Decisiones

En psicología, 50% de los reportes científicos publicados en 2015 en 3 periódicos científicos reputados, no pudieron ser replicados, vale decir, sus resultados no fueron corroborados por otros estudios. Es lo mismo en el caso de investigaciones sobre el cáncer. 

Y cuando se trata de temas sociales y políticos, pensamos —los expertos y nosotros—que al ser mejores que el resto en algunas cosas, lo son en todo. Tienen terror a decir «no sé» o a advertir que sus opiniones no se basan en la ciencia sino que son posiciones. Chomsky es un extraordinario lingüista, pero cuando habla y escribe de política, su credibilidad no es mayor que la de cualquier otro individuo. 

Tener en mente lo anterior, entender que una predicción que no se cumple no descalifica a un experto, que no es lo mismo una decisión experta mal hecha que un fraude, que un especialista no garantiza una convicción, puede ayudar a hacer menos denso el clima de nuestros debates.

Tags:

Decisiones, expertos

En inglés, el término que se refiere a un número par, “even”, apunta a significados de nivelación, justicia, constancia. El que connota un número impar, odd, a anormalidad, aberración, atipicidad. No deja de ser interesante que en el mundo de lo supuestamente exacto, la mitad de sus habitantes más comunes sean raros, extraños. 

En un grupo cuyos integrantes suman un número justo, par, estos pueden estar completamente seguros de que nunca van a sobrar, siempre van a tener pareja. En el caso de los extraños, impar, lo anterior no es así. Que alguien quede al margen es inevitable. ¿Quién? Es un enigma, es incierto. 

Quizá por eso, la palabra odd también significa probabilidad, ese concepto tan difícil para la mente, que nos permite estimar qué de todo lo posible termina ocurriendo en un mundo esencialmente desordenado, aunque en general no lo parezca. No lo parece por que nuestro cerebro se ilusiona, hace malabares para percibirlo estable. Tiene éxito relativo, salvo en épocas como las que estamos viviendo. 

Las casas de apuesta —en línea o retail— son un negocio vibrante. Desde nuestro esperado regreso a los mundiales en 2018 y los juegos panamericanos de los que fuimos exitosos anfitriones, hacen muchísimo dinero, quizá porque combinan excitación intensa —sin necesidad de desplazamiento— con el sentimiento de vencer la impotencia pandémica. 

¿Quién va a ganar un partido, digamos, entre Sporting Cristal y Manchester United? ¿Novak Djokovic va a participar en el Grand Slam de Australia? ¿Habrá disolución del congreso o vacancia? El juego no es entre uno y una máquina, o uno y otro jugador, sino entre todos y el devenir de la vida. 

En ese escenario hay un personaje muy interesante, el Oddmaker.

Determina, en función de las probabilidades que cada evento tiene, la ganancia de quienes aciertan el curso de la realidad. Trabajo apasionante. En el caso del imaginario encuentro futbolístico mencionado no hay mucha chamba, pero en el muy real trance del astro tenístico invacunado, mucho más. Hay que tomar en cuenta cuestiones legales, factores geopolíticos, grupos de presión, entre otras muchas cosas. 

De vuelta a la pandemia.

A estas alturas del partido, si no surge algo nuevo —que, lo sabemos, siempre puede ocurrir— ya no se trata de evitar la muerte, o si queremos bajar la intensidad, el cuarto de hospital o la llegada a una UCI. Pero parece que el contagio es inevitable.  Ahora, el objetivo es sortear la multitud de peajes que surgen en el camino, administrar los encierros, filtrar los contactos, meternos hisopos en las narices o dejar que otros lo hagan, mostrar de maneras creativas los resultados de las diferentes pruebas, todo ello en medio de normas oficiales que definen actividades, horarios y aforos.

Concretar algunos de nuestros planes y minimizar nuestras desilusiones es lo que ahora importa. Aunque nuestras decisiones no parecen en la actualidad de vida o muerte, están generando dilemas potentes. Si estuve en contacto con tal que dio positivo hace tantos días a una prueba de antígenos, me encierro una semana al cabo de la cual, previo hisopado casero, puedo participar de una cierta actividad que me importa especialmente. En ese lapso he dejado de asistir a una serie de encuentros que producían expectativas en otras personas, quienes ven mi estrategia como una forma de rechazo o, en el mejor de los casos, una preferencia que los deja de lado. 

