Cannes

Un 6 de julio del 2021, en pleno apogeo del romántico verano francés, volvió a vislumbrarse presencialmente el anhelado festival de cine de Cannes. La 74ª edición arrancó con la proyección de Annette, una comedia musical de Leos Carax con una dosis de rock sombrío, protagonizada por Adam Driver y Marion Cotillard.

Durante el 2020, un año tristísimo para el cine por el cierre de las salas y la cancelación de rodajes a causa de la pandemia, muchas películas tuvieron que detener su estreno. Pero ha sido, como manifiesta el delegado general de Cannes, Thierry Frémaux, un hermoso retorno poético para el cine de autor. En sus propias palabras antes de inaugurar el festival: “Cannes se celebra por los autores, los cineastas, la prensa, por la ciudad de Cannes… Esperamos que cada día se confirme que hemos elegido bien”. Se esperaba que Frémaux de declaraciones sobre la organización del festival tras la pandemia, pero sus declaraciones no fueron acerca de la cantidad de pruebas antígenas que se hacían diariamente para poder ingresar al Palais, el epicentro del evento, ni sobre los casi 200 millones de euros que año tras año, regularmente, según el Ayuntamiento, le reporta a la ciudad el festival, sino que indicó que hubo un “triunfo absoluto y merecido”, una batalla ganada cuando se pensaba que con las plataformas de streaming el cine no iba a poder defenderse, ni mucho menos sobrevivir, pero lo hizo. De esto se trata, de superar las barreras y aplicar todos los protocolos para volver a nuestros rituales colectivos que nos fortalecen como sociedad.

Algo que me llamó la atención fue que no se contó con la presencia de Netflix, lo cual deja mucho que pensar sobre la industria de entretenimiento de EEUU, que se niega a cumplir con la norma de que las películas que se proyecten en Cannes tienen que estrenarse en salas en Francia, pero Amazon si estuvo presente. De hecho, Annette, la película de Carax, es de esa plataforma.

Me encanta que Cannes siempre se preocupe por representar en las pantallas las preocupaciones sobre el estado actual del mundo, sus quiebres cotidianos, los problemas colectivos latentes, el rol de la mujer, la política polarizada, el cambio climático, y no deja de lado ningún continente. Realmente se puede hablar de libertad de expresión, la verdadera celebración del cine sin censura.

Este año resaltaron películas como Ha’berech (Ahed’s Knee), dirigida por Nadav Lapid, quien arremete sin escrúpulos contra la política israelí. El protagonista de la película es el mismo director que protesta en contra de la amenaza de la censura. El director denuncia toda amenaza a la libertad de expresión, que son las mismas que sufrió con el Ministerio de Cultura al realizarse esta película, así como también la trama va en contra de toda política gubernamental de su país. Por otro lado, tenemos a películas como Ghahreman (A Hero), de Asghar Farhadi, quien narra con mucha crudeza sobre los devenires de la sociedad israelí por medio de la historia de un hombre que se encuentra en la cárcel por una deuda impagada. La temática feminista también estuvo presente en este certamen con películas como Lingui (Lingui, the Sacred Bonds), dirigida por Mahamat-Saleh Haroun. Se trata de una película política sobre la controversia que se desata en una familia a causa de que la hija adolescente, Amina, queda embarazada. La adolescente ansía el aborto, pero este está totalmente prohibido en su religión y en Chad, condenado por el estado. El tema principal de la película es por supuesto el derecho de las mujeres y el poder de decisión sobre su propio cuerpo. También se tiene que mencionar a películas como La Fracture (The Divide) dirigida por Catherine Corsini, una película francesa que retrata las crisis sociales actuales de su país. Se muestra un desmadejado sistema hospitalario, el cual se ha debilitado década tras década por los agotantes recortes presupuestarios y de personal. La película es un retrato de esta realidad que se exacerbó debido a la pandemia y quiere que el mismo personal hable y proteste, el mismo que se siente completamente abandonado e impotente.

En la clausura del festival, “Titane”, película dirigida por Francesca Julia Docournau, ganó la Palma de Oro a mejor película y el premio fue otorgado por la grandísima Sharon Stone. Dato interesante es que es tan solo la segunda Palma de Oro que gana una mujer directora en Cannes. La primera fue para Jane Campion en 1993 por su película “The Piano” (“El Piano”), que empató con “Adiós a mi concubina” dirigida por Chen Kaige, de China. La ceremonia de clausura será para el recuerdo, luego de que Spike Lee soltó la sorpresa de la ganadora mucho antes del final. Los spoilers están por todos lados, hasta en el mismo Cannes, por lo que solo queda reírnos un rato. Finalmente, Cannes ha demostrado que el cine sigue más vivo que nunca y que es necesario su papel como vocero de las fisuras cotidianas que suceden en el mundo que nos rodea.

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