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Una serie de extrañas coincidencias despiertan sospechas en la Biblioteca Nacional por la contratación de un arquitecto que costará más de veinte mil soles.

Que en la Biblioteca Nacional del Perú se ha perdido el rumbo no es una novedad. En el último mes, Sudaca ha informado sobre la inexplicable decisión de nombrar como jefa institucional a Ana Peña Cardoza, una persona ajena al trabajo relacionado con el manejo de una institución de este calibre.

Pero el futuro de la histórica biblioteca parece ser más sombrío de lo que muchos podían prever. Sudaca ha accedido a nuevos documentos que no sólo relatan una sucesión de improvisaciones producto de la inexperiencia e ignorancia de quienes ocupan los principales cargos sino que estas personas incluso han empezado a utilizar el poder para beneficiar a sus conocidos.

UNA AMISTAD DE 22 MIL SOLES

Se suele decir que la amistad no tiene precio, pero, en algunas oportunidades, existen amistades que pueden llevarte a conseguir cuantiosos contratos de varias cifras. Esto es lo que parece haber ocurrido en la Biblioteca Nacional con el arquitecto Guillermo Pressiani, quien tiene una orden de servicio a su nombre por la cifra de veintidós mil soles.

Según la descripción del servicio por el cual Pressiani cobrará esta elevada cifra, la Biblioteca Nacional pagará los veintidós mil soles por un servicio de análisis y elaboración de lineamientos arquitectónicos para la mejora de la infraestructura, un trabajo que podrá llevar a cabo a distancia y con reuniones virtuales.

Cristian Rebosio

Sin embargo, lo más llamativo de la llegada de Pressiani a la Biblioteca Nacional es su sospechosa cercanía con los altos cargos como la jefa institucional, Ana Peña Cardoza, y el gerente general, Agustín Rodolfo Saldaña Murrugarra. En la siguiente imagen se puede observar que Pressiani tiene como amigos en la red social Facebook a Peña Cardoza y Saldaña Murrugarra.

Cristian Rebosio 

A este dato se le sumó otra extraña coincidencia que se encuentra en la experiencia laboral del arquitecto. Al igual que Peña Cardozo y Salgaña Murrugarra, Guillermo Pressiani tuvo un breve paso por el cargo de asesor del despacho ministerial durante la gestión de Leslie Urteaga en el Ministerio de Cultura. Pero, además, Pressiani comparte con la jefa institucional un pasado en la Universidad de Piura.

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A esto se le ha sumado que, acorde a fuentes consultadas por Sudaca, en las últimas semanas se han registrado, por lo menos, quince renuncias que incluyen principalmente a directores y jefes con experiencia en el sector que parecen no tener lugar con la gestión que ha tomado el mando.

¿UN CRIMEN EN LA BIBLIOTECA?

Pero en la Biblioteca Nacional también hay una novela de misterio y no nos estamos refiriendo a una de las que se pueden encontrar entre las obras literarias que albergan en el local de San Borja. Esta novela de misterio empieza con la inexplicable decisión de la jefa institucional al elegir a su nueva asesora  de la Jefatura de la Biblioteca Nacional del Perú.

En nuestro país, numerosos funcionarios públicos de distintos sectores cuentan con la posibilidad de designar a personas en cargos de confianza. “Aquel que desempeña cargo de confianza técnico o político distinto al del funcionario público quien se encuentra en el entorno de quien lo designa o remueve libremente” es la definición más precisa que podemos encontrar con respecto a lo que viene a ser considerado un empleado de confianza.

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Pero, lamentablemente, esta posibilidad ha sido utilizada de la forma incorrecta en más de una oportunidad y ,lejos de sumar a sus equipos de trabajo a personas que permitan llevar a cabo una tarea de forma eficiente, son muchos los casos de funcionarios que prefieren utilizar este poder para regalar puestos de trabajo a sus amigos y hasta para devolver favores.

En la Biblioteca Nacional, en lugar de optar por una persona vinculada con la bibliotecología o, por lo menos, alguien que cuente con experiencia en el sector cultura, Ana Peña Cardoza le ha entregado este puesto a una criminóloga, una persona que se dedica a investigar y estudiar la delincuencia para prevenirla y reducirla.

Fue el pasado jueves 7 de noviembre cuando esta polémica designación se hizo oficial tras su publicación en el Diario El Peruano y Keila Miroslava Garrido Gonzales entró a la Biblioteca Nacional para ocupar el puesto de asesora II de la jefatura que lidera la señora Ana Peña Cardoza. 

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Además, la trayectoria laboral de Garrido Gonzales demuestra que no se trata de una persona multifacética que ha combinado sus labores en el campo de la criminología con actividades que la hagan ver como una persona idónea para desempeñarse como asesora en la Biblioteca Nacional del Perú.

Acorde a la información sobre sus últimos trabajos, Keila Miroslava Garrido Gonzales se ha desempeñado estrictamente en un campo cercano con la criminología. Tal como se puede ver en su perfil de la red social LinkedIn, la recientemente designada asesora ha pasado sus años recientes en el Ministerio del Interior y la Policía Nacional del Perú.

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Recién en octubre de este año, casi un mes antes de su designación como asesora, Keila Garrido tuvo su primer acercamiento con la Biblioteca Nacional. En esa oportunidad, se registró una orden de servicio por doce mil soles bajo el concepto de un servicio para la sistematización, análisis y gestión de proyectos para el despacho de la jefatura.

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Los antecedentes de la actual administración de la Biblioteca Nacional del Perú y los casos detallados en este informe invitan a creer que no sólo existe un desconocimiento de la dimensión de la institución que representan sino que existe cierta impunidad para entregar cargos y contratos importantes a sus conocidos.

