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EL PODCAST DIARIO DE OPINIÓN DE JUAN CARLOS TAFUR.

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cojudignos, DBA, Pedro Castillo

Una batalla campal en redes sociales y medios se ha desatado entre quienes consideran que aquellos que, por cuestión de dignidad o principios, votaron en blanco o se inclinaron por Castillo como mal menor en rechazo al keikismo, no tienen autoridad moral ahora de irritarse por los yerros del gobierno y tienen, pues, que asumir contritos las consecuencias de lo que se considera fue una frivolidad o una estupidez (les han endilgado la chapa de “cojudignos”), versus quienes, a su vez, estiman que todos los que se sumaron a la absurda tesis de un fraude y luego a las iniciativas golpistas, no son los llamados a liderar ninguna resistencia moral al casticerronismo (son éstos, los fachos y la DBA).

Tremendo favor se le hace al régimen y sus eventuales arrebatos radicales y autoritarios, si la oposición a esa deriva se dedica intensamente a un tonto ajuste de cuentas antes que a erigir una fuerte barrera de contención en todos los frentes posibles para evitar que el verbo radical de algunos voceros del gobierno termine haciéndose realidad.

A la mediocridad del gobierno nos tenemos que resignar. Parece irreversible. Requerirá también, sin duda, vigilancia y oposición, pero la batalla dura -que puede pasar in extremis, por un proceso de vacancia- se tendrá que dar solo si el régimen traspone los linderos constitucionales y democráticos, o si el Primer Mandatario incurre en las causales de incapacidad moral permanente para gobernar.

Las dos acciones, la de oposición a la mediocridad rampante, o la dura a una deriva autoritaria del régimen, necesitan, como condición ineludible, de la unidad consolidada de la clase política, de los poderes institucionales, de las bases populares organizadas y de los poderes fácticos (gremios sindicales, empresariales, medios de comunicación, etc.).

La ruptura de la oposición, como sucedió en Venezuela o Nicaragua, solo ayudará al régimen a desplegar su eventual agenda radical y consolidar un proyecto autoritario (al respecto, muchos están esperando la bomba política de Castillo cuando todo parece indicar que se tratará de una confrontación permanente de baja intensidad que va a requerir además de unidad, de mucha inteligencia estratégica).

Lo menos indicado en tales circunstancias es que la oposición se dedique a zaherirse mutuamente, en un plan tonto de ajuste de cuentas. Lo prioritario para la salud democrática del país es la unidad opositora. En esa perspectiva, insistimos: todo suma, nada resta.

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Casticerronismo, cojudignos
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