[PIE DERECHO] Cuando Milei anunció que no dejaba flotar el dólar sino que, tan solo, elevaba el tipo de cambio oficial, muchos temimos que el suyo iba a ser un programa gradualista y, por ende, condenado al fracaso, como sucedió con el régimen de Mauricio Macri.
Pero hace algunos días anunció un paquetazo de reformas liberales, tendientes a destruir el populismo estatista construido a lo largo de décadas en Argentina y que ha sumido a dicho país en la crisis pavorosa por la que atraviesa.
Saludamos la energía transformadora de los anuncios, la posibilidad de convertir a Argentina en un faro de libertad económica exitoso tendría repercusiones regionales significativas y las expectativas de que ello ocurra cruzan todo un continente plagado de ejemplos negativos de gobiernos izquierdistas fracasados o mediocres (López Obrador, Lula, Maduro, Ortega, Boric, Petro, etc.).
El gran desafío que tiene Milei por delante es derrotar a la resistencia del peronismo, que es poderosa y se va a expresar en rutas legales, políticas y sociales (movilizando las protestas), aun cuando el peronismo es una fuerza dividida, llena de desencuentros y fricciones, porque hay conciencia del fracaso social, político y económico, resultado de una pésima gestión en las últimas décadas.
Argentina se juega mucho y la región entera con ella. Lo de Milei es el programa de reformas más ambicioso desplegado en América Latina, solo equiparable al que desarrolló Fujimori en los 90, aunque con mecanismos autoritarios. El desafío de Milei es hacerlo en democracia y para ello va a tener que desplegar habilidades políticas supremas.
Cuenta a su favor con el hartazgo ciudadano que lo llevó a la presidencia y que ya no tolera el engaño populista del que ha sido víctima de la mano de un peronismo ineficaz y altamente corrupto. En ese sentido, el ambiente psicosocial argentino lo favorece y tiene que hacer lo necesario en los tiempos fértiles de la luna de miel que todo gobernante posee. Esperar más de lo debido sería dilapidar ese apoyo popular y echar a perder la posibilidad de convertir a Argentina en sinónimo de libertades y progreso económico.