Irene Salvador y las mujeres de “La Masacre de Huacho”.
Las primeras décadas del siglo XX, tuvieron especial importancia en la historia del movimiento obrero peruano, pues son los años en los que confluyen las grandes reivindicaciones por los derechos de los y las trabajadoras. Este momento convulsionado por huelgas y movilizaciones, tiene como uno de sus grandes hitos, el derecho a la jornada laboral de ocho horas de trabajo, obtenido en 1919.
Esta victoria, sin embargo, fue producto de sostenidas huelgas en años previos, una de ellas, fue la huelga de Huacho en la que pierden la vida un grupo de mujeres, reconocidas como las primeras mártires del movimiento de trabajadores.
A inicios del 1900, las haciendas en Huacho, estuvieron caracterizadas por contar con trabajadores que, a la vez de jornaleros, eran pequeños propietarios de tierras. Esto significó que las mujeres tuvieran que participar activamente de las actividades agrícolas para cubrir las dobles jornadas necesarias, para cubrir el trabajo en sus tierras y las de las haaciendas.
Cabe señalar que, además de las labores del campo y las tareas domésticas, las mujeres también trabajaron como placeras o seroneras, comercializando su propia producción en el mercado de abastos.
La primera huelga de trabajadores agrícolas de Huacho se lleva a cabo en 1916, entre su pliego de demandas estaba la reducción de las horas de trabajo de 10 a 8 horas y el aumento de salario. Las exigencias de los jornaleros fueron aceptadas a cambio del cese del paro. Lamentablemente, los dueños de las haciendas no cumplieron ninguno de los acuerdos producto de la negociación.
Es así que el 7 de junio del 1917 se retoma la huelga en Huacho en la que las mujeres agricultoras y seroneras tendrían un rol protagónico. El 11 de junio y por decisión de la Sociedad Unión Jornaleros de Huacho se dio inicio a la Huelga de Placeras. Irene Salvador, dirigenta visible, organiza el cierre del mercado de abastos. De acuerdo a lo señalado por el Diario El Tiempo del 12 de junio de 1917, “esto se realizó para ejercer presión por medio del desabastecimiento de alimentos e influir en la terminación de la huelga”.
Otra labor importante que ejercieron las mujeres, fue gracias a su desplazamiento constantemente del campo a la ciudad en su labor de comerciantes. Durante la huelga, ellas se encargaron de recolectar las donaciones de las Sociedades Obreras y de los pequeños comerciantes de la ciudad, para garantizar el sostenimiento de la olla común.
El 14 de junio de 1917 se dio lugar lo que se conoce como La Masacre de Huacho. Ese día, debía llevarse a cabo una negociación entre los hacendados y los huelguistas, teniendo como mediador al subprefecto. Las mujeres, lideradas por Irene Salvador, se movilizaron en dirección a la subprefectura para exigir una intervención justa y pronta solución al conflicto, que para entonces ya llevaba varios días.
Las mujeres son reprimidas por aproximadamente 300 gendarmes armados. La dirigente Irene Salvador, solicita que le sea permitido entrevistarse con el subprefecto y ante la negativa se producen forcejeos y enfrentamientos.
Las fuerzas del orden, en clara posición de ventaja y abuso de poder, hacen uso de armas de fuego y bayonetas, una de ellas atraviesa en el pecho a Irene Salvador y seguidamente a la dirigenta Manuela Chaflojo, posteriormente, van cayendo muertas y heridas más seroneras.
El Diario El Tiempo del 16 de Junio de 1917 publicó la relación de nombres de las trabajadoras muertas en el enfrentamiento: “Luz Díaz (bala en el pecho), Margarita Estupiñan ( bala en el pecho), Isabel Rosadio (bala en el vientre), María liecho (atravesada por un bayenotazo), Jesús Muñoz (bala en el pecho), Micaela Estupiñan (bala en la cabeza), Ruperta Montes (atravesada por un bayenotazo)”.
María Jesús Alvarado, intelectual y activista por los derechos de las mujeres, levantó su voz de protesta y escribió en distintos periódicos anarcosindicalistas sobre la participación y masacre de las mujeres en la huelga de Huacho.
Señaló lo siguiente: “Mientras en la capital se respetaba el derecho de los huelguistas varones, fuesen justos o exagerados en sus reclamaciones, a un paso de la ciudad se mataban a las mujeres que por primera vez elevaban su voz al capitalismo, pidiéndole un trozo más de pan para acallar el hambre…”
Tenemos una gran deuda con la memoria de las mártires de la masacre de Huacho, su sacrificio ha quedado en el olvido, y tanto sus nombres como sus imágenes se han ido borrando con el tiempo.
No las olvidemos y sigamos su ejemplo, pues es gracias a estas valientes mujeres que hoy en día nosotros y nosotras tenemos condiciones laborales más dignas.
Sin luchas no hay victorias.
¡ Feliz día de las y los trabajadores !