ausentismo electoral

Vivimos un momento muy delicado porque aparentemente los peruanos estamos totalmente divididos. Eso es lo que nos quieren hacer creer los extremistas de cada lado y la gran mayoría de periodistas y políticos que no han participado en las últimas elecciones.

Sin embargo, encontramos muchas posiciones en las que los peruanos estamos de acuerdo por abrumadora mayoría.

El proceso electoral que está por culminar nos ha dejado en claro que el pueblo peruano es abrumadoramente democrático. En épocas tan difíciles como las actuales, en medio de una pandemia terrible, el pueblo peruano se ha volcado, no una sino dos veces, a las mesas de sufragio para elegir a sus representantes. Si efectivamente ha habido ausentismo este ha sido minoritario. Además, no ha existido ninguna manifestación importante por parte de la población contra el sistema democrático.

En la primera vuelta encontramos nuevamente que una abrumadora mayoría no tiene simpatía por un candidato o partido. Hubo 18 candidaturas presidenciales. Menos de 11 de cada 100 electores hábiles votó por Castillo, poco más de 7 lo hicieron por Keiko, poco menos de 7 por Renovación Popular, muy similar cantidad por Avanza País, 5 de cada 100 votaron por Acción Popular, poco más de 4 por Juntos por el Perú, poco más de 3 por Alianza para el Progreso, al igual que por Victoria Nacional, 13 de cada 100 votaron en blanco o nulo y 30 de cada 100 electores hábiles no se presentó a votar. Repito sólo 11 de cada 100 peruanos aptos para votar lo hizo por Castillo y sólo 7 por Keiko.

La votación para el Congreso fue bastante similar sobre todo en lo que se refiere a la cantidad de votos nulos y en blanco y a la cantidad de electores que no acudieron a votar. Sin embargo, debido al uso del sistema de cifra repartidora, sólo obtuvieron representación 10 agrupaciones políticas.

Aquí nuevamente se repitió el abrumador fraccionamiento. Castillo obtuvo 37 escaños (28%), Keiko 24 escaños (18%),

En la segunda vuelta encontramos otra abrumadora mayoría, la del voto en contra. A la mayoría de peruanos no nos gusta ninguno de los 2 candidatos así que votamos en contra del que nos parece peor.

Contra Castillo votaron en rechazo y miedo a la propuesta comunista de su partido y en rechazo a la corrupción del presidente de su partido, actualmente sentenciado por corrupción, que representa al modelo mafioso que tiene sometidos a Venezuela, Cuba entre otros.

Contra Keiko votaron en rechazo y miedo a la continuidad del modelo mafioso, corrupto y negligente que venimos viviendo en el Perú en las últimas décadas ( con 5 ex Presidentes de la República acusados de corrupción o presos, con innumerables Presidentes regionales, jueces, fiscales, contralores, ministros, empresarios, etc, también procesados y encarcelados) y en rechazo al accionar corrupto de Keiko y sus partidarios que fue tan evidente como dañino al Perú en el último lustro.

Estoy seguro que muchos de los que votaron contra Castillo tenían también muchos motivos y ganas de votar contra Keiko y viceversa, pero el formato de segunda vuelta no lo permitía.

Nuevamente encontramos aquí una abrumadora mayoría que votó en contra, por rechazo y miedo a la mafia y la corrupción venga de donde venga.

¡Sólo 18 de cada 100 peruanos votaron por Castillo o Keiko en la primera vuelta, 82 votamos en contra o no votamos! 82 de cada 100 estamos de acuerdo en algo, entonces por qué nos peleamos como enemigos a muerte?

Según las reglas del sistema democrático que abrumadoramente apoyamos, ni Castillo ni Keiko, pueden imponer su oferta electoral porque para ello necesitan mayoría en el Congreso y no la tienen. Peor aún, están en absoluta minoría, tanto que en caso de llegar al poder si quieren gobernar solos el resto del congreso los puede vacar. Y eso, o la disolución del congreso, es lo que probablemente termine pasando si es que el que gana no tiende la mano en busca de concertación, moderando hacia el centro su programa y evitando la corrupción en sus actos.

El último lustro ha sido muy educativo para todos, pero sobre todo para los mafiosos. Si no hay acuerdo político el sistema obligará a nuevas elecciones y los corruptos ya saben que no sólo los estamos vigilando sino que hay equipos anticorrupción que vienen mostrando su capacidad para investigar, acusar y sancionar con penas de cárcel.

La ONPE ha hecho un trabajo extraordinario, ha llevado adelante exitosamente dos elecciones en plena pandemia y nos ha brindado los resultados de manera oportuna con total transparencia. Problemas ha habido pero han sido menores, no se puede esperar la perfección total .

El empate es una realidad , ya nos la habían anunciado las encuestadoras. La diferencia va a ser mínima, dejemos que las instituciones encargadas la establezcan a través de procedimientos transparentes y públicos.

Somos mayoría los que , ya sea a través de los congresistas que elegimos o a través de una militancia pacífica, legal y alerta tenemos el poder de evitar excesos de cualquiera que sea el ganador. No caigamos en el fanatismo y el odio de los extremistas, ellos son minoría, y recuperemos la paz y fraternidad que nos corresponde.

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¿Pudo Keiko Fujimori ganar en las urnas lo que hoy pretende su staff de abogados ganar en la mesa? Al cierre de esta nota, con el 99.440% de actas contabilizadas, la diferencia entre ambos candidatos era de 173.707 votos en territorio nacional y 71,455 si contamos los votos del extranjero. Ambas cantidades representan menos del 10% de las personas que no votaron en las regiones en las que el fujimorismo tuvo mayoría.

 

En Tumbes y Piura, por ejemplo, donde el fujimorismo alcanzó las preferencias de más del 60% de la población, aproximadamente 378.000 personas no acudieron a las urnas. Una cifra que está lejos de los más de 594.000 que faltaron en las regiones de Lambayeque y La Libertad, donde Fuerza Popular alcanzó más del 50% de las preferencias.

Lima y el Callao merecen una mención aparte. En ambas regiones el fujimorismo arrasó, pero ¿pudo ser aún más importante este bastión para los intereses de Fuerza Popular si las más de 1.800.000 personas que se ausentaron acudían a votar?

Mientras los ausentes en regiones donde ganó Fujimori sumaron 3.332.139; en las del profesor suman 2.434.480. Es decir, 897.659 personas menos. ¿Cuántos votos pudo haber sumado Castillo si los más de 492.000 votantes ausentes de Puno, Huancavelica y Cusco, por ejemplo, donde el candidato sacó más del 80% de las votaciones, hubiesen acudido a las urnas?

Como fuese, el mapa del Perú se tiñó de rojo. Pedro Castillo venció en un mayor número de regiones y obtuvo un porcentaje contundente en varias de ellas, como ya hemos mencionado.

Por el lado de Keiko Fujimori, si bien no alcanzó a pasar el 70% de los votos en ninguna región, logró obtener el 64.60% en Lima, el equivalente a 3.965.876 votantes. Un número significativo que influyó en que la segunda vuelta terminara siendo bastante apretada. Su bastión, cómo no, fue San Isidro, donde obtuvo el más del 88% de las preferencias. Pero en San Juan de Lurigancho, el distrito más poblado de la capital, la cosa fue más reñida. Keiko obtuvo el 58% de los votos, mientras que Castillo, poco más del 41%.

 

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