[MÚSICA MAESTRO] Una semana triste

La pasada fue una semana particularmente luctuosa, tanto a nivel nacional como internacional. Desde un joven periodista peruano, recientemente redimido con el oficio al punto de ser considerado por el nefasto poder actual como uno de los más incómodos, hasta un nonagenario diseñador italiano cuyo apellido es una marca, sinónimo tanto de distinción y lujo como de engaño y montaje, la muerte les pasó “como un fuerte vendaval” -Fito Páez dixit- dejando a sus seguidores con la inevitable pesadumbre que produce el paso “al otro barrio”.

En la música también sonaron notas tristes esos días. Primero fue Mark Volman, extraordinario cantante norteamericano miembro original de The Turtles, un sexteto de pop beatlesco que se hizo inmortal con el éxito de 1967, Happy together y luego se convirtió, junto con su compañero Howard Kaylan, en el dúo de pop-rock humorístico Flo & Eddie, integrantes de The Mothers Of Invention entre 1970 y 1972 que se reinventaron luego como personalidades de la radio y televisión gringas. Su muerte se produjo a los 78 años, de demencia, el viernes 5 de septiembre.

Al día siguiente falleció de un agresivo cáncer a la sangre con el que luchaba desde hacía una década el extraordinario pianista Rick Davies (81), fundador y columna vertebral de Supertramp, grupo británico cuyas melodías perfectas, inteligente rebeldía y aspecto discreto los convirtió, en plena era de extravertidos dioses de la guitarra, rompe hoteles y depredadores de groupies, en adalides de una contracultura con identidad propia, capaces de hacer pop-rock cuestionador, virtuoso y accesible a todo tipo de público sin sacrificar calidad ni elegancia.

Rick Davies, un líder de perfil bajo

“Conocí a Rick durante 52 años, dio forma a mi vida en muchas maneras, sobre todo musicalmente. Es el mejor músico que he conocido” escribió en su Instagram John Helliwell (80), saxofonista, tecladista y vocalista en Supertramp desde el lanzamiento de Crime of the century (1974), el disco que les abrió definitivamente las puertas del éxito. Helliwell, un carismático showman, de expresión sarcástica y voz hiperaguda que presentaba las canciones en pausado y perfecto francés en aquel disco doble en vivo que todos hemos escuchado más de una vez, era también parte vital de ese sonido refinado. En lo personal, su amistad adquirió otro nivel cuando Davies le pidió, en 1977, que fuera su padrino de bodas.

Su voz era grave y su gesto, adusto. En la mitología que se creó alrededor de Supertramp, Rick Davies era el malhumorado y difícil de tratar. Sin embargo, los testimonios que han comenzado a salir tras el deceso en su casa de New York nos descubren lo que más o menos intuíamos desde que alcanzamos la comprensión de que, a diferencia del piano que dominaba como una extensión de su propio cuerpo, no todo es blanco-y-negro en las relaciones humanas. Su fuerza de carácter era el motor que permitía al quinteto seguir adelante a pesar de sus propios altibajos emocionales.

La complicidad musical que desarrolló con el compositor, vocalista, guitarrista y pianista Roger Hodgson se vio también perjudicada por esas oscilaciones anímicas. Aunque, para todos los efectos, Supertramp fue siempre una entidad colectiva, resultado del sólido engranaje de sus partes, para nadie era un secreto que la simbiosis entre ambos era la generadora de esa sencilla y a la vez sofisticada, compleja genialidad. Pero, cuando se trataba de liderar al grupo humano, Rick Davies era, desde su intencional perfil bajo, quien llevaba la voz cantante.

El sonido vigente de Supertramp

Aunque se les suele asociar al concepto “rock de los ochenta”, la discografía básica de Supertramp pertenece a la década anterior. Ocurre que, en nuestro país, muchas de las canciones más conocidas del grupo comenzaron a difundirse a partir del éxito de la versión en vivo de Dreamer, contenida en el mencionado álbum doble Paris (1980) y lanzada originalmente seis años antes.

Algo parecido pasó con el clásico de The Kinks, Lola, cuya versión en vivo incluida en One for the road (1980), fue fija en la programación de radios ochenteras. Actualmente, muchas personas todavía piensan que pertenece a esa década, a pesar de que la grabación original en estudio está en el álbum conceptual Lola versus Powerman and the Moneygoround, Part One (1970), el octavo de la banda de los hermanos Dave y Ray Davies quienes, por cierto, no son parientes de Rick.

Como ocurre con otros artistas de esa época, el amplio repertorio de Supertramp ha quedado reducido a dos o tres temas de rotación fija y repetitiva, cotidiana, en las emisoras dedicadas al pop-rock en inglés. En realidad, la discografía de Supertramp se compone en total de 11 discos de larga duración en estudio y 6 en concierto, con Rick Davies presente como único miembro estable.

Además, en 1986 apareció su primera recopilación de grandes éxitos, The autobiography of Supertramp (1986), el LP de enigmática carátula que muestra a un hombre sin rostro leyéndose a sí mismo. En la era de los discos compactos esta fue reemplazada, sucesivamente, por otras dos selecciones: The very best of Supertramp (1990, de carátula blanca y su segunda parte, de portada negra, de 1992) y, ya en el siglo XXI, un CD doble titulado Retrospectacle: The anthology (2005).

Los primeros años

El camino musical de Supertramp comenzó cuando Rick Davies y Roger Hodgson se conocieron allá por 1969, tras un anuncio que Davies puso en una revista buscando “un guitarrista que toque rock progresivo”. Davies, amante del blues y el jazz, provenía de un pueblo de clase trabajadora llamado Swindon, al sur de Inglaterra y había adquirido experiencia como líder en The Joint y, luego, fue parte de la banda del cantautor irlandés Gilbert O’Sullivan, conocido por su single Alone again (Naturally) de 1971. Por su parte, Hodgson era un joven músico obsesionado con el pop y los temas espirituales que había crecido en otra ciudad sureña, Portsmouth, en una familia de profesionales acomodados que le dieron una educación privilegiada.

La primera configuración oficial del grupo fue Rick Davies (voz, piano), Roger Hodgson (voz, bajo), Keith Baker (batería) y Richard Palmer-James (voz, guitarras) y adoptó el nombre de Supertramp -aquí se les ve tocando una versión del clásico, All along the watchtower– tras leer la autobiografía de W. H. Davies, literato y vagabundo galés. Palmer-James escribió las letras de las primeras melodías compuestas por Davies y Hodgson, influenciadas por la onda prog-rock de entonces.

Poco después de su álbum debut, Palmer-James abandonó Supertramp para trabajar como letrista de King Crimson, en varios himnos del Rey Carmesí como Exiles (Larks tongues in aspic, 1973), The great deceiver (Starless & Bible black, 1974) o Starless (Red, 1974). Luego de reclutar al saxofonista David Winthrop, el dúo fundador se embarcó en la producción de su segundo LP, con una base rítmica nueva integrada por Kevin Currie (batería) y Frank Farrell (bajo), y Hodgson asumiendo el rol de guitarrista dejado por Palmer-James.

Supertramp (1970) e Indelibly stamped (1971), pasaron desapercibidos en la escena inglesa de prog-rock y psicodelia. Algunas canciones como Surely, Maybe I’m a beggar, Travelled o la extensa Try again contienen atisbos de lo que vendría, pero no logran redondear una propuesta contundente. En todo caso, sirvieron como tubo de ensayo para la explosión de creatividad que llegaría tres años después, en que realmente se inicia el sonido definitivo del grupo.

Entre el rock progresivo y el soft-rock

Crime of the century (1974) mostró una evolución tremenda en términos de desarrollo de ideas musicales y líricas. En un movimiento arriesgado, decidieron incorporar gruesas dosis de jazz a sus composiciones, además de dar mayor protagonismo a la combinación de sus voces -muchas veces jugando con los falsetes, al estilo de los Bee Gees- y a un instrumento que ambos dominaban, el piano y sus diversas variaciones. Así, la guitarra de Hodgson cedió espacio a los Wurlitzer, órganos Hammond B-3 y Fender Rhoads, en una propuesta única en el panorama rockero del momento, a mitad de camino entre el progresivo y el soft-rock.

Además, la pareja de compositores rearmó el grupo, con el ingreso de tres nuevos integrantes, el norteamericano Bob Siebenberg (batería), el escocés Dougie Thomson (bajo) y el británico John Helliwell (saxo, teclados, coros), consolidando la formación clásica de Supertramp. A partir de este momento, el grupo adquiere un nivel de sofisticación que no se limitaba al aspecto sonoro, sino a la adopción de una apariencia mesiánica, de ropas blancas, barbas tupidas y gestos misteriosos, lo que les dio cierto aire intelectual e incluso místico.

Canciones como School, Rudy, Dreamer o Hide in your shell apoyaron este nuevo concepto, con letras sensibles y discursivas, pero que eran de todo menos aburridas o forzadas. La primera, por ejemplo, con sus distintas secciones y su historia de inconformismo frente a lo convencional, es el primer gran logro artístico de Supertramp. Los álbumes siguientes -Crisis? What crisis? (1975) e Even in the quietest moments (1977), aportaron una combinación agradable de esos pianórganos en permanente y compulsivo staccato, voces contrapuestas y densas guitarras electroacústicas, con nuevos éxitos como Ain’t nobody but me o Give a little bit que mostraban las dos caras de la moneda. Por un lado, el romanticismo pop de Hodgson y por el otro la fibra rockera de Davies.

