Facismo

Otra de las tácticas habituales del Posfacismo, es presentarse bajo un disfraz populista y antielitista, destinado a ganarse el apoyo de las clases medias y de los ciudadanos más necesitados. Tal ha sido la práctica de personajes como Trump, Bolsonaro y últimamente Santiago Abascal, fundador y líder de Vox, el ascendente partido español ultraderechista, ultranacionalista y ultraliberal, que sirve como modelo y guía al Posfacismo hispanoamericano, a través de la “Fundación Disenso” y el “Foro Madrid”. No pueden sorprendernos entonces, bajo esta perspectiva, las recientes declaraciones de López Aliaga, quien ha predicado a favor de la intervención del Estado en la economía, como buen socialcristiano que dice ser (compartimos la sonrisa descreída de Rosa María Palacios ante tal revelación), y ha despotricado contra la derecha peruana “aliada de la delincuencia de los capecos y confieps”, y de los grandes corruptos como Graña Miroquesada. De estar vivos, Carlos Malpica y Javier Diez Canseco lo habrían levantado en hombros. No señor Vladimir Cerrón, usted debe profundizar en sus estudios sobre el fascismo, el barco de “Porky” no se hunde, solo está cambiando de aparejos para navegar mejor. Tampoco nos sorprenden los dichos de Keiko Fujimori (invitada habitual de VOX) y de Miguel Torres, buscando desmarcarse de la “extrema derecha” encarnada en Renovación Popular y Avanza País. Sin duda, en Fuerza Popular cuentan con que, deshaciéndose de tales lastres, sumado a la ostensible pérdida de peso de su lideresa, el globo partidario alcanzará grandes alturas. No, estimado Juan Carlos Tafur, la ultraderecha no ha migrado ni un milímetro hacia su izquierda, y no habrá ningún bloque político sólido de centro derecha que los incluya. El Posfacismo peruano no se presentará bajo una única candidatura, porque sus intereses, proyectos y prácticas no son totalmente coincidentes, y por añadidura, los egos de sus líderes son tan grandes como el de Benito Mussolini.

Tags:

Facismo, Perú
x