En otras palabras, todos nos convertimos en Oddmakers y, al mismo tiempo, apostadores. ¿Alguien puede ganar?

Tags:

Decisiones, Oddmakers

Rubén Blades escribió esta canción en 1983 y la incluyó en Buscando América, su primer LP con Seis del Solar, el proyecto con el que se acercó a un público diferente, incorporando géneros poco comunes en el universo salsero (reggae, balada, latin pop) y haciendo inteligente uso de teclados, baterías y sonidos sintetizados afines al pop radial de los ochenta, pero sin abandonar su vocación por las maracas, las percusiones y el soneo inspirado, características básicas del género latino que nació como síntesis de la riqueza musical cubana, de cuyo nacimiento fue protagonista.

Decisiones es la canción más conocida y recordada de aquel disco, lanzado en 1984 por la multinacional Elektra (asociada a los sellos Atlantic Records y WEA Internacional, división latina de Warner Brothers Records), y viene a mi mente hoy, sábado de víspera a las elecciones, en que muchos votantes, a solas o en familia, están deshojando margaritas para ver qué símbolo marcar, qué número(s) escribir, qué insulto o garabato anónimo y obsceno usar para dar cuenta, inútilmente, de su rechazo, de su desconfianza, de su no resuelta indecisión.

Buscando América fue el primer álbum del cantautor panameño fuera del contexto de Fania, el sello de Johnny Pacheco y Jerry Massucci, casa que lo vio surgir como artista y de la cual salió azotando la puerta por mezquindades legales de todo tipo, después de casi una década de enriquecer su catálogo con clásicos de la salsa de todos los tiempos. Y Blades acometió el inicio de esta segunda etapa de su exitosa carrera con una decisión arriesgada: apartarse del sonido que elevó la salsa a niveles de sabiduría culta y popular, a través de la extraordinaria discografía que produjo junto a Willie Colón, entre 1977 y 1982, antes de que su amistad terminara y pasaran de compartir creativos estudios de grabación a frías salas judiciales.

Pero que no se malentienda lo que acabo de decir. Hay bastante salsa, y de la buena, en Buscando América: El Padre Antonio y su Monaguillo Andrés, la coda del tema-título, el potente arreglo de nuestro vals Todos vuelven. El sexteto que acompaña a Blades -que al poco tiempo se hizo llamar Son del Solar, con la incorporación de músicos como Arturo Ortiz (teclados), Robbie Ameen (batería), Reynaldo Jorge (trombón), entre otros – demuestra mucho oficio y frescura, resultado de una década y media tocando con los mejores soneros de la era dorada de la salsa dura. Sus principales arreglistas -Óscar Hernández (piano, teclados), Mark Viñas (bajo) y Ricardo Marrero (vibráfono, teclados)- interpretaron con excelencia las ideas musicales de Blades, con secciones instrumentales de alta calidad que le permitió mantenerse al frente de la vanguardia salsera. El grupo lo completaban Ralph Irizarry (timbales), Louie Rivera (bongós) y Eddie Montalvo (congas), todos ellos experimentados músicos de la escena portorriqueña.

Decisiones se inscribe en el habitual vocabulario sonoro y rítmico del músico. La canción presenta tres mini historias, unidas por un común denominador: las consecuencias, generalmente funestas, de ciertas decisiones que deben ser asumidas con resignación por la persona que las toma. El músico y abogado con título de Harvard –“una calibre 45 que uno pone sobre la mesa”, decía él de su grado académico de alto perfil- hace pedagogía social de poderosa vigencia en esta descarga salsera de cinco minutos.

Así, la pareja joven que decidió tener relaciones sin protegerse no sabe qué hacer ante el embarazo -ella no ha decidido qué hacer, él preferiría el aborto-; el vecino que decidió hacer una indecente propuesta a su vecina casada recibe su merecido a palazo limpio; y el conductor pasado de copas se estrella y muere tras decidir pasarse la luz roja, convencido de que no le iba a pasar nada. Vea aquí la versión en vivo que hiciera en el 2009, en Puerto Rico, con Son del Solar.

