Bien Común

[REFLEXIONEMOS PERÚ]  Saludos estimados lectores, es grato nuevamente escribirles, para compartir con ustedes reflexiones de nuestro querido país y continente. Esta vez, quisiera profundizar en el mensaje de Milei. Bastante profundo y contundente. Con ello, quisiera analizar la historia de la Educación que ha acontecido en nuestro continente.  Nadie puede negar que la Educación es y ha sido el talón de Aquiles de Latinoamérica. Pero no creo haya sido la mejor.

Nadie puede negar que la historia, a como nos la han contado, ha sido sesgada. En estas épocas de cambios de los primeros 20 años del siglo XXI, para transformar el Perú necesitamos una nueva manera de visionar y entender el futuro, desde la historia. Pero, sobre todo, desde los retos que ha de afrontar la Educación en la sociedad actual.

Volvamos la mirada hacia la realidad del mundo actual, para descubrir allí los retos que ha de afrontar la educación en la sociedad contemporánea. El primero está relacionado con la verdad del hombre que es el sujeto de la educación; el segundo, se refiere a la libertad en el marco del derecho natural y las leyes de la educación; el tercero, a los estímulos ambientales más significativos y potentes de nuestro tiempo: los medios de comunicación social y con ello a todas las tecnologías emergentes en este el ámbito de la cultura digital; y el cuarto, es relativo a la formación docente, en todos los niveles de enseñanza.

La verdad sobre el hombre

Hablar del mundo en el que nos ha tocado vivir es hablar de un despliegue amplio y transversal de los aportes científicos con ayuda de la tecnología. Pero también es hablar de un Humanismo emergente, donde coloca al ser humano al centro de todas las transformaciones, y donde su rol principal es ser agente activo en el direccionamiento de esta cultura digital. Sin embargo, paradójicamente es también la época de las más hondas angustias del hombre respecto a su identidad y destino. La crisis de la identidad de género es la crisis de un humanismo digital sin Dios.

Dios ha creado al hombre con un diseño en su naturaleza, con inteligencia, voluntad y libre albedrío. También fue dotado de un alma, con espíritu y conciencia mental. Más allá de esas preferencias sexuales, que hoy están tan de moda, defendidas por la Ideología del género, el hombre nace hombre o mujer. Les guste o no, es así. La naturaleza humana nace con una libertad, reflejo del creador – padre que es Creador de todo. Es la libertad el don más divino en el ser humano que refleja no solo la esencia de la verdad de su naturaleza sino, sobre todo, la imagen y semejanza de la criatura con Dios.

En un mundo que pugna por desterrar a Dios y toda relación con El, la historia se comprende como un puro escenario material de esfuerzos humanos. La moral se reduce a una higiene de los sentidos y la crisis de esta identidad que vivimos no es otra cosa que el rechazo de Dios de la misma criatura hacia su creador.

Educar en libertad, es formar al hombre en todas sus dimensiones para que sepa cómo buscar su abundancia y felicidad plena, desde su propósito de vida, y que, vinculando su existencia a su Creador, le permite entender un sentido y trascendencia en el mundo. Co-creador de un mejor futuro. De esta verdad, se basa su verdadera liberación y función en el mundo como artífice de su vida hacia otros semejantes como él.

La respuesta a la pregunta sobre qué es el hombre, resulta, a todas luces, decisiva para la acción educadora que siempre se ha considerado como un proceso necesario para el desarrollo integral de la persona. Por eso, todo planteamiento educativo está penetrado y lleva en el trasfondo una concepción del hombre; y la idea de perfección a la que hace referencia el proceso. Dependerá de la noción que se tenga del ser humano, no como fruto de una evolución materialista darwiniana, que se hizo muy famosa en su momento pero que hasta ahora no cuenta con fundamentos científicos. La neurociencia en cambio, sí ha aportado una vez más, la energía que existe entre la interconexión de neuronas por medio de las sinapsis cuando los seres humanos piensan, aman o son felices. Las neuronas se reproducen y caemos en la cuenta que el diseño de nuestra naturaleza le hace mucho mejor a nivel biológico y psíquico, el efecto que producen en nosotros cuando segregamos las hormonas de la felicidad como la oxitocina, cuando experimentamos emociones positivas, como la esperanza, la confianza, la alegría. Acá vemos el reflejo de las leyes de Dios en nuestra naturaleza. Lo que significa que estamos hechos para el Bien Común. No existe una pedagogía que no descanse necesariamente en una antropología.

