[INFORME] Más de dos años después del cierre formal del relleno sanitario “El Zapallal”, ubicado en el distrito limeño de Carabayllo, nuevas supervisiones revelan una grave situación de deterioro ambiental. De acuerdo con la Resolución N° 00010-2025-OEFA/DSIS, emitida en abril de este año, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) ha exigido la elaboración urgente de un Plan de Cierre integral, tras detectar severas deficiencias en la infraestructura y gestión de residuos en el área.

La resolución detalla que las tres celdas de disposición final —dos para residuos municipales y una para residuos de establecimientos de salud— operaron durante décadas bajo instrumentos de gestión ambiental fragmentados o inexistentes. En el caso de la celda construida en la quebrada N° 2, habilitada en 2021, ni siquiera cuenta con un Instrumento de Gestión Ambiental (IGA) aprobado, pese a haber estado en operación activa hasta febrero de 2023.

Lo más alarmante es que, a la fecha, los lixiviados siguen generándose, acumulándose y siendo recirculados sin tratamiento adecuado. Esta práctica, verificada en enero de 2025 durante una inspección de OEFA, se realiza con camiones cisterna que transportan líquidos altamente contaminantes desde pozas de almacenamiento hasta la parte superior de las celdas, con el fin de reinyectarlos. Este proceso no solo incumple las normas mínimas de cierre, sino que representa un riesgo inminente para el subsuelo y los acuíferos que alimentan la cuenca del río Chillón.

Según los técnicos de OEFA, las plataformas carecen de sistemas impermeabilizantes en la base —geomembranas o capas de arcilla— y los lixiviados se infiltran directamente al terreno. A esto se suma que el suelo sobre el que se asienta el relleno no actúa como barrera geológica natural, por lo que los contaminantes pueden estar llegando ya al acuífero del valle de Chillón, fuente de agua subterránea para varios distritos del norte de Lima.

La resolución también pone en evidencia que las operaciones de cierre técnico nunca comenzaron formalmente, y que el manejo actual es insuficiente y desarticulado. Las acciones observadas —como la quema de gases o la arborización en zonas específicas— no forman parte de un plan integral, y en muchos casos, ni siquiera fueron contempladas en los PAMA o EIA aprobados previamente.

El OEFA ha determinado que las operaciones realizadas por la Municipalidad Metropolitana de Lima —actual responsable del sitio, tras el fin de la concesión con Innova Ambiental— no cumplen con los estándares mínimos definidos por la Ley de Gestión Integral de Residuos Sólidos. Por esta razón, ha ordenado como única medida obligatoria la presentación de un Plan de Cierre completo, que incluya el diseño de cobertura final, control de gases, tratamiento de lixiviados, monitoreo ambiental, medidas post-cierre y, de ser posible, el proyecto de uso del área.

El documento también revela que la vida útil del relleno fue ampliamente sobrepasada, y que en los últimos años de operación se llegó a recibir más del doble de residuos de lo permitido. Para 2021, por ejemplo, se recibieron hasta 4100 toneladas diarias, cuando el límite aprobado era de 1727. Esta sobrecarga aceleró el deterioro de la infraestructura y generó un colapso operativo que se mantiene hasta hoy.

Uno de los puntos más críticos del informe técnico es la existencia de afloramientos visibles de lixiviados por los taludes de las celdas, canales erosionados por escurrimientos ácidos y un deficiente sistema de captación y conducción de aguas residuales. La falta de cobertura final ha facilitado la generación continua de biogás y el riesgo de incendios o explosiones.

En palabras del informe, “las condiciones actuales evidencian que los impactos ambientales negativos difieren sustancialmente de los previstos en los instrumentos ambientales aprobados”. Esto ha motivado a OEFA a dejar sin efecto los requerimientos anteriores y consolidarlos en una sola obligación prioritaria: el cierre ordenado y completo de la unidad fiscalizable.

El caso de El Zapallal es un ejemplo de cómo las brechas regulatorias, la fragmentación institucional y la falta de fiscalización efectiva pueden convertir una infraestructura diseñada para proteger la salud pública en un foco de contaminación regional. A pesar de las advertencias acumuladas desde 2020, las autoridades locales y el Ministerio del Ambiente han permitido que el pasivo ambiental se agrave.

Ahora, con el tiempo en contra y la salud ambiental del valle de Chillón en juego, la responsabilidad recae sobre la Municipalidad Metropolitana de Lima, que deberá demostrar si está en condiciones técnicas y políticas para remediar una crisis que heredó, pero que no puede seguir postergando.

 

[INFORME] La bancada de César Acuña anunció la llegada de nuevos integrantes entre los que se encuentra un acusado de golpear a su expareja y un congresista que exigía a los trabajadores de su despacho entregarle parte de sus ingresos.

Alianza Para el Progreso se ha consolidado, en los últimos días, como la segunda bancada con mayor número de integrantes en el Legislativo. La agrupación que tiene como líder y fundador a César Acuña Peralta incorporó recientemente a tres parlamentarios que le permiten a APP alcanzar el número de diecisiete curules ocupadas en el hemiciclo y únicamente son superados por el grupo parlamentario fujimorista que cuenta con veintiún congresistas en sus filas.

Los nuevos miembros que llegan a la bancada del gobernador de La Libertad son Luis Cordero Jon Tay, Jorge Flores Ancachi y Segundo Quiroz Barboza.  En el caso de Cordero Jon Tay, su llegada a APP se produce luego de un breve paso por Somos Perú que ocurrió luego de obtener su curul gracias a Fuerza Popular.

El historial de los otros dos nuevos miembros de Alianza Para el Progreso también incluye un paso previo por dos bancadas distintas. Mientras que Flores Ancachi integró las filas de Acción Popular antes de pasar a Podemos Perú, Segundo Quiroz llegó al Congreso de la mano de Perú Libre para un tiempo después formar parte del Bloque Magisterial.

EL PEOR ANTECEDENTE

Pero estas incorporaciones también han llevado a que APP reciba serios cuestionamientos debido al escandaloso caso en el cual estuvo involucrado uno de estos nuevos jales. A finales del año 2021, cuando los nuevos inquilinos del Legislativo llevaban pocos meses en el cargo, el dominical Panorama dio a conocer que el congresista Luis Cordero Jon Tay fue denunciado por ejercer violencia física contra su expareja en el año 2014.

Acorde a la denuncia policial que data del mes de enero del 2014, el congresista Cordero había dado puntapiés y jalones de pelo a quien era su pareja. En el año 2023, la mujer que denunció estas agresiones brindó declaraciones al programa “Al estilo Juliana” en las que detallaba los violentos episodios que vivió.

