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“Mediocracia: Cuando los mediocres llegan al poder”, de Alain Deneault, es un lúcido análisis que desentraña cómo la mediocridad se ha infiltrado en las esferas de poder de la sociedad contemporánea. Deneault expone cómo los mediocres no solo ocupan posiciones de liderazgo, sino que también moldean y perpetúan un sistema que premia la mediocridad en detrimento de la excelencia y el mérito. Además, precisa la relación entre la «mediocracia» y los medios de comunicación.

¿Cómo se manifiesta esta «mediocracia» mediática? En una serie de prácticas que socavan la integridad del periodismo y debilitan el debate público. El sensacionalismo y la banalidad reinan en la mayoría de los medios, donde el contenido escandaloso y superficial eclipsa las noticias relevantes y los análisis profundos. La falta de crítica y análisis serios del poder contribuye a la perpetuación de la mediocridad en la esfera política y social. Además, los medios celebran y exaltan a figuras mediocres como políticos sin ideas, alimentando una cultura que valora lo banal sobre lo significativo.

De igual modo, el discurso vacío y carente de contenido que caracteriza a muchos medios solo empeora las cosas, mientras que la falta de diversidad de voces limita la pluralidad de ideas y perspectivas en el espacio público. Las consecuencias de esta «mediocracia» mediática son profundas y preocupantes: desinformación, manipulación, apatía política y un debate público empobrecido que prioriza los ataques personales sobre el diálogo constructivo. Al respecto, cualquier parecido con la realidad, la nuestra, no es pura casualidad.

Por el contrario, en nuestro caso, medios de comunicación independientes o programas periodísticos como Bunker, Epicentro.TV, La Encerrona, A pensar más con Rosa María Palacios, Ojo Público, El Foco, Wayka, IDL-Reporteros, Sudaca, IDL-Radio, entre otros, ofrecen un periodismo de calidad, serio y comprometido. Los ataques a estos medios y programas por parte de la “mediocracia” política no son fortuitos; responden a razones concretas que reflejan sus intereses y estrategias.

En primer lugar, los mediocres buscan desacreditar a los medios para evitar la fiscalización de sus acciones y el escrutinio público sobre su gestión. Al difamar a los medios intentan socavar su credibilidad y legitimidad, debilitando así su capacidad para exponer la corrupción y la ineptitud. Además, los mediocres ven a los medios independientes y críticos como una amenaza a su dominio, ya que estos pueden desafiar su narrativa oficial y ofrecer una visión alternativa de la realidad. Por lo tanto, los ataques a los medios son una estrategia para mantener su poder y perpetuar la mediocridad en la sociedad.

Ante este panorama desolador, ¿qué podemos hacer para combatir la “mediocracia” en la política y en los medios de comunicación? Deneault ofrece algunas sugerencias valiosas. Es crucial apoyar a los medios independientes que no están sujetos a presiones políticas o comerciales; promover la educación mediática para fomentar la capacidad crítica de la ciudadanía; y trabajar en la creación de nuevos espacios de comunicación alternativos que promuevan perspectivas críticas y diversas. Solo así podremos construir una sociedad más informada, crítica y participativa, capaz de resistir los embates de la mediocracia política y mediática; y avanzar hacia un futuro donde la excelencia y la calidad sean los pilares de nuestra vida pública y democrática. La batalla está en nuestras manos. ¿Estamos listos para librarla?

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