Para el sexto disco, Breakfast in America (1979), la banda desplegó lo mejor de sus poderes, en medio de una situación atípica en la historia del rock. Sus dos principales cabezas, en el pico de su creatividad, se las arreglaron para producir canciones que se instalaron para siempre en la memoria colectiva. Y lo hicieron casi sin dirigirse la palabra. “Somos muy distintos, pero nos queremos” comentaron en esa época.

Ese contraste de personalidades es lo que hacía funcionar a Supertramp. En 1978, un periodista de Melody Maker pasó tres días en el estudio mientras grababan y mezclaban el disco y, en su artículo, aseguró que nunca los vio conversar juntos más de cinco minutos y que solo intercambiaban cordiales «buenos días», «hasta mañana», como dos oficinistas que se saludan fríamente, casi por compromiso. Con sus diferencias también al tope, Roger y Rick no interactuaban mucho, haciendo concesiones solo para los conciertos y otros compromisos, con un profesionalismo que jamás permitió filtraciones hacia afuera. Viendo videos de esa época, nadie sería capaz de adivinar lo que ocurría.

En ese fabuloso álbum, en cuya carátula una risueña camarera de avión sostiene una bandeja de desayuno imitando la postura de la Estatua de la Libertad, mientras que al fondo, desde la ventana, se ve un parque formado de diversos objetos de cocina, una sátira no intencional al consumismo norteamericano, están sus himnos definitivos, The logical song, Goodbye stranger y Breakfast in America.

Las canciones de Rick Davies, éxitos subestimados

En todos los álbumes que grabaron entre 1970 y 1983, el 90% de temas aparecen firmados en conjunto por ambos, como ocurre con los Beatles. Sin embargo, también como Lennon y McCartney, Hodgson y Davies componían por separado de manera individual para luego trabajar juntos los acabados finales, detalles, efectos, letras, etcétera.

Las canciones más famosas de Supertramp pertenecen a Roger Hodgson, desde Dreamer (1974) y Give a little bit (1977) hasta las archiconocidas Breakfast in America, The logical song (1979) o temas menos difundidos, pero igual de buenos como Hide in your shell (1974), Sister Moonshine (1975), la filosófica Lord is it mine (1979) o el éxito It’s raining again, incluido en el último disco que hizo con la banda, … Famous last words… (1982).

Sin embargo, Rick Davies colocó su estilo como compositor y cantante en temas tan famosos e importantes en el repertorio del grupo como Bloody well right (1974) y su alucinante inicio al piano; la reflexiva balada From now on (1977), Ain’t nobody but me (1975) o ese prodigioso homenaje al doo-wop de los años cincuenta, My kind of lady (1982), cuyo divertido y evocador videoclip alegró nuestras tardes durante esa inolvidable década.

En todos ellos, desde los vuelos progresivos de Crime of the century o las insinuaciones latinas de Rudy (ambas de 1974) hasta los arranques blueseros de Oh darling o Casual conversations, la voz grave de Davies se impone como marca registrada e inconfundible de Supertramp tanto como el tono más agudo y nasal de Hodgson. Goodbye stranger, con sus cambios y filigranas instrumentales -la batería, el afilado solo de guitarra, los coros, los pianos-, resume su capacidad para construir historias de música y letra inolvidables. Un clásico por donde se le escuche.

Un legado difícil de quebrar

Roger Hodgson (75) renunció a Supertramp en 1983 y la mayoría creyó que era el final del grupo. Un par de años después, el álbum Brother where you bound (1985) colocó un par de temas en los rankings –Better days y Cannonball– y retornó a arenas progresivas con colaboraciones de David Gilmour (Pink Floyd) y Scott Gorham (Thin Lizzy) en el extenso tema-título. Luego, siguieron unos cuantos álbumes más, sin alcanzar el éxito comercial del periodo 1974-1979.

Aunque formalmente no volvieron a reunirse sobre el escenario, Rick Davies y Roger Hodgson tuvieron una última ocasión, acompañados por John Helliwell, para cantar Goodbye stranger y The logical song en un evento privado en Beverly Hills, en homenaje a Jerry Moss, uno de los fundadores de A&M Records, la casa discográfica que lanzó todas sus producciones musicales. Con los años, los músicos volvieron a hablarse, pero jamás pensaron en tocar juntos de nuevo.

Mientras Roger Hodgson -de quien no se ha publicado pronunciamiento alguno tras la muerte de su excompañero-, hizo algunos discos como solista, sin mayor repercusión comercial, pasó la temporada 2001-2002 como integrante de la All-Starr Band de Ringo Starr y armó su propio grupo para tocar por el mundo el famoso material que escribió para Supertramp, Rick Davies y los otros tres -Helliwell, Siebenberg y Thomson- siguieron hasta el 2012 aproximadamente, con un elenco rotativo de músicos de apoyo, concentrándose en mantener vivo el legado de Supertramp hasta el año 2015, en que anunció su retiro tras ser diagnosticado con el mieloma que terminó con su vida, dejando un vacío inmenso en el mundo de la música popular.

[EL DEDO EN LA LLAGA] Roma, 14 de abril de 1984. Luis Fernando Figari, fundador del Sodalicio de Vida Cristiana, pronuncia su “Catequesis sobre el amor” ante una multitud de jóvenes —en su mayoría vinculados al Camino Neocatecumenal— en la Basílica de San Pablo Extramuros. El día 12 de abril le había tocado el turno a Álvaro del Portillo, prelado del Opus Dei, y el día anterior, 13 de abril, Kiko Argüello, líder de los neocatecumenales, había hecho delirar de emoción a los jóvenes reunidos allí para participar del Jubileo de los Jóvenes, convocado por el Papa Juan Pablo II dentro del marco de las celebraciones del Año Santo de la Redención.

Así se dirigió Figari a su joven audiencia:

«El número que aquí vemos, con ser muchos, no es más que un puñado frente a los millones y millones de hombres jóvenes, de mujeres jóvenes, creyentes, anhelantes, que en todo el mundo vibran desde lo profundo de su corazón —desde ese cenáculo íntimo, interior, donde las cosas más importantes de la vida se experimentan—; jóvenes que vibran por compartir la experiencia fuerte, la experiencia intensa, la experiencia irradiante del Año de la Redención, vivido en el centro mismo de la cristiandad».

Quienes estuvimos allí presentes percibimos la emoción que embargaba a Figari al hallarse ante una multitud de jóvenes creyentes, a los cuáles en su mayoría él mismo nunca hubiera considerado aptos para formar parte del Sodalicio que él había fundado, una élite de jóvenes varones elegidos para vivir el ideal de ser mitad monjes, mitad soldados.

Pues cuando Figari y quienes formábamos parte de la delegación sodálite —unos diez miembros entre los cuales también se encontraban Germán Doig, Virgilio Levaggi y Alejandro Bermúdez— acudimos a Roma en ese momento, aún no existía el Movimiento de Vida Cristiana. El Sodalicio era solamente una asociación pía de fieles de derecho diocesano, con aspiración a ser mucho más que eso. Adicionalmente, habían grupos de jóvenes escolares varones, llamados Agrupaciones Marianas, que era donde el Sodalicio hacía su pesca de vocaciones. Una vez identificados aquellos jóvenes “buena voz” a los que había que “trabajar” para convencerlos de su vocación sodálite, el resto era desechado y no se le prestaba mayor atención. Prácticamente, eran considerados materia residual y se les dejaba librados a su suerte. Si venían a las misas dominicales de los sodálites en los setenta e inicios de los ochenta, se les toleraba, pero no se invertía ningún esfuerzo en mantener su lealtad al grupo.

Los esporádicos Convivios (congresos de estudiantes católicos de escuelas privadas para alumnos de clase media alta para arriba), realizados inicialmente en 1977 y 1978, y luego retomados a partir de 1983, tenían como finalidad la selección proselitista de muchachos para formar agrupaciones marianas, donde pescar nuevas “vocaciones” sodálites. No era otro el objetivo.

También existía la Asociación de María Inmaculada (AMI), destinada a las amigas de los sodálites y a las novias de aquellos sodálites que habían optado por una vocación matrimonial.

Eso era todo. Pues el Sodalicio era la niña de los ojos de Figari, donde se concentraban todos sus esfuerzos. Sin embargo, el número reducido de sodálites, ese puñado de jóvenes dispuestos a darlo todo por el endiosado fundador, no parecía satisfacer sus ansías megalomaníacas de verse aclamado por multitudes. Y algo debe haber cambiado en él después de ver esas multitudes de jóvenes de ambos sexos idolatrando a Kiko Argüello. Y más aun cuando al día siguiente, esos mismos jóvenes lo escucharon atentamente, lo aplaudieron, cantaron y celebraron su fe dentro del marco de una liturgia eucarística dominada por la simbología neocatecumenal.

