[INFORME] Este nuevo capítulo sobre el funcionario de la Municipalidad de Lima que exigía a las trabajadoras a su cargo que le entreguen parte de sus salarios revela en exclusiva el contenido de las llamadas de este coordinador en las que brinda detalles sobre lo que ha estado ocurriendo en la Subgerencia de Desarrollo Social.

En los pasillos de la Municipalidad de Lima no se están viviendo precisamente tiempos de estabilidad. Tal como dio a conocer Sudaca en el informe titulado MOCHASUELDOS MUNICIPAL, el caso de Giancarlos Edwin De La Torre Alfaro ha sacado a la luz la presencia de un funcionario que estuvo llevando a cabo una extraña forma de manejar el presupuesto que tenía bajo su responsabilidad y le reclamaba a trabajadoras mujeres, incluso de forma intimidante, una parte y hasta la totalidad de su salario.

En el informe periodístico presentado anteriormente, este medio dio a conocer algunos de los testimonios de las trabajadoras a quienes De La Torre Alfaro les exigió realizarle depósitos mensuales con parte de sus ingresos. En esta oportunidad, Sudaca accedió a dos llamadas entre el funcionario municipal y algunas de estas trabajadoras en las que detalla la peculiar forma de proceder del coordinador de la Subgerencia de Desarrollo Social.

ASÍ SE MANEJAN EL PRESUPUESTO

Durante los últimos meses, la situación económica de la Municipalidad de Lima ha estado bajo la mirada pública en más de una oportunidad. Las alarmas por endeudamiento y los gastos avalados por el alcalde López Aliaga en conciertos y contratos a gente cercana han llevado a que la desconfianza vaya en aumento.

La situación que involucra a este coordinador de la Subgerencia de Desarrollo Social no ayuda a calmar estas preocupaciones y, por el contrario, ha terminado exponiendo la falta de rigurosidad en el manejo del presupuesto que tienen a su responsabilidad y las extrañas situaciones que han estado ocurriendo, por lo menos, desde el año pasado.

La siguiente imagen corresponde al extracto de una llamada entre Giancarlos Edwin De La Torre Alfaro y una de las trabajadoras a las que este coordinador de la Subgerencia de Desarrollo Social le exigía constantemente que le deposite diversos montos. En esta conversación telefónica, Jessica Hurtado explica la situación de la trabajadora Paola Castillo.

Según relata Hurtado, el funcionario municipal le había exigido a Castillo la totalidad de uno de los pagos que iba a recibir con la excusa que estaba recibiendo un monto superior al que le correspondía. Sin embargo, al consultar con otros trabajadores, a Castillo se le informa que el dinero que se le iba a pagar era el que le correspondía y, por lo tanto, no había una justificación para que le entregue a De La Torre su primer sueldo.

En esta llamada De La Torre admite que su accionar con diversas trabajadoras pidiéndoles diferentes sumas de dinero se encontraba bajo la lupa. “Ahí están jodidas”, le indica el coordinador a Hurtado sobre la situación de estas trabajadoras antes de agregar que él salva “a gente de confianza”.

LA HISTORIA DE SU ALIADA

En otra parte de la conversación, Giancarlos De La Torre se refiere a una involucrada a la cual se ha mencionado en más de un testimonio como la persona a quien le tenían que depositar el dinero que les solicitaba. “Jamás digo conmigo, siempre es con un externo”, dice De La Torre a lo que Hurtado responde “tú hacías que los depósitos vayan a Neryo, no sé quién será Neryo”.

La persona mencionada por Hurtado sería Nohema Anel Nerio Moreno y, según el portal de proveedores del Estado, se trataría de otra persona que ha trabajado para la Municipalidad de Lima acorde a las órdenes de servicio, que corresponden al año pasado y al presente, por el concepto de “empadronamiento de hogares”.

Junto con las versiones de las trabajadoras involucradas en este caso se ha podido encontrar, como pruebas, los comprobantes de diversas transferencias bancarias por montos que van desde los ciento cincuenta hasta los ochocientos soles y tienen como destino la cuenta de Nerio Moreno en el banco BCP.

LO “NORMAL”

En el desarrollo de la llamada con Hurtado, el funcionario municipal reconoce que solicitarle diferentes sumas de dinero a las personas que están a su cargo, en este caso bajo la excusa de comprar canastas y otros materiales para los eventos públicos a su cargo, son parte de “algo normal” y “se da en cualquier lado”.

Otra de las llamadas grabadas fue con Paola Castillo. Durante el diálogo del funcionario municipal y Castillo Broncano quedó registrada la declaración de De La Torre indicaba que las órdenes de servicio emitidas por su área eran por montos superiores a los que correspondía que se paguen.

Si no había nada ilícito en estas transacciones y hasta el interés de Giancarlos De La Torre era ayudar, como incluso lo da a entender el propio coordinador al ser cuestionado por una de las trabajadoras, ¿cuál era la necesidad de pedir que los depósitos de hagan a la cuenta bancaria de otra persona en lugar de ser el propio De La Torre quien reciba el dinero?, ¿por qué las canastas entregadas en los eventos oficiales no estaban dentro del presupuesto y tenía que pedir dinero a sus trabajadoras? y ¿por qué algunas de las conversaciones que tenía con estas trabajadoras las planeaba en un estacionamiento en lugar de las oficinas?

Este tipo de interrogantes podrían haber tenido algún tipo de respuesta de no ser porque, como reconoce la propia Municipalidad de Lima, De La Torre Alfaro simplemente salió del cargo que ocupaba sin brindar ningún alegato de defensa ante estas serias acusaciones en su contra.

En tiempos de fuertes cuestionamientos a la Municipalidad de Lima por el manejo del dinero que tienen bajo su responsabilidad, el caso de este coordinador de la Subgerencia de Desarrollo Social sólo fomenta la desconfianza hacia la gestión actual y genera una duda razonable sobre la idoneidad de la gente elegida para manejar dinero público.

[Migrante al paso]  Pensando en ropa. Ahora en tiempo de descanso, viendo la serie sobre Balenciaga, el diseñador, y cómo fue cambiando sus diseños desde antes de la Segunda Guerra Mundial. De repente pensé que ya me toca comprarme ropa. Pero todavía no, me faltan diez kilos por bajar y de ahí recién. Puede sonar superficial, y efectivamente lo es, pero si te pones ropa que te gusta, que te acomoda y en la que te ves bien, tiene un efecto positivo que no se queda en lo superficial. Es algo con lo que siempre he estado de acuerdo, pero nunca lo he cumplido. Al final, tu apariencia es como una casa.

Siempre recuerdo una de las normas esenciales del hogar de mis padres. Desde que éramos niños, si un foco se malograba, se cambiaba inmediatamente. Lo mismo con la pintura o con cualquier detalle que pudiera dar la impresión de descuido. No era un acto de vanidad, sino un principio que tenía influencia directa en el estado mental de todos en casa. En los ochenta hicieron un estudio en el que dejaban autos en cuadras al azar en distintos lugares, con la luna rota o sin placa, básicamente señales de abandono. A los días, los autos eran vandalizados y el entorno se volvía más propenso a actos criminales. Ante la percepción de que algo no está siendo cuidado, aparece una vulnerabilidad mayor a lo negativo. Lo mismo se aplica a la apariencia personal.