“Me tapaba la cara y sentía sus patadas. Tenía el labio reventado. Me pateó en el pecho, me pateó en el estómago”, declaró la mujer de 41 años al programa de ATV. Sin embargo, pese a la gravedad del testimonio de la expareja del parlamentario, la Comisión de Ética decidió que no se investigue al entonces representante de Fuerza Popular y ahora, poco más de tres años después, Alianza Para el Progreso también decidió ignorar la gravedad de este antecedente.

BIENVENIDA AL MOCHASUELDO

Flores Ancachi también representa una incorporación con un pasado cuestionable. El año pasado, el dominical “Cuarto Poder” expuso que el parlamentario le exigía a quienes trabajaban en su despacho que le den la mitad de sus bonos y el 10% de sus salarios. Pero este caso tampoco fue considerado lo suficientemente grave por APP al momento de incorporarlo a sus filas y, por el contrario, el propio César Acuña se encargó de darle la bienvenida alegando que “su compromiso con la descentralización y la justicia social suma a nuestra lucha por un Perú con desarrollo y oportunidades”.

Cabe señalar que estas incorporaciones se producen a pocos días de la elección de la nueva Mesa Directiva del Congreso y Alianza Para el Progreso está en la búsqueda de retener la presidencia de la misma por tercer periodo consecutivo luego de los triunfos obtenidos con las listas encabezadas por Alejandro Soto (2023) y Eduardo Salhuana (2024).

[INFORME] Durante la ceremonia de lanzamiento de la ruta turística “Caminos del Papa León XIV”, realizada simultáneamente en Chiclayo, Trujillo, Piura y el Callao, la presidenta Dina Boluarte protagonizó un momento incómodo. En pleno acto, anunció la incorporación de la provincia de Santa Cruz, en Cajamarca, al itinerario, aparentemente ignorando que ya formaba parte del diseño oficial. Fue la ministra de Comercio Exterior y Turismo, Desilú León, quien corrigió discretamente a la mandataria durante el discurso: “Está en la ruta, me dice la ministra”, dijo Boluarte, visiblemente sorprendida.

La ruta, presentada como un recorrido espiritual e histórico por los lugares donde el nuevo papa —el cardenal Robert Prevost, ahora León XIV— desarrolló casi cuatro décadas de labor pastoral en el norte del país, incluye entre 35 y 38 atractivos turísticos en las regiones de Lambayeque, La Libertad, Piura y el Callao, y en una próxima fase, Apurímac. El proyecto compromete una inversión de aproximadamente 540 millones de soles, destinados a la restauración de iglesias, museos, señalética y mejoras de accesos. También contempla la participación de gobiernos regionales, locales, la Iglesia Católica, PromPerú y el sector privado.

El sustento técnico del proyecto cuenta con mesas intersectoriales formadas en mayo en diversas ciudades del norte, donde se identificaron rutas integrales que incluyen templos, conventos, playas y centros arqueológicos.

Sin embargo, el traspié al anunciar la supuesta inclusión de Santa Cruz, cuando la provincia ya estaba contemplada, fue captado por los medios. El hecho fue rápidamente reconocido como un “papelón presidencial” y suscitó críticas en redes sociales que denunciaron la improvisación y la falta de dominio sobre el proyecto.

Flyer oficial del gobierno sobre el lanzamiento del proyecto

Consultadas por este medio, dos fuentes anónimas con experiencia en turismo y gestión pública coincidieron en que el incidente refleja una falta de rigor técnico alarmante. Una indicó que: “Este tipo de errores transmite una desconexión entre el mensaje político y la información técnica fundamental, lo cual puede minar la credibilidad del proyecto ante las autoridades locales y las comunidades».

La segunda aportó una reflexión sobre comunicación institucional: “Los anuncios presidenciales deben estar alineados con la planificación oficial. Cuando no ocurre, se genera desconfianza y se debilita la imagen del gobierno”.

Las declaraciones se suman al llamado a mejorar la articulación entre el aparato político y los equipos técnicos, que nuevamente sale a la luz debido a un detalle “básico” omitido durante un evento de gran relevancia mediática.

A pesar del error, durante el evento la ministra León resaltó la conciencia interregional del plan, subrayando que la ruta constituye “un camino espiritual” que “rehabilita la memoria, la fe y la esperanza de un pueblo” y fomentará empleo en múltiples sectores. En tanto, la jefa de Estado calificó la iniciativa como “un homenaje al papa peruano” y anticipó la futura inclusión de Apurímac, región donde también sirvió Prevost.

Hasta el momento no se ha emitido ninguna rectificación oficial ni comunicado aclarando el traspié, pero el episodio deja en evidencia la necesidad de estandarizar discursos y priorizar la precisión ante eventos institucionales. En un contexto donde la población exige solidez y coherencia en la gestión pública, incluso lapsus menores pueden convertirse en símbolos de desorden y falta de preparación.

[MÚSICA MAESTRO] New York: Un estado de ánimo 

A pesar de que seguimos refiriéndonos a New York como «La Gran Manzana » -término creado en los años veinte del siglo pasado- o «la ciudad que nunca duerme» -frase de aquella canción escrita por John Kander y Fred Ebb que Frank Sinatra inmortalizó como emblema de la metrópolis y de sí mismo, grabada para su LP Trilogy: Past present future (1980)-, no existe ninguna otra melodía capaz de reflejar mejor la idiosincrasia neoyorquina que esa balada jazz, elegante y arrabalera a la vez, compuesta por Billy Joel en 1974, en un arranque de melancolía mientras regresaba a su ciudad natal después de tres años de vivir en la Costa Oeste, incluida en su cuarto álbum, Turnstiles (1976).

New York state of mind, con ese piano que parece tocado desde algún oscuro bar cargado de bohemia y humo de tabaco; y el impecable solo de saxo de Richie Cannata, es un sentimental homenaje a aquellos elementos únicamente reconocibles para el verdadero newyorker: la orilla del río Hudson, la ruta del Greyhound, leer el New York Times o el Daily News o dar la vuelta por Chinatown. Este tema, como las películas de Woody Allen, los relatos de J. D. Salinger o los artículos de Norman Mailer, es un estado de ánimo, como apropiadamente dice su nombre.

Billy Joel (76) ha vuelto a los titulares de las secciones culturales y de espectáculos globales en las últimas semanas, por dos razones. La primera, un preocupante diagnóstico neurológico que lo obligó a cancelar, en mayo de este año, todos sus conciertos programados. El nombre técnico es hidrocefalia normotensiva (NPH, por sus siglas en inglés) y es un trastorno cerebral que amenaza con disminuir sus capacidades visuales, auditivas y de equilibrio. Desde este rincón fanático, le deseamos pronta recuperación al pianista que comenzó su carrera haciendo psicodelia (The Hassles, 1964-1969) y hard-rock (Attila, 1969-1970) con influencias británicas para luego convertirse en uno de los personajes más identificados con la rica tradición de estilos estadounidenses, desde el soul hasta el rock.