Poco tiempo después de nuestro regreso a Lima, Figari —en el marco de una conferencia en el Colegio de los Sagrados Corazones de Belén (San Isidro, Lima)— planteó la idea de un movimiento que se guiaría por la espiritualidad sodálite, es decir, por la ideología espiritual que él había pergeñado, aunque sin las fuertes exigencias que se le imponían a los sodálites y con una participación más suelta y relajada.

Sin embargo, su idea de un movimiento no surgió como una inspiración del Espíritu Santo, sino más bien como una estrategia pragmática: quienes en las agrupaciones marianas no habían pasado la valla como para ser considerados “vocaciones sodálites”, podían seguir vinculados como miembros del movimiento, a mayor gloria de Figari. Asimismo, también estaba la idea de vincular a los padres de los sodálites y agrupados marianos, a fin de limar las asperezas en sus relaciones con ellos que, por lo general, fueron conflictivas. Pues en el Sodalicio se solía fomentar la enemistad de los “elegidos” hacia sus progenitores, a los cuales se veía como obstáculos para una entrega generosa al Plan De Dios. Así lo plasmó Figari por escrito en su Memoria 1979:

«…quiero sí referirme a un dolor que se clava en lo profundo del alma, y que con el correr del tiempo y nuestra mayor presencia apostólica, se hace más frecuente. Me refiero a la tragedia que constituye que muchos padres que se dicen cristianos pongan todo género de trabas en el crecimiento en la fe de sus hijos. […] Ese fenómeno lo vemos crecer en la misma medida que observamos el desarrollo de nuestros trabajos apostólicos. Duele porque no es un ataque que viene de fuera, sino de dentro. Un ataque, que a veces se torna cruel por su refinamiento y su sistematización, que causa daño a miembros de nuestra comunidad que desean entregarse cada vez más plenamente al Señor. Que hace tambalear a jóvenes que ven en Cristo el camino de liberación. Hemos sido testigos de hechos inenarrables que llevan a comprender por qué en nuestro medio se puede hablar de crisis de la familia. Aunque, quizá fuera mejor hablar de crisis de amor. Y, cuando el joven da muestras de acoger un llamado del Señor para entregar toda su vida a la Iglesia a través de Santa María, muchas veces esas agresiones a las que nos venimos refiriendo se tornan en furibundas reacciones en contra de la misma fe y hasta de Dios, sin abandonarse por ellos actitudes increíblemente coercitivas de parte de padres que dicen amar a sus hijos. Por ello digo que más que crisis de familia habría que hablar de crisis de amor. .[..] Aquellos quienes viven y sufren esta realidad dolorosa descrita deben tener confianza en los caminos de Dios, y permanecer siempre leales al llamado que el Señor les ha hecho llegar. Él les fortalecerá».

No se admitía la posibilidad de que fuera el Sodalicio mismo el que estuviera mal y hubiera dado motivo para esas actitudes de oposición por parte de los padres de familia. Esta situación de conflicto podría cambiar si había un movimiento que les ofreciera a esos padres y madres una vinculación a esa cosa en que estaban metidos sus hijos.

En 1985, al año siguiente, fue fundado oficialmente el Movimiento de Vida Cristiana (MVC), literalmente para recibir a los sobrantes de la pesca de vocaciones y mitigar los daños colaterales infligidos a padres de familia, que contemplaban como sus hijos eran absorbidos por una institución totalitaria y fanática. El Espíritu Santo no tuvo arte ni parte en esa decisión.

El 23 de marzo de 1994 el MVC fue reconocido por el Pontificio Consejo para los Laicos como asociación internacional de fieles de derecho pontificio. En ese entonces habría contado con unos 25,000 miembros y estaba presente en 21 países.

Sin embargo, décadas después, el 14 de abril de 2025, la Santa Sede, admitiendo la falta de carisma vocacional del MVC, lo suprimió definitivamente. La pregunta que nos hacemos es qué es lo que realmente se suprimió, considerando cómo estaba estructurado el movimiento.

Como señalaba una publicación del Pontificio Consejo para los Laicos del año 2006:

«Los miembros del MVC se vinculan a su misión apostólica a título personal o colectivo dando vida a comunidades, grupos, instituciones, asociaciones y servicios de varios tipos y con distintos fines […], cuyas actividades están dirigidas por un Consejo general de coordinación, constituido por el Coordinador general, el Asistente espiritual y el Secretario ejecutivo».

La vinculación de los emevecistas con el MVC nunca fue directa, sino que se hacía efectiva a través de la pertenencia a grupos, donde la membresía no era formal ni estaba documentada, mucho menos sujeta a normas y reglamentos oficiales. Además de las Agrupaciones Marianas y la Asociación de María Inmaculada (AMI), se constituyeron asociaciones y grupos como Solidaridad en Marcha, Acción Universitaria (para estudiantes universitarios), Familia de Nazaret (para parejas de esposos), Betania (para mujeres adultas), Emaús (para varones adultos), Simeón y Ana (para personas de edad avanzada) y otros más. Al suprimirse el MVC se eliminó el paraguas de derecho pontificio que cobijaba a estos grupos, pero éstos han seguido existiendo y actuando como si no hubiera pasado nada.

Por ejemplo, la Parroquia Nuestra Señora de la Reconciliación (Camacho, Lima), que sigue a cargo de sacerdotes que fueron integrantes del suprimido Sodalicio —el párroco Juan Carlos Rivva y el vicario parroquial Juan Pablo Rosado—, sigue ofreciendo a sus feligreses la participación en Agrupaciones Marianas (de jóvenes varones y mujeres por separado), Solidaridad en Marcha, Pan para mi Hermano y grupos de Betania, Emaús, Familia de Nazaret, Simeón y Ana.

Algo similar pasa en la parroquia Holy Name de Denver (Colorado, EE.UU.), a cargo del párroco Juan Fernando Sardi y del vicario parroquial Craig Kinneberg, ambos sacerdotes del suprimido Sodalicio. Allí se sigue ofreciendo la participación de jóvenes en los Marian Groups y en otras dos iniciativas nacidas del Christian Life Movement (CLM), la presencia en Estados Unidos del MVC, concretamente en Denver y Philadelphia. Me refiero a Creatio —que pretende liderar experiencias transformadoras que permitan a todas las personas, particularmente jóvenes, encontrarse con la belleza de la creación y del Creador, algo inspirado en los retiros DyN (Dios y Naturaleza) para adolescentes escolares que organizaba el Sodalicio en los años setenta e inicios de los ochenta— y a Christ in the City. una organización católica sin fines de lucro dedicada a formar misioneros, voluntarios y comunidades para conocer, amar y servir a los pobres, con un enfoque particular en las personas sin hogar. Según los formularios 990 —declaraciones de organización exenta de impuesto sobre la renta—, obligatorios en los Estados Unidos y que son de acceso público, los montos de dinero recibidos por Christ in the City —que se han incrementado a lo largo de los años hasta llegar a los 3,218,044 de dólares en 2024— se destinan en su mayoría a actividades de formación de los jóvenes misioneros, no a los pobres a los que supuestamente ayudan. Por lo tanto, además de ser una institución sospechosa de actividad proselitista por tener a tres sodálites expulsados en su staff directivo (Eduardo Regal, José Ambrozic y Alejandro Bermúdez), también despierta suspicacias que no se sepa quiénes son sus donantes y quiénes son aquellos a los que les pagan por servicios de formación y capacitación. Hasta es posible que haya un esquema de lavado de activos, lo cual no me extrañaría en entidades vinculadas al Sodalicio.

Otro ejemplo a destacar es Mission Brazil, en la diócesis de Petrópolis, que efectúa acciones que tienen como objetivo promover en los jóvenes el carácter evangelizador. Anteriormente se llamaba Mission MVC Brazil y su logo actual es una versión modificada del logo del MVC. Parece que la supresión del movimiento sólo tuvo el efecto de modificar ligeramente su nombre, pues su personal sigue siendo el mismo, los métodos y estrategias siguen siendo los mismos, su ideología espiritual no ha cambiado y hasta la dirección que indican (R. Figueira de Melo, 142 – Centro, Petrópolis – RJ, 25625-120) es la misma que tenía el Centro Pastoral do Movimento de Vida Cristã.

Y estos grupos siguen sosteniendo lo indicado en el comunicado del MVC que informa sobre su supresión:

«Guiados por la gracia del Espíritu Santo, continuemos siendo testigos del Evangelio, con corazones humildes y dispuestos a servir como apóstoles de la reconciliación. Como María, atesoremos en el corazón aquellos frutos auténticos de fe, servicio y apostolado que están vivos en nuestros corazones» (Comunicado Oficial – MVC, 14/04/2025).

Sin ningún respeto por las víctimas, sin reconocer la afirmación de la Santa Sede de que carecen de carisma fundacional, sin autocrítica ni conciencia de sus propios métodos sectarios, sin un sentido correcto de lo que es pertenecer al Pueblo de Dios y construir Iglesia.

En resumen, si nunca hubo una pertenencia directa y formal de sus miembros al MVC, sino que ésta se hacía efectiva a través de la participación en uno de los tantos grupos que conformaban el movimiento, al ser suprimido éste, los grupos han seguido existiendo con la aquiescencia de algunos obispos cómplices y párrocos encubridores. Y se habrían convertido en refugio de muchos de aquellos que fueron miembros del Sodalicio hasta el final.

