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feminismo archivos | Página 3 de 3 | Sudaca - Periodismo libre y en profundidad

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Empecé a identificarme con el feminismo hace casi dos décadas, era muy joven y había algo en mí que me hacía indignarme frente a aquello que – a los ojos de gran parte de la población – parecía natural, eso que justamente entraba en el orden de lo “normal” me sonaba muy extraño, pero también me hería de diferentes formas. 

Por indignación frente a las injusticias, por vivencias propias y ajenas me fui metiendo en un mundo de cuestionamientos, de críticas al statu quo, fui rompiendo la indiferencia frente a la desigualdad y la violencia, pero con lentes feministas. En ese camino encontré a otras “locas”, otras “brujas” como yo, con quienes me fui identificando, mujeres que veía luchar, reflexionar, debatir y cuestionar; siempre pensando en construir un sueño, una utopía. 

Se ha construido feminismo desde diferentes espacios, la reflexión colectiva e individual no se ha dado desde un solo lugar. Hemos sido y somos diversas.  Feministas en ONGs, en los centros de estudio, en las calles, activistas, mujeres con lógicas diferentes, jamás hemos sido homogéneas, pero siempre se ha tenido una construcción activa y constante de conocimiento y una gran capacidad para detonar la acción social.  

Si recorro los últimos 18 años, he observado encuentros, desencuentros, nudos, entrampamientos, duras discusiones, pero también diálogos, reflexión profunda, solidaridad, sororidad, empatía, construcción colectiva, movilización social y una fuerte visibillización de las sujetas políticas, lo que ha sido fundamental para exigir el reconocimiento de derechos.

Mi memoria vivencial solo recorre estas casi dos décadas, pero el feminismo en el Perú es mucho más antiguo y ha pasado por diferentes momentos; es un movimiento vivo, potente, en donde han existido y existirán diferencias profundas que detonarán debates, algunos nudos que habrá que ir desatando, reflejándose así nuestra fuerza y diversidad de pensamiento. 

A la par que el feminismo avanza, también lo hacen sus detractores, el patriarcado se defiende y reacciona con especial ferocidad y sanción contra quiénes se atreven a cuestionar sus mandatos; se fortalece de la mano de un modelo de desarrollo deshumanizante para mantener el orden de estatus diferenciado. En estos escenarios, de avance de los fundamentalismos y los sectores antiderechos el rol de los feminismos, de sus organizaciones, colectivas y activistas es crucial. La actitud de permanente critica contestaria, así como de análisis y reflexión interseccional es clave en tiempos donde lo que se encuentra en disputa es la idea de bienestar y de desarrollo. 

Pensar que el feminismo debe ser homogéneo es un error, creo que es clave reconocer las diferencias como parte de un todo y desde ahí construir las diversas memorias y los caminos hacia un futuro plagado de desafíos. No creo que sea imperativo ni saludable que todas estemos perfectamente coordinadas o articuladas, pero si se necesita reconocer el camino recorrido, comprender la historicidad de los procesos y sobre todo rechazar narrativas que, muchas veces, basadas en datos errados o inexactos, buscan estigmatizar o invalidar a las feministas que luchan desde uno u otro escenario.

Reconocer el aporte de todas, de las que construyen desde la teoría, desde las calles, desde las ONGs o cualquier otro espacio es clave. Recuperar las memorias, reconocer los aportes mutuos, enriquecernos con ellos, superar las divisiones es parte de lo que tiene pendiente el feminismo para seguir fortaleciéndose en su diversidad.

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feminismo, Feminismo en el Perú, mujeres

A unos días de la acción mundial por la eliminación de la violencia contra la mujer, dos mujeres peruanas acapararon las redes sociales por razones opuestas: Susana Higuchi, quien recibió un homenaje popular a su fallecimiento y Milagros Leiva, quien fue la burla colectiva por caer ridículamente en su propia trampa. Dos situaciones que expresan, de alguna manera, cómo funciona el patriarcado y sus complejidades. 

El patriarcado es un sistema sociopolítico que nos enseña desde que nacemos a obedecer a una autoridad y jerarquía en el hogar, a guardar silencio cuando hay violencia en casa y ser fieles a los “secretos” de los hombres. De esa manera se va creando una lealtad a esa “autoridad”. Al denunciar la corrupción fujimorista, Susana Higuchi rompe con esa lealtad y obediencia patriarcal. Como castigo es perseguida y torturada en las instalaciones del SIN por orden de A. Fujimori, convirtiéndose en un símbolo de la resistencia contra la dictadura en los 90s, mientras su hija Keiko se coloca al lado del poder abusador y como pieza clave del poder patriarcal neoliberal.

