informalidad e ilegalidad

Sin derechos pero con recursos

"La informalidad, ilegalidad y corrupción son tres componentes del Perú actual. En medio de ello, aparecen manifestaciones contra un Estado débil. No considero que el actual gobierno sea una dictadura; es, más bien, el resultado de años de no reconocer a los ciudadanos como sujetos de derecho ni considerarlos el centro y, lo más importante, en su actuar."

Querida Manuela,

Las cosas siguen tensas. Ha bajado un poco la violencia, pero la insatisfacción, así como el malestar de la población contra el gobierno de la presidenta Dina Boluarte se mantiene. No es una mayoría, pero si hay mucha violencia en las calles y tenemos 60 fallecidos en este contexto aún sin justicia. Es un gobierno muy débil en un Estado precario. Creo que me entiendes, tenemos mucho temor a lo inestable e inseguro del futuro. Supongo que después del primer atentado contra Bolívar, la situación se volvió insegura para ti, con personajes con intereses propios sin poder confiar en nadie.

Si tuviera que explicarte lo que pasa en el Perú de 2023, te diría que hay una mezcla de informalidad con ilegalidad y corrupción. El Estado moderno ha quedado chico para una economía que genera consumidores y no ciudadanos. La clase política carece de planes de gobierno o sustentos filosóficos más que sus propios intereses personales o individuales no nacionales. Los partidos políticos tienen dueños y sus miembros pagan cuotas para ingresar. No comparten ninguna visión más que sus intereses económicos particulares. Llegar al Congreso termina siendo una inversión donde no se necesita preparación alguna. Este congreso abiertamente trabaja dando la espalda a los ciudadanos y los intereses del país.

Según el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la informalidad laboral en el Perú llega hasta el 75% y es la segunda tasa más elevada de Latinoamérica, tomando en consideración que en la región, uno de cada dos ocupados es informal. Esta situación es preocupante porque la informalidad laboral domina el mercado desplazando al Estado. 

La informalidad tan alta genera impacto sobre la recaudación tributaria. No voy a entrar a explicarte un tema económico porque no es mi especialidad, pero lo que sí conozco es sobre políticas y derechos. La falta de derechos nos lleva a situaciones de riesgo que, combinado con el abuso y la violencia, lleva a la ilegalidad. La ilegalidad laboral lleva a delitos cuya base es el abuso, tal como lo es el trabajo forzoso e incluso la explotación humana como la trata de personas. 

Manuela, una cultura fuera de la ley, desregulada, genera como consecuencia ciudadanos a medias y una pésima recaudación tributaria para los servicios que efectivizan sus derechos. Los expertos de la Organización Internacional del Trabajo establecen que el panorama se tornará más complicado en los años que vienen por los conflictos nacionales e internacionales. Esto nos lleva a cuestionarnos cómo va a funcionar el Estado, sin recaudación que ayuda a efectivizar los derechos de los ciudadanos como salud, educación, seguridad. Ahí entra el tercer componente de nuestra realidad: la corrupción. Un Estado sin ciudadanos ni control genera servicios informales para satisfacer demandas económicas.

Como muestra un botón. Hace unos días leí en el semanario de COMEX Perú que en la última década la Región de Madre de Dios ha tenido un gran desarrollo macroeconómico, pero con carencias y brechas en los servicios para los ciudadanos. Según la ENAHO, en 2021 la pobreza monetaria fue del 7.7% colocándola en la segunda región menos pobre del Perú. Los ciudadanos tienen mayores ingresos, pero los indicadores socioeconómicos son muy bajos. Madre de Dios tiene la mayor tasa de homicidios, tiene altos índices de tuberculosis y se ubica en el tercio inferior de regiones con niveles satisfactorios de compresión lectora y matemáticas. Asimismo, es la región donde el 90% de la minería es informal o ilegal, lo que trae consigo delitos diversos como lavado, trata de personas y ambientales. En conclusión, hay suficientes recursos económicos, pero no hay servicios básicos para la población. 

Somos ciudadanos a medias. He ahí nuestro nivel de tolerancia al abuso, porque preferimos el efectivo que lo abstracto que son los derechos. Así vemos como los grupos vulnerables, bajo este sistema de trabajo informal son los más perjudicados. Es el caso de las mujeres, cuya tasa de informalidad es de 80% mientras que la de los hombres asciende al 70%.

La informalidad, ilegalidad y corrupción son tres componentes del Perú actual. En medio de ello, aparecen manifestaciones contra un Estado débil. No considero que el actual gobierno sea una dictadura; es, más bien, el resultado de años de no reconocer a los ciudadanos como sujetos de derecho ni considerarlos el centro y, lo más importante, en su actuar. Hoy es el momento de reconocer nuestras debilidades y fortalezas para crear un futuro como país. Las proyecciones de la informalidad laboral van en alza para los años que vienen, esperemos poder responder como Estado en parar esa tendencia. Ese es el reto para este gobierno y el siguiente.

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