Como en esos países el socialismo consiguió entronizar en el poder a líderes que por cumplir sus promesas agotaron los fondos económicos en muy pocos años, el aumento de la pobreza provocó una migración trasnacional que desató una ola de violencia que llegó hasta Ciudad Capital, circulando por las calles, asesinando migrantes, trabajadoras sexuales y víctimas de trata. El fascismo en Ciudad Capital sacó provecho de la lucha contra las bandas delincuenciales y al igual que en sus vecinos países fascistas, encontró en su erradicación, la forma de justificar el olvido de los derechos humanos, impulsando la represión y el encarcelamiento masivo. Así el fascismo aprovechó para enviar la doctrina social de la iglesia de regreso a los túneles de las catacumbas, y darle a las iglesias nacionales y extranjeras fascistas de Ciudad Capital el control de la moral. De inmediato sus pastores declararon detestar a las instituciones que se atrevieran a hablar sobre poblaciones vulnerables y mayores atrocidades. Por eso el gobernador de Ciudad Capital, tan firme y místico creyente, ha clausurado el Museo de la memoria, el único lugar donde se resguardaba la verdad que contradecía tan duramente el discurso del fascismo y a sus aclamados escritores, quienes decidieron volver a contar la historia de tal manera que nunca se diga algo malo sobre los fascistas o algo bueno sobre esa horrenda creencia en los derechos humanos que tanto daño le hace a Ciudad Capital.

Ciudad de cómic
Por:
Carla Sagástegui
5.04.2023