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En la Biblioteca Nacional habrían encontrado la forma de tomar dinero de la institución usando gastos reales como excusa para emitir documentos que luego les permitían sacar montos extra con fines desconocidos. Sudaca accedió a estos reveladores documentos que exponen los malos manejos en los que estaría incurriendo la BNP.

En la histórica Biblioteca Nacional se viene escribiendo y descubriendo nuevos capítulos de una novela que, a diferencia de las muchas obras literarias que en esta sede se guardan, no es una ficción sino que está basada en hechos reales y, quizá lo peor, es que cada vez la trama va tomando tintes más complejos que invitan a creer que los villanos de dicha novela han logrado su cometido.

Sudaca ha accedido a nuevos y reveladores documentos que detallan el método por el cual se habría utilizado como excusa un gasto propio de las actividades desarrolladas por la Biblioteca Nacional para destinar dinero en favor de otras personas sin brindar las explicaciones correspondientes.

LA EXCUSA IDEAL

 Para este 2024, el evento denominado  “II Encuentro Internacional Bibliotecas desde Abya-Yala” estaba programado para los primeros días del mes de mayo y la Biblioteca Nacional del Perú iba a ser una de sus protagonistas. En este evento de esperaba contar con la presencia de invitados nacionales e internacionales y, para ello, la Dirección de Acceso y Promoción a la Información (DAPI) de la Biblioteca Nacional de los gastos de transporte y alojamiento.

Cristian Rebosio 

Sin embargo, tras un decreto de urgencia del Ministerio de Economía y Finanzas, las expectativas se vieron afectadas. Por ello, la Dirección de Acceso y Promoción a la Información (DAPI) se encontró en la necesidad de realizar algunos cambios y, ante el paso del tiempo, Lilian Antonieta Maura Tejada, directora de la DAPI asumió con su propio dinero los gastos por novecientos soles que correspondían para la logística necesaria para la presencia de dos ponentes que iban a asistir a dicho evento.

Semanas después, la directora de la Dirección de Acceso y Promoción a la Información solicitó a la Oficina de Administración que le puedan resarcir el gasto que había efectuado. Para el mes de junio, esta oficina respondió que se formularía un TDR (documento con especificaciones técnicas para una contratación externa) con el cual le devolverían el gasto que ella había asumido semanas atrás.

No obstante, en esta respuesta le anunciaron que el TDR no sólo atendería el gasto realizado por ella sino que también incluiría otros y por ello el TDR en cuestión no era por 900 soles sino por 3,500 soles. Es en este punto que las explicaciones al respecto empezaron a despertar sospechas sobre un posible aprovechamiento de un pedido justificado para liberar dinero con otras intenciones.

Cristian Rebosio

Sudaca accedió al documento que la entonces directora de la Dirección de Acceso y Promoción a la Información envió a la jefatura institucional reportando esta situación y exponiendo la extraña explicación que le dieron con respecto a la cantidad de dinero por la cual se estaba emitiendo el TDR.

En este documento Lilian Maura relata que, tras pedir explicaciones por el inesperado monto del TDR, se le informó que, además de los 900 soles que le correspondían a ella, 500 soles serían para un tercero que ya no trabajaba en la Biblioteca Nacional y el resto serían para gastos solicitados, y que no eran especificados, por Luis Calle, quien brindaba asistencia en el plantel de asesores de la jefatura.

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En palabras de la propia directora de la DAPI, esta ausencia de detalles en la explicación por los 3,500 soles llevó a que suponga que “habría la posibilidad de producirse un acto incorrecto” y, al no existir claridad sobre este caso, manifestó que no estaba dispuesta a poner su firma en el cuestionado TDR.

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Como se contó al inicio de este informe, esta situación se produjo entre los meses de mayo y junio, y para el mes de agosto, más precisamente el primer día de este mes, se conoció que Lilian Antonieta Maura Tejada, la directora de la Dirección de Acceso y Promoción a la Información que expuso su preocupación por los 3,500 soles asignados en el TDR renunció a su cargo.

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LA RUTA CONOCIDA

Pero, además, parece que se ha establecido una ruta de llegada a la Biblioteca Nacional que se está volviendo usual para más de un funcionario. Así como anteriormente Sudaca expuso que Ana Peña Cardoza, la jefa institucional, llegó al cargo que ostenta en la actualidad sin mayor experiencia en el sector que un breve paso por el Ministerio de Cultura como asesora y jefa del gabinete de asesores de dicho ministerio, el nuevo gerente general habría seguido la misma ruta.

En esta oportunidad estamos hablando del señor Agustín Rodolfo Saldaña Murrugarra, quien el pasado 21 de agosto fue designado por la propia Ana Peña Cardoza como el nuevo gerente general de la Biblioteca Nacional. 

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Al igual que la jefa institucional, Saldaña Murrugara tuvo un muy breve paso por el Ministerio de Cultura entre 2023 y 2024 cuando estuvo ocupando el cargo de asesor de la secretaria general y coordinador de la unidad funcional de integridad antes de dar un salto directo y sin escalas a la gerencia general de la Biblioteca Nacional.

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Según fuentes internas consultadas por este medio, lo que más sorprendió con respecto al nuevo gerente general ha sido que, antes de cumplir dos meses en su puesto, Agustín Saldaña Murrugarra ya había solicitado su primera licencia.

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Lamentablemente, las posibilidades de un cambio de rumbo en una institución clave en la cultura, como es el caso de la Biblioteca Nacional, son escasas y más si se tiene en cuenta que, al desinterés del Ejecutivo y Legislativo por salvaguardar este sector, existe un claro interés de utilizarlo para poner a conocidos de la propia Dina Boluarte y su hermano Nicanor Boluarte, tal como ha ocurrido con la llegada de Juan Yangali a la dirección de la Casa de la Literarura. 

