cosas estén cambiando. Ojalá.

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La Quinta Bolívar Sáenz, Plaza Bolivar
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