[INFORMES] Según consta en las actas judiciales del proceso, el 1 de diciembre de 2016 se habría realizado una asamblea en la Comunidad Campesina de Quipan, ubicada en la provincia de Canta, región Lima. En dicha reunión —identificada como Asamblea N.º 16— se habría acordado la venta de 10,000 hectáreas de tierras comunales a favor de la empresa Industrias Argüelles y Servicios Generales SAC, por un valor total de 600,000 soles.

El acuerdo incluía no solo la transferencia del terreno, sino también la otorgación de poderes especiales al entonces presidente de la comunidad, Abel Cruz Mosquera Ortiz, para que pudiera proceder con la firma de la escritura pública ante notario y formalizar el proceso de venta.

Los días siguientes, según el expediente judicial, fueron clave para convertir el acta comunal en un documento de valor legal. El 10 de diciembre de 2016, Cruz Mosquera se presentó ante el notario Luis Manuel Gómez Verastegui, en Lima, donde presentó el acta de la Asamblea N.º 16 y juró su autenticidad, tanto en los nombres como en las firmas consignadas.

Posteriormente, el 12 de diciembre, llevó dicha acta legalizada hasta la Notaría de Claudio Fredy Galván Gutiérrez, con sede en la provincia de Canta, para realizar la minuta de compraventa e independización del terreno comunal. Finalmente, la operación fue elevada a escritura pública y se inscribió en SUNARP, donde el predio fue registrado bajo los códigos P18022861 y P18029956 a nombre de la empresa adquiriente.

El circuito estaba completo: asamblea, declaración jurada, legalización notarial, escritura pública e inscripción en Registros Públicos. Sin embargo, el mismo proceso que permitió formalizar la venta es el que hoy es objeto de cuestionamiento judicial.

Según la acusación fiscal, existe evidencia de que la asamblea del 1 de diciembre nunca se realizó en los términos indicados, o al menos no con la participación que se consigna en el acta presentada. De los 40 comuneros que aparecen como asistentes —con nombre, DNI y firma— 37 de ellos declararon formalmente que no asistieron ni firmaron el acta en cuestión. De los tres restantes, uno ha fallecido y los otros dos no pudieron ser ubicados.

En esa línea, el Ministerio Público sostiene que el acta presentada tendría contenido falso, y que fue utilizada para dar apariencia de legalidad a una venta que no contaba con respaldo comunitario real. Este documento habría sido clave para permitir la inscripción de la transferencia en SUNARP y consolidar la titularidad a favor de la empresa privada.

Uno de los elementos que complica la evaluación de los hechos es la pérdida del libro de actas que contiene el documento original de la Asamblea N.º 16. Según declaró el propio Abel Cruz Mosquera, el libro fue extraviado el 19 de diciembre de 2016, cuando olvidó su maletín en un taxi mientras se trasladaba por Lima. La denuncia de la pérdida fue registrada en la comisaría de la PNP-Unificada, bajo el número 8509134, pero el expediente judicial señala que no se aportaron pruebas materiales que confirmen dicha versión.

Este hecho es central, ya que la inexistencia del libro impidió la realización de una pericia técnica sobre la autenticidad del acta original. Sin el documento matriz, solo se pudo trabajar con copias legalizadas, lo cual limita el alcance de cualquier prueba científica sobre firmas, tintas o alteraciones.

La tesis de la defensa: error humano, no falsedad

La defensa legal de Abel Cruz ha sostenido durante el proceso que no hubo intención delictiva ni falsedad material. En su declaración instructiva, el acusado señaló que el acta fue redactada conforme a los acuerdos reales de la comunidad y que el libro fue perdido por descuido. Asegura además que no falsificó firmas ni manipuló contenidos, y que todas las gestiones fueron realizadas dentro del marco legal, cumpliendo con los pasos notariales y registrales requeridos.

También sostiene que el acto de venta respondió a una necesidad de la comunidad: obtener recursos para cubrir una deuda con la Municipalidad Distrital de Santa Rosa de Quives, que databa de gestiones anteriores. El pago de 18,300 soles por ese concepto aparece mencionado en el expediente como una de las razones que motivaron la operación.

Lo que dice el expediente: acciones “coherentes y cronológicas”

En varias secciones, el expediente señala que la secuencia de acciones tomadas por el acusado fue “lógica, racional y razonable”, si se observa en conjunto. Es decir, que si bien existen dudas sobre la veracidad del acta y la pérdida del libro, las actuaciones posteriores —presentación de documentos, formalización notarial, inscripción registral— se realizaron de manera coherente y sin interrupciones visibles.

No obstante, se señala también que los comprobantes de legalización se obtuvieron en notarías distintas, y que el notario Galván solo recibió una copia del acta legalizada, no el documento original. Esta situación, según el documento judicial, puede haber influido en la validez sustantiva del proceso, más allá de su formalidad.

Este caso pone en evidencia un problema estructural: la fragilidad institucional en la que operan muchas comunidades campesinas del Perú. La tenencia colectiva, el manejo de libros oficiales, la validación de asambleas y la relación con notarios o registros públicos no siempre cuentan con salvaguardas adecuadas. La brecha entre la legalidad formal y la legitimidad comunitaria se amplía cuando no hay acceso a información, acompañamiento legal o mecanismos de fiscalización interna.

En este contexto, las decisiones tomadas por una dirigencia pueden adquirir fuerza legal sin que la mayoría de comuneros las respalden. La falta de protocolos claros para validar la autenticidad de actas, firmas o quórums hace que comunidades enteras puedan verse afectadas por decisiones administrativas o notariales difíciles de revertir.

El terreno en disputa: 10 mil hectáreas y la importancia de la memoria comunal

En el fondo del conflicto se encuentran 10,000 hectáreas de tierra comunal, espacio de valor ecológico, productivo y cultural. Si bien el precio pactado de 600,000 soles representa una suma significativa, también deja preguntas abiertas sobre el aval de la comunidad, el destino de los fondos y la transparencia en su administración posterior.

La pérdida del libro de actas —pieza clave del proceso— deja un vacío no solo legal, sino también simbólico: es en esos registros donde la memoria institucional de una comunidad se conserva. Cuando desaparecen, también lo hace la capacidad colectiva de rendir cuentas y ejercer control sobre decisiones pasadas.