El MVC, que nació como un receptáculo de sobrantes de la caza de vocaciones del Sodalicio, se ha convertido ahora en el receptáculo de remanentes del Sodalicio. Y sigue siendo lo que fue desde un principio: un contenedor de residuos con barniz de espiritualidad pero de aroma indescriptible.

[MIGRANTE AL PASO]  Después de estar en Canadá por un intercambio obligado en el que debía pensar sobre mi futuro, específicamente qué y dónde estudiar. Estaba bastante perdido, ahora lo sigo estando, pero menos felizmente. Claramente, no pensé nada de eso. Pero fue mi primer viaje solo y tal vez ahí nació mi curiosidad e interés por hacerlo para siempre. Recuerdo salir del aeropuerto de Lima, después de casi dos meses y en el camino mi padre me pregunta: “¿Y qué pensaste?”. Por miedo a decir que no tenía ni idea le dije que quería estudiar Negocios Internacionales en la de Lima. Claramente, con la inteligencia de mis padres, sabían que se me ocurrió en ese instante, no son personas a las que se pueda outsmart fácil, sobre todo cuando tenía 17 años. Así comenzó mi primera expedición fallida de incontables universidades. Sigo pensando que pedirle a alguien de 17 años que decida todo su futuro es exagerado. Fue ese mismo año que conocí al joven pirata que luce un sombrero de paja como emblema y símbolo de su propia libertad.

En ese momento había ya como 600 capítulos, actualmente hay 1142. Casi 26 años en emisión y aún no termina. Y así One Piece se está convirtiendo en una de las mejores obras jamás escritas. Un anime que abarca casi todas las problemáticas reales y cómo con el sueño de cada miembro de la tripulación pirata se van logrando cambios. Eiichiro Oda, el genio escritor de 50 años, actualmente ocupa el puesto número 7 de autores más vendidos en la historia. Por encima suyo solo están Shakespeare, Agatha Christie y otros de ese calibre. Niños que siguen siendo niños y adultos que fueron niños viven su día a día siguiendo los valores que esta obra resalta. Entre ellos, la valentía y actuar frente a injusticias destacan.

Todos los días saliendo de clase, si es que no me tiraba la pera, regresaba a ver sus aventuras sin parar, decenas de capítulos al hilo. De muchas que me quedaron marcadas hubo una en especial que me hizo replantear mi camino en la vida y, por lo tanto, mis sueños. Dentro de esta tripulación, Robin, la arqueóloga, fue secuestrada por la Marina y en represalia comenzó un rescate, y esto pasa cuando se encuentran cara a cara.

En la azotea de Enies Lobby, la sede del Gobierno Mundial. Robin, con las cadenas mordiendo su piel, no dudaba de su decisión: morir. Creía que era lo único que merecía una paria como ella y que era la única forma de proteger a los Sombreros de Paja, sus amigos preciados, de la persecución implacable del Gobierno Mundial.

Pero Luffy, el capitán, no conoce la resignación. No acepta la derrota, ni mucho menos los sacrificios silenciosos. Su grito rompe con toda tensión.

—¡Sogeking, dispara a esa bandera!

Usopp, el ingenioso y miedoso francotirador, oculto tras la máscara, apunta. En un instante, la insignia que había gobernado con miedo al mundo entero arde en llamas. El fuego no solo pulveriza la tela: desafía siglos de sumisión, se burla del poder absoluto y proclama la guerra abierta.

La tripulación no pestañea. Nadie retrocede. Todos entienden lo que significa y lo aceptan con calma brutal. Ya no es solo rescatar a Robin: es desafiar de frente al monstruo más grande del mar.

Robin mira. Ellos han roto el equilibrio del mundo por ella. El precio es inimaginable. ¿Puede cargar con eso? Luffy, con su voz llena de enojo, no admite excusas:

—¡Dilo, Robin! ¡Dilo con tu propia voz!

Ella por fin explota y grita con voz desgarradora:

—¡Quiero vivir! ¡Llévenme con ustedes al mar!


En ese instante, la condena que había cargado toda su vida se rompe. No hay más dudas, no hay más cadenas. La bandera arde, los Mugiwara sonríen. Me sentía uno de ellos, que mis amigos y familia representaban a cada uno del grupo pirata. Me sentí abrazado. Como cuando mi padre me da palabras de motivación o mi madre me ha abrazado en momentos que lo necesitaba y no lo sabía. Declararle la guerra al Gobierno Mundial es algo que mi hermano haría por mí y yo por él. Solo obras maestras como esta pueden generar ese tipo de sensaciones. Últimamente la bandera de estos piratas ha tomado vida propia y demuestra que de la ficción a la realidad solo hay una estrecha línea.

En Indonesia, la ficción también se hizo carne. Durante las celebraciones por la independencia, en lugar de izar con orgullo el rojo y blanco, comenzaron a aparecer banderas con una calavera sonriente y un sombrero de paja flameando al viento. Lo hicieron primero camioneros, protestando contra reglas que sentían injustas, pero pronto se multiplicó el gesto: gente cansada de gobiernos que hablan en nombre del pueblo y gobiernan para la élite, decidió identificarse con piratas ficticios antes que con autoridades reales. Quemar o reemplazar un estandarte oficial en un día patriótico es un acto que bordea la traición, pero también es una confesión: hay más verdad en un símbolo nacido del lápiz de Oda que en los discursos repetidos desde el poder. Ese fuego en Enies Lobby, cuando la bandera del Gobierno Mundial se consumía frente a Robin, parecía repetirse en el sudeste asiático. No era un capricho otaku, era un lenguaje común entre quienes se sienten despojados de todo, menos de la capacidad de resistir. Y la bandera, que alguna vez ardió en la ficción, ardía otra vez, pero en las plazas y calles reales de Yakarta y más allá. Incluso las autoridades declararon como delito mostrar la bandera del anime.

En Nepal la historia tomó un rumbo aún más dramático. Fueron sobre todo los más jóvenes, hijos de otra generación, quienes salieron a las calles cuando el gobierno intentó silenciar redes sociales y reforzar viejos mecanismos de control. Lo que empezó como indignación digital se convirtió en protesta masiva, y entre pancartas con frases como “Wake up Nepal” o “Unmute your voice”, volvió a aparecer la bandera de los Sombreros de Paja. Para ellos era un gesto de libertad, de decirle al poder que no tienen miedo de hablar, que no aceptan vivir callados. La represión fue inmediata y sangrienta: al menos diecinueve muertos, centenares de heridos, un costo insoportable para un símbolo nacido del papel y la tinta. Pero la bandera siguió ondeando, convertida en estandarte de duelo y esperanza. Como millennial, me toca mirar esa escena con un peso distinto: crecí viendo esos capítulos como refugio, como compañía silenciosa, y ahora descubro que en otro rincón del mundo esa misma ficción sostiene la voz de quienes pelean por derechos básicos. Lo que para mí fue compañía y sentido, para ellos es escudo y grito colectivo. Y ahí confirmo que la frontera entre el manga y la vida real ya no existe: un sombrero de paja puede significar lo mismo que una constitución, una bandera, un manifiesto. De hecho, muchos intelectuales sostienen que las nuevas fuentes de filosofía se encuentran en el anime.

Y entonces recuerdo la escena en Wano, ese país insular inspirado en el Japón feudal, encerrado durante siglos y dominado por la tiranía. Allí, Luffy le entrega la bandera de los Sombreros de Paja a Momonosuke, heredero y nuevo shogun del país. Momo, que alguna vez fue un niño temeroso, recibe ese símbolo como un escudo y una promesa: mientras esa bandera ondee, Wano nunca estará solo. Es un gesto que atraviesa la pantalla y se instala en la realidad: la bandera como herencia, como confianza, como desafío al miedo. Quizá eso explica por qué en Nepal, en Indonesia o en mi propia vida, ese emblema sigue ardiendo como recordatorio de vivir sin rendirse.

[EL CORAZON DE LAS TINIEBLAS] Tuve la suerte de llevar clases con Franklin Pease en la facultad de Historia de la PUCP. Comprendo que fue una suerte y un honor ahora que han pasado 30 años y que puedo entender muchas cosas que antes no. Franklin no era fácil, podía molestarse con facilidad. Si te acercabas a pregúntale o solicitarle algo te arriesgabas a una respuesta a voz en cuello, intimidaba.

Pero era Franklin, era maestro, y del maestro debes recoger su fruto, cada maestro tiene uno en particular y él lo tenía, y no era en absoluto baladí: con Franklin constatabas que te estabas haciendo historiador. Lo tuve en primer ciclo de facultad y apenas le entendía. Eso me desmoralizó, citaba autores como quien menciona ciudades en un juego de charadas, y yo pensaba que nunca iba a alcanzar un nivel igual o parecido. Luego me matriculé a otro curso con él, ya al final de mi carrera, y entonces sí le entendía todo, me sentí muy cómodo, me di cuenta de que ese historiador talentoso y consagrado tenía sentado en un pupitre de su aula a otro historiador, uno muy joven y por graduarse, lleno de ganas de seguir su camino, o, más aún, el suyo propio.