La semana pasada fui al gimnasio todos los días con mi hermano. Y cada día él me repetía que me comprara zapatillas deportivas y ropa especial para hacer ejercicio. Al inicio me parecía innecesario, pero terminé haciéndole caso. Comencé a ponerme ropa de deporte y, no sé si fue una ilusión o no, pero mi desempeño mejoró. Incluso podía utilizar más peso. Mi madre me lo dice desde que tengo memoria: “¿Cómo vas a salir así a la calle?”, me decía con cara de que estaba loco. Mi abuela lo mismo. Para salir de la casa tenía que pasar por esos dos comentarios sí o sí. Y tenían razón, aunque yo lo llevaba al extremo.


De chico me iba a la bodega de la esquina en pijama y descalzo. Mi hermano también tuvo una época parecida; creo que la dejó cuando alguien le gritó “¡vagabundo!” desde un carro. Hasta ahora me mato de risa de ese recuerdo. Nos deben haber querido matar de vergüenza. Incluso en el colegio, cuando iba en chanclas en verano, bajaba al recreo descalzo y jugaba fútbol así, con los pies en carne viva contra el cemento. Una vez, en un viaje escolar a Cusco —de esos que había una vez al año—, no me bañé en toda la semana porque no había agua caliente. Recuerdo que solo llevé un jean y fue lo único que usé en todo el viaje. En mi defensa, aún no había desarrollado, así que no llegaba a oler mal… o eso quiero pensar.

Después de mucho tiempo con ese estilo de vida —excluyendo lo de no bañarme, que fue un caso extremo de ese viaje escolar— poco a poco me fui sintiendo mal. Porque le fui quitando valor a la práctica de cuidarse a uno mismo. Desde entonces, ha sido por épocas: a veces cuido mi apariencia y a veces la descuido. Y no es coincidencia que cuando me he sentido bien emocionalmente, también me he arreglado más. En cambio, en los periodos difíciles, lo he dejado de lado.

Ahora tengo 31 años, y dicen que a partir de los 35 todo es cuesta abajo. Por eso he decidido cuidarme en todo sentido: físico, mental y emocional. No quiero llegar a esa edad sin conocer mi máximo potencial. Pienso que, si no llego a experimentarlo, tal vez nunca llegue a conocerme del todo.

Esa forma de ser me acompaña desde muy chico. Cuando tenía 14 o 15 años, seguía siendo un niño en comparación con mis amigos. Ellos ya pensaban en chicas, en los primeros tragos, en fiestas. Yo seguía más preocupado por los videojuegos, los animes y el fútbol. Cuando comenzó la época de los quinceañeros, recuerdo que iba con mis zapatillas de fútbol y un buzo. No soportaba la ropa incómoda; sentía que era como ponerme una camisa de fuerza. Usar zapatos de terno era una tortura. Igual, en ese momento todavía tenía la excusa de que era un niño.

Pero luego creces, y ya no puedes seguir así. No porque se vea mal o porque importe demasiado lo que piensen los demás, sino por lo que significa en la relación con uno mismo. A veces me pongo a pensar en eso: cómo lo externo, lo que parece más superficial, termina filtrándose en la manera en que te percibes. Es extraño, porque todavía me debato entre esas dos posturas: la del que no le da importancia y la del que sí la reconoce. No lo he resuelto del todo, no es algo que pueda cerrar con una lección aprendida. Más bien es una pregunta que todavía me acompaña: hasta qué punto la forma de vestirme me define, y hasta qué punto puedo seguir siendo yo sin darle tanta vuelta a ese tema.

[EL DEDO EN LA LLAGA] ¿Por qué muchos de los que han sido víctimas del Sodalicio terminan perdiendo la fe, mientras que otros la mantienen y la siguen cultivando? Es una paradoja que extraña a muchos de los que miran el fenómeno desde afuera. Y dar una respuesta general resulta prácticamente imposible, pues la fe y la pertenencia a la Iglesia católica son decisiones de conciencia enraizadas en la propia biografía, las circunstancias personales y las experiencias vividas. Así como el abandono de la fe y la deserción de la Iglesia católica también son decisiones de conciencia maduradas por razones personales perfectamente válidas.

Pero algo en que suelen coincidir los sobrevivientes del Sodalicio, tanto creyentes como no creyentes, es en el sentimiento de que la Iglesia católica ya no es un lugar seguro, donde se pueda reposar; una casa espiritual, donde todos sus integrantes se quieran y se aprecien como hermanos entrañables; un hogar donde encontrar refugio, protección y calor humano. Un hogar que alguna vez experimentamos, antes de ser secuestrados psicológicamente por el Sodalicio, quienes aún permanecemos católicos; un hogar que seguimos añorando y buscando entre los católicos de a pie, ya no entre las élites clericales, en una Iglesia entendida como Pueblo de Dios y no como estructura jerárquica clerical.

A conclusiones similares llegó en Alemania la estudiosa de las ciencias de la religión y filósofa Regina Laudage-Kleeber (1986- ) al publicar su libro “Católica sin hogar: De camino hacia una Iglesia que vuelva a ser un hogar” (“Obdachlos katholisch: Auf dem Weg zu einer Kirche, die wieder ein Zuhause ist”, Kösel-Verlag, München) en el año 2023, con reflexiones íntimas y personales sobre lo que significa existencialmente ser católico en las circunstancias actuales, cuando la Iglesia católica ha perdido mucho en credibilidad.

En las páginas iniciales de este honesto libro, confiesa lo siguiente:

«Ya no estoy dispuesta a aceptar los tres principales aspectos del desprecio hacia lo humano del catolicismo:

  • La violencia sexualizada, su facilitación, relativización y encubrimiento.
  • El sexismo estructural, es decir, la desigualdad de mujeres y personas no binarias en el acceso a cargos y a las responsabilidades de liderazgo asociadas.
  • La desvalorización sistemática de las personas queer, sus relaciones, su sexualidad.

¿Desertar de la Iglesia?

El ingenuo llamamiento de los católicos conservadores a que personas como yo simplemente deberían hacerse evangélicas o abandonar la iglesia si no nos gusta la doctrina, me deja fría como estudiosa de la religión.

La pertenencia a una religión no es algo que se pueda cambiar fácilmente: está vinculada a mucha biografía, a mucha historia personal. Todo eso no se borra simplemente con una deserción de la Iglesia o una conversión».

Katholisch.de, el portal oficial de noticias de la Iglesia católica en Alemania, publicó una entrevista a cargo de Angelika Prauss el 30 de marzo de 2023, donde Laudage-Kleeberg explica los motivos que la llevaron a poner por escrito su testimonio personal sobre haber perdido ese sentimiento de que la Iglesia católica era un hogar para ella y sobre la búsqueda espiritual que ello desencadenó.

A continuación, la traducción al español de esa entrevista.

Pregunta: Señora Laudage-Kleeberg, ¿cómo llegó a sentirse extraña en una Iglesia y una comunidad litúrgica que antes le eran tan familiares?

Laudage-Kleeberg: Fue un largo proceso, y aún sigo dentro de la Iglesia. La liturgia es para mí una gran fuente de fortaleza, y obtengo mucha energía positiva de los buenos servicios religiosos. Esa posibilidad desapareció durante la pandemia. A nivel profesional, he estudiado intensamente el tema de la deserción de la Iglesia, por lo que también puedo analizar este desarrollo desde una perspectiva académica. En mi libro relato la historia de este proceso de distanciamiento; la pandemia, sin duda, lo aceleró. Durante ese tiempo, noté cuánto extrañaba esos momentos litúrgicos reconfortantes; al mismo tiempo, se hicieron públicos más escándalos en la Iglesia. Cuanto más reflexionaba al respecto, más de cerca examinaba la Iglesia católica y me daba cuenta de cuántas cosas estaban andando mal. Y en algún momento, la balanza se inclinó…

Pregunta: ¿Qué la motivó a compartir su experiencia con otros a través de este libro?