Hasta la fecha de elaboración de este informe, el caso sigue siendo objeto de evaluación en sede judicial. Las acusaciones fiscales incluyen presunta falsedad ideológica en documento público, aunque la defensa ha insistido en que no existen pruebas concluyentes de manipulación. La resolución definitiva aún está pendiente.

[INFORME] Una empresaria involucrada en colusión agravada en el Gobierno Regional del Callao y un antiguo candidato del partido político del teniente alcalde son las nuevas contrataciones de la Municipalidad de Lima.

El alcalde Rafael López Aliaga cada vez parece esforzarse menos por llevar adelante una gestión impoluta en la Municipalidad de Lima. Usando como excusa los delitos que se le imputan a sus predecesores, como Susana Villarán, la lucha contra el progresismo o su decisión de no cobrar el salario que le corresponde, el líder de Renovación Popular pretende desestimar cualquier cuestionamiento.

Sin embargo, las irregularidades que rodean a la Municipalidad de Lima siguen saliendo a la luz y dejan al descubierto los graves descuidos y excesos que vienen ocurriendo en el Palacio Municipal durante los últimos años. Desde la compra de caviar para almuerzos hasta la contratación de un costoso servicio de monitoreo a medios de comunicación han sido algunos de los cuestionados usos que se le dio al presupuesto municipal.

En esta oportunidad, Sudaca pudo conocer algunas de las nuevas designaciones realizadas en el último tiempo y que se suman a esta larga lista de decisiones desacertadas por parte del burgomaestre limeño y el equipo que lo acompaña durante su paso por la Municipalidad Metropolitana de Lima.

MALA EXPERIENCIA GARANTIZADA

En el mes de julio del año 2019 salió a la luz una noticia sobre extraños y excesivos gastos por parte del Gobierno Regional del Callao. En el marco de una edición del GORE Ejecutivo, reunión que convoca a los ministros y gobernadores regionales, que ocurrió durante el gobierno de Martín Vizcarra, el dominical Panorama dio a conocer que el gobernador regional del Callao, Dante Mandriotti, avaló que se utilicen más de cien mil soles del presupuesto para la promoción y cobertura de este evento.

Pero este monto, además de ser excesivo, habría sido innecesario. Esto debido a que la Presidencia del Consejo de Ministros, quienes tenían a cargo la organización de dicho evento, no solicitaron que el Gobierno Regional del Callao utilice parte de su presupuesto para este encuentro. Además, la decisión de colocar pancartas que promocionen el GORE Ejecutivo resultaba inentendible debido a que no se trataba de un evento público al que podían asistir los vecinos del Callao.

Pero en la información periodística que se dio a conocer en aquella época existió un detalle que hoy también llama la atención. Entre quienes se beneficiaron por esos más de cien mil soles se encontraban dos integrantes de una familia de empresarios: Juan Carlos Tobalina y Karen Martínez Tobalina.

Es este último nombre el que vuelve a sonar y ha sido gracias a la Municipalidad de Lima. El pasado 28 de junio, Karen Martínez Tobalina fue designada como jefa de la Oficina de Cooperación Técnica Internacional.

No obstante, esta no fue su primera incursión como funcionaria. En enero del 2023, en el primer día que la gestión del alcalde López Aliaga y Renovación Popular asumieron el control de la Municipalidad de Lima, Martínez Tobalina fue una de las primeras designaciones cuando, como cargo de confianza, fue designada como subgerente de eventos y protocolo.


Cabe señalar que, producto de estos gastos de cien mil soles, Dante Mandriotti Castro fue acusado en el año 2022 por el delito de colusión agravada y Martínez Tobalino también quedó involucrada en este caso. Para esta empresaria, la Fiscalía pidió una condena de diez años de prisión preventiva y trece años de inhabilitación.

UN VIEJO AMIGO

Pero junio también fue un mes para reencontrarse con viejos conocidos. Al menos así habría sido para el teniente alcalde Renzo Reggiardo. El pasado miércoles 25 de junio, el alcalde López Aliaga nombró a Carlos Roberto Salazar Sumar como el nuevo miembro del directorio de la Empresa Municipal de Apoyo a Proyectos Estratégicos (EMAPE).


Este nombramiento se vincula con Reggiardo Barreto debido a que este nuevo miembro del directorio proviene del partido Perú Patria Segura, el cual era liderado por quien hoy es la mano derecha de Rafael López Aliaga. Como se puede observar en el siguiente documento, Salazar Sumar intentó llegar al Congreso de la mano de esta agrupación política.


Pero Carlos Salazar no fue un candidato más del partido de Renzo Reggiardo. Según la información que él mismo declaró al Jurado Nacional de Elecciones (JNE), el actual miembro del directorio de EMAPE fue parte del comité ejecutivo nacional de Perú Patria Segura y, además, también ocupó el puesto de secretario de gestión ambiental en el partido de Reggiardo.

Según diversos rumores, Renzo Reggiardo podría ser el candidato de Renovación Popular para ocupar el sillón municipal en las próximas elecciones. Pero estas tendencias de acercar a la Municipalidad de Lima a antiguos integrantes de su movimiento político invitan a creer que será otra gestión marcada por darle prioridad a los aliados políticos.

En los últimos años, el sector empresarial peruano ha enfrentado crecientes cuestionamientos desde distintos frentes: sociales, políticos, mediáticos y académicos. Aunque muchas de estas críticas nacen de generalizaciones injustas, hay un aspecto que merece una mirada autocrítica:
¿Quién representa hoy al empresariado peruano?

En los principales gremios, foros económicos y espacios de diálogo público, es frecuente encontrar que las voces que hablan en nombre de «los empresarios» son, en realidad, funcionarios de alto nivel: gerentes generales, CEOs o directores corporativos. Son profesionales capaces, muchos de ellos con gran experiencia y liderazgo, y en no pocos casos, amigos con quienes compartimos preocupaciones y propósitos. Pero también es cierto que no son los responsables últimos del capital invertido ni del riesgo empresarial que da origen a nuestras organizaciones.

Esta distinción, que puede parecer técnica, tiene implicancias profundas. Cuando la representación del empresariado se delega por completo a quienes, legítimamente, responden a objetivos operativos, metas anuales o indicadores financieros, se corre el riesgo de que esa representación se enfoque más en la defensa de intereses específicos y menos en la promoción de principios comunes: transparencia, competencia leal, formalización, sostenibilidad y visión de país.

