[PIE DERECHO] Está a punto de inscribirse el partido de Antauro Humala y reaparecen las naturales inquietudes de un sector importante de la sociedad respecto de qué reales posibilidades de alcanzar el poder tenga un sujeto tan disruptivo y díscolo como el líder etnocacerista.
En un reciente discurso a sus seguidores ofreció cumplir dos grandes objetivos de llegar al poder: recuperar Arica y Tarapacá, y enviar un comando de etnocaceristas a secuestrar al rey de España y utilizarlo para desagraviar los saqueos de la Conquista (¿?). Ese es el estándar narrativo del excéntrico potencial candidato.
Tuvo un traspiés cuando apoyó la asunción de Dina Boluarte, al amparo de la realpolitik, pero que fue malentendido por sus propias bases socioelectorales que repudiaron ese hecho y que, más bien, no respaldara al vacado Castillo (hasta ahora un sector el sur andino no lo ve con buenos ojos por esa razón).
Pero el ánimo predominante antiestablishment en la sociedad peruana -expresado en sinfín de encuestas respecto del malestar por la democracia, el modelo económico, la propia idea del país, los grupos sociales dominantes, etc.-, llevan a pensar que la izquierda radical ha recuperado presencia en el país, luego de haberse casi suicidado por su labor de comparsa del nefasto régimen de Castillo.
Antauro Humala, Guido Bellido y hasta el propio Aníbal Torres -según una conocida encuestadora- asoman en el horizonte. Los aventaja Humala porque es más disruptivo y antiestablishment, tiene una épica propia (entre el locumbazo y el andahuaylazo le suman, por más que el primero haya tenido mucho de sainete, y lo segundo haya sido un delito que fue el que lo llevó a prisión tantos años).
Es un personaje inteligente, elocuente, políticamente culto, exmilitar, combatió a Sendero, astuto, por más desenfocado o desencajado que se muestre, con regularidad que ya parece premeditada. Cometerían un grave error el centro y la derecha si lo subestiman por su excentricidad. Despejado el camino, en la izquierda, de la centroizquierda o de líderes como Verónika Mendoza, absolutamente desprestigiada, reaparecerán con fuerza sucedáneos de Pedro Castillo, en cuanto a su carácter de outsider.
Antauro Humala es un viejo conocido en el proscenio político peruano, pero la virulencia de sus opiniones y la narrativa fuera de la caja que exhibe, lo colocan en lugar expectante para recoger la furia popular que la crisis política, social y económica vienen labrando.