La segunda, el estreno hace semana y media, en el prestigioso festival de cine de Tribeca, de la primera parte de And so it goes, documental de la HBO, el cual viene recibiendo unánimes elogios al tratarse del primer acercamiento detallado a su tumultuosa vida y exitosa trayectoria artística.

La vida en blancas y negras

El piano, asociado desde su invención a la música clásica e instrumental, siempre fue uno de los instrumentos fundamentales del jazz, el blues y, por supuesto, el rock and roll. La senda trazada por pioneros como Jerry Lee Lewis, Ray Charles y Little Richard fue seguida por personajes como Nicky Hopkins (el sexto Rolling Stone), Ian McLagan (Faces) o Dr. John, el esotérico rey del Mardi-Gras. En paralelo, músicos de jazz como Bill Evans, Oscar Peterson o Thelonious Monk hicieron volar las teclas de sus pianos clásicos con ideas innovadoras y, en casos como el de Sun Ra o Cecil Taylor, casi extraterrestres.

Sin embargo, con la llegada de la psicodelia y el rock progresivo, teclados y sintetizadores pusieron al piano en un segundo nivel de importancia, encargado de ciertos acentos rítmicos pero sin protagonismo real. En virtud de ello, pianistas de formación académica como Ray Manzarek (The Doors), Rick Wakeman (Yes), Keith Emerson (Emerson Lake & Palmer) o Jon Lord (Deep Purple) decidieron desprenderse del rol secundario y terrenal que había adquirido su instrumento para aplicar sus destrezas a la creación de mundos paralelos que combinaban lo acústico con lo electrónico.

Este fenómeno también alcanzó al funk y al jazz, con artistas virtuosos como George Duke, Bernie Worrell, Herbie Hancock o Chick Corea, quienes también se subieron a esa nave espacial futurista y ampliaron las posibilidades expresivas de los derivados tecnológicos del piano -Hammond B-3, Fender Rhoads, Wurlitzer, Moog, etcétera- mientras que músicos de salsa dura como Eddie Palmieri, Richie Ray, Larry Harlow, Rafael Ithier o Papo Lucca mantuvieron al tradicional piano de cola como su principal vehículo expresivo. En ese contexto, desde Londres y New York llegaron dos artistas que devolvieron los Yamaha y Steinway & Sons al pop-rock. Me refiero, por supuesto, a Elton John y Billy Joel.

Una discografía repleta de éxitos

A diferencia de lo que hacen con otros artistas, las emisoras locales dedicadas a propalar música del recuerdo en inglés mantienen en sus programaciones hasta cinco o seis canciones que Billy Joel impuso como éxitos radiales. You may be right y Uptown girl, de los álbumes Glass houses (1980) y An innocent man (1983) por ejemplo, son infaltables en cualquier recuento de rock ochentero, junto a Men At Work, Dire Straits o The Police. Y si se trata de baladas, Just the way you are (The stranger, 1977) y Honesty (52nd Street, 1978) acompañan a las de Air Supply o Chicago cuando se trata de representar la nostalgia romántica que tuvo su principal bastión en el soft-rock de setentas y ochentas.

Esto es mucho más de lo que consiguen otros grupos o solistas de esos años, pensando siempre en radios peruanas, que ven reducidos sus amplísimos repertorios a tres, dos o a veces hasta una sola canción. Y si prestamos atención a las radios norteamericanas -las de dial y las disponibles en aplicativos móviles- la cosa es aun más notoria. Prácticamente todos los temas que colocó en el Top 40 entre 1973 y 1993 -más de treinta- rotan permanentemente en sus programaciones, conservando intacta su vigencia como símbolo de identificación y orgullo entre sus compatriotas. Eso, en estos tiempos en que Donald Trump está convirtiendo a los Estados Unidos en un hazmerreír mundial, es más valioso de lo que el mismo cantautor creyó posible.

¿Por qué ocurre eso con su música?

La respuesta es multiforme, pues abarca aspectos que van desde la veneración y cultivo de aquellos géneros que definieron el alma musical de los Estados Unidos y que él consumió de forma compulsiva durante sus años formativos -jazz, doo-wop, soul, rock and roll- hasta su extremado virtuosismo como pianista, capaz de crear emociones profundas y musicalizar escenas a la manera de una banda sonora en espacios muy cortos, colocando sus solos para que dialoguen íntimamente con cada frase, cada historia y personaje salido de esa galería que entremezcla elementos biográficos y de ficción.

Pero, por sobre todas esas cosas, lo que destaca en este artista es su autenticidad, ese carisma que lo acerca a su público de una forma sincera y personal, tanto en sus temas más distendidos –My life (52nd Street, 1978), Allentown (The nylon curtain, 1982)- como en composiciones más descarnadas –I go to extremes (Storm front, 1989), Big shot (Glass houses, 1980)- en las que saca a relucir esa agresividad tanática que lo llevó, en varios pasajes de su vida, no solo a pelearse con sus amigos o despedir a sus colaboradores, sino que también a autodestruirse, con graves periodos de alcoholismo y actividades que ponían en riesgo su integridad, como cuando casi se mata por ir a toda velocidad en una motocicleta en una carretera en Long Island en 1982, durante uno de sus periodos de mayor éxito comercial.

Además de excelente instrumentista y compositor, Billy Joel es un gran escritor de letras, aspecto que puede quizás desapercibido en nuestro país, donde las canciones en inglés pegan más por sus ritmos y sonidos que por sus mensajes. De una manera diferente a la que desarrollaron otros icónicos letristas como Bob Dylan, Tom Waits o su paisano Lou Reed, Joel ofrece una poesía urbana equilibrada, sin proponer discursos proselitistas ni escarbar en las miserias del comportamiento humano. En cambio, usa un lenguaje claro y sencillo para tocar temas profundos -política, problemas sociales, dramas personales- pero acercándolos a ciudadanos comunes y corrientes que trabajan, que piensan, que sobreviven entre la ilusión y el desencanto cotidiano.

Desde el romanticismo de She’s always a woman (52nd Street, 1978) hasta el sarcasmo frente a la historia mundial y sus vaivenes en We didn’t start the fire (Storm front, 1989), cada letra de Billy Joel revela una forma de pensar abierta, inteligente y libre de prejuicios, desde dardos hacia la mojigatería judía de Only the good die young (The stranger, 1977) hasta crónicas personales como la hiper conocida Piano man (Piano man, 1973), sobre uno de sus primeros trabajos tocando en un bar de mala muerte de Los Angeles, para públicos indiferentes que solo reclamaban una música de fondo para seguir ahogando sus penas en alcohol.