El resultado no es menor. Parte de la opinión pública empieza a ver al sector empresarial no como un actor comprometido con el desarrollo del Perú, sino como una cofradía de intereses cerrados, orientada a preservar beneficios o influencias, muchas veces desligadas de las urgencias sociales o productivas del país.

Esta reflexión no busca señalar culpables ni confrontar a quienes hoy ocupan roles clave en nuestras empresas y gremios. Por el contrario, es una invitación a sumar, a recuperar el equilibrio natural entre gestión y propósito, entre estrategia y compromiso. El Perú necesita empresarios visibles, conscientes de su rol social, con vocación pública y dispuestos a involucrarse directamente en la construcción de una narrativa empresarial distinta.

Saludo, además, a los empresarios que sí dan la cara y están presentes, que no delegan completamente su voz, y que entienden que representar al sector no es solo un deber gremial, sino un acto de coherencia. Existen —y son valiosos— gremios que aún conservan una representación ligada a la propiedad, pero hay que reconocer que no es la práctica común. En la mayoría de los casos, la voz que se proyecta no viene desde el riesgo ni desde el compromiso patrimonial, sino desde la gestión funcional.

Desde el dueño de una microempresa en Puno hasta el accionista de una agroexportadora en Ica, todos compartimos algo esencial: hemos apostado por este país con hechos, con trabajo y con riesgo propio. Nadie puede representar mejor al empresario que quien convive con las decisiones difíciles, la incertidumbre del mercado, la planilla del fin de mes y la responsabilidad de crecer sin dejar a nadie atrás.

No se trata de excluir ni de reemplazar a los ejecutivos, sino de acompañarlos con principios, visión y legitimidad. La representación empresarial no debe ser solo institucional: debe ser real, ética y comprometida.

Es momento de recuperar esa voz. Con respeto, con firmeza, y con la convicción de que el verdadero liderazgo empresarial no se impone: se ejerce con coherencia y propósito.

[PIE DERECHO] Hay algo profundamente autodestructivo, casi suicida, en la conducta política de la derecha peruana. Como si no hubiera aprendido nada de las últimas dos décadas, como si el país no estuviera al borde de un abismo populista, autoritario y antiliberal, insiste en atomizarse, en dividirse, en reproducir sus peores defectos con tozudez admirable. En el ala más recalcitrante de la derecha, compiten sin tregua ni pudor personajes como Rafael López Aliaga, Phillip Butters, Carlos Álvarez y Keiko Fujimori, en una especie de circo de gladiadores donde todos se desgarran mutuamente con una ferocidad que ni el más encarnizado de los marxistas podría soñar.

Del otro lado, en la centroderecha —ese espacio en teoría más sensato, democrático y moderno— hay más de veinte candidatos lanzados o en camino, todos convencidos de su excepcionalidad, todos hablando de unidad mientras conspiran contra ella. Ni una sombra de alianza, ni un atisbo de pacto estratégico. La miopía es tal que parecen ignorar que, mientras ellos se despedazan, la izquierda —esa vieja maquinaria del resentimiento y la utopía fracasada— avanza sigilosa pero firme, tejida de acuerdos, coaliciones y pactos programáticos.

Lo más irónico —y también lo más trágico— es que la derecha peruana debe cargar con el lastre del régimen de Dina Boluarte, el más mediocre, insustancial y moralmente desprovisto de los últimos tiempos. Un régimen que, aunque formalmente de derecha, ha sido un compendio de torpeza, frivolidad y oportunismo. Un pasivo insalvable.

El ánimo antiestablishment, cada vez más profundo y visceral, se ha convertido en el mejor aliado de la izquierda radical, que se presenta como la única alternativa frente a un statu quo corrupto y decadente. Si los astros se alinean, al menos un candidato de esa izquierda llegará a la segunda vuelta. Y si la derecha persiste en su fratricidio, podrían ser dos.

Entonces no será la izquierda la que conquiste el poder: será la derecha la que se lo entregue, en bandeja de plata, cavando con entusiasmo su propia tumba.

 

Que un sector de la izquierda peruana se sume a las filas del castillismo solo revela su degradación moral e ideológica. Porque Castillo no fue un líder popular saboteado por los poderes fácticos de la derecha y caído en desgracia por ese complot, sino que fue una marioneta de sus anhelos corruptos y, finalmente, víctima de un fallido afán golpista y antidemocrático.

Que la torpe mediocridad de su sucesora haya ayudado a borrar esa impronta no es excusa política para quienes, desde la izquierda, léase Juntos por el Perú y Nuevo Perú, hoy pervierten su propósito de renovados liderazgos haciendo de la causa de la defensa del castillismo un signo electoral oportunista.

Castillo fue capaz, en poco más de dieciocho meses, de destruir el Estado peruano, en un reino de improvisación y mediocridad. De haber perdurado, los destinos nacionales se habrían acercado a la bancarrota no sólo económica sino política, social y moral.

Solo la mediocre gestión de Boluarte y su pacto infame con un Congreso controlado por las mafias ha sido capaz de elevar la figura de un líder con pies de barro, y de ello quiere aprovecharse una izquierda que no representa una evolución de su propio pensamiento sino una involución terrible.

Castillo tiene bien ganada la prisión que lo signa. Y se espera finalmente una sentencia severa no solo por su despropósito golpista sino, también -y eso es bueno recordarlo-, por los claros indicios de corrupción, cuyo develamiento lo empujó a querer patear el tablero institucional.

Una izquierda que soslaye ello bajo el solo afán de tentar nuevamente el poder, es abrumador indicio de su grosera involución. Lamentablemente, la inacción de la derecha y sus voceros políticos, empresariales y académicos, han permitido que la conciencia popular no recuerde ello y hoy haga suya la narrativa del pobre hombre del pueblo peruano desbordado por un complot.

Pedro Castillo nunca fue un presidente. Fue una caricatura patética de liderazgo, un usurpador analfabeto que confundió la política con la comedia de improvisación y, atrapado por la ley y su incompetencia, intentó un golpe monstruoso que fue repudiado incluso por muchos de aquellos que alguna vez le dieron un margen de tolerancia. La mera idea de que la izquierda ahora desee resurgir a su semejanza, como un camino de regreso, muestra una bancarrota moral asombrosa y una miopía nauseabunda.

