Pretender tamizar todo lo que los chicos van a leer en textos escolares o ver en películas, es como masticar previamente todo lo que van a comer. Revela nula confianza en ellos y, sobre todo en nosotros y en lo que nosotros creemos. Apunta a una vocación de control totalitaria que termina en uno de dos extremos, ninguno deseable: el sometimiento que anula o la rebelión que destruye. Y por último, es una pérdida de tiempo y energía impráctica que lleva al desorden.
Saber lo que verá mi hijo
Por:
Roberto Lerner
26.06.2022