Franklin era conservador, era conservador con la historia, con la disciplina histórica y creo que eso estaba bien. La cuidaba, defendía sus fueros como un castillo medieval asediado. No gustaba mucho de la transdisciplinariedad, es verdad, consideraba que nuestra disciplina tenía métodos y teoría propios, los que eran suficientes para volcarnos a la aventura de traer el pasado al presente, a través de la intervención del historiador.

Esta nota no persigue la intención de discutir las posturas del maestro Franklin que nos dejó temprano, en 1999, cuando tenía todavía mucho por ofrecernos. Dejó sin embargo, como legado, decenas de obras escritas y miles de historiadores formados.

Pero junto al merecido homenaje al Maestro, esta nota trae consigo una inquietud y que atañe una cuestión que siempre ha ocupado y preocupado a los historiadores: la invasión del pasado por el presente. Ahora estamos en la ola MAGA “Has Estados Unidos Grande Otra Vez”, slogan que se remonta a los tiempos de Ronald Reagan pero que ha cobrado inusitada actualidad en la primera y, aún más, en la segunda administración de Donald Trump.

De hecho, bajo una mirada de rescate de los valores tradicionales americanos, el inefable mandatario ha sometido a revisión los contenidos de 8 salas del Instituto Smithsonian de Washington por considerar que difunde una historia de los Estados Unidos demasiado crítica con la institución de la esclavitud, con la suerte de los sectores menos favorecidos y que niega los logros y la excepcionalidad del país. Independientemente de la postura de Trump, atendible como todas, queda claro la intrusión de la política en asuntos que atañen la historia y la cultura.

En realidad, está cuestión es tan antigua como la civilización misma. Los jeroglifos egipcios narran una historia oficial de la gestión de los faraones desde la perspectiva del poder, pero también debería estar claro que corren tiempos en los que la historia y la cultura constituyen áreas del conocimiento que responden a desarrollos científicos que deberían ofrecer alguna autonomía frente a gobiernos y políticos que buscan trasladar al pasado batallas ideológicas que bajo ningún concepto deberían abandonar el tiempo presente y la proyección hacia el futuro.

En todo caso, otro tiempo los políticos acudían al pasado bajo la fórmula historia magistra vitae -maestra de vida- es decir, para extraer ejemplos de lo que debe y no debe hacerle. A un historiador la fórmula no le sonará muy científica pero a nadie le molestó ni le molesta mucho ese conocimiento de sentido común que no es solo de los políticos, es cotidiano.

Lo de hoy es diferente y MAGA tiene un precedente. En una publicación que hice en mis redes sobre el tema encontré comentarios inspiradores: woke del presente vs woke del pasado; presentismo woke vs pasadismo maga. Las cosas van por ahí.

En octubre de 2021 una estatua del libertador de Estados Unidos Thomas Jefferson fue retirada del ayuntamiento de New York por haber sido propietario de esclavos. Definitivamente, el desarrollo del movimiento Black Lives Matter, tras el infausto asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd en Minneapolis, a manos de un agente policial blanco radicalizó la lucha por los derechos de los afrodescendientes. De esta manera,  fueron señalados personajes históricos -otrora prohombres de la patria- por haber poseído esclavos en tiempos en que dicha práctica se encontraba plenamente vigente y normalizada -no por ello era justa ni buena- al punto que solo se abolió tras la Guerra de Secesión en 1865, casi un siglo después de obtenida la independencia de las Trece Colonias de la Corona Británica del Rey Jorge III.

Según CNN, a noviembre de 2022, al menos 60 estatuas de Cristóbal Colón habían sido vandalizadas por quienes, siguiendo la teoría decolonial y otros desarrollos teóricos provenientes del progresismo radical, convirtieron al descubridor de América en símbolo de la expoliación, explotación y despojo de los pueblos originarios. La política fue más allá y llegó al nivel de los gobiernos. Hace poco tiempo AMLO y después Claudia Sheinbaum exigían y no con las mejores formas a la Corona Española disculparse con los pueblos originarios de México por el daño que les fue infligido en tiempos de la colonización. La Corona respondió con arrogancia colonialista: habría que estar agradecido con la civilización legada, ¡Vive Dios!, fin de la discusión.

Y bueno, me queda el debate latinoamericano: los conservas al ataque. Y no me refiero a los que quieren conservar la historia como un preciado bien, tal y como lo hacia el maestro Pease, sino a los conservadores de ahora, a los “MAGA” latinoamericanos alineados con Trump, con Milei y que han decidido iniciar la disputa del pasado en este hemisferio.

En México se han ido por el argumento, bastante básico, de que no hay que quejarse de la conquista española, porque los grupos étnicos precolombinos también se conquistaban entre sí, tan básica es la cosa que no me molestaré en responderla. En el Perú, un joven ingeniero remonta la peruanidad hasta antes de sus orígenes. Sustentándose en curiosas genealogías, sostiene que Río de la Plata y la Nueva Granada no se independizaron de España sino del Perú y de los peruanos, como si el virreinato peruano no le perteneciese entonces a España, como si dicho virreinato no hubiese estado liderado por el españolísimo y absolutamente eficaz virrey Don Fernando de Abascal. Entiende, dicho ingeniero, que los peruanos de entonces eran como los de ahora y que nos la pasábamos igual de entretenidos con el campeonato mundial del pan con Chicharrón toda vez que no iremos a la Copa del Mundo de Estados Unidos 2026.

Pero qué largo preámbulo. ¿Qué podemos sacar en concreto de todo esto? Lo primero: la batalla cultura es una pésima gestora del pasado y de la historia, y es una peor gestora de los bienes cultural y de su proyección hacia la sociedad.

Lo segundo, tenemos que recuperar el conservadurismo bien entendido del maestro Franklin Pease, que alguna vez, en una de sus brillantes sesiones, retrató a la historia como una abuelita muy delicada a la que había que tratar con mucho cuidado y no atropellarla con una guerra ideológica, por lo demás burda y obscena, como la que enfrenta a los presentistas wokes con los pasadistas magas.

Algunos sostienen la crisis del wokismo debido a la ola trumpista. La verdad, la premisa no me parece alentadora, como no me lo parece reemplazar un extremo por otro.

La semana pasada hablé de la socialdemocracia popular. Hasta ahora no es más que una idea, un camino de retorno a los valores democráticos del siglo XX pero por la ruta del siglo XXI. Nuestra sociedad amerita apreciar su historia y no sumirla en unos combates que representan la distorsión más abyecta de aquellos que una vez plantease el maestro Lucien Febvre.

Además, nuestra sociedad merece relacionarse con su legado cultural, patrimonial e histórico sin conflictuarse: comprendiendo, analizando y problematizando el daño, el dolor generado por  situaciones del pasado que no deben regresar, pero sabedora de que han terminado. Por su parte, las autoridades del presente deben preocuparse por que concluyan y terminen de aposentarse en el pretérito, si acaso no lo hubiesen hecho todavía.

Al maestro Franklin Pease García-Yrigoyen

p.d. Imagen: Estatua a Thomas Jefferson retirada del consistorio de New York por su pasado esclavista

[PIE DERECHO] La reciente reforma del sistema pensionario constituye un reiterado atropello contra la libertad individual y una afrenta al sentido común. Se nos dice, con el paternalismo propio de los burócratas, que se busca garantizar el futuro de los trabajadores. Pero la realidad es otra: lo que se pretende es consolidar un mecanismo de succión sistemática del esfuerzo de millones de peruanos para engordar las arcas de un puñado de grupos de poder financiero.

La prohibición de los retiros, en un país donde el desempleo acecha y la informalidad abruma a más de la mitad de la población, equivale a condenar al trabajador a la impotencia. Ese dinero, fruto de su sudor, no podrá ser usado para resolver urgencias inmediatas, ni siquiera cuando su vida dependa de ello. El Estado, ese Leviatán que se reviste de protector, ha decidido que sabe mejor que los propios ciudadanos qué hacer con sus ahorros.

Más grave aún es la incorporación forzosa de los trabajadores independientes. Aquellos que han elegido no depender de patrones ni oficinas se ven ahora encadenados a un sistema mercantilista que jamás pidieron. La libertad de trabajar por cuenta propia debería ser inseparable de la libertad de administrar los ingresos. Pero el fujimorismo, fiel a su instinto autoritario y su vocación mercantil, ha preferido consagrar la obligatoriedad como dogma.

El sistema de aportes obligatorios, lejos de ser una tabla de salvación para la vejez, es en el Perú una maquinaria de extracción. Los rendimientos se reducen a migajas frente a las ganancias astronómicas de quienes administran los fondos. Lo que se presenta como un beneficio social no es más que la perpetuación de un negocio privado disfrazado de política pública.

La verdadera reforma debería ser la libertad: permitir al trabajador decidir si quiere ahorrar en una AFP, en un banco, en su propia casa o debajo del colchón. Cualquier otro camino, como el que hoy se impone, no es más que la confirmación de esa vieja enfermedad peruana: creer que la libertad del ciudadano es un lujo prescindible cuando se trata de proteger intereses creados.