En Perú, el patriarcado, como lo conocemos, se implementa con la invasión europea. El régimen fujimorista es un ejemplo de eso. Caracterizado por su militarismo y corrupción, glorificación de ejecuciones extrajudiciales, políticas de exterminio con esterilizaciones forzadas de población indígena rural y urbana en extrema pobreza, represión contra toda oposición, incluyendo contra la madre de los Fujimori, y el control absoluto de la prensa como de las instituciones estatales. La lealtad de Keiko F. es con es con este régimen abusador y no con su madre violentada.

Según bell hooks, teórica feminista estadounidense, en nuestra cultura colonialista y capitalista, desarrollamos normas culturales de jerarquía y autoridad donde el uso de la violencia es visto como algo natural. Esta violencia moldea nuestras relaciones sociales: sentimentales, laborales, familiares, políticas, etc., las cuales se basan en el ejercicio de poder y la dominación. Desde ese sistema de dominación se violentan mujeres en el hogar y también se ejecutan políticas neoliberales, violentando a la población y empujando a las mujeres a trabajos precarios o no remunerados como en el sector del cuidado, servicio, campesino y obrero.

El patriarcado hegemoniza la supremacía del hombre y su dominación sobre las mujeres, pero para eliminar la violencia contra la mujer es necesario discutir también la violencia que ejercen mujeres privilegiadas contra otras mujeres y hombres pobres y/o racializados. Así como Keiko F. nace como figura política aplastando a su madre, Milagros Leiva, uno de los símbolos de la TV basura y portavoz del fascismo neoliberal, ejerce desde una posición de poder una violencia racista y clasista contra algunos líderes de izquierda, como contra el popular Puka Bellido. Keiko F. y Leiva rompen las barreras sociales patriarcales para trepar la escalera del poder económico y oprimir a sectores históricamente subordinados.

Una de las limitaciones del feminismo convencional es su falta de interés en excavar más a fondo el tema de la violencia en general como la capitalista y racista. Más bien se ha focalizado en una ideología sexista donde los hombres son los únicos violentos y las mujeres son las únicas víctimas. Ese análisis no expresa toda la violencia que se ejerce desde los sistemas de dominación, porque el patriarcado al funcionar dentro de un sistema de opresión crea mujeres afines a la ambición del poder y a la violencia expresada por éste. 

El movimiento feminista, no es una lucha aislada, al contrario, es una lucha para eliminar el sometimiento sexista y los múltiples sistemas de opresión. Desde la colonización, vivimos en el Perú un sistema racista, capitalista y patriarcal, dónde la violencia es invisibilizada por el feminismo burgués que no confronta la opresión económica que impacta a la mayoría de las mujeres pobres.

Nos encontramos en un momento único donde emergen distintos feminismos, en especial uno popular y revolucionario, el cual se interesa por ampliar la lucha exponiendo las limitaciones del feminismo “anti-hombre. El feminismo convencional ha alejado a mujeres indígenas y clase trabajadora de la lucha feminista porque su interés principal es romper jerarquías sociales dentro de su propia clase y no eliminar la opresión racista y clasista la cual también oprime a hombres de grupos sociales y económicos explotados. 

Es importante ampliar la lucha feminista y conectarla con la lucha más grande como la liberación de la opresión de los pueblos. Los hombres también deben ser parte de esta lucha, y debemos trabajar conjuntamente para que puedan desafiar las prácticas patriarcales.

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Hay una estrategia no-tan-sutil de cambiar de tema que se repite con frecuencia en muchas conversaciones sociales. La estrategia consiste en evitar discutir perspectivas interesantes y sutiles sobre un tema, desviar la conversación hacia versiones ridículas y absurdas del mismo, y luego criticar dichas versiones. En lógica a esta estrategia se le suele llamar ‘construir un muñeco de paja’ (presuntamente debido a que suele ser más fácil de quemar que un muñeco de otro material). Para efectos de esta columna la voy a llamar ‘la estrategia del culebreo’, y a aquellos que la practican los voy a llamar culebreros. Quisiera comentar un par de casos típicos de culebreo.