 

[PIE DERECHO] Uno de los espectáculos más deprimentes que ofrece hoy la política peruana es la claudicación abierta de un sector del Congreso ante las mafias de la minería ilegal. No se trata ya de meros coqueteos, de componendas subrepticias o de indulgencias tácitas, sino de una entrega sin disimulo, un matrimonio de conveniencia en el que el poder legislativo se postra, servil y corrupto, ante un sector que simboliza como pocos la destrucción del país.

La izquierda radical —esa misma que pontifica sobre la justicia social y el cuidado del medio ambiente— ha descubierto en las dragas y las motobombas un inesperado botín electoral y financiero. Donde antes veían al capitalismo depredador, ahora ven votos y dinero. Y los otros, los del centro difuso y la derecha mercantilista, simplemente ven sobres. Sobres abultados, sellados con el lodo del oro ilegal, pero que igual abren con manos ansiosas y conciencias anestesiadas.

Este sector del Congreso no legisla: negocia. No representa: trafica. El proyecto de ley que se discute hoy y los que vendrán no buscan formalizar ni fiscalizar, sino proteger, encubrir y legalizar el crimen ambiental, la evasión tributaria y el poder armado de bandas que siembran terror en Madre de Dios, Puno o la selva central. No es exageración: una parte del Congreso se ha convertido en una sucursal del delito.

Asistimos al entierro de la representación democrática, reemplazada por una suerte de bazar inmoral donde se subastan favores, se comercian leyes y se pacta con el crimen. Todo por una porción de esos miles de millones de dólares que mueve la minería ilegal. Y mientras tanto, el país se hunde entre ríos contaminados, bosques arrasados y comunidades sitiadas por el miedo.

¿Quién pondrá freno a esta barbarie institucionalizada? ¿Quién rescatará al Estado de las garras de estos mercaderes de la política? Porque de seguir así, no será la minería la que se formalice, sino el crimen el que tomará carta de ciudadanía. Y entonces ya no quedará nada que salvar.

 

 

[MIGRANTE AL PASO] Salí tranquilo hace un par de días. Iba camino al gimnasio, motivado por generar un cambio en mi propio estilo de vida. He comenzado hace poco. No pasaron más de cinco minutos hasta encontrarme con un caos estresante. Me topé con una pared de carros que no avanzaban. Podía escuchar a la gente renegando y peleándose entre ellos. Probablemente, hace un par de años hubiera dejado que me arruinara el día, pero esta vez pude más. Es cierto que estaba de mal humor, pero no me peleé con nadie, solo me limité a poner música y avanzar. Me sentí frustrado cuando me di cuenta de que no podría seguir con mi nueva rutina ese día. Me demoré un poco más de una hora en ir y regresar unas cuantas cuadras, ida y vuelta. Me puse a pensar en cómo este alboroto se sale de nuestras manos como ciudadanos y solo podemos aceptarlo a regañadientes y retroceder.

Mi caso es una nimiedad al costado de lo que en realidad sucede. No fue más que una experiencia extremadamente reducida de lo que la mayoría de gente vive en el día a día. Aun así, sentía que mi esfuerzo de levantarme temprano para hacer algo que me ayuda a mejorar en todo sentido —no solo físico— había sido en vano. Sentado cómodamente, abrigado y con música, pensaba en lo que deben sentir las personas que todos los días tienen que hacer mucho más y, aun así, regresan a sus casas aplastados por una realidad que solo les da la espalda y, poco a poco, va destruyendo cualquier anhelo de cambio que tengan. Para mí sólo implicó no llegar a hacer ejercicio, pero para muchos que estaban atrapados en el mismo tráfico que yo, implicaba perder un día de trabajo, un día de comida o tal vez más. Eso pasa todos los días en todo el Perú, no solo en Lima.

Imagínense levantarse a las 4 de la madrugada para ir a trabajar, llegar a tu trabajo que se encuentra a horas de distancia solo para encontrar a un jefe que no le importa en lo más mínimo tu situación, que otras personas te miren hacia abajo mientras caminas, recibir mensajes de tu familia contándote cómo tuvieron que pagar con todos sus ahorros a una banda de delincuentes para que no destruyan su pequeño negocio. Que por tu cabeza pasen recuerdos de niñas y niños que veías crecer y desaparecieron de un momento a otro porque los secuestraron. Debe ser insoportable, algo que a cualquiera lo tumbaría por días y lo sumergiría en la resignación total. Sin embargo, las personas siguen trabajando y luchando. Es admirable y, también, muy triste. La gran mayoría de nuestra población vive en esas condiciones.

El otro día se me fue el hambre mientras almorzaba al escuchar que este año han desaparecido aproximadamente 20 niñas por día debido a secuestros, en su mayoría por bandas de trata de personas y de explotación sexual. En simultáneo, me llegaba la noticia de que la presidenta se había subido el sueldo. Parece una broma de mal gusto, pero es la verdad que nos rodea. Si a mí me fastidió y sentí impotencia, imagínense lo que sienten las víctimas directas de estas tragedias. A pesar de todas estas cosas, sigue existiendo gente que no tiene la capacidad de ponerse en los zapatos de otros y minimiza las adversidades que enfrentan las personas, diciendo, por ejemplo, que el problema se da debido a que las personas se quejan mucho por razones alimenticias. Francamente, vivimos en un país de locos, donde hablar antes de pensar es la regla. Donde no importa si tus palabras están insultando a toda una población con tal de cumplir con tu trabajo. Es nauseabundo.

Últimamente, mi algoritmo en redes sociales se vio infectado por videos de entrevistas a gente que cree que la matonería es la respuesta. Específicamente, me molestaron bastante fragmentos de entrevistas a Philip Butters, que parece tener complejo de Donald Trump: copiando su falta de control al hablar, levantando la voz, atropellando la opinión de los demás y otros excesos. Tuve que comenzar a ver reels de anime y de fútbol para que desaparecieran este tipo de videos. Hay gente que es mejor no escuchar. Para mí, esas opiniones, dignas de un bully escolar, no le hacen bien a nadie y solo te carcomen la inteligencia. Gente que confunde la fuerza con ser insensible y la violencia con justicia. En fin, tampoco vale la pena darle tantas vueltas a esos pensamientos. Todos parecen insistir en seguir generando diferencias políticas: “tú eres de izquierda, es un escándalo que pienses así” o “tú eres de derecha, qué escándalo”. Es como ver a unos niños peleándose. ¿Por qué no se dan cuenta de que hay problemáticas mucho más importantes que determinar si pensar de tal o tal manera es lo mejor? Está clarísimo cuáles son los factores que están convirtiendo a nuestro país en un lugar invivible. También, está clarísimo que estas peleas infantiles se ven ridículas en personas adultas. ¿Por qué ridículas? Porque solo vuelven más difícil enfrentar los problemas que he mencionado mientras escribía.