El único sistema de pensiones justo será aquel que se base en la libertad del ciudadano de poder decidir si invierte en una AFP o en la ONP para su pensión jubilatoria o si decide no hacerlo e invertir más bien en la educación, salud o patrimonio de su familia, como mejor seguro para la vejez. Es imperativa la derogación de esta norma. ¡Ojalá crezca la protesta!

La del estribo: imperdible El rincón de los muertos, dirigida por Sebastián Rubio y Yanira Dávila. Va en el Centro Cultural de la PUCP y las entradas se venden en Joinnus o en la web del propio CCPUCP. Una obra testimonial sobre diversos momentos históricos de Ayacucho, desde la Independencia hasta la coyuntura actual. Y cuenta con el galardón de que el Mincul no ha querido reconocerla como obra cultural.

 

En cada elección regional y municipal, vemos un patrón repetido: un candidato que obtiene apenas el 16% o 17% de los votos termina gobernando con mayoría absoluta en el consejo. No importa si otros candidatos sumaron entre todos el 84% restante. La ley, en lugar de equilibrar, premia al primero con el control total de las decisiones.

¿El resultado? Autoridades que no necesitan dialogar ni pactar. Gobiernan sin oposición real, eliminando toda posibilidad de concertar una agenda común con las otras fuerzas políticas que, aunque no ganaron, también representan a miles de ciudadanos. Así, muchas buenas ideas quedan fuera del juego institucional simplemente porque la ley no contempla mecanismos para integrarlas.

Esta distorsión crea una generación de caudillos locales, acostumbrados a mandar sin control ni contrapesos. Pero lo más grave viene después: muchos de ellos escalan a espacios nacionales —Congreso, ministerios, altos cargos del Estado— arrastrando un “ADN democrático” dañado. No han aprendido a negociar, a construir consensos, ni a rendir cuentas. Solo saben imponer.

Por eso la tarea urgente es doble. Primero, hacer docencia democrática: educar a la ciudadanía sobre la importancia del pluralismo, del diálogo y de la representación verdadera. Y segundo, impulsar una reforma electoral que elimine este mecanismo perverso que convierte a minorías en mayorías absolutas.

La democracia no puede seguir siendo una puesta en escena donde el que gana impone su visión y los demás desaparecen. Los perdedores no solo pierden la elección; pierden también su voz en el debate público. Y con ellos, pierde la sociedad en su conjunto, que deja fuera ideas, visiones y propuestas que podrían enriquecer la gestión.

La gran tarea que tenemos todos es promover ese pequeño gran cambio en las normas electorales. Solo así podremos construir una democracia real, desde la base, que fluya hacia el escenario nacional. Es cierto que tomará años, pero algo se tiene que hacer hoy. Porque si no se empieza ya, el país se alejará cada vez más de alcanzar un desarrollo integral y justo para todos.

[INFORME] Mientras las calles limeñas se tiñen de sangre por la incontrolable ola delincuencial, en la Municipalidad de Lima han gastado más de cien mil soles en un exgerente de seguridad ciudadana que en 2023 fue señalado por la Contraloría por no cumplir con los requisitos para ocupar este puesto.

Tras la llegada de Rafael López Aliaga al sillón municipal en enero del 2023, la Municipalidad de Lima ha visto desfilar por sus oficinas a un sinnúmero de personajes muy cercanos al burgomaestre. Desde militantes famosos hasta antiguos integrantes de Solidaridad Nacional se ha visto beneficiados con generosos sueldos con la llegada al despacho municipal del líder de Renovación Popular.

Aunque el alcalde de Lima se ha valido de numerosos ataques a los periodistas y medios de comunicación para minimizar la gravedad de este tipo de contrataciones que diversos informes periodísticos exponían, incluso en sus últimos meses en el cargo antes de abandonarlo para enfocarse en su campaña presidencial esta situación continúa ocurriendo.

Sudaca ha podido encontrar el caso de un funcionario, a cargo una tarea de suma importancia por la crítica coyuntura que atraviesa el país, que llegó a ocupar este puesto pese a que su contratación no cumplía con los requisitos básicos y que, tras ser descubierto, terminó siendo recompensado con un contrato con la Municipalidad de Lima y un generoso salario.

LO QUE OCULTA EL SHOW

El paso de Rafael López Aliaga por la alcaldía ha estado marcado desde su inicio por una innegable estrategia comunicacional que apuntaba a conquistar las redes sociales. Con iniciativas como convertir en “alcalde por un día” a algún streamer famoso o usando audios virales de Tiktok para burlarse de sus críticos, el líder de Renovación Popular intentó aumentar su popularidad.

En el distrito de Comas, el alcalde Ulises Villegas, quien recientemente se ha visto involucrado en un escándalo por obligar a trabajadoras de su municipalidad a vestirse de porristas, no se quiso queda atrás y también optó por un plan orientado a conquistas las redes sociales con diversos videos acompañados de una narrativa grandilocuente.

Pero detrás de este show elegido por ambos burgomaestres para acaparar las plataformas digitales e intentar conquistar al público juvenil han ocurrido graves cuestionamientos a sus respectivas gestiones e incluso existe un caso más que polémico que une a ambos funcionarios.

En enero del año 2023, cuando los alcaldes que había salido victoriosos en la contienda electoral del año pasado empezaban a instalarse en sus nuevas oficinas, en la Municipalidad Distrital de Comas se llevaban a cabo las primeras designaciones. Una de ellas ocurrió el 1 de febrero del 2023 y tuvo como protagonista a César Albergo Jordán Brignole, quien recibió el cargo de confianza de gerente de seguridad ciudadana de dicho distrito.

Pero, meses después, una visita de control por parte de la Contraloría advertiría una serie de designaciones irregulares por parte de la Municipalidad de Comas en las que estaba incluido el gerente de seguridad ciudadana. Tal como se señala en el documento al que tuvo acceso Sudaca, estos funcionarios “incumplen con los requisitos mínimos establecidos”.

En el caso de Jordán Brignole, el informe de la Contraloría señala que no cumplió con acreditar la experiencia específica en temas relacionados con la gestión municipal, gestión pública y conducción de personal. Sin embargo, la nueva gestión a cargo de la Municipalidad de Comas no tuvo inconvenientes en designarlo en ese cargo de confianza.

Además, la Contraloría también detectó que en el caso de César Alberto Jordán Brignole no se había realizado la correspondiente verificación para saber si el gerente de seguridad ciudadana se encontraba en el Registro Nacional de Grados y Títulos de la SUNEDU, Registro Nacional de Sanciones Contra Servidores Civiles, Registro de deudores de reparaciones civiles, y el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.

Para el segundo semestre del 2023, la ola de inseguridad continuaba creciendo y el distrito de Comas no estuvo al margen. Por ello, tras conocerse la irregularidad detectada por la Contraloría, varios vecinos del distrito no tardaron en hacer sentir su descontento con la gestión de Villegas por haber designado para una gerencia clave en este contexto crítico a una persona que no cumplía con el perfil requerido.

CUANDO SE CIERRA UNA PUERTA DE ABRE UNA ASESORÍA

César Alberto Jordán Brignole no llegó a cumplir ni un año en el puesto de gerente de seguridad ciudadana en la Municipalidad de Comas y terminó renunciando. Sin embargo, pese a lo detectado por la contraloría, las oportunidades laborales no tardaron en aparecer e incluso con un salario mucho más interesante.

En febrero del 2024, la Municipalidad de Lima se convirtió en el nuevo hogar del cuestionado exfuncionario de la Municipalidad de Comas. En esta oportunidad, la gestión del alcalde López Aliaga le abrió las puertas con un servicio de coordinación y soporte técnico  en seguridad ciudadana por el cual se pagó más de quince mil soles.

Pese a los cuestionamientos señalados por la Contraloría con respecto a la idoneidad de Jordán Brignole para encargarse de la seguridad de un distrito, la Municipalidad de Lima le encargó la implementación de planes de seguridad y vigilancia de toda la ciudad de Lima y, para ello, le pagó treinta y seis mil soles sólo en el mes de mayo del año pasado.

Si bien la seguridad en la ciudad no ha experimentado una mejora y los asesinatos por extorsiones continúan siendo parte de las noticias diarias, lo que sí ha mejorado considerablemente  es la economía de César Jordán Brignole. Acorde a la información del portal Transparencia Económica, sólo en los meses transcurridos del presente año ha recibido más de ochenta mil soles por parte de la Municipalidad de Lima.

César Brignole, quien se presenta como asesor del alcalde López Aliaga, también se ha convertido en un fiel defensor del líder de Renovación Popular. En redes sociales no duda en defender al burgomaestre de cualquier cuestionamiento a su trabajo, celebrar hasta sus decisiones más populistas y atacar a quienes su jefe percibe como enemigos.

Pese a su experiencia en la Policía Nacional del Perú y los procedimientos que conoce sobre estos casos, Jordán Brignole no tuvo reparos en adelantarse a las investigaciones y se sumó a las teorías conspirativas que el alcalde López Aliaga trataba de difundir sobre la muerte de José Miguel Castro.

Aunque los más fieles seguidores del alcalde de Lima intentan blindarse ante las críticas recordando los errores de sus predecesores, los más de dos años y medio de gestión de Rafael López Aliaga en la Municipalidad de Lima han estado plagados de numerosos casos de contratos cuestionados y, en la práctica, no parece estar marcando una diferencia positiva con el manejo de la municipalidad que tuvieron otros alcaldes.

