Fanatismo

Todos hemos sido testigos de cómo esta segunda vuelta, más que llevarnos a estar atentos, involucrados y vigilantes, dio origen a un fanatismo político que los jóvenes no hemos visto antes.

Al tener a dos candidatos en segunda vuelta que son de extremos opuestos, pocos han mantenido la cordura y la sensatez al manifestar su apoyo o dar opiniones. El país está fragmentado en dos bandos que parecen odiarse entre sí. Esto ha inundado, no solo la prensa, sino también las redes sociales, de agresividad, insultos, “fake news” y racismo.

Hoy, el sensato es “tibio”, el que no piensa como uno es terruco, caviar, fascista o DBA, y todos buscan culpables para esta situación, y los ataques al bando opuesto son incesables. Pero, ¿qué nos llevó a esta polarización?

Por un lado, tenemos a las clases acomodadas del país que consideran que sus privilegios están en riesgo, y culpan de ello al comunismo, a sus amigos que viajaron y no votaron, a quienes votaron viciado, nulo o blanco, pero no son conscientes de que este resultado tiene mucho más por detrás. Han sido muchos años en los que la clase política no ha representado a sus votantes, hemos estado plagados de escándalos de corrupción y de gobiernos regionales ineficientes, y nuestro crecimiento económico no ha estado acompañado de políticas sociales.

Por eso mismo es que surge el otro bando, el que pide un cambio a gritos, sin importar las consecuencias que este cambio pueda traer. Decir que son ignorantes es el peor error. Ignorante es el que ignora lo que pasa fuera de su burbuja y el que ignora que es necesario involucrarnos todos, derecha, izquierda y todas las clases socioeconómicas, y priorizar el bien común, no el bien individual. Y por bien común no me refiero a un modelo económico específico y menos a una ideología política, sino empatía. Qué fácil es criticar y buscar culpables, pero qué difícil es entender a quien piensa diferente a uno.

Mientras uno se involucre solo cuando sus privilegios o el status quo estén en riesgo, seguiremos teniendo opciones de extremos que vayan ganando mayor terreno en la política peruana. En primera vuelta vimos el mayor ausentismo de los últimos 20 años, 30% de la población no fue a votar (vs 18% del 2016), y año a año vemos cómo esta cifra aumenta. El ausentismo refleja la desafección de la población hacia la política peruana, y en distritos limeños como La Molina, Surco, San Borja, Jesús María y Miraflores, la tasa de ausentismo superó el 30% (San Isidro tuvo 28%). Coincidentemente, los votantes de estos distritos representan a la clase acomodada limeña, quienes hoy son los principales protagonistas de las marchas contra el comunismo.

Lo que se puede destacar de estos nuevos fanatismos políticos, es que hoy vemos a toda la población atenta. Así cada uno tenga motivos diferentes para involucrarse, ojalá esta situación nos lleve a ser conscientes de que es necesario tomar un rol más activo siempre. Dejemos de ser fanáticos cuando el status quo está en riesgo, seamos fanáticos del Perú.

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Elecciones 2021, Fanatismo, Polarización
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