Texto: Joana Cervilla
Fotos: Sulsba Yépez, Sernanp, INTE PUCP

La Reserva Nacional Tambopata cumple 25 años de creada, y se ha consolidado como un modelo de gestión entre el Estado, el sector privado y la academia. En el corazón de esta alianza, la PUCP ha desempeñado un rol clave impulsando la investigación científica, el intercambio académico y el monitoreo climático, a través del Instituto de la Naturaleza, Tierra y Energía (INTE-PUCP). Un conversatorio al respecto tendrá lugar el 29 de mayo en NOS.

Frente a los grandes desafíos que enfrenta la Amazonía como la deforestación, el cambio climático y la minería ilegal, la Reserva Nacional Tambopata se ha convertido en un ejemplo de gestión articulada y eficiente. Ahora, que cumple 25 años como área natural protegida, esta reserva ubicada en Madre de Dios evidencia que cuando el Estado, la academia —con la PUCP liderando uno de los principales proyectos en la zona— y el sector privado trabajan de la mano es posible conservar, investigar y desarrollar en armonía con el ambiente.

“La Reserva Nacional Tambopata se ha consolidado como una de las más importantes del país por su biodiversidad y por el modelo de gestión que promueve. Es un ejemplo de cómo la articulación entre el Sernanp, la PUCP y aliados como Aider permite impulsar la ciencia y fortalecer el trabajo con las comunidades”, destaca Deyvis Huamán, director de Gestión de las Áreas Naturales Protegidas del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp).

Nuestra Universidad viene trabajando en Tambopata desde hace casi dos décadas, cuando inicialmente estableció una estación científica que marcaría el inicio de lo que vendría después: el ambicioso proyecto AndesFlux, una red de torres de monitoreo ecológico que conecta la Amazonía desde Madre de Dios hasta Loreto y mide el deterioro de los bosques tropicales a causa del cambio climático. La primera torre, que opera el Instituto de Naturaleza, Tierra y Energía (INTE), se instaló en Tambopata en 2013 y, desde el 2015, funciona ininterrumpidamente.

Tambopata: un laboratorio vivo

Para entender cómo comenzó esta historia, hay que retroceder a los años 70. El empresario peruano-alemán Max Gunther instaló por ese entonces un pequeño albergue en plena selva de Madre de Dios, llamado Explorer’s Inn. Su riqueza natural atrajo la atención del mundo científico, en especial del Instituto Smithsonian, que realizó una de las primeras expediciones científicas de biodiversidad en la zona.

Ese fue el punto de partida. Años más tarde, el área se convertiría oficialmente en la Reserva Nacional Tambopata que, junto con el Parque Nacional Bahuaja-Sonene, formaría uno de los bloques de conservación más importantes del planeta.

“El Perú concentra una enorme diversidad biológica en un espacio reducido y Tambopata está en una zona de transición con alta biodiversidad, que permaneció relativamente aislada durante mucho tiempo. Eso permitió que su bosque se conserve mejor que en otras regiones amazónicas que fueron rápidamente intervenidas”, señala el Dr. Eric Cosio, director del Instituto de la Naturaleza, Tierra y Energía (INTE-PUCP).

Asimismo, explica Cosio, Madre de Dios forma parte de una zona de transporte atmosférico esencial, donde el agua proveniente del Atlántico se encuentra con los Andes y se redirige al sur del continente. «Esta característica la convierte en una plataforma ideal para entender el impacto del cambio climático y diseñar estrategias de conservación” sostiene.

La presencia de la PUCP en Tambopata

Hace dos décadas, la PUCP inició una apuesta ambiciosa por la investigación en la Amazonía peruana al firmar un convenio de cesión de uso del terreno que ocupa Explorer’s Inn dentro de la Reserva Nacional Tambopata. “Ese lugar es la única propiedad privada dentro de una reserva nacional y se respeta como tal por el Estado”, señala el Dr. Eric Cosio. Desde entonces, este espacio es clave para el desarrollo de investigaciones científicas de largo aliento.

«Estas torres miden el intercambio de carbono entre la vegetación y la atmósfera, un dato clave para entender el clima y la productividad del bosque. En conjunto, permiten estudiar el gradiente latitudinal de la Amazonía”.

Dr. Eric Cosio
Director del INTE

Uno de los hitos más importantes es la creación de la red AndesFlux, una red de torres que conforma una plataforma de monitoreo ecológico que nació en Tambopata. “Estas torres miden el intercambio de carbono entre la vegetación y la atmósfera, un dato clave para entender el clima y la productividad del bosque. En conjunto, permiten estudiar el gradiente latitudinal de la Amazonía”, explica Cosio, quien dirige el proyecto junto con la Dra. Norma Salinas.

La torre ubicada en Tambopata alberga la mayor parte de la instrumentación, incluida una herramienta de medición única en la Amazonía para calibrar satélites, conocida como sistema SIF (fluorescencia inducida por luz solar).

La primera torre –de 53 m de altura y con 2 km² de influencia– fue donde se concibió todo este gran experimento. Instalada en el 2013 en Tambopata y operada por el INTE, que lidera, también, toda la operación en el Perú, se coordinó, sirvió de modelo y optimizó la construcción del resto de las torres en el 2019. El monitoreo en conjunto se realiza a través de información obtenida en parcelas, junto con las otras tres torres en Ucayali, Huánuco y San Martín, y próximamente en Loreto.

Si bien es parte de una red más amplia, Tambopata alberga la mayor parte de la instrumentación, «incluida una herramienta de medición única en la Amazonía para calibrar satélites, conocida como sistema SIF (fluorescencia inducida por luz solar)», sostiene Cosio.