[MÚSICA MAESTRO] ¿Una edad carente de interés?

Nadie suele mencionar los sesenta, en términos de edades, como si fuera un punto intermedio entre la madurez y la ancianidad desprovisto de atractivo o importancia. Se dice, por ejemplo, que “los cuarenta son los segundos veinte”, que “los cincuenta son la mitad del camino” o que “no tienes 40 sino 18 más 22 de experiencia”. Para las siguientes décadas -setenta, ochenta, noventa- hay rankings de quiénes llegaron a tan altas instancias y que tan bien (o mal) lo hicieron.

Curiosamente, tampoco hay fórmulas coloquiales para aludir a quienes alcanzan las tres décadas de vida -salvo la consabida referencia a los 33, la “edad de Cristo”-, es decir cuando se llega a la mitad de sesenta. Al parecer, al tratarse de edades en las que no suele pasar nada, salvo casos específicas -o te casaste antes o te casarás después, pasaste la adolescencia y primera adultez sin accidentes ni enfermedades, tienes un trabajo más o menos estable, sea bien o mal pagado, ni los treinta ni los sesenta revisten mayor interés como tema de conversación.

Sin embargo, a los 60 falleció Diego Armando Maradona, en el 2020, probablemente el futbolista más idolatrado de la historia. Y ochenta años atrás, en 1940, un sicario de Stalin asesinó en México a León Trotsky cuando tenía esa misma edad. Importantes personajes del cine -Carrie Fisher, la Princesa Leia de Star Wars-, el fútbol -el soviético Lev Yashin, “La Araña Negra”, el único arquero Balón de Oro- o la música -el cantautor John Martyn, el primer vocalista/guitarrista de Pink Floyd, Syd Barrett, el tecladista y fundador de Depeche Mode, Andy Fletcher, el bolerista cubano Ignacio Villa, “Bola de Nieve”-, entre otros, también dejaron este mundo a los 60.

Asimismo, artistas como el cantante mexicano líder de Caifanes/Jaguares, Saúl Hernández; la cantautora Tracy Chapman; el bajista de Guns ‘N Roses, Duff McKagan; los argentinos Vicentico, vocalista de Los Fabulosos Cadillacs y Kevin Johansen, muy popular aquí en Lima por sus constantes visitas junto al caricaturista Liniers; el rockero norteamericano Lenny Kravitz; la viuda de Kurt Cobain y fundadora de Hole, Courtney Love; el guitarrista y cantante de Phish, Trey Anastasio; la pianista canadiense Diana Krall, estrella del jazz contemporáneo y esposa de Elvis Costello; el cantante y líder de Pearl Jam, Eddie Vedder; la baladista mexicana Yuri; o los bajistas metaleros Robert Trujillo (Ozzy Osbourne, Suicidal Tendecies, Metallica) y Dave Ellefson (Megadeth) llegaron al sexto piso el año pasado. Y nadie dijo nada.

¿Qué músicos cumplen 60 este año 2025?

La galería es amplia, por supuesto, y diversa. Por razones cronológicas obvias, las personalidades más conocidas del universo musical que han cumplido o están por cumplir sesenta años este 2025 gozaron de amplia difusión y fama en los ochenta y noventa. Aunque muchos de ellos siguen productivos y vigentes, ya califican como “viejas glorias” en sus respectivos estilos y enfrentan, como cualquier ser humano, el camino hacia el envejecimiento sin temores, conscientes de que aun no califican para ser consideradas venerables piezas de museo.

Björk cumple 60 el 21 de noviembre. Desde la volcánica Islandia, la cantante y compositora llegó durante la primera mitad de los noventa con un cargamento inagotable de canciones y sonidos del que todavía pueden extraerse estrambóticas y poco convencionales sorpresas, tanto sonoras como audiovisuales. Aunque su última producción oficial, Fossora (2022), apareció hace ya tres años, la ex líder de Sugarcubes e intérprete de clásicos noventeros como Army of me, Bachelorette o It’s oh so quiet? es aun un referente de libertad creativa y personalidad.

En una entrevista concedida a la Rolling Stone, manifestó estar mentalmente muy activa. “Ahora mismo estoy más ocupada sacando todas las ideas que tengo dentro y el tiempo se acaba. ¿Y si tuviera que grabar 20 discos más? A mi ritmo, probablemente saque cinco antes de morir”, comentó. Y, como siempre, fiel a su actitud contracultural frente al music business, la islandesa dispara contra las nuevas costumbres tecnológicas: “Spotify y la cultura streaming son probablemente lo peor que les ha pasado a los músicos y a toda una sociedad”.

Esta semana también está de cumpleaños Richard Melville Hall, más conocido como Moby, el compositor, productor y multi-instrumentista que se coló en la memoria colectiva de los melómanos del cambio de siglo con dos de sus primeros álbumes, los brillantes Play (1999) y 18 (2002). A diferencia de Björk, el músico electrónico ha sostenido una amplia producción discográfica, desapercibida para nosotros a causa del antifaz que no imponen el reggaetón y el latin-pop. Su último lanzamiento, Always centered at night, es del año pasado.

El 4 de enero fue el turno de Beth Gibbons, vocalista de Portishead, uno de los colectivos fundamentales de la escena trip-hop surgida en Bristol, al sur de Inglaterra. Con su elegancia natural, influenciada por divas del pasado como Billie Holiday o Edith Piaf, Gibbons le puso voz a la breve e influyente discografía del grupo y lanzó también un par de álbumes en solitario. Durante el primer trimestre del 2025 subió al sexto piso el compositor neoyorquino Stephin Merritt, líder de The Magnetic Fields, importante banda de indie pop, con inolvidables discos repartidos entre 1991 y 2020 como Realism (2010), The charm of the highway strip (1994), 69 love songs (1999) y su testimonial 50 song memoir (2017), cincuenta canciones, una por cada año de su vida.

Rockeros que se unen al club de los sesentones

Como todos sabemos, las grandes estrellas del rock clásico superan largamente la barrera de los 65, pues todos nacieron entre 1940 y 1955, aproximadamente. Por ejemplo, Pete Townshend escribió en su clásico My generation, cuando apenas tenía 20: “Hope I die before I get old” (“espero morir antes de llegar a viejo”). El guitarrista y cantante cumplió 80 en mayo de este año. Y su baterista, Zak Starkey -hijo del ex Beatle Ringo Starr- que toca con The Who desde 1996, cumplirá 60 este sábado 13. Ambos llegaron a viejos sin cumplir ese deseo de juvenil rebeldía.

Sin embargo, varios artistas de grunge y rock alternativo que conocimos a través de las ondas de radios locales como Doble 9 o Miraflores o del canal norteamericano MTV, ingresaron ya a la sexta década de vida, mientras que otros están por hacerlo en los próximos años. Esta vez le tocó a Krist Novoselic (16 de mayo), bajista de Nirvana, el mayor del trío de Seattle. Aunque no logró rehacer su imagen pública tras el suicidio de Kurt Cobain, como sí lo hizo Dave Grohl al frente de Foo Fighters, se ha mantenido muy activo en la música, colaborando con una diversidad de artistas.

Un día después de Novoselic, el 17 de mayo, cruzó la barrera de los cincuenta el díscolo líder de Nine Inch Nails, Trent Reznor. Por su parte, Black Francis (voz, guitarra) y Joey Santiago (guitarras), integrantes del reverenciado cuarteto de Boston, Pixies, quienes iniciaron su carrera durante la segunda mitad de los ochenta y son, junto con Pavement y R.E.M., uno de los pilares del rock alternativo, cumplieron sesenta el 10 de abril y el 6 de junio, respectivamente.

El guitarrista británico-norteamericano Saul Hudson, más conocido como Slash, intersección perfecta entre la escena setentera del hard-rock -Aerosmith, Kiss, Ted Nugent, Sammy Hagar- con todo lo que vino después para el rock de guitarras y baterías afiladas, cumplió 60 el 23 de julio último. El responsable del sonido inconfundible de Guns ‘N Roses se prepara para regresar al Perú en noviembre. El 22 de enero arribó también a esa edad Steven Adler, baterista de la formación original de “la más peligrosa del mundo”, de la que salió despedido por sus excesos, los mismos que le ocasionaron serios problemas de salud antes de llegar a los cuarenta.

En el mundo del heavy metal, punk y otros subgéneros de música extrema hay varios sesentones desde hace rato. De hecho, este estilo debe ser, después del rock clásico, el que más dificultades enfrenta cuando se trata de la edad, pues hay amplios sectores que consideran que, una vez perdida el aura mágica, rebelde y saludable de la juventud, algunas imágenes se pierden y comienzan a rozar, muchas veces de manera involuntaria, el ridículo.

Sin embargo, cuando vemos a personalidades como Dave Lombardo, Frank Bello o Jeff Scott Soto, llegar en perfectas condiciones y seguir sorprendiendo con su energía y habilidades, la cosa adquiere matices que llaman a la duda. Mientras que el furibundo y preciso baterista de Slayer, cubano de nacimiento, los cumplió el 16 de febrero y el explosivo bajista de Anthrax lo hizo la primera semana de julio, el virtuoso cantante que saltó a la fama como parte de la banda del guitarrista sueco Yngwie Malmsteen en discos emblemáticos como Rising force (1984) o Marching out (1985), llegará a los sesenta el próximo 4 de noviembre.