Laudage-Kleeberg: En los últimos diez años se han escrito muchos libros inteligentes de debate sobre la Iglesia y sus problemas. A mí, personalmente, me faltaba una narrativa sobre ese sentimiento de no sentirse ya interpelado por la propia añoranza de recibir acogida. Por eso, muchos de nosotros estamos tan furiosos o amargados. Muchas personas de mi entorno fueron durante mucho tiempo católicos profundamente convencidos, algunos incluso muy comprometidos con la Iglesia. En algún momento, desertaron. Sin embargo, siguen ligados a la Iglesia católica de una manera intensa, aunque generalmente negativa, y continúan hablando de ello.

Pregunta: Usted escribe que uno no puede simplemente deshacerse de la fe como si fuera una prenda de vestir.

Laudage-Kleeberg: Exacto, al alejarse de la Iglesia, a menudo se genera un vacío. Las personas no saben qué hacer con sus añoranzas espirituales y su necesidad de encontrar refugio en un ritual. De esto se habla poco. Deseo que estas personas encuentren un lugar donde se sientan acogidas. También deseo un lugar así para mí.

Pregunta: Su libro probablemente refleja el sentir de muchos católicos decepcionados con la Iglesia. ¿Le consuela saber que no está sola en sus sentimientos?

Laudage-Kleeberg: Por supuesto, me alegra mucho la gran resonancia que hubo. Ya en las primeras semanas tras la publicación, un número increíble de personas se puso en contacto conmigo. Entre ellas, muchas personas desconocidas que se tomaron la molestia de buscar mis datos de contacto para escribirme. La mayoría dice: “Me siento tan impresionado, así me he sentido durante años. Solo que no tenía palabras para expresarlo…”

Pregunta: ¿Ha recibido alguna reacción de parte de la Iglesia?

Laudage-Kleeberg: No. Mi libro no pretende denunciar a las instancias oficiales, salvar o cambiar la Iglesia. Porque, en realidad, todo ya ha sido investigado y dicho, por ejemplo, en el proceso de reforma del Camino Sinodal. La Iglesia tendría que tomar decisiones, pero eso no está ocurriendo.

Pregunta: Usted escribe que no ha perdido su fe ni su identidad católica, pero sí su hogar religioso en la Iglesia, y por eso se considera “católica sin hogar”. ¿Cómo lo enfrenta personalmente?

Laudage-Kleeberg: Mi familia y yo celebramos servicios religiosos muy consciente y activamente con personas que valoramos. Durante la pandemia, comenzamos a hacer celebraciones litúrgicas con los vecinos en los rellanos de la escalera de nuestro edificio de apartamentos. Fue una apuesta arriesgada, ya que al principio no nos conocíamos tan bien. Me acerco de manera muy personal a las personas con las que me siento conectada religiosamente. Cuando siento que es apropiado, después de hacer las lecturas, ofrezco a la gente quedarse un momento en silencio juntos, cantar una canción o rezar una oración. A menudo, esto resulta una experiencia muy intensa.

Pregunta: Cada vez hay menos párrocos que puedan ofrecer misas. ¿No es necesario que las personas a las que todavía les importa la fe se vuelvan más activas y se organicen por su cuenta?

Laudage-Kleeberg: Mientras escribía el libro, me quedó claro: si quiero seguir viviendo mi catolicismo, debo ser mucho más activa y no puedo seguir en una actitud de consumo. En los últimos años y décadas, hemos confiado en que alguien esté al frente en el altar, actuando. Tenemos que salir de esa mentalidad consumista. Cada vez más creyentes reflexivos y maduros deciden no asistir a una mala celebración litúrgica. Al mismo tiempo, sienten una añoranza muy personal.

Pregunta: ¿Tiene algún consejo para estas personas?

Laudage-Kleeberg: Por supuesto, todavía hay buenas ofertas espirituales, pero hay que buscarlas bastante. Si no te lanzas solo, probablemente sea un poco más fácil. Deberíamos hablar mucho más en nuestro entorno sobre nuestras necesidades religiosas. Yo lo hago de manera consciente. A menudo me encuentro con otros católicos que se abren y cuentan su propia historia. A veces, primero sale la ira o la decepción con la Iglesia, pero luego, poco a poco, también los temas más profundos. ¿Por qué no concluir una conversación así con una oración espontánea en común, una canción o un momento de silencio? Por otro lado, vivir la espiritualidad con esta libertad no es, desde luego, para principiantes…

Pregunta: ¿Tiene alguna idea de dónde, además de en el ámbito privado, podría surgir un nuevo “hogar espiritual para los muchos con añoranzas”, como usted lo describe?

Laudage-Kleeberg: No tengo soluciones definitivas. Solo puedo sugerir que nos comuniquemos y nos acerquemos unos a otros. Porque mi experiencia actual me dice que somos bastantes. Como estudiosa de las ciencias de la religión, diría que la fe y el comportamiento religioso —al igual que el resto de la sociedad— se volverán cada vez más individuales. Por eso es importante hablar de ello y emprender la búsqueda juntos. Si encuentras aliados, agárrate fuerte a ellos. Nunca imaginé que algo litúrgico pudiera unirnos en nuestra comunidad de vecinos.

Pregunta: ¿Tiene alguna esperanza, de cualquier tipo, de que los católicos sin hogar puedan volver a encontrar un hogar en su Iglesia? ¿O ese tren ya se fue hace rato?

Laudage-Kleeberg: Mientras reflexionaba y escribía el libro, me di cuenta de que mi catolicismo no depende de si la Iglesia como institución hace bien su trabajo o no. Creo que ser católico —teológicamente y  desde la perspectiva de Dios— se concibe de una manera mucho más amplia. Este amor radical de Dios por los seres humanos es tan inmenso que podemos abandonarnos con tranquilidad.

[Música Maestro] Un clásico del rock en español que nadie conoce en Perú

Durante la última semana de agosto, comenzó a rondarme en YouTube un video de aproximadamente once minutos y medio titulado “Porsuigieco: histórico reencuentro a 50 años de su único disco” pero, por cuestiones diversas, no encontraba el tiempo para verlo con la atención que merecía tamaño acontecimiento. Y, como siempre ante esta clase de situaciones, me sentí integrante de una minoría cada vez más pequeña de personas capaces de reaccionar ante una noticia de este calibre.

Seguro muy poca gente, pensando en las inmensas muchedumbres que conforman esa abstracción llamada “público en general”, si acaso se lo encontraran por un accidente del algoritmo, podría reconocer la importancia de ese título, de presencia fija en las listas de reproducción de consumidores compulsivos de música como quien esto escribe. Pero, lamentablemente, a muchas personas de mi generación, incluso aquellas que se declaran fans del rock en español, la frase tampoco les dirá nada.

Ocurre que, para un sector muy extenso de público de este país, hombres y mujeres que tienen actualmente entre 40 y 60 años, el “rockas” -como algunos disc-jockeys de la época solían comprimir “rock en castellano”- comenzó recién en la década de 1980. La generación anterior, adolescentes durante el gobierno militar, poseedora de una vasta cultura musical que se cernía de contrabando en medio de las prohibiciones hacia todo aquello que fuera “extranjerizante”, fracasó en su intento de trasladar ese bagaje a los más jóvenes.