Intercambio científico en tiempo real

Además, Tambopata es parte de AmeriFlux, la red americana de torres de monitoreo y se inserta en un estudio a largo plazo sobre las dinámicas del ciclaje de carbono en los bosques amazónicos. El proyecto cuenta con una inversión de más de US$ 1’500,000, y la colaboración de prestigiosas instituciones como Stanford, Bayreuth, el Instituto Potsdam, Julich, Penn State, entre otros. Esto ha generado una importante colaboración con los socios internacionales del proyecto.

Todos los datos son monitoreados remotamente mediante conexión celular y compartidos en tiempo real con la comunidad científica internacional».

Dr. Eric Cosio

Director del INTE

«Nuestro equipo viaja cada uno o dos meses. Todos los datos son monitoreados remotamente mediante conexión celular y compartidos en tiempo real con la comunidad científica internacional», explica Cosio.

Monitoreo en tiempo real de la torre AmeriFlux PE-TNR en la Reserva Nacional Tambopata, utilizando el software LI-7×00 A RS DS 8.9.2.

Una gestión articulada

Desde el 2008, la Reserva Nacional Tambopata opera bajo un contrato de administración parcial otorgado a la ONG Aider por el Sernanp con el fin de impulsar la investigación científica, el monitoreo biológico, promover el turismo sostenible y fortalecer la vigilancia ambiental. Además ha ayudado enormemente a articular a las comunidades locales. «Cuatro comunidades indígenas trabajan directamente con la reserva. Tres de ellas pertenecen al pueblo Ese Eja y han desarrollado sus propios planes de vida con apoyo técnico», sostiene Deyvis Huamán del Sernanp.

Asimismo, Huamán destaca que el modelo surgido del contrato de administración, «implementado en alianza con el INTE, ha promovido mecanismos como los pagos por servicios ecosistémicos (REDD+), que ha logrado reducir la deforestación y apoyar actividades económicas sostenibles, como la producción de castaña, la agroforestería y la ganadería regenerativa».

De acuerdo con Cosio, esta figura ha sido clave en el impulso científico en la zona, sobre todo en lo concerniente a las coordinaciones y a la relación entre la academia y el Estado. «Desde el punto de vista de relevancia, los contratos de administración han probado ser herramientas excepcionales para simplificar la interacción y los trámites entre el investigador científico y las autoridades nacionales, representadas por las autoridades de los parques o reservas nacionales», sostiene.

Conversatorio «25 años de la Reserva Nacional de Tambopata: referente en gestión de biodiversidad e investigación en áreas naturales protegidas»

El INTE y el Sernanp han organizado el conversatorio «25 años de la Reserva Nacional de Tambopata: referente en gestión de biodiversidad e investigación en áreas naturales protegidas».

Día: jueves 29 de mayo
Hora: 2 pm
Lugar: Auditorio 2D del Complejo NOS PUCP
Ingreso libre

Información e inscripciones aquí

Mirando hacia el futuro

El futuro deseado para Tambopata incluye estar libre de amenazas, fortalecer la base social de apoyo y consolidar los beneficios que la reserva brinda a las poblaciones locales. «Se busca que las comunidades vean los beneficios tangibles de vivir cerca de un área protegida. También se aspira a obtener reconocimientos internacionales como el estándar de Lista Verde de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), posicionando en mejor lugar a Tambopata como un referente en conservación para Madre de Dios y el Perú», sostiene Huamán.

Por su parte, nuestra Universidad planea seguir expandiendo la red AndesFlux. Además de tener a diversas prestigiosas instituciones interesadas en los datos que arroja esta red, se acaba de cerrar un convenio con la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP) para construir una torre más al norte (Loreto) para así monitorear las diferencias entre el norte y el sur. «Y Tambopata ha sido el punto de partida de todo esto», finaliza Cosio.

[MÚSICA MAESTRO] Ruth Underwood: Madre de la percusión

El arma secreta de Zappa

«¡Damas y caballeros, observen a Ruth! A lo largo de esta película Ruth ha estado pensando «¿qué puedo ser capaz de hacer para sorprender a todos?» Creo que ella ha encontrado la respuesta, solo quédense mirándola…» dice Frank Zappa en el minuto 02:40 de Don’t you ever wash that thing? (Roxy & elsewhere, 1974). De todos los percusionistas que usó el compositor, Ruth es la más querida y recordada. No solo por su sonrisa amplia y abierta, frondosa cabellera negra y ese aspecto de alumna hippie pero, a la vez, seria y aplicada en medio de un salón de freaks desadaptados sino -y principalmente- porque su sobrenatural talento fue la marca registrada y personalidad de algunas de las piezas musicales más admiradas del extenso catálogo zappesco.

Quienes algo saben de rock clásico ubican claramente a Zappa como un guitarrista virtuoso, creativo, afilado e impredecible. Sin embargo, pocos están enterados de que su primer instrumento fue la batería y que era un apasionado de la percusión, en especial la sinfónica. Por eso, era muy común encontrar en sus sofisticadas y complejas instrumentaciones, toda clase de elementos, desde timbales y bloques de madera hasta la amplia familia de vibráfonos, marimbas y xilófonos.

Lo que sigue en el mencionado instrumental es una enrevesada sucesión de líneas para marimba, percusiones menores y vibráfonos que Ruth ejecuta con absoluta precisión y sobrecogedora gracia. Como muchos dicen, Ruth fue el arma secreta del sonido de Zappa durante el periodo 1973-1975, para muchos el mejor de su larga vida artística.

De la Escuela Julliard al Teatro Garrick

Ruth Komanoff nació y creció en New York, en 1946. Sus estudios los realizó primero en el Ithaca College y, posteriormente, en la prestigiosa Julliard, en el corazón del Lincoln Center, una de las instituciones de educación artística más importantes del siglo XX. Cuando apenas tenía 21 años, su mundo entero fue puesto de cabeza cuando vio a The Mothers Of Invention en el legendario Teatro Garrick, ubicado en la zona bohemia del Greenwich Village, a pocas cuadras de la Union Square en el Bajo Manhattan.

