trípodes

Ebert Tassara observa cómo su esposa, Mina, apoya su celular sobre un servilletero. Lo coloca ahí para que el equipo se sostenga y pueda ver los aeróbicos que aparecen en YouTube. Pero el celular, pese al soporte, siguió cayendo. Una vez, dos veces, tres veces… levantar el smartphone era una rutina tan cansada como los mismos ejercicios de la internet.

Al darse cuenta de este problema, Ebert Tassara -un habilidoso electricista de 78 años- ingresó al taller de su casa en Surco. Tomó unos fierros, unos tubos de aluminio, algo de madera. Buscó unos clavos, un martillo y con ingenio -o la sabiduría de un hombre experto en manualidades aprendidas en la Marina de Guerra del Perú- creó un trípode para que Mina sostenga su celular. No quería verla dependiendo de un servilletero o una taza para darle equilibrio a su teléfono.

“Entonces se lo entregué a mi esposa. Le expliqué cómo debía usarlo y a ella le gustó mucho. De premio me dio un beso y me sentí feliz”, cuenta sobre aquel momento que, sin querer, se convirtió luego en un ejemplo de emprendimiento: el génesis del Taller de Ebert.

Pero todo negocio tiene un impulso definitivo. Y estos fueron los cuatro hijos y los seis nietos de don Ebert. Ellos al ver este novedoso trípode le pidieron que fabricara más. Uno para cada uno. Don Ebert, entonces, ingresó nuevamente a su taller con la alegría de un adolescente. Creó más porta celulares y se los entregó. Luego vino el boom.

Sus familiares les mostraron a sus amigos la novedosa creación de don Ebert. No faltó quien colocara las fotos en sus redes sociales y -más pronto que tarde- comenzaron a llegar los primeros pedidos de forma espontánea. Así se fundó, oficialmente, el Taller de Ebert, un emprendimiento que nació en junio del 2020, en la etapa más dura de la cuarentena.

Ventas que motivan

Desde entonces el emprendimiento de don Ebert ha vendido más de mil trípodes para sostener smartphones, tablets, iPads y hasta laptops. Los hace a pedido y a medida. Cada semana fabrica lotes de 20 0 25 trípodes y los vende a través de las redes sociales de El Taller de Ebert. Demuestra eficacia, innovación y creatividad. Tres características claves para salir adelante.

  • Señor Ebert, ¿Qué les diría a esas personas que tienen ganas de emprender, pero tienen miedo?
  • Que se atrevan. ¿Por qué tener miedo? Si te sale mal, se repite y si sigue saliendo mal, se hace hasta lograr la perfección. No tengan miedo a lanzarse al río.

Una pieza clave en El Taller de Ebert es Lucía Casafranca. Tiene 21 años y es nieta de don Ebert. Ella es quien lo apoya en los temas logísticos y administrativos del negocio. Ambos forman un interesante equipo que, pese a la distancia generacional, ha logrado cohesionar el trabajo conjunto y bien planificado, logrando que el negocio se convierta en una fuente de ingreso y de distracción para don Ebert.

“Dentro del Taller de Ebert soy quien administra los pedidos, maneja las redes sociales y también envía los productos”, cuenta Lucía Casafranca. Y añade: “Cuando comenzó, en realidad, no sabíamos si iba a vender o si mi abuelito iba a jalar. Comenzamos a ofrecer los trípodes por internet y él encontró una forma de ganar dinero en plena pandemia”, cuenta.

La idea del Taller de Ebert, con la creación de estos trípodes, es facilitar la comunicación de las personas en estas épocas difíciles. Al colocar los teléfonos sobre el soporte pueden, por ejemplo, sostener videollamadas o conferencias vía Zoom de manera más cómoda.

En tanto, para este emprendedor, la creación de los trípodes se ha convertido en un espacio ideal para no pensar en la crisis económica, la incertidumbre electoral y la pandemia que nos asfixia. Por eso, cada día, pasa tres horas trabajando por las mañanas. Y luego, tres horas más por la tarde. Su taller es un refugio que lo revitaliza.

Señor Ebert ¿A qué se dedicaba antes de crear su taller?, le preguntamos

Soy de Camaná (Arequipa). A los 18 años me inscribí en la Marina, donde estuve cinco años. Cuando me retiré, trabajé como independiente: arreglaba todo lo que es línea blanca, como lavadoras o cocinas. Así hasta que me jubilé.

Don Ebert viene demostrando fortaleza, resiliencia y un valor fundamental: perseverancia para seguir trabajando de manera honesta. Los años no son impedimento para emprender. Todo lo contrario, la edad le regala la experiencia para crear, seguir adelante y con su trabajo, hacer felices a quienes quiere.

Dato:

Para adquirir uno de sus trípodes pueden escribir al WhatsApp: 998 867 368.

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