Las otras canciones de Billy Joel

En 1986, ya convertido en una superestrella, Billy Joel publicó The bridge, considerado por él mismo como el más débil de su catálogo. En esta décima producción en estudio aparecen, sin embargo, dos hermosas canciones que han recibido poca o nula atención entre nosotros. Una es Baby Grand, que canta y toca a dúo con uno de sus ídolos, Ray Charles, un homenaje al piano, nada menos. Y la otra es una balada inspiradora titulada This is the time que alguna rotación tuvo en su momento pero hoy es ignorada por todas las radios que se reclaman a sí mismas portadoras de “la voz de los ochenta”.

Del mismo disco, los programas televisivos nos dieron a conocer un guitarrero tema de pop-rock, A matter of trust, con un simpático videoclip en que Billy y su banda recrean un ruidoso un ensayo al interior de un condominio, ante la protesta de algunos vecinos mientras que otros disfrutan del improvisado concierto gratuito. Previamente, Gerardo Manuel difundió ampliamente los videos de canciones hoy olvidadas como Sometimes a fantasy (Glass houses, 1980); The longest time (An innocent man, 1983), su definitivo tributo al doo-wop vocal, cuyo video evoca a las viejas amistades de la infancia; She’s right on time y Pressure (The nylon curtain, 1982).

Si vamos más atrás, encontraremos sorpresas como el vertiginoso instrumental Root beer rag (Streetlife serenade, 1974); la tierna balada She’s got a way (Cold spring harbor, 1971, su álbum debut); Miami 2017 (Seen the lights go out on Broadway), otro homenaje a New York (1976); las confesionales Summer, Highland falls (Turnstiles, 1976) o Streetlife serenader, tema-título de su cuarto LP (1974), inspiradas en su propia carrera. Y no podemos dejar de mencionar las personalísimas Lullabye (Goodnight my angel), dedicada a su primera hija, Alexa (River of dreams, 1993) o Leningrad (Storm front, 1989), sobre una anécdota vivida durante su gira pionera a la Unión Soviética.

All for Leyna (Glass houses, 1980) es otro ejemplo de esas canciones que, a pesar de haber sonado en su tiempo, hoy están desaparecidas de las radios. Y es una de las pocas en que, además del piano, Joel da protagonismo a los teclados. En este caso, es un sintetizador Oberheim OB-X, muy común en las canciones ochenteras de Styx, Madonna o Eurythmics. También pasa eso en Just the way you are (The stranger, 1977), en que la línea melódica principal es tocada desde un Fender Rhoads, muy popular entre los músicos jazz y soft-rock, así como estrellas del R&B como Billy Preston y Stevie Wonder.

Scenes from an Italian restaurant (The stranger, 1977), nunca se lanzó como single. Sin embargo, es una de las favoritas de su público, sobre todo en conciertos, donde es infaltable. La historia de Brenda y Eddie, su ascenso como «los reyes de la promoción» y su declive en la vida adulta, inicia y termina como una de sus clásicas baladas, pero en medio pasa del jazz al rock en siete minutos de cinemática pura, una historia de ideales juveniles y duras realidades personales que transcurren con New York como escenario.

Entre las composiciones no muy difundidas de Billy Joel figura Goodnight Saigon (The nylon curtain, 1982), en que el artista recuerda a los soldados en Vietnam, usando testimonios de amigos suyos caídos en combate. En el 2013, cuando el músico recibió el premio Kennedy Center Honors por sus contribuciones a la cultura pop estadounidense, rompió en llanto cuando el emotivo coro fue interpretado por un grupo de veteranos de guerra. Y, en el 2001, estrenó algunas de sus composiciones en clave clásica, en el disco Fantasies & delusions, tocadas por el pianista coreano-británico Richard Hyung-ki Joo, mostrando una faceta diferente de su inspiración musical.

Un artista para ver en vivo

Desde que lanzó Songs in the attic (1981), su primer álbum en concierto, quedó claro que Billy Joel no solo era un sofisticado instrumentista dentro de los estudios de grabación sino también un electrizante acto en directo, capaz de contagiar a sus audiencias con el poder de sus interpretaciones y acompañado por una banda estable que trabajaba con él en ambos campos.

Dos años antes, en 1979, estuvo en el histórico festival Havana Jam -un intento de Fidel Castro y Jimmy Carter de poner paños fríos a la tensa relación entre sus países-, compartiendo cartel con Weather Report, Kris Kristofferson, Pablo Milanés y la Fania All-Stars. Lamentablemente, no existen registros de aquella actuación que cerró esos tres días en el Teatro Carlos Marx de La Habana, Cuba.

Entre 1971 y 1972, sus dos primeros años como solista, Joel se fogueó como telonero de conocidas bandas como The J. Geil’s Band, B. B. King, The Mahavishnu Orchestra o The Beach Boys -años más tarde estuvo presente en un homenaje a Brian Wilson, interpretando la que considera su canción favorita del grupo, Don’t worry baby-, y llegó a tocar junto a ellos en el festival de cuatro días Mar y Sol, llevado a cabo en Puerto Rico, en abril de 1972, aunque ninguna de sus canciones fue incluida en el LP doble que salió ese mismo año como resumen de aquellas jornadas.

Entre 1975 y 1981, su banda la integraron Liberty DeVitto (batería), Doug Stegmeyer (bajo), David Brown, Russell Javors (guitarras) y Richie Cannata (saxos, flautas), a quienes conocía desde su adolescencia. En 1982, Cannata fue reemplazado por Mark Rivera, saxofonista conocido por su trabajo previo con Foreigner. Con ellos realizó, en 1986, una histórica tanda de seis conciertos en la Unión Soviética, tres en Moscú y tres en San Petersburgo -entonces llamada Leningrado- que fueron base para su segundo disco en vivo, titulado Концерт (“concierto” en alfabeto cirílico), documento de una de las primeras giras de un rockero exitoso en ese país, cinco años antes de la Perestroika.

El año 1993 apareció el que sería su último álbum de pop-rock, River of dreams (1993). Las tres décadas siguientes, entre 1994 y 2024, se dedicó a tocar en vivo la mayor parte del tiempo, en giras que incluyeron la mundialmente exitosa Face to face junto a su colega Elton John -los años 1994-1995, 1998, 2001-2003- y más de cien recitales en el emblemático Madison Square Garden de Manhattan, entre enero del 2014 y julio del 2024, uno por mes.