Por eso, una vez recuperada la democracia, solo comenzó a escucharse lo más notorio de aquel pasado oculto -los Beatles, los Stones, el pop-rock anglosajón- mientras que los grandes despliegues de talento que se vivieron en países como España, México y, especialmente, Argentina, se convirtieron en placer de minorías y, poco a poco, fueron desapareciendo de los radares del gran público y de las emisoras de música popular que se dieron a la tarea de segregar estilos hasta el punto de instalar la falsa creencia de que el rock era exclusivamente en inglés, mientras que el castellano era solo para baladas, boleros, salsas y sus correspondientes derivados.

PorSuiGieco reunió a cinco de los “padres fundadores” del rock argentino, acompañados por once inquietos y talentosos instrumentistas, todos entre los 16 y los 25 años. La aventura lanzada hace cinco décadas está siendo celebrada con una reedición de lujo y es titular de bandera en los medios argentinos más importantes. La noticia hincha el corazón de gusto, por la expectativa que produce escuchar este material remasterizado. Y también de sana envidia, tanto por el nivel artístico de Argentina en esos años como por la existencia de instituciones dispuestas a invertir tiempo, recursos tecnológicos y presupuesto para recuperar esas grabaciones aunque no tengan, parafraseando a Frank Zappa, ningún potencial comercial.

Buenos Aires, capital del rock en castellano

Desde los años sesenta, el pop-rock hecho en Argentina se perfilaba ya como el mejor de la región. Mientras los mexicanos se especializaban en traducir al castellano éxitos de Elvis Presley o Little Richard y los españoles producían toda una generación de brillantes baladistas -intérpretes y compositores- cuyo influjo se extendió a toda Hispanoamérica durante las tres décadas siguientes, en el país del tango fue creciendo una efervescente escena rockera sobre la base de artistas muy activos entre 1965 y 1968 como Sandro o el rosarino Litto Nebbia -al frente de su banda Los Gatos- que, para la segunda mitad de la década siguiente, era ya un universo profundo con una cofradía de creadores de alto nivel en todas las variantes derivadas del rocanrol.

Los desarrollos musicales de artistas como Luis Alberto Spinetta, primero con Almendra y, posteriormente, con Pescado Rabioso; y Charly García, al frente de Sui Generis, fueron la punta de un iceberg que guardaba muchas otras sorpresas: desde el blues guitarrero de Norberto “Pappo” Napolitano hasta el folk psicodélico de Pastoral, hubo una explosión de expresiones que se cruzaban unas con otras, un entramado artístico en constante competencia y colaboración, donde confluían folkloristas y experimentadores, trovadores y rocanroleros.

Nombres menos conocidos pero igual de importantes en esta evolución sonora fueron Manal, Billy Bond y La Pesada, Espíritu, Crucis, Alas, Arco Iris -de Gustavo Santaolalla-, Pedro y Pablo -los del imprescindible himno de protesta La marcha de la bronca (1970)-, Moris, Miguel Abuelo, entre muchos otros que compartían públicos con artistas menos ligados a la rebeldía rockera como La Joven Guardia, Palito Ortega, Leo Dan o exponentes de la canción social en clave de folklore como Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui o Facundo Cabral, extremadamente populares y que congregaban tanto a los jóvenes como a sus padres.

La gestación de PorSuiGieco

Para el bienio 1974-1975, esa luminosa escena gaucha estaba atravesando por una crisis, pero no por falta de creatividad sino por exceso de la misma. Mientras Luis Alberto “El Flaco” Spinetta reaparecía con dos sorprendentes álbumes de jazz-rock –Invisible (1974) y Durazno sangrando (1975)-, Charly García y Nito Mestre se despedían de su fervoroso público adolescente con dos conciertos a casa llena -30,000 espectadores por show- en el coliseo Luna Park, el 5 de septiembre de 1975, un hecho que quedó inmortalizado en dos discos y una película titulados Adiós Sui Generis.

Esa despedida había comenzado el año anterior, con su polémico tercer LP, Pequeñas anécdotas de las instituciones. La hiperactiva mente de Charly ya andaba pensando en volcar su obsesión con bandas como Genesis, Emerson Lake & Palmer y Yes en un grupo nuevo. Sin embargo, su alma de trovador lo llevó a reunir a su pareja y tres amigos para componer música que sintonizara con el sentimiento hippie y sirviera para crear momentos de intimidad acústica, pero con filo rockero.

En junio de 1974, el nuevo quinteto salió de gira por varios locales de Buenos Aires. El nombre original de este proyecto fue PorSuiGieco y su Banda de Avestruces Domadas, una combinación de elementos silábicos de los nombres de sus integrantes -Raúl (Por)chetto -en ese momento famoso por su álbum debut, Cristo Rock (1972), en el que había tocado piano García-, (Sui) Generis y León (Gieco)- y una parodia de La Banda de los Caballos Cansados, nombre del grupo que acompañaba a Gieco, quien ya tenía dos discos publicados. Cerraba la formación la cantante y pintora María Rosa Yorio, entonces pareja de Charly y madre de su primer hijo, Migue García.

La idea original consistía en hacer conciertos acústicos donde predominaran guitarras, pianos, flautas y armonías vocales. Sin embargo, el éxito de los recitales los convenció de grabar un álbum completo, con otros músicos de apoyo. Así, el sonido del grupo se amplió, mostrando tanto los aspectos suaves y pueriles del primer Sui Generis como sus últimas ideas progresivas, así como la onda esotérica de Porchetto y el estilo dylanesco de Gieco. Las doce canciones del álbum se grabaron entre mayo y junio de 1975 en los históricos Estudios Phonalex, con Jorge Álvarez en la producción. El LP, llamado simplemente PorSuiGieco, fue lanzado bajo el sello Music Hall en marzo de 1976, dos semanas antes de que la Junta Militar de Jorge Videla depusiera a la presidenta María Isabel “Isabelita” Martínez, tercera y última esposa de Juan Domingo Perón.

Todos los gritos fuertes nacen de la soledad…

Las canciones de PorSuiGieco poseen una atmósfera de espiritualidad y compromiso natural con la música, una actitud trovadoresca que venía inscrita en el ADN artístico de sus integrantes, que se refleja en letras surreales, románticas y de crítica social que aportan esencialmente Charly García y León Gieco, con cuatro firmadas por cada uno. Porchetto contribuye con dos temas mientras que Nito estrena su primera composición personal. En medio, una humorada tecnológica, Burbujas musicales, treinta segundos de una pastilla efervescentes mientras se disuelve en agua.

El álbum -cuya importancia inspiró en los noventa uno de los personajes del extravagante cómico Diego Capusotto, un hombre que vive estancado en la música antigua, “El Porsuigieco”- arranca con La mamá de Jimmy, blues-rock escrito por Gieco con la participación de dos futuros integrantes de La Máquina de Hacer Pájaros -el siguiente grupo de Charly-, José Luis Fernández (bajo) y Óscar Moro (batería) y el riff matador de Pino Marrone, entonces miembro de Crucis. Sigue la dulce Fusia, de Nito Mestre, donde un muchacho de 16 años llamado Leo Sujatovich que en los ochenta se haría integrante de Spinetta Jade, coloca finos arpegios de piano en este tema que podría haber entrado al primer disco de Sui Generis, Vida (1972).

Luego, León Gieco ataca de nuevo con Viejo, solo y borracho, una de sus composiciones más queridas, a la que pertenece la frase de este subtítulo. Posteriormente, el autor de Solo le pido a Dios nos vuelve a mostrar su estilo en otros dos clásicos de la música popular argentina, Todos los caballos blancos -que ya había presentado en su álbum debut, en 1973-, aquí en una versión más coral; y La colina de la vida, tema que muchos jóvenes noventeros descubrieron en la versión que hiciera el cuarteto punk Attaque 77 en su álbum de covers Otras canciones (1998).

