educación cívica

[AGENDA PAÍS] Hace poco, en una amena reunión social, uno de los asistentes recibió unos documentos relacionados con una infracción de tránsito en la Panamericana Sur.

Habiendo ya pasado varios procesos, sin respuesta a las autoridades ni pago de la multa por exceso de velocidad (el vehículo iba a más de 130 km/h cuando el límite era de 100 km/h), el caso había pasado a ejecución coactiva. Pequeño problemita.

La primera reacción fue de rebeldía, casi de ofensa, un cachetadón a nuestro bolsillo y a nuestra dignidad de intrépidos pilotos. Luego siguieron las sugerencias, como la del “no pagues que no pasa nada”, comentario que empezaba a generar entusiasmo el cual fue complementado por un comentario adicional de que en 4 años las multas prescribirían.

Luego de ver la foto adjunta al documento, donde se reconoce al vehículo y a un sonriente conductor, las siguientes reacciones fueron de una rebeldía distinta, que la velocidad permitida es muy baja (con lo cual coincido), que debería de haber una tolerancia (bueno de 100 km/h a 130 km/h difícil pero un 5% podría ser) o incluso alguien se animó a decir que recién pagaría una multa a partir de los 150 km/h.

Me atreví entonces a hacer un comentario nada inocente y quizá, poco pertinente para la ocasión. Aunque coincidía con algunos de los argumentos expuestos, argumenté que, si queremos construir de verdad una nación con valores deberíamos respetar la ley nos guste o no. La otra opción es buscar los mecanismos para poder proponer modificaciones, así se adaptan las leyes en beneficio de la sociedad y no solamente de unos pocos.

El cargamontón fue fenomenal, mi posición era ampliamente minoritaria. Felizmente nos conocemos hace tiempo, saben que me gusta provocar con el objetivo de buscar una reflexión, fuera del bosque, ya que lamentablemente nos hemos acostumbrado en el Perú a hacer lo que nos da la gana.

La ley de la selva en la cual vivimos no nos permite salir del subdesarrollo social que sigue generando brechas enormes, incentiva la informalidad y la corrupción a todo nivel, y agrega fuego al sentimiento de injusticia social que puede generar mayores desbordes violentos de los que ya hemos tenido.

Actuemos con el ejemplo. No porque muchos no cumplen la ley tenemos que actuar igual.

Es tarea de todos, pero principalmente de nuestras autoridades públicas, el implementar de una vez el curso de educación cívica y ser implacables con la corrupción, para que se escuchen las demandas de la ciudadanía y se sigan las recomendaciones de la OCDE para hacer políticas públicas que generen bienestar.

Pero nosotros, los ciudadanos de a pie, tenemos también el deber de colaborar activamente en una visión de país con valores y no ponernos al margen, en el mundo de la indiferencia y de la amoralidad.

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educación cívica, Multa, OCDE, políticas públicas
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