En medio, se dio el lujo de clausurar el legendario Shea Stadium (2008), en un concierto que tuvo invitados de lujo como Paul McCartney, Roger Daltrey (The Who), Steven Tyler (Aerosmith), la estrella del country Garth Brooks, el guitarrista John Mayer y Tony Bennett, quien hizo suya New York state of mind. Otro símbolo de New York, Barbra Streisand, también hizo dúo con Joel en su álbum Partners (2014). Previamente, la cantante y actriz había incluido el tema en su vigésimo álbum Superman (1977).

“Es nuestro pianista, una hermosa y maravillosa parte del corazón de nuestra ciudad” dijo el actor Robert de Niro, fundador del Tribeca Film Festival donde se estrenó el documental que lleva el nombre de una melancólica balada incluida en Storm front (1989). Una frase que resume el cariño y agradecimiento que da New York al hombre del piano.

 

 

[EL DEDO EN LA LLAGA]  En la historia del cine suele siempre aparecer una que otra película de carácter controvertido, que termina incomodando a sectores del status quo y que, por lo tanto, se ve amenazada por la censura, de manera abierta o soterradamente bajo pretexto de defender ciertos valores burgueses que la obra de marras cuestiona. Éste es el caso del film “o.k.” del cineasta bávaro Michael Verhoeven (1938-2024), que generó un escándalo durante el Festival Internacional de Cine de Berlín de 1970—conocido popularmente como la Berlinale—, llevando a su cancelación ese año.

La película, basada sobre un incidente real de la Guerra de Vietnam donde cuatro soldados estadounidenses violaron y asesinaron a una joven vietnamita, tiene una curiosa puesta en escena de corte experimental. Después de que los seis protagonistas alemanes —encarnando a los cinco soldados de la tropa y a la chica violada— se presentan personalmente, indicando quiénes son y a qué personaje representan, señalan que Vietnam está demasiado lejos y, por lo tanto, la historia se desarrollará en el escenario del bosque bávaro. Aun manteniendo los nombres ingleses originales de los participantes de la historia original y la ficción de que se hallan en Vietnam, los actores se comunicarán en dialecto bávaro. Lo que podría generar la sensación de hallarnos ante un recurso ridículo para contar una historia sobre soldados norteamericanos, termina dándole un carácter más universal al incidente contado: lo que vemos podría ocurrir en cualquier parte del mundo. Y si en muchos filmes hollywoodenses vemos a actores estadounidenses encarnando a soldados alemanes hablando en inglés, ¿por que no sería también legítimo un film donde actores alemanes encarnen a soldados estadounidenses hablando en alemán? De hecho, la película funciona y logra impactar por la crudeza de sus escenas, acentuada por la atmósfera documental que transmite la fotografía en blanco y negro.

“o.k.” de Verhoeven fue la entrada oficial de Alemania en la Berlinale. El jurado, presidido por el director estadounidense George Stevens. decidió tras la proyección inicial del film, por 7 votos a favor y 2 en contra, devolver la película al comité de selección y exigir una nueva evaluación para determinar si era apta para entrar en competencia. Se argumentó que era dudoso que la película promoviera el entendimiento entre los pueblos, como establecía una directriz de la FIAPF (Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos). El yugoslavo Dušan Makavejev, miembro del jurado, no estuvo de acuerdo con este proceder ni con la presión ejercida por Stevens sobre otros miembros y se opuso a lo que consideró un acto de censura. Se desató un debate público, instigado por el director Michael Verhoeven y su productor Rob Houwer, hubo protestas y y el cine Zoo-Palast, donde se celebraba el estreno, fue ocupado. Verhoeven defendió su película afirmando durante una conferencia de prensa: «No he hecho una película antiamericana. Si yo fuera estadounidense, incluso diría que mi película es pro-estadounidense. La mayor parte del pueblo estadounidense hoy está en contra de la guerra de Vietnam». Otros cineastas protestaron, algunos retiraron sus películas y, finalmente, el jurado claudicó. La Berlinale tuvo que ser cancelada —hasta ahora, la única vez en su historia—, las proyecciones se suspendieron salvo algunas excepciones y no se otorgaron premios. Al año siguiente, la Berlinale de 1971 sería organizada bajo nuevos criterios.

Tras este controvertido estreno y su limitada distribución posterior, la película estuvo prácticamente inaccesible durante décadas. La primera edición en DVD de “o.k.” de Michael Verhoeven fue lanzada en marzo de 2021 como parte de la colección Edition Filmmuseum. Esta edición fue considerada una “pequeña sensación cinematográfica” por las razones ya expuestas.

Por su interés y actualidad, reproduzco aquí una parte del guion del film. El soldado Eriksson, el quinto hombre de la unidad de tropa, quien se niega a participar de la violación y asesinato de la joven vietnamita, huye para denunciar los hechos ante las autoridades, entablándose el siguiente diálogo:

Capitán Vorst: ¿Ha pensado bien lo que está diciendo?

Soldado Eriksson: Sí.

Capitán Vorst: ¿Por qué está tan empeñado en presentar una acusación?

Soldado Eriksson: Yo le he informado de esto, y usted tiene que reportarlo a las autoridades.

Capitán Vorst: No tengo que hacer nada, amigo. ¡Que le quede claro, ¿eh?! Lo entiendo, usted es un joven despierto, y no le gusta que ocurran este tipo de atrocidades. Eso está bien. Pero está olvidando algo: Nosotros defendemos la libertad de este país y de todo el mundo libre y democrático, y sus derechos humanos. Y por esa defensa hacemos los mayores sacrificios. Piénselo un momento, los innumerables sufrimientos de los soldados estadounidenses por el pueblo vietnamita. Entonces se dará cuenta por sí mismo, ¿no es cierto?, de que una historia como ésta, por triste que sea en este caso particular, no debe ser magnificada.

Soldado Eriksson: Los llevaré a todos ante un tribunal militar.

Capitán Vorst: ¿Y qué gana con eso, hombre? Bien, que los lleven ante un tribunal militar y los condenen. Pero es probable que los liberen en muy poco tiempo. Y ahora le pregunto:
¿Cómo voy a protegerlo a usted entonces? ¿Cómo voy a protegerlo, Eriksson, de la venganza de esos hombres? ¿No tiene una respuesta para eso? Reilly, el sargento Meserve es de su unidad. ¿Qué clase de hombre es?

Teniente Reilly: Señor, me gustaría decirle algo al joven. Yo también tuve un problema como el suyo, Eriksson. Fue en Virginia, en casa. Pero lo dejé pasar, porque el sistema es así. Y entonces habría que cambiar el sistema. Y en la guerra hay mucho más sistema.