Quiero saber dónde morir…

La voz lánguida y aguda de Raúl Porchetto, muy similar a la de Spinetta, destaca en los dos temas firmados por él, la acústica Mujer del bosque -con la armónica de Gieco en el medio- y la mini suite progresiva Las puertas de Acuario, de marchante intermedio, interesantes armonías vocales y afilados solos de Charly García en teclados -fuertemente influenciados por el estilo líquido de Don Preston en The Mothers Of Invention-, unidos a la virtuosa guitarra de Gustavo Bazterrica -después en La Máquina de Hacer Pájaros y, más adelante, miembro fundamental de Los Abuelos de la Nada. En ambas participan Frank Ojstersek (bajo) y Horacio Josebachvilli (batería), sección rítmica de Reino de Munt, banda que entonces lideraban Porchetto -recordado aquí por su éxito de 1986 Bailando en la vereda– y un joven tecladista, Alejandro Lerner.

Uno de los puntos más altos del disco es la canción Tu alma te mira hoy, letra del poeta Mario Piégari y música de Charly, cercana al soft-rock de bandas como Ambrosia, Seals & Crofts o Steely Dan con uso de frescas percusiones, además del sutil trabajo de guitarras acústicas y teclados. La voz suave y rotunda de María Rosa Yorio brilla en Quiero ver, quiero ser, quiero entrar. Charly y María Rosa eran pareja en ese tiempo, una química reflejada en el intenso diálogo de voz y piano de esta romántica y profunda melodía de nostalgia por un amor que termina.

Antes de gira es otra genial pieza de Charly García, de letra melancólica y sentimental. Musicalmente parece tres canciones en una, pues tiene una primera parte acústica que recuerda a otras canciones de su catálogo como Seminare (Serú Girán, 1978), Alto en la torre (single de Sui Generis de 1975) y Tribulaciones, lamento y ocaso de un tonto rey imaginario, o no (Confesiones de invierno, 1973). Sigue una breve sección coral para finalmente dar el salto hacia una coda instrumental en la que brillan con luz propia Charly en los teclados y el bajista Alfredo Toth, ex integrante de Los Gatos que, en los ochenta, se convirtió en la “T” de G.I.T.

La cereza del pastel en PorSuiGieco es El fantasma de Canterville, tema bluesero que, en la línea de las canciones escritas por Charly para Pequeñas anécdotas de las instituciones, contiene varios dardos hacia la situación política argentina, los convencionalismos sociales y la crisis que se estaba gestando durante los últimos meses del tercer peronismo.

Aunque García la había pensado para cedérsela a León Gieco, la estrenó en los conciertos finales del Luna Park, como quedó evidenciado en la película de 1976. Sin embargo, esa toma en vivo no fue incluida en los vinilos Adiós Sui Generis, por lo que la versión de PorSuiGieco fue la primera grabación oficial de esta canción, cuyo título es una referencia directa al cuento de Oscar Wilde publicado en 1887. Gieco volvió a grabarla en su quinto LP, lanzado dos meses después.

En 1996, en el CD Adiós Sui Generis III que recopila canciones nunca antes escuchadas de esos conciertos, todos escuchamos por primera vez aquella versión en vivo en que Charly la presenta como “una canción que habla de la pálida, loco…”, en alusión al personaje que ha muerto “muchas veces acribillado en la ciudad”. Un clásico de letra e intención plenamente vigentes en el mundo actual. En la edición original de PorSuiGieco, El fantasma de Canterville no fue mencionada en el listado de canciones para evitar la censura, por lo que se le considera el primer “hidden track” de la historia del rock en nuestro idioma.

El valioso trabajo del INAMU

El Instituto Nacional de la Música-INAMU es una entidad público-privada creada en Argentina en el año 2013 que recibe, al amparo de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA), un porcentaje del impuesto que pagan todos los operadores de medios de comunicación y publicitarios para promover actividades de conservación, difusión y producción de artes televisivas, radiales, teatrales y musicales.

En el caso del INAMU, uno de sus logros más notables fue la recuperación del catálogo discográfico del sello Music Hall y sus filiales Sazam y TK, consistente en más de 2,500 grabaciones, que se encontraban almacenadas y sin poder usarse tras el cierre de estas compañías administradas por la sociedad anónima Sicamericana, en quiebra desde 1993. Desde la recuperación legal, el 2016, el INAMU ha promovido la reedición, remasterizada y mejorada, de discos clásicos del pop-rock argentino, como los dos primeros álbumes de Serú Girán -Serú Girán (1978) y La grasa de las capitales (1979)-, los siete álbumes de Pappo’s Blues, lanzados entre 1971 y 1978, entre otros.

En esa línea, el 28 de julio de este año, el INAMU convocó a Charly García (73), Nito Mestre (73), León Gieco (73), Raúl Porchetto (75) y María Rosa Yorio (70) para escuchar juntos la reedición de PorSuiGieco, en los estudios Crazy Diamond. Este relanzamiento es en vinilo y CD, incluye versiones remezcladas de El fantasma de Canterville y La mamá de Jimmy, un folleto especialmente diseñado para la ocasión, entrevistas y fotografías inéditas. El video de YouTube con imágenes del emotivo reencuentro fue publicado el 14 de agosto y tiene ya más de 230 mil reproducciones.

[PIE DERECHO] La izquierda peruana atraviesa un proceso de regresión que, más que un simple viraje ideológico, parece una renuncia a las lecciones más elementales de nuestra historia reciente y de la experiencia latinoamericana.

Durante las dos últimas décadas, existió la posibilidad de que los sectores progresistas nativos aprendieran de ejemplos virtuosos, como los de Chile o Uruguay, donde la izquierda supo conciliar reformas sociales con respeto irrestricto a la democracia y a la economía de mercado. Sin embargo, lo que observamos hoy en el Perú es lo contrario: un retorno a los peores vicios populistas y autoritarios que arruinaron a países como Venezuela o Nicaragua.

La candidatura de Alfonso López Chau podría representar una excepción alentadora. Académico con formación técnica y espíritu dialogante, intenta construir un espacio que reconcilie las demandas sociales con una visión moderna de desarrollo económico. Pero su fracaso en forjar alianzas y dar viabilidad política a su proyecto lo ha relegado a la marginalidad. Su voz amenaza con perderse en medio del ruido de discursos incendiarios, promesas inviables y retóricas de odio que poco o nada tienen que ver con un proyecto serio de país.

El resto de la izquierda parece complacerse en la repetición de fórmulas fracasadas: estatismo, clientelismo, desprecio por la inversión privada, retórica antiempresarial y una peligrosa indulgencia frente a modelos claramente dictatoriales. Esa fascinación por el autoritarismo disfrazado de “revolución” no solo empobrece el debate político, sino que pone en riesgo la institucionalidad democrática.

Que la izquierda peruana se empecine en imitar a Caracas o Managua en lugar de aprender de Montevideo o Santiago constituye una pésima noticia. Significa que el país, en su frágil democracia, carece de una opción progresista razonable, capaz de equilibrar justicia social con modernización económica.

El Perú queda atrapado, una vez más, entre una derecha mercantilista y achorada, y una izquierda que coquetea con el totalitarismo. Y en ese callejón sin salida, quienes terminan perdiendo son siempre los ciudadanos, condenados a elegir entre males mayores, resignados a la mediocridad de sus dirigentes.