Volviendo a arenas más convencionales, aunque igual de desconocidas para las masas adictas al reggaetón y a Taylor Swift, la sección rítmica del cuarteto estadounidense Phish, es decir el bajista Mike Gordon y el baterista Jon Fishman, entraron también al club de los sesenta en junio y febrero, respectivamente y la edad los encuentra a ambos en plena actividad. Distinto es el caso de otro extraordinario músico, Tim “Herb” Alexander, baterista original de Primus, quien anunció su retiro de la música el año pasado, aduciendo cansancio físico y necesidad de estar con su familia. Alexander cumplió 60 en abril de este año.

El envejecimiento en artistas musicales femeninas

Cuando Madonna celebró su cumpleaños número 60, allá por el 2018, algunas páginas de espectáculos globales informaron que lo hizo en privado, disfrutando de un lujoso periplo por la ciudad norafricana de Marrakech, en Marruecos. Sin embargo, la “reina del pop” hace lo mismo todos los años y no porque tenga un apego especial con las edades que alcanza o con las ciudades que escoge para sus festejos. Se trata más bien de un asunto hedonista propio de su naturaleza y perfil artístico, orientado al consumo, a la reinvención y constante exhibicionismo de su imagen.

La era moderna, dominada por la devoción hacia la imagen juvenil, coloca a las mujeres en general -y a las artistas en particular- en una posición difícil, pues se ven sometidas a una serie de presiones que van desde las más íntimas y personales hasta las familiares, sociales o, en el caso de figuras públicas, las que provienen del siempre feroz y desubicado escrutinio del público y los medios. Es moneda corriente en la actualidad ver a mujeres que, abrumadas por estas preocupaciones, se someten a intervenciones quirúrgicas desde edades muy tempranas en que no las necesitan y, con mayor vehemencia, a partir de la llegada de la menopausia.

El temor de ser estigmatizadas como “viejas” -un temor real y muy duro, por cierto- y a quedar desplazadas por las promociones siguientes que aun tienen el atractivo natural de su juventud, genera en las poblaciones femeninas esta clase de situaciones conflictivas que involucran su salud física y mental, un tema del que no se habla mucho, merecedor de una atención mayor y cuyas sus implicancias exceden a los objetivos de esta columna.

Sin embargo, vale mencionarlo porque, así como Björk y Beth Gibbons, mujeres que nunca han dependido de los patrones de belleza convencionales ni de la dictadura exhibicionista para hacerse notar, también han cumplido 60 este año Linda Perry (15 de abril), recordada lideresa de 4 Non Blondes, grupo que ingresó a la lista de one-hit wonders con el clásico de 1993 What’s up? y que posteriormente amadrinó a Pink, en rol de productora y compositora de sus principales éxitos; y la estrella canadiense del country-pop Shania Twain (28 de agosto), hasta ahora presente en nuestras radios con You’re still the one o Man! I feel like a woman, de su tercer álbum Come on over (1997) y que aun hoy trata de sostener su carrera sobre la base de una apariencia juvenil que no se adapta mucho a la edad que tiene, algo que le suele generar muchas críticas.

Los 60 en nuestro idioma

“Me siento muy bien a mis sesenta años” dijo, en una entrevista, la popular intérprete chilena Myriam Hernández, una de las últimas representantes de la balada romántica en castellano que no requería de disfuerzos exhibicionistas para hacerse conocida e incluso para mostrarse atractiva y hasta sugerente. La cantante de éxitos radiales como Tonto, Peligroso amor o Huele a peligro estuvo de cumpleaños el pasado mes de mayo y los viene celebrando con una gira llamada Tauro World Tour, que la traerá al Perú el próximo octubre.

Otra conocida cantante latinoamericana, la colombiana Andrea Echeverri, compositora y lideresa de Aterciopelados, estará de cumpleaños este sábado 13 de septiembre. En sus letras, la voz de Baracunatana, Bolero falaz o La estaca, se ocupa con temas de índole reivindicatorio, criticando a la sociedad patriarcal y consumista de exhibicionismos baratos y sexistas. Recientemente, en un podcast de conversación, la irreverente artista ofreció interesantes puntos de vista relacionados al envejecimiento y la femineidad, a su estilo deslenguado y agudo.

Joaquín Cardiel y Juan Valdivia, bajo y guitarra de los legendarios Héroes del Silencio, suben también a la sexta década de vida, el primero lo hizo en junio y el segundo, proveedor de algunos de los riffs más poderosos del rock español, lo hará en diciembre. Otra estrella del pop-rock de la península ibérica, Mikel Erentxun, recordado como líder de la banda vasca Duncan Dhu -aunque él nació en Venezuela- y como solista, sopló sesenta velas el 23 de febrero. También cumplió 60 el guitarrista Daniel Mezquita, integrante de los Hombres G, en junio. Del mismo modo, dos integrantes de Los Prisioneros, el guitarrista y fundador Claudio Narea y la cantante/tecladista Cecilia Aguayo, que se unió al combo chileno desde su cuarta placa discográfica Corazones (1990), que contiene los éxitos Tren al sur y Estrechez de corazón, en julio y enero de este año.

Los sesenta son los segundos treinta

Cierro este recuento, siempre arbitrario, siempre perfectible, mencionando algunos artistas de distintos géneros y nacionalidades que han llegado/llegarán a los sesenta este año: Haddaway (Trinidad y Tobago, 9-ene), productor de música de discotecas, famoso por su exitazo de 1993 What is love?; el bajista/guitarrista norteamericano Billy Sherwood (14-mar), integrante de Yes que reemplazó a Chris Squire tras su muerte; la soprano rumana Angela Gheorghiou (7-sep) y el tenor galés Bryn Terfel (9-nov), dos de las principales figuras de la música clásica actual; el trovador mexicano Fernando Delgadillo (11-nov); Fidel Nadal (21-sep), vocalista del combativo colectivo argentino Todos Tus Muertos; el rapero cubano Sen Dog (22-nov), miembro de Cypress Hill; y el predicador mexicano Jesús Adrián Romero (16-feb). Entre muchos otros.

 

[CIUDADANO DE A PIE] “Nuestra democracia ha dejado de cumplir con sus funciones básicas: no produce capacidad de gobierno, no representa a sus ciudadanos, no protege sus derechos, no garantiza el balance de poderes y es un peligro real que, si la degradación institucional prosigue su curso, en un futuro próximo, las elecciones podrían no cumplir con estándares democráticos mínimos.” Es con estas palabras que Alberto Vergara y Rodrigo Barrenechea inician el primer capítulo de su libro Democracia Asaltada publicado en el 2024. La frase encierra no solo una cruda y acertada caracterización de la inoperante democracia peruana, sino también un sombrío presagio sobre las elecciones generales de abril del 2026, que se celebrarán en el contexto de una democracia secuestrada por la crimilegalidad.

Entendemos por crimilegalidad el nuevo orden económico y político que viene imponiéndose en nuestro país, en el cual las economías ilegales y criminales, mediante la violencia, la coerción y la cooptación de autoridades, ejercen un control territorial efectivo sobre las áreas donde operan, configurando verdaderas gobernanzas criminales. Este control se consolida socialmente debido a que miles de familias residentes en estos territorios, dependen para su subsistencia, de los ingresos obtenidos por su participación, directa o indirecta, en los circuitos que alimentan estas economías: mano de obra, comercio, servicios, transporte. Esta delicada situación de sometimiento es susceptible de orientar las preferencias electorales de estas poblaciones hacia candidatos vinculados al crimen organizado. Pero por desgracia, tal influencia no se limita únicamente a ciertas regiones del país. Según el Instituto Peruano de Economía, las economías ilegales y criminales generan anualmente diez mil millones de dólares, que se integran a la economía formal a través de diversas modalidades de lavado de activos. Este proceso, facilitado por nuestras debilidades institucionales y la corrupción endémica, fortalece a las organizaciones criminales, permitiéndoles infiltrarse en sectores clave como los negocios y la política, incrementando significativamente su poder e influencia.

De manera ostensible y descarada, la crimilegalidad campea a sus anchas en las más altas esferas de gobierno del país. El Congreso y el Ejecutivo no solo omiten combatir la ilegalidad, sino que la alientan y protegen, al tiempo que infiltran y neutralizan las instancias encargadas de la lucha contra el crimen y la protección de los ciudadanos. Leyes y normas espurias en favor de la impunidad son promulgadas de manera compulsiva, en lo que a todas luces constituye un plan concertado y estructurado para entregar los espacios del país a las grandes organizaciones criminales, como ha señalado el exprocurador José Ugaz, experto en lucha contra la corrupción. Sin duda, la ejecución y consolidación de esta estrategia mafiosa se extenderán más allá de 2026, poniendo en el foco de los grupos involucrados las elecciones del próximo año, que definirán, de manera determinante, nuestro futuro como sociedad. ¿Estamos en condiciones de hacer frente a esta amenaza?

 

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