Capitán Vorst: ¡Reilly! Le pregunté por el sargento Meserve.

Teniente Reilly: Señor, el carácter y el valor del sargento Meserve están entre los mejores que conozco. Es uno de los mejores combatientes que he visto, un soldado de primera, que nunca comete un error, cumple cada orden sin rechistar. Se alistó voluntariamente al ejército y a Vietnam. Como soldado, si me lo pregunta: sobresaliente.

[…]

Capitán Vorst: Ahí lo tiene. Es un tipo excelente, ese sargento.

Soldado Eriksson: Es un cerdo asqueroso.

Capitán Vorst: Cállese, muchacho estúpido.

Soldado Eriksson: Puedo decir lo que pienso.

Capitán Vorst: ¡Puede una mierda! ¡Es usted un soldado! […] Tal vez haya una justicia superior, que Meserve y los demás, con su culpa, su culpa indudable, nadie podrá quitársela. Ellos tendrán que cargar con eso.

Soldado Eriksson: Qué aire tan denso hay aquí…

Capitán Vorst: Eriksson, usted representa a la nación estadounidense. Todo lo que hace, lo hace en nombre del pueblo estadounidense. Así son las cosas. No estamos aquí por gusto. Tenemos una misión, una muy difícil. ¿Qué quiere entonces? Con una denuncia como esa, daña la causa de la paz, la campaña estadounidense por la paz y la libertad del mundo occidental.

Soldado Eriksson: ¿No se puede hacer nada?

Capitán Vorst: ¡Compórtese ahora! Puede estar agradecido de que no le inicie un proceso
por separarse de su tropa. Bien, tenía que desahogar su corazón. Y con eso basta. Esto queda entre nosotros y aquí termina. Tendrá que mostrar un poco de magnanimidad con sus camaradas. Eso también forma parte de ser soldado. Yo me encargaré de hablar con ellos.

Soldado Eriksson: Me siento mal.

Capitán Vorst: Teniente Reilly, lleve a Eriksson de vuelta con su unidad. Y piense en una cosa más. Este asesinato no ocurrió en los Estados Unidos, sino fuera de la civilización. Es decir, en el campo de batalla.

Hasta aquí el diálogo.

Que los soldados también cometen crímenes en tiempos de guerra, y que los ejércitos buscan encubrir esos crímenes so pretexto de honor y gloria, de las causas que están defendiendo o de los enemigos que combaten, ya lo tenía claro Michael Verhoeven. Y también sabía de los problemas que ocasiona expresar eso en público. Algo similar ocurriría décadas después cuando en el año 2006 estrenara su documental “El soldado desconocido” (“Der unbekannte Soldat”), que daba cuenta de los crímenes cometidos por el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial, partiendo de una exposición de fotos provenientes en su mayoría de personas privadas, realizada en 1997 en Múnich. Esas fotos documentaban matanzas de civiles y población judía realizada no por miembros de las SS, sino por soldados comunes y corrientes, algunos de los cuales aparecían incluso sonriendo al lado de muertos ejecutados. Esto destruía la imagen que muchos alemanes tenían de sus padres y abuelos, a los cuales consideraban meros combatientes sin militancia política que habían cumplido órdenes y que no se habían visto envueltos en atroces crímenes de guerra. Verhoeven amplía la información de las fotos con entrevistas y declaraciones de académicos, historiadores y testigos. A destacar lo dicho por un académico, que señala que el honor es siempre personal, y que quien hace depender su honor de la institución a la que pertenece, tendrá que cargar con las consecuencias de lo que ello implica. En otras palabras, la institución nunca es pasible de ser ella misma la portadora del honor.

Todas estas reflexiones son aplicables a lo que hicieron las fuerzas armadas peruanas durante su lucha contra el terrorismo en las décadas de los ochenta y noventa. También se cometieron crímenes que deben ser juzgados y que, por definición, no prescriben, pues se trata de graves violaciones de los derechos humanos. Y tanto hoy como ayer, en contextos diferentes, también hay quienes pretenden encubrir esos crímenes aduciendo como justificación la causa por la que lucharon los combatientes: la victoria sobre el terrorismo, sin tener en consideración que no hay causa ni ideal que puedan jamás justificar los asesinatos, las torturas ni las violaciones sexuales en perjuicio de la población civil ni de personas indefensas, sean quienes sean.

[MIGRANTE AL PASO] Todo apagado, muy cansado para leer y unas cuantas luces de las pantallas alrededor. Envidio profundamente a la gente que puede dormir en vuelos. Yo me quedo viendo el mapa y ojeando las películas que ven otras personas. Felizmente estoy acostumbrado porque antes la pasaba mal. Encima, mis rodillas chocan con el asiento delantero. 12 horas de Lima a Ámsterdam. 3 horas de espera y una hora más hacia Londres. La diferencia en el pragmatismo y lógica de transporte es abismal comparada a Sudamérica. Sales de una estación de metro en el mismo aeropuerto para ir adonde sea. Piccadilly Line, una hora y media y ya estaba a 100 metros de la casa de mi amigo donde me estoy quedando. Cuando me subí al avión, antes de casi un día de viaje, no tenía idea de qué escribir. De hecho, estaba en un punto en que ya no sabía ni qué pensar. Bastó dar una vuelta a la manzana, luego de dejar mis maletas, para que se me ocurra hasta ideas de cuentos o novelas. Me picaban los pies. No estoy hecho para ser estacionario e iba más de seis meses sin moverme de Lima. Ya lo tenía planeado, iba a ser un tiempo de ahorro y ya cuando regrese voy a terminar de saldar mis deudas. Así que, dentro de todo, por más que no salió exactamente como quería, logré lo que había planeado. Así que me espera una semana de goce. Cultura, pubs y buena música.

La cultura migratoria de este país es admirable. En el metro, escuchabas decenas de idiomas. Gente de todo el mundo. Caminando por Islington en Finsbury Park, al norte de Londres. Todos los pubs, restaurantes y hasta peluquerías y mini markets tenían el escudo del Arsenal. Graffitis de Thierry Henry y Bergkamp. Cruzamos un puente y, a la derecha, sin saberlo, aparece el Emirates Stadium. El famoso estadio donde se juegan partidos de grandes competencias. Los alrededores se vuelven áreas recreativas. Le dimos la vuelta y pasábamos por monumentos dedicados a momentos y jugadores emblemáticos del club, todo estaba decorado con carteles celebrando la victoria de la Champions League, del equipo femenino. Mi amigo me cuenta que ese día, toda la zona se convirtió en fiesta. Después de todo, fue en este país que se inventó el fútbol y este club tiene 138 años.