-La del estribo: Estupendo el último libro de Fernando Ampuero, Marea Alta. Erudito, divertido, pedagógico. Invita a leer o releer libros, a conocer o reconocer autores, a ver o revisitar películas. Así nomás, ya me hizo sacar de la estantería un par de libros y pedirle a mi proveedor favorito todas las películas de Fellini para volverlas a ver con una mirada más sapiente, gracias a una crónica del excelente libro que recomiendo. Otra: ¡muy recomendable la obra teatral Buenas personas, dirigida por Juan Carlos Fisher, con Jimena Lindo, Paul Martin, Milene Vásquez, Gabriela Velásquez y otros! ¡Va en el ICPNA de Miraflores! Entradas en Joinnus.

 

[INFORME] Un funcionario de la Municipalidad de Lima es el nuevo integrante de los infames mochasueldos. Una serie de testimonios exponen a un coordinador que, mediante intimidaciones, estuvo exigiéndole a varias trabajadoras una parte de sus ingresos mensuales.

Desde que Rafael López Aliaga asumió el cargo de alcalde en enero del 2023, su gestión ha mostrado una innegable tendencia por catalogar a toda persona que critica o investiga a su gestión como un enemigo al cual intenta descalificar valiéndose de todo tipo de adjetivos con los que intenta descalificar y distraer la atención de los cuestionamientos que recibe por su conducción de la Municipalidad de Lima.

Sin embargo, el verdadero enemigo de la municipalidad que impide una gestión intachable y próspera no habría estado en medios de comunicación ni en quienes tienen una ideología política distinta a la del burgomaestre sino en los propios funcionarios de la Municipalidad Metropolitana de Lima.

Sudaca pudo acceder a documentos que exponen el caso de un funcionario que reúne las características necesarias para sumarse a la infame lista de los mochasueldos. Una historia que hasta ahora había pasado desapercibida pero expone una serie de cobros irregulares y hasta maniobras de amedrentamiento para evitar que salga a la luz.

“Me decía que muchas personas estaban esperando mi puesto que podía sacarme”

El protagonista de esta historia es Giancarlos Edwin De La Torre Alfaro, quien se venía desempeñando como coordinador de la Subgerencia de Desarrollo Social. Según pudo corroborar Sudaca, De La Torre Alfaro registra órdenes de servicio con la Municipalidad de Lima desde la fecha en que tomó el mando Rafael López Aliaga en enero del 2023.

Sin embargo, la parte cuestionable de su historia se empezó a detectar en octubre del año pasado. En esta parte de la historia entra en escena Andrea Lucía López Aguirre, quien se encontraba bajo las órdenes de De La Torre Alfaro. Por aquella época, Andrea López se vio involucrada en una situación que llamó su atención.

López Aguirre se enteraría por el propio coordinador de la Subgerencia de Desarrollo Social que estaba próximo a emitirse una orden de servicio por el monto de cuatro mil soles por un periodo de tres meses. Acorde a su testimonio, este monto mayor al que debía recibir no le sorprendió debido a que, para esa fecha, tenía un pago atrasado por lo que asumió que ese monto pendiente había sido incluido en dicha orden de servicio.

Pero la situación daría un giro drástico cuando, tras recibir su primer pago, Giancarlos Edwin De La Torre Alfaro le exigen a Andrea López que le de mil soles. “Le terminé dando el dinero porque me decía que muchas personas estaban esperando mi puesto que podía sacarme”, señaló López.

Por si quedaban dudas sobre lo irregular de la situación, López Aguirre también relató que estos pagos solicitados por el coordinador de la Subgerencia de Desarrollo Social de la Municipalidad de Lima no podían ser depositados en su cuenta de banco ni a su número asociado a Yape sino a cuentas de terceros.

Esta situación continuó ocurriendo durante los siguientes meses hasta que en febrero del presente año las cosas empeorarían. Ante la negativa por parte de la trabajadora de seguir dándole parte de su salario, De La Torre Alfaro la citó en una cochera donde no sólo le dijo con respecto a los pagos que “tenía que cumplirlo como sea” sino que, pese al llanto de Andrea, le impidió bajarse de su vehículo.

La siguiente imagen corresponde a la conversación que sostuvieron en aquella oportunidad Giancarlos De La Torre y Andrea, quien terminaría por depositarle los trescientos soles como parte de las exigencias que este funcionario le hacía todos los meses.

GIANCARLOS Y SU MODUS OPERANDI

El relato de Andrea López también reveló que ella no fue la única trabajadora que sufrió estos recortes de sueldo. En su testimonio revela que otras de sus compañeras de trabajo han sufrido estas exigencias por parte de De La Torre Alfaro, quien incluso utilizaba la historia de Andrea como estrategia para intimidarlas en caso se rehusaran.

En el documento que pudo revisar Sudaca se pueden apreciar evidencias de los pagos que las compañeras de trabajo de Andrea López le debían hacer al coordinador de la Subgerencia de Desarrollo Social. Como se puede apreciar en la imagen, dos de estos depósitos eran a la cuenta de una tercera persona elegida por De La Torre para recibir su dinero.

Esta historia de cobros e intimidación también ha tenido a otros testigos que corroboraron la historia de Andrea y sus compañeras. Uno de estos testimonios que Sudaca pudo revisar incluso indicaba que De La Torre Alfaro le llegaba a pedir a una de sus trabajadoras que le depositen la totalidad de su sueldo.

Otra trabajadora llamada Olga Castillo también relató haber vivido una situación similar con De La Torre Alfaro. En sus declaraciones, Castillo cuenta que la excusa de este coordinador para pedirle parte de su sueldo era que “ese sueldo era de más” y “uno de ellos tenía que dárselo a él”.

En la conversación vía Whatsapp entre Castillo y De La Torre se puede leer que, aunque la trabajadora señalaba que devolvería el dinero que no le correspondía si recibía un pago extra, el coordinador se negaba a ello y exigía que se le deposite a él con un contundente “es lo que tiene que pasar”.

En el caso de Castillo, una de las excusas con las que Giancarlos Edwin De La Torre Alfaro pretendía justificar su accionar era señalando que ese dinero que les solicitaba era para la compra de artefactos para los eventos que su área tenía a cargo.

Solange Baldeon fue otra de las trabajadoras afectadas por los pedidos de este coordinador y, tal como se observa en la imagen, en su declaración señala el miedo a perder su trabajo y sustento familiar como la razón por la que terminaban accediendo a las presiones ejercidas mensualmente por De La Torre Alfaro.

Otra de las trabajadoras que recibían estos pedidos por parte de Giancarlos Edwin De La Torre Alfaro era Jessica Hurtado. En su testimonio, Hurtado cuenta que De La Torre Alfaro le exigía esta cantidad debido a su interés en pagar su campaña política y reveló que, cuando ella le insistió que no podía darle montos tan elevados, el coordinador le indicó que “iba ver la forma de solicitarle a otras personas para no perjudicarme”.

Ante esta situación y el gran número de involucrados que dieron su testimonio, el coordinador de los Centros de Atención Integral al Niño, Niña y Adultos Mayores de la Subgerencia de Bienestar y Promoción Social e Inclusión fue destituido de su cargo en estos días. Sin embargo, no es la primera vez que Giancarlos Edwin De La Torre Alfaro tiene problemas. En mayo del 2017, cuando trabajaba para el IPD, De La Torre fue suspendido por treinta días, y, un mes antes, cometió otra infracción por lo que había recibido otra sanción.

Si bien en épocas cercanas a una elección es común encontrar aspirantes a la banda presidencial culpando a terceros de los cuestionamientos en su contra, la gestión de la Municipalidad de Lima parece no estar aplicando los filtros más efectivos para evitar que el trabajo que vienen realizando pueda ser calificado como intachable y casos como el de Giancarlos Edwin De La Torre Alfaro terminan saliendo a la luz.