Pedagogía del Bien Común

Cuando hablamos de Bien Común, seguramente se podría pensar en el bien común universal. Pero inmediatamente me preguntarán: ¿Cuál sería este? ¿El amor? ¿La justicia? ¿el bien? ¿Todo a la vez? La expresión requiere de precisiones para evitar ambigüedades. La Humanidad no es solo el conjunto de seres humanos. Es también la naturaleza individual propia que crece, se desarrolla y madura con el tiempo. El recién nacido, sin sus padres y más ampliamente sin la comunidad en la cual nace, no logra desarrollar ni el habla, ni el raciocinio ni su libertad. Se actualiza la propia humanidad a través de las relaciones que lo constituyen a uno como humano.

‘Trascender’ significa la ayuda o el bien que yo hago hacia otros en el mundo. Por eso, la humanidad es una realidad común y a la vez participada a cada uno de manera única e irrepetible. Se es humano junto a otros, nunca excluyendo a otros. Pero por más que uno sea virtuoso, libre, educado y culto, y que respete mi dignidad como ser humano que soy, si en alguna parte del mundo existen personas denigradas, dañadas, necesitadas de la ayuda de las personas, persona como yo, solo me será compasivo si tenemos en nosotros al otro, como una criatura creada por Dios, como yo.

El amor al prójimo no existe por mero amor al prójimo. Porque lo instintivo en el ser humano es pensar en sí mismo y en lo que le conviene. La humanidad y el bien común se desarrolla cuando somos conscientes – de modo compasivo- como Dios fue con nosotros, en alguna oportunidad que alguien humano y caritativo se compadeció de nosotros. Y la Bondad, es reflejo una vez más, del diseño de la obra del Creador en la naturaleza humana. Por ello, la búsqueda del Bien Común es la respuesta a la necesaria educación basada en formación humana – la tuya, la mía, la nuestra – de esta consciencia divina tatuada en el mismo ser humano, que nos lleva a ser leales y fieles a los valores humanos, por una causa más alta que la mera convicción personal. La pregunta es sencilla: ¿Queremos vivir juntos como seres humanos o renunciar a la humanidad y vivir como lobos – como lo planteó Thomas Hobbes?

Más Humanismo frente a la Cultura Digital

La pedagogía del Bien Común debe desarrollar al ser humano a un “saber hacer” y “saber ser”, desde una educación integral intelectual “saber buscar la verdad”, espiritual, y deontológica “saber vivir valores”. Implican el cultivo de las virtudes, de la práctica de los valores humanos (religiosos, morales, sociales. Como la bondad, la sinceridad, la empatía, el amor, la gratitud, el perdón, humildad, responsabilidad, autonomía, obediencia, solidaridad, incluyendo a la magnanimidad). La finalidad de la Educación integral personalizada es formar ciudadanos, hombres y mujeres, de Bien. Al servicio de contribuir con hacer un mundo mejor y ayudar siempre, agregando valor a todo el que se cruza por el camino. Desde el trabajo, la educación, los emprendimientos. La creatividad humana está para ello, para crear soluciones y que el impacto de aquello contribuya a la sociedad.

Si llevamos este concepto a los desafíos que se nos presentan con el cambio climático, la eliminación de la pobreza, el hambre cero, mejorar los niveles educativos en la juventud y todos los objetivos de desarrollo sostenible que la agenda de Davos 2030 presenta, podremos entender que la tecnología siendo el eje transversal que encamina la cultura de la transformación digital, la innovación y la sostenibilidad – estoy más que segura – que no llevaría a la miseria como lo dijo Milei, si incluimos en las aulas, de todos los niveles de enseñanza, una Educación Humana para la cultura digital, basada en una pedagogía del Bien Común cuánto bien haríamos. Este es el enfoque que no ha existido y se necesita a nivel de reforma pública. La tecnología no es buena ni mala en sí misma, siempre estará al servicio del ser humano. Sin Educación integral, no podemos estar preparados para los retos, ni tampoco ser valientes para liderar los cambios. El humanismo digital invita a salir de la caverna de Platón y aterrizar al pensamiento de los amigos Sócrates y Aristóteles, para encontrarnos en la calle libertad y atravesar el puente llamado: “Tú puedes liderar el mañana, si te da la gana con innovación social”.  No hay razón más sobre natural que elegir el Bien Común por convicción personal, porque la verdad, siempre nos hará libres.