Decisiones hace recordar, en términos de su estructura, a aquel manifiesto anti-materialista y de integración latinoamericana que Blades publicara seis años antes, en 1978, en el álbum Siembra. Me refiero, por supuesto, a Plástico que, por cierto, comparte diversos elementos con la canción que nos ocupa. Ambas abren su respectivo disco, sus letras están organizadas como un collage de historias cortas amarradas por un tema común y las dos arrancan con una introducción que hace referencia, como una sutil burla, a géneros musicales de los EE.UU., «el tiburón». Mientras que el inicio de Plástico es con un contagioso riff de música disco para luego agarrar ritmo salsero; Decisiones comienza con un satírico arreglo vocal de doo-wop, con piano y batería de fondo. A los pocos segundos aparece la voz de Blades: «La ex señorita no ha decidido qué hacer…»

Esta tríada de cuentos cortos -cortísimos, una estrofa cada uno- es narrada, además, en clave de humor. Blades siempre se ha caracterizado por escribir canciones con mensajes profundos sobre temas de intensa carga social, expresados en lenguaje sencillo pero emotivo, apoyado en su forma de cantar, de manera directa y sin disfuerzos, desde el corazón, desde la esquina. Pero, de vez en cuando, don Rubén -hoy de 72 años- también encontraba en la agudeza humorística un camino para sus crónicas urbanas que nos invitan siempre a alguna reflexión. Ejemplos claro de ello son Ligia Elena (Canciones del solar de los aburridos, 1981), o Noé (Mucho mejor, 1983).

Este talento, casi literario, de Blades para lanzar contenidos muy serios a partir de lo cotidiano e incluso lo gracioso no es, por lo tanto, novedad para los conocedores de su obra. Decisiones relanzó la carrera del cantante en un momento crucial para la salsa, en ese entonces invadida por una generación de nuevos intérpretes superficiales que dejaron de lado la creatividad de sus antecesores para concentrarse en el facilismo de la «salsa sensual».

Esta tendencia optó por apartarse del sentido social y popular del género nacido en las comunidades de inmigrantes latinos en New York en los setenta y se convirtió en la banda sonora de hostales y relaciones de poca monta. En el reino de Hildemaro y Eddie Santiago, los personajes y moralejas de Rubén Blades eran algo así como los libros de García Márquez cubiertos por una montaña de pasquines de cincuenta céntimos con titulares sensacionalistas y fotos grotescas de toda clase.

Tomar decisiones es algo que los seres humanos hacemos a diario, desde cosas sencillas e imperceptibles hasta situaciones extremadamente complejas y trascendentales. En cada una de las historias cortas de su canción, Blades nos muestra esa dualidad inherente a casi todo lo que hacemos. Una pequeña  decisión, por menor o insignificante que parezca, puede traer consecuencias enormes que afecten la vida y el futuro, no solo de la persona involucrada directamente sino de su entorno -su pareja, su familia, sus amigos, su comunidad, su país, su planeta. En política –un mundo que Blades conoce muy bien pues ejerció, entre 2004 y 2009, el cargo de Ministro de Turismo de Panamá e incluso postuló a la presidencia de su país, en 1994, como líder del movimiento independiente Papa Egoró (Madre Tierra, en dialecto indígena colombo-panameño)- esto se cumple al pie de la letra.

En ese sentido, y estando a pocas horas de entrar a un proceso electoral en el que los peruanos tendremos que decidir por quién votar, entre 18 variantes de Pedro Navaja y Juanito Alimaña (que van de lo disimulado y dudoso a lo abiertamente retorcido y criminal), el predicamento de Rubén Blades -«alguien pierde, alguien gana, Ave María»- se convierte en un asunto que merece pensarse más de una vez. Con una notable diferencia: acá ya sabemos de antemano cómo se reparten los resultados: acá solo ganan ellos y perdemos todos los demás. Salgan y hagan sus apuestas, ciudadanía.

Tags:

Decisiones, Jorge Tineo, Música, Rubén Blades, Salsa
x