[ENTRE BRUJAS] La intervención de Dina Boluarte en la Asamblea General de las Naciones Unidas ha dejado más sombras que luces. Su discurso, presentado en la cuna de los derechos humanos, no solo los desconoce: los distorsiona y los ataca de manera burda.

Boluarte habló de discursos de odio, de totalitarismos y de falsos relatos que —según ella— destruyen la democracia. En otro contexto, podría sonar convincente. Pero escuchar estas palabras de una presidenta que ha pactado con sectores xenófobos, machistas y racistas, y que tolera la impunidad del crimen organizado, solo revela un cinismo difícil de digerir.

En su narrativa, las protestas ciudadanas no son expresiones legítimas de descontento: son obra de “terroristas” y “extremistas”. Con esa etiqueta, le resulta fácil criminalizar la protesta y acallar voces críticas, especialmente en las regiones históricamente marginadas.

La igualdad de género es otra piedra en su zapato. Por eso ha tejido alianzas con los sectores más fundamentalistas del país, buscando desmontar avances y desconocer la evidencia científica que cuestiona la exclusión estructural. Promueve enfoque únicamente “familista”,  en el que las mujeres dejan de ser sujetas de derechos para convertirse en meras piezas funcionales de un modelo conservador.

Aunque no lo dijo en voz alta, su concepto de “ideologías de odio” parece englobar a la propia igualdad de género. Y lo expresó nada menos que en la sede de la ONU, institución que ha puesto la igualdad como principio universal y que consagra, en el ODS 5, la meta de empoderar a mujeres y niñas. La paradoja raya en lo insultante.

El cinismo fue más allá cuando defendió la Ley de Amnistía. No se esperaba que la reconozca como lo que es: un atentado contra los derechos humanos y una afrenta a las víctimas; pero se atrevió legitimar a quienes cometieron crímenes de lesa humanidad y que nada tuvieron que ver con la lucha contra el terrorismo. Nadie niega que esta si fue una ideología de odio y violencia que arrasó el país, pero ampararse en esto para desplegar horror no puede ser justificado.

Boluarte así justificó lo injustificable.

Pero lo más sorprendente fue escucharla proclamarse defensora de la democracia, asegurando que en el Perú existe Estado de derecho y separación de poderes. La realidad desmiente sus palabras: un Tribunal Constitucional sin independencia, una Defensoría sin liderazgo autónomo, una Junta Nacional de Justicia intervenida, una Fiscalía bajo presión y un Congreso aliado incondicional del Ejecutivo. El colapso democrático comienza cuando los poderes del Estado dejan de ser contrapesos, y en el Perú eso ya es una realidad.

Boluarte también habló de la necesidad de reformar a la ONU para “adaptarla a los tiempos actuales”. ¿Se refiere a los tiempos de autoritarismo y discursos de odio? , ¿A los tiempos en que se criminaliza a migrantes, mujeres y defensores de derechos? Una verdadera reforma solo puede partir del respeto a los principios fundacionales de la organización, no de su claudicación frente a las fuerzas que buscan socavarlos.

En su discurso, dedicó apenas unas frases a las mujeres y niñas. Lo justo para la foto, para la ovación diplomática. Detrás de las palabras vacías se esconde una política concreta: retroceder en derechos, debilitar la igualdad y reducir la agenda de género a un eslogan sin contenido.

El discurso en la ONU fue una muestra clara de que el autoritarismo no siempre se presenta con gritos y uniformes; a veces llega disfrazado de “defensa de la democracia”.

[INFORME] La Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) volvió a quedar expuesta en un terreno que le resulta cada vez más incómodo: el ambiental. La Resolución Directoral N° 00010-2025-DSIS, emitida el 17 de abril de este año, determinó que la comuna capitalina incurrió en incumplimientos vinculados a la supervisión ambiental en proyectos de infraestructura y servicios. El fallo no solo estableció responsabilidades claras, sino que también abrió un nuevo capítulo en la relación de la MML con los estándares que debería cumplir en la gestión de una ciudad que produce miles de toneladas de residuos al día y que sufre, de manera crónica, por la falta de planificación ambiental.

El peso de la resolución

Según el documento oficial, la Municipalidad no cumplió con varias obligaciones que le correspondían en el marco de la normativa vigente. El detalle es contundente: se evidenciaron omisiones en la implementación de medidas correctivas, deficiencias en la supervisión de obras y servicios, y una ausencia de planes efectivos para mitigar impactos ambientales. La consecuencia inmediata fue la sanción administrativa, que la comuna decidió apelar, llevando el caso a una audiencia pública realizada el pasado 16 de junio.

Lejos de ser un trámite más, la resolución puso en blanco y negro algo que muchos especialistas han venido señalando: el municipio limeño ha normalizado una cultura de la evasión, respondiendo tarde y mal a los requerimientos ambientales, cuando no directamente desoyéndolos.

La defensa de la Municipalidad

Durante la audiencia, los representantes de la MML intentaron explicar que algunas de las observaciones respondían a limitaciones presupuestales y a retrasos generados por trámites burocráticos. Argumentaron que la Municipalidad estaba en proceso de implementar mejoras y que varias medidas correctivas ya se encontraban en marcha. Sin embargo, el tono defensivo y las respuestas poco sustantivas generaron más dudas que certezas.

Los asistentes —conectados a la sesión virtual— pudieron constatar la brecha entre lo que el municipio dice y lo que efectivamente hace. En más de un pasaje, la exposición pareció un listado de excusas más que un plan real de solución.

La contradicción permanente

El caso revela una paradoja que acompaña a la MML desde hace varios años. Mientras sus campañas de comunicación insisten en mostrar una ciudad moderna y sostenible, los expedientes administrativos revelan falencias básicas en la gestión ambiental. La resolución N° 00010-2025-DSIS es, en ese sentido, un espejo incómodo: evidencia que la institucionalidad municipal no está a la altura de las exigencias de una capital que concentra a casi un tercio de la población del país.

En lugar de asumir el fallo como una oportunidad de enmienda, la comuna optó por apelar. El mensaje es claro: la estrategia prioriza el desgaste legal antes que la corrección técnica.

Lo que significa para la ciudad

El impacto de este tipo de procesos no se limita a lo administrativo. Cada incumplimiento, cada omisión y cada apelación retrasan soluciones urgentes para problemas que ya afectan la calidad de vida de millones de limeños: basura acumulada, obras mal supervisadas, contaminación en ríos y quebradas, espacios públicos deteriorados. La sanción contra la MML es un recordatorio de que la crisis ambiental limeña no solo es resultado de la presión urbana, sino también de la inacción de sus autoridades.

Una cultura de evasión

Lo ocurrido con la Resolución N° 00010-2025-DSIS y la posterior audiencia de junio deja una lección: la Municipalidad Metropolitana de Lima sigue atrapada en una lógica de responder para salir del paso, no para transformar. En el terreno ambiental, esa actitud no solo genera sanciones, sino también costos invisibles que se traducen en contaminación, enfermedades y pérdida de espacios habitables.

La audiencia concluyó sin que la comuna lograra convencer ni a los magistrados ni a la opinión pública. Una vez más, Lima asistió a un espectáculo repetido: su principal autoridad local atrapada en el laberinto de la burocracia y la autodefensa, incapaz de reconocer que los problemas ambientales no se resuelven con apelaciones, sino con gestión efectiva.