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La Biblioteca Nacional vive momentos críticos ante la falta de experiencia por parte de sus actuales autoridades y el presupuesto de la institución estaría próximo a despilfarrarse con contrataciones más que cuestionables.

Que, para una gran parte de la clase política peruana, todo aquello relacionado con  la cultura es subestimado, visto como prescindible y hasta señalado como una pérdida de dinero no es una sorpresa para nadie. Sin embargo, a ese gran desinterés por abordar la cultura parece que se le ha sumado el aprovechamiento para darle un uso absurdo e irresponsable al presupuesto que tienen asignado.

Esta es la situación que se está viviendo por estos días en la Biblioteca Nacional del Perú. Esta institución que resguarda importantes colecciones de libros y documentos históricos, hoy afronta uno de sus momentos más críticos y la responsabilidad que tiene a cargo se ve en peligro ante contrataciones tan costosas como inexplicables.

Sudaca ha podido acceder a nuevos casos que exponen estos irresponsables manejos dentro de una institución que evidencia la ausencia de una misión clara como resultado de la inexperiencia  de quienes actualmente toman las decisiones referidas al presente y futuro de la Biblioteca Nacional del Perú.

UN POLÉMICO RETORNO

En un informe publicado la semana pasada, Sudaca expuso el crítico momento que está atravesando la Biblioteca Nacional del Perú por diversas contrataciones muy cuestionadas y, entre estas, se encontraba el de la jefa institucional, Ana Peña Cardoza, que no tenía mayor experiencia en el sector cultura que el de haber sido asesora y jefa del gabinete de asesores del Ministerio de Cultura por un breve periodo durante el 2023.

Esta falta de conocimiento del sector en el que ocupa un cargo tan importante habría llevado a que Peña Cardoza deba recurrir a medidas desesperadas y una de ellas sería la contratación de un antiguo jefe institucional de la Biblioteca Nacional con el objetivo de darle algún tipo de dirección a una institución que no está en su mejor momento y que la propia Peña Cardoza no sabría conducir por su inexperiencia.

La persona de la que estamos hablando es Ezio Neyra Magagna, el hermano de los reconocidos actores Gianella y Jesús Neyra que fue noticia en enero del 2020 por su designación como jefe institucional de la Biblioteca Nacional y se mantuvo en este cargo hasta el año 2021 cuando salió del puesto tras la llegada del nuevo gobierno.

Pero Neyra Magagna estaría próximo a regresar a la Biblioteca Nacional. Sudaca pudo acceder en exclusiva a una orden de servicio a nombre del exjefe institucional por cerca de treinta mil soles bajo el concepto de un servicio de elaboración y análisis para la formulación organizacional, investigación e innovación.

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Según información que pudo obtener este medio, el propósito de esta contratación sería ayudar a Peña Cardoza a manejar una institución de la cual entiende poco y, por lo menos, Ezio Neyra tendría un poco más de conocimiento. Pero, además, esta contratación buscaría no tener que devolver el presupuesto no ejecutado por la gestión actual.

Además, cabe señalar que, en su momento, la gestión de Ezio Neyra Magagna recibió duros cuestionamientos y fue acusado de despilfarrar los recursos de la Biblioteca Nacional. Según información que publicó el escritor Luis Felipe Alpaca en el medio digital Limagris, la institución realizó gastos por más de trescientos mil soles por materiales audiovisuales.

También se cuestionaba que se destinaron cerca de trescientos mil soles por un servicio de fotocopiado, impresión y escaneo. La publicación realizada por Luis Felipe Alpaca también recogía la postura de la Asociación de Bibliotecólogos del Perú que era muy crítica con Neyra Magagna.

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¿BIBLIOTECA O AGENCIA DE EMPLEOS?

Pero estos no son los únicos gastos que están llamando la atención. Sudaca también pudo obtener una serie de documentos que exponen la intención de la actual jefa institucional, Ana Peña Cardoza, de gastar varios miles de soles en contrataciones que, casualmente, están todas dirigidas a su jefatura.

Una de estas contrataciones ha sido descrita como un servicio de gestión y seguimiento de proyectos culturales para la jefatura y, por este encargo, la persona elegida para realizar dicha labor recibirá la cifra de cuarenta mil soles.

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Pero este no es el único gasto que pretenden realizar. Se ha podido encontrar en estos documentos que se invertirá en un servicio de revisión y gestión de actividades de la jefatura por el cual la Biblioteca Nacional estará haciendo un pago de veinte mil soles a la persona encargada.

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También en un trabajo vinculado con la jefatura, la Biblioteca Nacional estará gastando doce mil soles en un servicio para la sistematización, análisis y gestión de proyectos para, casualmente, el despacho de la jefatura que encabeza actualmente la señora Ana Peña Cardoza.

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Los planes de contrataciones continúan y, tal como se observa en la siguiente imagen, la jefatura institucional vuelve a aparecer como la dependencia que requiere el servicio y en este caso el servicio consiste en un diagnóstico y propuesta para el fortalecimiento institucional de la Biblioteca Nacional y por el cual deberán destinarle la cifra de treinta y cinco mil soles.

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Una quinta contratación pretendida, que tiene como protagonista una vez más a la jefatura institucional, pretende utilizar doce mil soles para pagar un servicio de asistencia legal para la jefatura encabezada por Ana Peña Cardoza.

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Se suele decir que el dinero destinado al sector cultura no es gasto sino inversión, pero la comprobada falta de capacidad y experiencia de quienes hoy tienen un encargo tan importante como es el manejo de la Biblioteca Nacional del Perú llevan a que el dinero que hoy tienen bajo su administración sea, muy probablemente, malgastado y no una inversión eficiente.

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