Mientras los portavoces tradicionales y nuevos del centro y la derecha peruanos sigan creyendo que hacer política es lanzar mensajes en twitter o posts en Facebook, dar entrevistas en RPP, canal N o Willax y alguna declaración a un medio escrito, serán desbordados por la izquierda radical o por algún outsider que aparezca (véase con atención la incursión en política, anunciada en Sudaca por Carlos Álvarez, quien dedica buena parte de su tiempo a recorrer el país y es ultraconocido presencialmente).
La visita concreta tiene un impacto mayúsculo acá y en cualquier país del mundo. Acaba de suceder en Argentina. Milei barrió en las PASO en varias provincias, pero las descuidó, no las volvió a visitar y permitió que el peronismo hiciera campaña intensa allí, y en la primera vuelta se le fueron los votos (es una, entre otras, de las razones del triunfo inesperado del peronista Massa).
Es una tarea, además, que requiere de larga duración. No se recorre el Perú en tres meses. Es un axioma gastado y anacrónico aquella máxima de que los candidatos deben hacer campañas cortas y de último minuto para evitar ser avasallados por la crítica. Hay que asomar cabeza con antelación. Eso es lo que manda la coyuntura actual.
Muchos candidatos con los que hemos conversado acusan al empresariado de no brindarles ningún apoyo y que realizar visitas al interior del país cuesta dinero y mucho, que no es tan fácil. Puede ser una razón válida, pero no se necesita organizar grandes mítines, sino simplemente visitar los lugares elegidos, caminarlos, ir a mercados, hablar con la prensa de la zona, reunirse con líderes locales, etc. Eso es pasaje, hotel y viáticos, no es más. Si ya no les alcanza ni para eso, bueno habría que preguntarles cómo pensaban hacer campaña.
Y en particular, lo que la centroderecha necesita es ganar presencia en el sur andino, que de otro modo se va a volcar masivamente hacia la izquierda radical. Ya lo hemos dicho. El sur andino representa el 18% del electorado nacional. Si la izquierda radical obtiene en primera vuelta del 2026 lo mismo que obtuvo en la segunda vuelta del 2021 (más del 80%), ya allí nomás tendrá el 15% de la votación nacional asegurada y un fijo pase a la segunda vuelta.
Hay terror, sin embargo, de los candidatos de centroderecha de visitar una plaza adversa. Y el miedo en política se nota. El arrojo rinde frutos y eso es lo que está, hasta el momento, ausente en los más de veinte candidatos de este sector del espectro ideológico, que a punta de apatía van cavando su propia tumba electoral.