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En la Biblioteca Nacional habrían encontrado la forma de tomar dinero de la institución usando gastos reales como excusa para emitir documentos que luego les permitían sacar montos extra con fines desconocidos. Sudaca accedió a estos reveladores documentos que exponen los malos manejos en los que estaría incurriendo la BNP.

En la histórica Biblioteca Nacional se viene escribiendo y descubriendo nuevos capítulos de una novela que, a diferencia de las muchas obras literarias que en esta sede se guardan, no es una ficción sino que está basada en hechos reales y, quizá lo peor, es que cada vez la trama va tomando tintes más complejos que invitan a creer que los villanos de dicha novela han logrado su cometido.

Sudaca ha accedido a nuevos y reveladores documentos que detallan el método por el cual se habría utilizado como excusa un gasto propio de las actividades desarrolladas por la Biblioteca Nacional para destinar dinero en favor de otras personas sin brindar las explicaciones correspondientes.

LA EXCUSA IDEAL

 Para este 2024, el evento denominado  “II Encuentro Internacional Bibliotecas desde Abya-Yala” estaba programado para los primeros días del mes de mayo y la Biblioteca Nacional del Perú iba a ser una de sus protagonistas. En este evento de esperaba contar con la presencia de invitados nacionales e internacionales y, para ello, la Dirección de Acceso y Promoción a la Información (DAPI) de la Biblioteca Nacional de los gastos de transporte y alojamiento.

Cristian Rebosio 

Sin embargo, tras un decreto de urgencia del Ministerio de Economía y Finanzas, las expectativas se vieron afectadas. Por ello, la Dirección de Acceso y Promoción a la Información (DAPI) se encontró en la necesidad de realizar algunos cambios y, ante el paso del tiempo, Lilian Antonieta Maura Tejada, directora de la DAPI asumió con su propio dinero los gastos por novecientos soles que correspondían para la logística necesaria para la presencia de dos ponentes que iban a asistir a dicho evento.

Semanas después, la directora de la Dirección de Acceso y Promoción a la Información solicitó a la Oficina de Administración que le puedan resarcir el gasto que había efectuado. Para el mes de junio, esta oficina respondió que se formularía un TDR (documento con especificaciones técnicas para una contratación externa) con el cual le devolverían el gasto que ella había asumido semanas atrás.

No obstante, en esta respuesta le anunciaron que el TDR no sólo atendería el gasto realizado por ella sino que también incluiría otros y por ello el TDR en cuestión no era por 900 soles sino por 3,500 soles. Es en este punto que las explicaciones al respecto empezaron a despertar sospechas sobre un posible aprovechamiento de un pedido justificado para liberar dinero con otras intenciones.

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Sudaca accedió al documento que la entonces directora de la Dirección de Acceso y Promoción a la Información envió a la jefatura institucional reportando esta situación y exponiendo la extraña explicación que le dieron con respecto a la cantidad de dinero por la cual se estaba emitiendo el TDR.

En este documento Lilian Maura relata que, tras pedir explicaciones por el inesperado monto del TDR, se le informó que, además de los 900 soles que le correspondían a ella, 500 soles serían para un tercero que ya no trabajaba en la Biblioteca Nacional y el resto serían para gastos solicitados, y que no eran especificados, por Luis Calle, quien brindaba asistencia en el plantel de asesores de la jefatura.

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En palabras de la propia directora de la DAPI, esta ausencia de detalles en la explicación por los 3,500 soles llevó a que suponga que “habría la posibilidad de producirse un acto incorrecto” y, al no existir claridad sobre este caso, manifestó que no estaba dispuesta a poner su firma en el cuestionado TDR.

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Como se contó al inicio de este informe, esta situación se produjo entre los meses de mayo y junio, y para el mes de agosto, más precisamente el primer día de este mes, se conoció que Lilian Antonieta Maura Tejada, la directora de la Dirección de Acceso y Promoción a la Información que expuso su preocupación por los 3,500 soles asignados en el TDR renunció a su cargo.

Cristian Rebosio 

LA RUTA CONOCIDA

Pero, además, parece que se ha establecido una ruta de llegada a la Biblioteca Nacional que se está volviendo usual para más de un funcionario. Así como anteriormente Sudaca expuso que Ana Peña Cardoza, la jefa institucional, llegó al cargo que ostenta en la actualidad sin mayor experiencia en el sector que un breve paso por el Ministerio de Cultura como asesora y jefa del gabinete de asesores de dicho ministerio, el nuevo gerente general habría seguido la misma ruta.

En esta oportunidad estamos hablando del señor Agustín Rodolfo Saldaña Murrugarra, quien el pasado 21 de agosto fue designado por la propia Ana Peña Cardoza como el nuevo gerente general de la Biblioteca Nacional. 

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Al igual que la jefa institucional, Saldaña Murrugara tuvo un muy breve paso por el Ministerio de Cultura entre 2023 y 2024 cuando estuvo ocupando el cargo de asesor de la secretaria general y coordinador de la unidad funcional de integridad antes de dar un salto directo y sin escalas a la gerencia general de la Biblioteca Nacional.

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Según fuentes internas consultadas por este medio, lo que más sorprendió con respecto al nuevo gerente general ha sido que, antes de cumplir dos meses en su puesto, Agustín Saldaña Murrugarra ya había solicitado su primera licencia.

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Lamentablemente, las posibilidades de un cambio de rumbo en una institución clave en la cultura, como es el caso de la Biblioteca Nacional, son escasas y más si se tiene en cuenta que, al desinterés del Ejecutivo y Legislativo por salvaguardar este sector, existe un claro interés de utilizarlo para poner a conocidos de la propia Dina Boluarte y su hermano Nicanor Boluarte, tal como ha ocurrido con la llegada de Juan Yangali a la dirección de la Casa de la Literarura. 

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