Así rememora Ruth aquella experiencia: “Recuerdo que me sentí muy molesta cuando finalmente regresaron a Los Angeles. Sentí como si el verdadero corazón de New York se hubiera ido”. En aquella temporada en el Teatro Garrick -hoy convertido en un condominio de departamentos-, que duró de marzo a septiembre de 1967, Ruth tuvo lo que se conoce normalmente como una epifanía. Nunca más quiso volver a The Hamilton Face Band, grupo en el que tocaba batería -que grabó dos álbumes entre 1968 y 1970- ni a sus aburridas clases de percusión y orquestación en el conservatorio neoyorquino.

En el documental Zappa (Alex Winter, 2020), la vibrafonista comenta que le parecía increíble que “una música tan sofisticada pudiera salir de tipos tan desagradables”. En una ocasión, la joven estudiante de música se coló en la sala de práctica reservada para los pianistas y, sin permiso, comenzó a tocar de memoria la melodía principal de Oh no (Lumpy gravy, 1968). Un supervisor, al escucharla, la expulsó pues “no era una melodía apropiada para la escuela”.

El contraste fue decisivo para su futuro. Comprendió que no quería ser la encargada de los timbales en una sinfónica, sentada al fondo, esperando su momento para tocar tres notas en un triángulo. Entre 1967 y 1968, aun usando su apellido de soltera, trabajó por primera vez junto a su nuevo ídolo -después de haber sido invitada por él mismo para ser telonera de The Mothers, tocando al vibráfono pasajes de su álbum debut, Freak Out!, como cuenta en esta larga y entretenida conversa con los bateristas Terry Bozzio, Chad Wackerman, Ralph Humphrey y Chester Thompson-, en las sesiones de grabación del álbum doble Uncle Meat, lanzado en abril de 1969. Un mes después, se casó con uno de los miembros principales de The Mothers Of Invention y cercano colaborador de Frank, el saxofonista y tecladista Ian Underwood. Desde entonces, se hizo conocida como Ruth Underwood, madre de todas las percusiones.

Un instrumento peculiar

La familia de instrumentos integrada por marimbas, xilófonos y vibráfonos es ampliamente usada en el mundo sinfónico desde inicios del siglo XX, como parte de las secciones de percusión de ensambles de formato grande, ubicándose casi siempre detrás o en los extremos. Aunque comparten características -función rítmica, sonido, aspecto, técnicas de interpretación- tienen orígenes distintos.

La marimba y el xilófono surgieron en poblaciones ancestrales de África y Asia, respectivamente. Su construcción y apariencia han ido evolucionando con el paso de los años, pasando de lo más rústico a lo más sofisticado en cuanto a materiales y sistemas de resonancia. En el caso de la primera, tuvo también un interesante desarrollo en Centroamérica, específicamente Guatemala y México, países con una enorme tradición en el uso de marimbas de distintos registros y rangos tonales.

Por su parte, el vibráfono fue de invención norteamericana, con barras hechas de metal y no de madera como xilófonos y marimbas, pensado para el teatro de vaudeville. De ahí pasó al jazz, consolidándose en los años treinta gracias al trabajo de Lionel Hampton, a quien se le atribuye haber grabado el primer solo de vibráfono de la historia en el tema Memories of you (1930), un disco de 45 rpm que grabó con la orquesta de Louis Armstrong, en la que era baterista. Hampton posee una extensa discografía con el vibráfono como instrumento principal, que se extendió durante más de cincuenta años.

Vibrafonistas famosos

En los sesenta, aparecieron vibrafonistas destacados como Red Norvo, Emil Richards, Bobby Hutcherson o Gary Burton, a la postre el más importante exponente de este instrumento y sus variaciones. En esta versión del estándar brasileño Chega de saudade, de Antonio Carlos Jobim, podemos ver el complejo estilo de toque a cuatro baquetas o mallets -dos por mano- que Burton creó y fue perfeccionando hasta convertirlo en una técnica estudiada por futuras generaciones de vibrafonistas, entre ellos, por supuesto, Ruth.

Roy Ayers, fallecido en marzo a los 84 años, es otro referente, con una interesante discografía de funk instrumental, disco y R&B. En el latin-jazz, los trabajos de Cal Tjader y “El Rey del Timbal” Tito Puente dieron al vibráfono un protagonismo único. Mientras tanto, en el jazz contemporáneo de mediados de los años setenta destacan, entre otros, el inglés Victor Feldman, quien ha trabajado con Steely Dan, The Doobie Brothers, Christopher Cross y muchos otros; y los norteamericanos Mike Mainieri o Dave Samuels, fundador y líder de Spyro Gyra, una de las bandas más importantes de este subgénero.

En el rock hay algunos casos de músicos reconocidos como, por ejemplo, Stewart Copeland (The Police), Neil Peart (Rush), o Jeff Porcaro (Toto), conocidos por incluir marimbas, steel drums, bloques de madera, vibráfonos y campanas tubulares en sus baterías, para ampliar sus capacidades expresivas con esta familia de instrumentos de inconfundible sonido brillante, exótico y cálido.

Un talento invisibilizado

El nombre de Ruth Underwood no aparece en ninguna de las nóminas de “mejores vibrafonistas de la historia” disponibles en internet. Tampoco en esas listas que genera Google de forma automática. Y el Chat GPT, punta de lanza de la inteligencia artificial, cuando le pido una relación de vibrafonistas mujeres de rock y jazz, me lanza como respuesta diez nombres, pero el de Ruth no sale. Más allá de los innegables pergaminos de la joven mexicana Patricia Brennan o la leyenda del jazz moderno Cecilia Smith, la ausencia de Ruth Underwood, invisible en estos rankings, es solo una muestra más de lo inexacta que puede ser la IA en ocasiones.

Como decíamos al principio, las primeras grabaciones en las que podemos oír las marimbas y vibráfonos de Ruth están en el álbum doble Uncle Meat (1969), pero es recién en 1973 que ella se une de forma estable a The Mothers Of Invention, participando en prácticamente todas las giras y grabaciones del grupo entre enero de 1973 y enero de 1975, un periodo de dos años en que Zappa moldeó a la talentosa percusionista, haciéndola tocar cosas muy exigentes. Como diría Ed Mann, su reemplazo desde 1977, “sus líneas hacían que tuvieras que mover los brazos a velocidades y direcciones irracionales.