Cada respiro iba despertando mi espíritu nuevamente. Sonreía cada vez más. Niños jugando un 2 vs. 2, usando sus mochilas como arco. Gente practicando en patines o skate. Un par de borrachos. Grupos de jóvenes conversando a los pies del estadio. Solo unos pocos turistas. Varias de estas cosas ya no se ven mucho en Lima o solo ocurren en zonas específicas. Ya sea por seguridad o porque el tráfico ya impide hasta las actividades cotidianas. En teoría, la zona de North London es algo picante, pero los niños pueden salir solos; el nivel de riesgo comparado al que estamos acostumbrados es nulo.

Le dimos la vuelta al estadio y seguimos paseando. No caminamos mucho, ya era tarde y no había dormido por día y medio. Pasamos por 2 restaurantes griegos, incontables kebabs, restaurantes indios, comida china, bares jamaiquinos, tiendas con letras de idiomas irreconocibles, todo en 5 cuadras. En esta ciudad puedes encontrar lo que quieras. Se suele pensar que la comida inglesa es espantosa, y es verdad que los fish and chips, el plato típico, no tienen nada de especial, pero la verdad es que hay tanta variedad que encuentras algo bueno sin lugar a dudas y de lo que te provoque. Escuchamos una quena y un cajón a lo lejos, era huayno. En mitad de Londres había un grupo de peruanos tocando y cantando. Es de locos. Nos quedamos escuchándolos un rato. Estábamos en una calle rodeados de gente en turbante, algunos con vestimentas típicas de países africanos, los clásicos señores ingleses tomando pints de cerveza, y, de fondo, música peruana.

Así fue mi primera noche en Londres. Interactuando con decenas de culturas en unas pocas cuadras. No entiendo la queja extrema hacia los migrantes que siempre ha existido y en los últimos años ha regresado con fuerza. A mi forma de ver las cosas, mientras más culturas permitas que ingresen en tu país, se vuelve un lugar mejor. Más variado y diferente, por lo tanto, más cosas por ver y aprender. Ahora estoy en bus hacia Manchester, a casi 350 kilómetros de Londres. Los edificios se vuelven casas con el típico semisótano, luego campos y, finalmente, bosques. Así es como en solo unas horas recuperé las ganas de conocer. Viajar te desestanca, los problemas del día a día se vuelven pequeños. En realidad, vuelven a su magnitud verdadera. Yo tiendo a engrandecer pequeñas nimiedades. Al final, solo tienes que respirar y moverte, sin necesidad de pensar mucho. Ahora se vienen días divertidos y el esperado concierto de Oasis, en su propia ciudad. No vale la pena entrar en arrepentimiento y remordimiento cuando estás yendo a un concierto de rock junto con 80 mil personas.

[PIE DERECHO] Por más que uno busque, con paciencia de entomólogo y generosidad de arqueólogo, no se encuentra en la derecha peruana una voluntad auténtica de enmienda ni una inteligencia política que le permita trascender sus miserias internas. A pocos días de que venza el plazo para la inscripción de alianzas, lo único que se advierte es el ruido de sables herrumbrosos y egos inflamados. Salvo el tímido y tardío pacto entre el Partido Popular Cristiano y el general Roberto Chiabra, la derecha parece decidida a confirmar su vocación suicida.

Hay algo casi shakesperiano en este derrumbe, pero sin la grandeza del drama. Los actores no son Macbeth ni Ricardo III, sino caricaturas menores de políticos que, enceguecidos por la vanidad o los intereses de corto plazo, desprecian cualquier posibilidad de unidad. No han entendido —o lo entienden y no les importa— que si no se presentan como un bloque mínimamente cohesionado, quedarán reducidos a una comparsa de exabruptos y memes.

Mientras tanto, la izquierda, con el olfato afinado por décadas de marginalidad y exclusión, intuye que se avecina una oportunidad histórica. Harán bien en explotar el desencanto popular, ese caldo de cultivo ideal para un discurso radical que promueva la refundación y el antipoder. La derecha, en cambio, sin narrativa ni liderazgos, se entrega a la intrascendencia.

¿Aparecerá acaso un outsider, un Mesías de derecha que pueda encarnar las esperanzas del orden, el mercado y la mano dura? Tal vez. Pero los milagros, en política, suelen ser tan escasos como los hombres de Estado.

Así, la derecha camina hacia el abismo con paso firme, convencida —como buen personaje trágico— de que la culpa siempre es de otros. No entienden que no basta tener razón, ni defender buenas causas: hay que saber conquistarlas. Y, sobre todo, hay que merecer el poder.

La del estribo: necesario leer Para entender el conflicto palestino israelí, de Farid Kahhat y Rodolfo Sánchez Aizcorbe. Bien documentado y lleno de datos fácticos, muestra los entretelones y contexto que ayudan a entender la tragedia que hoy acontece en Gaza. Se presenta el domingo próximo en la Feria Internacional del Libro, pero ya está en librerías.

[OPINIÓN] Hay momentos en que el silencio es cómplice. Y este es uno de ellos.

Vivimos inmersos en una época donde la mentira no necesita disfraz, basta con repetirla lo suficiente y rodearla de aplausos comprados para convertirla en verdad. La mediocridad se ha institucionalizado: gobierna, legisla, sentencia y hasta pontifica desde sets de radio—internet y televisión. Mientras tanto, la gente —esa que debería indignarse— prefiere creer cualquier fábula antes que enfrentarse al vacío que deja la realidad.

Hoy es posible imponer ideas sin sustento, sin estudios previos, sin lógica ni presupuesto. Basta una puesta en escena, una promesa ruidosa y un ejército de perfiles digitales dispuestos a insultar al que cuestione. Porque ya no se trata de razonar, sino de “sentir que algo es cierto”, aunque la evidencia diga lo contrario.

Lo más grave no es que existan quienes manipulan, sino que abundan quienes se dejan manipular; y lo hacen con con entusiasmo. Personas ilustradas, con títulos y trayectoria, de “buena familia” disque, y que por conveniencia, nostalgia o simple terquedad, prefieren cerrar los ojos ante lo evidente. Y cuando el delirio se les vende como esperanza, lo compran al contado y lo defienden a ciegas.

Esa necesidad colectiva de creer en algo —lo que sea— ha convertido la política en espectáculo y la gestión pública en una farsa. Aquí, lo absurdo se celebra, lo ilegal se normaliza y lo peligroso se minimiza. Y cuando alguien osa levantar la voz, así sea por defender la legalidad, lo tildan de aguafiestas, de negativo o, peor aún, de “enemigo del progreso”.