Además, la apelación de la MML dejó ver un rasgo recurrente en la política limeña: la preferencia por la defensa legal antes que por la gestión de soluciones. En lugar de priorizar inversiones en monitoreo ambiental, mantenimiento de infraestructura o gestión de residuos, los recursos y el tiempo se destinan a prolongar procesos administrativos. Esa dinámica, lejos de resolver los problemas, los agrava, porque cada demora prolonga la exposición de la ciudad a riesgos sanitarios y ambientales.

La resolución sancionadora también generó preguntas sobre la capacidad de fiscalización interna dentro de la Municipalidad. ¿Quién supervisa realmente a las áreas encargadas de cumplir con las medidas ambientales? ¿Existe algún mecanismo efectivo de rendición de cuentas al interior de la institución? Lo que quedó en evidencia en este proceso es que, más allá de los discursos, la estructura municipal carece de controles internos sólidos para garantizar que las decisiones no se queden en el papel.

La resolución también puso sobre la mesa un aspecto que suele invisibilizarse: la falta de articulación entre la Municipalidad y sus organismos internos encargados de velar por el cumplimiento ambiental. Distintas gerencias trabajan de manera aislada, duplicando funciones o, peor aún, omitiendo responsabilidades. Ese desorden administrativo no solo alimenta el caos en la gestión, sino que termina traduciéndose en sanciones y observaciones que golpean la credibilidad del municipio.

Otro elemento clave del caso fue el registro documental que sustentó la sanción. Los informes técnicos señalaban incumplimientos concretos, desde la ausencia de monitoreos adecuados en zonas críticas hasta la carencia de planes de mitigación en obras en curso. No se trataba, entonces, de interpretaciones subjetivas, sino de evidencias recopiladas en campo que daban forma a un expediente sólido. La respuesta de la Municipalidad, en contraste, se limitó a justificar con retrasos administrativos y falta de presupuesto, argumentos que difícilmente borran la responsabilidad.

La audiencia pública también reveló el costo político de estos procesos. Mientras los magistrados evaluaban la apelación, en los barrios de Lima persistían problemas visibles: botaderos informales, ríos contaminados y obras inconclusas. La desconexión entre el debate administrativo y la vida diaria de los vecinos fue palpable. Para la ciudadanía, la discusión no es si el municipio apeló o no, sino por qué los problemas siguen acumulándose sin soluciones de fondo.

Finalmente, lo ocurrido con la Resolución N° 00010-2025-DSIS se suma a una cadena de antecedentes que muestran a la Municipalidad Metropolitana más preocupada en litigar que en gestionar. En vez de usar las observaciones como oportunidades para corregir, la estrategia institucional parece estar orientada a ganar tiempo. Ese patrón, repetido una y otra vez, termina consolidando una peligrosa cultura de impunidad ambiental en la capital.

[INFORME] El Instituto Nacional de Salud, organismo dependiente del Ministerio de Salud, estaría atravesando uno de sus episodios más críticos. Documentos de la Contraloría, a los cuales Sudaca tuvo acceso, reportaron una serie de deficiencias que no sólo ponen en riesgo a los insumos médicos sino al personal que trabaja en este local.

Mientras la política peruana vive horas convulsionadas y de permanente desconcierto, diversos sectores empiezan a padecer la ausencia de un plan a seguir y el descuido por parte de autoridades que parecen centrar sus esfuerzos en blindar al Ejecutivo ante cada una de las crisis en las que vive inmerso.

En esta oportunidad, uno de los sectores afectados es el que tiene a su cargo la salud. Pese a la relevancia que tiene en la sociedad, se vienen evidenciando alarmantes descuidos que exponen un nivel de precariedad que parece empeorar con el tiempo y ponen en riesgo la salud de los peruanos.

Sudaca pudo acceder a un informe de la Contraloría en el cual se detallan graves descuidos en el Instituto Nacional de Salud. Desde cámaras de refrigeración hasta extintores muestran un preocupante descuido por parte de este organismo dependiente del Ministerio de Salud que tiene bajo su responsabilidad un papel clave en la salud pública.

DESCUIDOS PELIGROSOS

Durante las últimas semanas del pasado mes de agosto, la Contraloría General de la República visitó las instalaciones de un almacén a cargo del Instituto Nacional de Salud y encontró diversas situaciones irregulares. Sudaca pudo acceder a este reporte elaborado por la Contraloría y conoció en detalle el alarmante panorama que se encontró en este almacén ubicado en el distrito de Chorrillos.

Una de las situaciones más graves que se exponen en este documento es el estado de las cámaras de refrigeración. Estos equipos de suma importancia para preservar insumos médicos en condiciones adecuadas no cuentan con una calibración vigente. Por ello, según lo que se indica en el propio informe de la Contraloría, se está “poniendo en riesgo la conservación de los bienes almacenados y el uso seguro de los mismos”.

La excusa para esta situación sería todavía peor. El coordinador administrativo de este almacén señaló que esta irregularidad se debería a falta de recursos. “No se dispone de presupuesto asignado para llevar a cabo la ejecución del servicio de calibración”, le indicó este funcionario a la Contraloría.

En esta visita también se encontraron otras situaciones que pueden parecen menores pero exponen un estado que no se podría calificar como óptimo para un almacén que alberga implementos del sector salud. Entre estos aspectos que se detallan en el informe también se encuentran los problemas de iluminación. “Existen artefactos de iluminación que no están operativos”, se puede leer en el documento.

EXPUESTOS A UNA TRAGEDIA

En los últimos años, las noticias sobre incendios en almacenes han acaparado las noticias en más de una oportunidad. Sin embargo, pese a esos antecedentes, este almacén del Instituto Nacional de Salud ubicado en Chorrillos no parece estar haciendo ningún tipo de esfuerzo para prevenir un desenlace similar.

Los documentos revisados por Sudaca revelan que tampoco hay un cuidado correcto de los implementos para afrontar un posible incendio. Pese a que en este local se guarda una gran  cantidad de material inflamable, “no hay registro alguno en tarjetas de inspección de extintores” y la manguera del gabinete contraincendios, que se puede observar en la siguiente imagen, fue encontrada en un estado de deterioro.

Los ingredientes para un desenlace trágico en caso de incendio se siguieron acumulando. En este local también se encontró que los pasillos se encontraban ocupados con numerosas cajas que obstaculizaban el paso y podrían contribuir a que no sólo el fuego se propague con más rapidez sino que también representaría una dificultad mayor para la evacuación.

La Contraloría también detectó que algunas de estas cajas que ocupan los pasillos son de productos que se encuentran vencidos y, además, estos pasadizos también son bloqueados por equipos y mobiliario fuera de uso. La explicación que brindó el coordinador de dicho local fue todavía más grave y dejó en evidencia el nulo interés por parte del sector salud por supervisar que en INS funcione eficientemente.  “No cuentan con espacios disponibles dentro del almacén para su reubicación debido a que se encuentra en su capacidad máxima”, fue la respuesta del coordinador durante la visita de la Contraloría.

Paredes agrietadas, tomacorrientes en evidente estado de deterioro y hasta la presencia de personal sin el uniforme adecuado fueron otros de los impactantes descubrimientos hechos durante esta visita al local del Instituto Nacional de Salud entre los meses de agosto y septiembre del presente año.

Mientras el ministro de Salud, César Vásquez, se da el lujo de dedicarle tiempo a los escándalos que involucran a su colega Santiváñez y hasta lo califica como perseguido político, el sector salud continúa atravesando un momento crítico que se refleja en la situación actual de este local del Instituto Nacional de Salud.

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