Por eso, la enorme preocupación respecto del futuro político que nos espera. Un sector del empresariado y de la derecha en general anda, tranquila y oronda, confiada en que el descrédito de Castillo y de las izquierdas aliadas, hará que en los próximos comicios el pueblo se vuelque masivamente a favor de candidatos de centro o de derecha. Pecan de inmensa ingenuidad o ignorancia sociológica.
La propia destrucción de los pocos nichos de excelencia administrativa que existían en el Estado, que la incompetencia y afán de copamiento partidario de Castillo han generado, y se van a ahondar en los meses venideros -mientras dure su gobierno- hará que el Estado colapse en sus servicios más básicos. Y eso pesará más en el malhumor ciudadano, que seguramente será mayor en las elecciones venideras, sean estas adelantadas o en el 2026, que en el 2021. El riesgo de un nuevo radical disruptivo sigue plenamente en pie.