Pero no nos engañemos. Detrás de cada cortina de humo hay incompetencia, improvisación o intereses inconfesables. Y quienes aplauden desde las tribunas lo hacen no porque no entiendan, sino porque prefieren no entender. Porque duele menos aplaudir que pensar.

Así funciona este tiempo: la ignorancia se premia, la duda se castiga y el sentido común es un lujo en extinción.

Por eso, este no es un artículo para señalar con el dedo, sino para poner un espejo. Y ya se sabe: a quien le caiga el guante, que se lo chante. Porque no hay peor ciego… que el que no quiere ver.

[INFORMES] La Municipalidad de Lima invierte más de ochocientos mil soles en la adquisición de modernos y costosos equipos para la filmación, transmisión y edición de los eventos del alcalde Rafael López Aliaga.

El escándalo por los trenes adquiridos por la Municipalidad de Lima sumó un nuevo e indignante capítulo durante la última semana cuando se conoció que el alcalde Rafael López Aliaga había organizado, con recursos de la municipalidad, un concierto en el Parque de la Muralla.

Aunque apenas se trataba del primer lote de trenes y la fecha en la cual estos entrarán en funcionamiento todavía es una incógnita, el burgomaestre limeño consideró oportuno contratar los servicios de artistas, como el cantante Deysi Orozco, para celebrar la llegada de estos trenes al territorio nacional. Esta situación incluso llevó a que la parlamentaria Susel Paredes solicite en una carta dirigida al alcalde que se detallen los gastos destinados para este evento.

Sin embargo, este no parece ser el primer ni último gasto importante en eventos públicos que ha recibido luz verde por parte de la gestión del alcalde López Aliaga en lo que, coincidentemente, es la antesala a las elecciones presidenciales en las cuales el líder de Renovación Popular tiene innegables deseos de ser protagonista. Sudaca pudo conocer algunos de estos nuevos y costosos gastos.

¿CAMPAÑA ADELANTADA?

Aunque, tras salir victorioso en las elecciones de 2022, Rafael López Aliaga asumió un compromiso con la Municipalidad de Lima hasta el año 2027, sus aspiraciones presidenciales para el 2026 han quedado en evidencia desde el principio y estaría planeado que en el próximo mes de octubre se concrete su alejamiento temporal del sillón municipal para enfocarse en su campaña.

No obstante, mientras todavía ostenta el cargo, el alcalde de Lima estaría sacando el mayor provecho a la plataforma mediática que le ofrece la Municipalidad Metropolitana de Lima para tener toda la exposición en medios de comunicación tradiciones y redes sociales, y no planearía escatimar gastos para que su imagen y discursos tengan el mayor alcance posible.

Si bien no hay un impedimento para que el político del partido celeste lleve a cabo su plan de postular a las elecciones presidenciales, el uso que le está dando al presupuesto que tiene bajo su responsabilidad empieza a llamar la atención ante un notorio incremento en algunas áreas de la Municipalidad de Lima que coinciden con lo que serían sus últimos meses como alcalde.

Sudaca pudo conocer algunos de estos nuevos y elevados gastos. Uno de ellos ha tenido como protagonista a la Oficina General de Comunicaciones y Relaciones Interinstitucionales que ha tomado la decisión de adquirir numerosos  y costosos accesorios audiovisuales para el evento que el alcalde López Aliaga tiene planeado para el mes de julio.


Con la excusa de las fiestas patrias, la Municipalidad de Lima vio con buenos ojos nutrir a su Oficina General de Comunicaciones y Relaciones Interinstitucionales con radio transmisores, baterías para drones y diversos implementos que le aseguren la transmisiones en vivo en las redes de la municipalidad.


Pese a que en las últimas semanas voces de distintas tendencias políticas han coincidido en alertar sobre el endeudamiento irresponsable producto de la gestión actual, el alcalde de Lima no ha tenido inconvenientes en gastar más de treinta mil soles para asegurarse las transmisiones en vivo de su evento por 28 de julio.


¿ALCALDE o STREAMER?

Pero en estos meses también se llevó a cabo una segunda contratación a cargo de la Oficina General de Comunicaciones y Relaciones Interinstitucionales. En esa oportunidad, y tal como lo detallan en el documento oficial, el propósito una vez más es atender las necesidades de producción en vivo y streaming de la Municipalidad de Lima.

Divicam fue el postor al cual le compraron micrófonos profesionales, switcher de video digital, consola de audio y generador de audio por la nada económica cifra de S/. 28641.00 en este proceso que tuvo lugar durante el presente mes de julio.


La polémica con estos gastos se ve potenciada debido a que gran parte de sus discursos en estos eventos oficiales no se centran en la importancia de las obras que realiza la municipalidad ni en temas que conciernen a los intereses de la ciudad sino en repetidos ataques a sus adversarios políticos y la insistencia en sus principales banderas de campaña, como la salida de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

RENOVACIÓN AUDIOVISUAL

Pero estas no han sido las únicas adquisiciones que la Municipalidad de Lima y su Oficina General de Comunicaciones y Relaciones Interinstitucionales han realizado. Sudaca pudo revisar los contratos con estos proveedores y conocer que se invirtieron más de doscientos mil soles en adquirir cámaras de alta gama para transmitir los eventos de López Aliaga.


Para el año 2024, la Municipalidad de Lima había gastado cerca de cuarenta mil soles en un equipo de sonido, S/. 31,100.00 en un equipo audiovisual, S/. 19,992.00 en un software para la edición de videos y otros gastos de esta magnitud que estaban orientados a la Oficina General de Comunicaciones y Relaciones Interinstitucionales.


Acorde a la información disponible en el portal Transparencia Económica con respecto a los años 2023 y 2024 y únicamente teniendo en cuenta las adquisiciones hechas al proveedor Divicam SAC, la Municipalidad de Lima ha gastado un total de S/. 348,689.95 en herramientas para su oficina de comunicaciones.


En el caso del proveedor Cuy Technologies, el portal de Transparencia económica arroja otra cifra que llama la atención. Mientras que otros años no llegaba ni a cien mil soles en venta de este tipo de productos a la Municipalidad de Lima, la gestión del alcalde López Aliaga gastó un total de S/.  483,849 sólo durante el 2024.

Si bien el alcalde López Aliaga está habilitado para incursionar en la carrera por la presidencia del Perú, esta elevada inversión en el área de comunicaciones en un contexto marcado por las alarmas de un endeudamiento millonario plantea una interrogante razonable: ¿la Municipalidad de Lima está cubriendo una necesidad real de los limeños o esto es parte de una estrategia para darle cobertura a la campaña presidencial a costo cero para el alcalde?

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