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[REFLEXIONEMOS PERÚ] Todas las campañas políticas ven a las plataformas digitales como el territorio para ganar las elecciones. Algunos con bailes, otros con parodias, y otros con formas bruscas para llamar la atención. Sin embargo, estos contenidos propiamente no son auténticos, ni propios.

En la actualidad, los ciudadanos digitales nos hemos convertido en consumidores de los contenidos digitales. La pandemia nos llevó a vivir también la política por medio de las redes sociales.

La política de la democracia liberal está pasando por una crisis debilitada, por una falta de credibilidad y apatía ciudadana. Y esto es muy preocupante.

Basta con ver las instituciones públicas y los partidos políticos desgastados en algo que no han sabido aprovechar, con todas estas crisis: el reposicionamiento de la marca institucional o la creación de marcas humanas políticas líderes de verdad. 

Esta política tan deteriorada, actualmente apuesta a la popularidad, pero sin construir marcas propias de los candidatos.

¿Popularidad es sinónimo de Liderazgo? No, son dos cosas absolutamente diferentes.

El ego que intenta gobernar con poder, control y autoridad, crea cuadros políticos que intentan ejercer su influencia sobre otros grupos de interés en sus ideas, pensamientos, y actitudes, sin hacer nada. Sin ni siquiera trabajar un liderazgo auténtico, y con credibilidad. Por eso es importante, rescatar el concepto del líder de opinión, desde la comunicación.

Un líder de opinión es aquella persona que ejerce una influencia en la sociedad, sobre otros que pertenecen a un grupo social, sirviendo de guía para los demás. Las personas con este prestigio de autoridad creíble funcionan como fuentes de información, consejos, análisis para dar al grupo humano líneas de interpretación verdaderas de la realidad.

Ahora bien, el liderazgo es un estilo de vida humano, donde se vive la disciplina, se encarnan valores y refleja coherencia entre el pensamiento, actitudes y comportamientos en la persona sobre el tema en especialidad que defiende y lidera. Para ser líder hay que tener características particulares, sobre todo en la actualidad.

En ese sentido, un líder político de verdad, debe tener valores que se reflejen en su actuar para que su audiencia o público, perciba la diferencia del resto de sus competidores. Su discurso debe reflejar un co-relato con su actuar. Se debe ser coherente en cuanto a la imagen que da, pensamientos, estilos de vida, gustos, y personalidad. Lo que conocemos como integridad.

Los líderes de verdad – en cualquier campo – además de ser auténticamente muy humanos, son íntegros.

Por otra parte, el líder además de tener empatía, que es un concepto que todavía no se entiende, porque no es estar a los pies de alguien sino ponerse en sus zapatos, para desarrollar esa sensibilidad humana, de lo que necesita. La empatía crea el puente hacia la conexión humana, como otro ser humano.

El líder también tiene debe tener habilidad para comunicar y este es uno de los grandes problemas que llegan a tener los políticos, porque no es clara. Nos han enseñado a asociar la comunicación por transmisión de mensajes y no como vinculo o puente que construye un encuentro a través del dialogo. La comunicación verbal y no verbal debe transmitir la unidad pensamientos, valores y creencias desde todo ángulo de la persona. No puede haber dobles discursos, dobles facetas, dobles vidas o dobles facetas.

El político que desea ser “influencer” desde las plataformas digitales, primero debe analizar su propia vida.

Los políticos con cargos de corrupción no pueden ser verdaderos líderes. Deben estar comprometidos con sus valores y los valores institucionales del partido, como con los problemas que aquejan a la población. Y uno de los valores claves que debe sentir es el del Bien común para servir al otro, y ayudar a la población, sin conveniencias, sino más bien por convicciones.

Sería interesante que las escuelas, las universidades, comiencen a considerar estas características de los líderes para que todo tipo de educación, formación desarrolle el potencial de los estudiantes en todos los niveles y podamos tener mejores cuadros políticos basados en valores y liderazgos verdaderos.

Los valores, la autoestima, el conocimiento de la persona, la dignidad, no son categorías mentales, creados por la razón. No son percepciones subjetivas. Son verdades absolutas antropológicas. Son realidades propias del ser humano y siguen siendo los insumos esenciales de la formación de todo líder, desde la educación.

Recordemos que un país que no educa engendra masas. Y si no colocamos la educación al centro de la persona, estamos deshumanizando su misma finalidad.

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