Durante las tres giras que realizó Frank Zappa entre febrero y septiembre de 1973, Ruth tocó al lado de su esposo Ian Underwood, el único sobreviviente de aquella formación original de The Mothers Of Invention que ella había visto en el Garrick. En aquel año, estrenaron canciones como Dupree’s Paradise o T’Mershi Duween, así como el medley The dog breath variations/Uncle Meat -en que hace dúo de percusiones con Frank-, o la balada doo-wop Babbette, pensadas especialmente para su lucimiento y brillo.

Todas esas composiciones, muy frecuentes en los setlists de esa época, jamás salieron en un disco hasta la publicación del primer volumen de la antología You can’t do that on stage anymore, donde figura también Ruthie Ruthie, una variación de Louie Louie extraída de un concierto de 1974. Zappa y The Mothers usaron, desde sus inicios, este estándar del rock and roll de 1955 para divertir y hacer bailar a sus públicos, haciéndole cambios de letra y estructura melódica.

En la historia de la música popular contemporánea, varias mujeres han destacado como percusionistas y bateristas. Desde Gina Schock (The Go-Go’s) hasta Cindy Blackman (Santana, Lenny Kravitz), desde Sheila E. hasta Crystal Taliefero, la versátil multi-instrumentista que brilla en la banda de Billy Joel desde 1989, todas tuvieron en Ruth Underwood a un precedente de éxito e importancia en contextos musicales dominados por hombres. Además, fue la única mujer estable en cualquiera de los ensambles que formó Frank Zappa entre 1968 y 1988, trabajando de manera continua durante dos años y medio.

El sonido definitivo de un repertorio desafiante

Canciones como Echidna’s arf (Of you), Montana, RDNZL, Penguin in bondage o Inca roads -con la llamada “On Ruth!… On Ruth!… That’s Ruth!”-, figuran entre las más exigentes para vibráfono, marimba y derivados. Underwood solía tener, en vivo, un extenso rango de estos instrumentos, además de timbales, gongs de diferentes tamaños y bloques de madera distribuidos a su alrededor, como podemos ver en Roxy The Movie (2015), corriendo de aquí para allá mientras mira a Frank, atenta a sus señales.

Rollo, una vertiginosa pieza de treinta segundos insertada en la parte final de St. Alphonzo’s Pancake Breakfast, sirve para entender el calibre de sus destrezas –aquí podemos verla mientras enseña cómo tocarla-, las mismas que se convirtieron en el alma del sonido de aquella formación que completaron músicos virtuosos como George Duke (teclados, voz), Chester Thompson (batería), Napoleon Murphy Brock (saxo, flauta, voz), Ralph Humphrey (batería) y los hermanos Tom y Bruce Fowler (bajo y trombón, respectivamente), capaz de tocar virtualmente cualquier cosa.

Eso podemos comprobarlo fácilmente escuchando, de un tirón, el Roxy & elsewhere, disco que resume los conciertos en el legendario The Roxy Theater en el Sunset Strip de Hollywood, entre el 8 y el 10 de diciembre de 1973. O revisando las imágenes de Cheaper than cheep, recital inédito de junio de 1974, recientemente estrenado en YouTube, en el que Ruth regresó a la banda tras un mes de haberse separado del grupo, por motivos personales, justo en tiempos en que hacían una minigira por el décimo aniversario de The Mothers Of Invention.

Una vida dedicada a la música de Frank Zappa

Ruth Underwood cumplió, recientemente, 79 años (el 23 de mayo último) y, aunque está oficialmente retirada de la música desde hace décadas, recibió saludos de todas partes del mundo en infinidad de grupos de Facebook y otras redes sociales dedicados a compartir su fanatismo y admiración por la música de Frank, publicando fotos y videos de sus espectaculares interpretaciones.

Ella tocó por última vez con la banda durante la semana de conciertos de fin de año en 1976, que fueron insumos para el doble en vivo Zappa in New York (1976), donde Ruth, con solo 30 años, era la más veterana, interactuando con extraordinarios músicos recién llegados al grupo como Terry Bozzio (batería), Patrick O’Hearn (bajo), Eddie Jobson (teclados, violín) o Ray White (guitarra, voz), convirtiéndose en el nexo entre el pasado glorioso de The Mothers Of Invention y su nueva etapa. En los créditos del álbum -en el que también participa la sección de metales del programa cómico Saturday Night Live-, es mencionada como responsable de “percusiones, sintetizadores y varias grabaciones humanamente imposibles” y presentada por Frank como “la indiscutible reina del rock and roll”.

En los años siguientes, su marimba pudo escucharse en temas como Giant child within us (Ego), del álbum I love the blues, she heard me cry (1975), el séptimo como solista de su ex compañero en The Mothers, el extraordinario tecladista George Duke; en el segundo disco del cuarteto de soft-rock Ambrosia, Somewhere I’ve never travelled (1976); o en grabaciones de sus colegas en el jazz-fusion Billy Cobham y Alphonso Johnson. Pero, con el tiempo, acabó retirándose para formar una nueva familia, tras su divorcio de Ian Underwood en 1986.

Con la enorme cantidad de documentales y álbumes póstumos que han aparecido en los últimos diez años, el legado de Ruth Underwood ha resurgido entre los melómanos del mundo. The Furious Bongos, una de las tantas bandas de músicos de conservatorio dedicadas a mantener vigente el repertorio de Frank Zappa, tiene entre sus integrantes a Pauline Roberts, una joven percusionista argentina que se ha especializado en las complicadas líneas que Frank escribió para Ruth.

“Hubo una persona capaz de escribir esta fantástica música, que se preocupaba porque sea tocada correctamente y al escucharla siento que esta música, que perdurará mientras tengamos alguna clase de aprecio por las artes, fue puesta en este mundo para mí”, dice Ruth en el documental de Alex Winter, mientras interpreta al piano The black page (1976). En una entrevista de 1993, cuenta que logró reunirse con Frank pocos meses antes de su muerte. “Fue como un milagro, reunirme con él después de 14 años sin haber tocado una nota y haber tenido algo que ofrecer”.

Ruth Underwood aparece en los siguientes discos oficiales de Frank Zappa & The Mothers Of Invention: Over-nite sensation (1973), Apostrophe (‘), Roxy & elsewhere (1974), One size fits all (1975), Zoot allures (1976), Zappa in New York (1977), Studio tan (1978), Sleep dirt (1979) y en cuatro volúmenes de la serie en vivo You can’t do that on stage anymore, lanzados entre 1988 y 1991.

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