Black Lives Matter. Al escuchar la frase black lives matter (las vidas negras importan) la mayoría de personas la interpreta en el sentido de que, en el contexto de la desproporcionada violencia policial y carcelaria contra la que se enfrentan las personas negras en los Estados Unidos y otras partes del mundo, las vidas de las personas negras son importantes también, no solo las de los blancos. Mencionar esa frase en una conversación suele ser una invitación para discutir sobre temas como el racismo sistémico, la violencia policial, etc. El culebrero, sin embargo, a pesar de que jamás en su vida ha leído un artículo serio sobre el tema, asegura que en realidad la frase significa que ‘solo las vidas de las personas negras importan’, y señala que el antirracismo ‘ya se fue al otro extremo’ porque él-tiene-un-amigo-que-dice-que-todos-los-blancos-son-malos. Así, en vez de embarcarse en una discusión razonable sobre violencia policial y racismo, el culebrero elige discutir una postura a todas luces absurda. En vez de meterse a correr una buena ola, decide zambullirse en una piscina de patitos a chapotear.  

Feminismo. La feminista estadounidense bell hooks, en las dos primeras páginas de su libro El feminismo es para todo el mundo, describe sus encuentros con los culebreros. Ella señala cómo cada vez que comentaba que era feminista en una conversación informal, su interlocutor reaccionaba con una serie de críticas desatinadas al feminismo: ‘las feministas odian a los hombres’, ‘las feministas atentan contra la naturaleza’, etc. Frente a ello, hooks respondía que el feminismo se trata de derechos y de igualdad, y procedía a explicar los matices de su postura. Sus interlocutores, sin embargo, le decían que ella no era una feminista ‘real’, porque las feministas reales odian a los hombres. Así, en vez de detenerse a profundizar sobre una postura informada y seria como la de hooks, y sobre los problemas de desigualdad y violencia de género, los culebreros gastaban sus energías en renegar contra posturas absurdas y fáciles de refutar como las de aquellas a quienes llaman ‘las otras feministas’. Es como si, en vez de probar un buen ceviche mixto, uno decidiera comerse unos fideítos cabello de ángel, pero sin mantequilla. 

No estoy seguro de cuáles pueden ser las causas de esta actitud culebréica. Se me ocurre que pueden influir factores neurobiológicos, pragmáticos, y psicológicos. Por un lado, es posible que el culebreo se deba a una cierta incapacidad intelectual. Al culebrero se le recalienta el Volkswagen si piensa sobre matices y sutilezas, y por eso decide enfocarse en temas facilitos no más (después de todo, no tienes que ser Marie Curie para saber que está mal odiar ‘a todos los blancos’ o ‘a todos los hombres’). Por otro lado, pienso que algo en el culebrero quiere evitar a toda costa hablar seriamente sobre sexismo o racismo porque prefiere seguir viviendo en la ignorancia, pues de esta manera evita sentirse obligado a perder ciertos beneficios tales como estar con la consciencia tranquila al no hacer tareas domésticas o reírse de chistes racistas. Por último, es posible que el culebrero pueda estar reaccionando a lo que considera como un ataque, pues siente que, si alguien le describe las estructuras sexistas o racistas de nuestra sociedad, indirectamente le está diciendo a él que es un machista o racista.  

No sé si el culebrismo tiene cura. Ciertamente uno no se va a curar si se desenvuelve en ambientes en los que la gente se siente inteligente y empoderada al criticar posturas ridículas. Lo que sí me queda claro es que es mucho más edificante discutir buenos argumentos en lugar de malos argumentos. Por esa razón, enfrentarse al culebrismo puede ser frustrante, y lo mejor es intentar enmendar al culebrero un par de veces. Pero si se detecta que se trata de un culebrero contumaz, recomiendo culebrearse a sí mismo fuera de esa discusión. 

[bell hooks es el nombre de pluma de Gloria Jean Watkins, quien prefiere que su pseudónimo se escriba en minúsculas]

 

* Manuel Barrantes es profesor de filosofía en California State University Sacramento. Su área de especialización es la filosofía de la ciencia, y sus áreas de competencia incluyen la ética de la tecnología y la filosofía de las matemáticas. 

 

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black lives matter, culebrismo, feminismo

Las mujeres no somos una minoría: somos la mitad de la población peruana. ¿Por qué no nos vemos representadas hoy en el gabinete Bellido? Algunas voces del partido de gobierno, así como de sus aliados, que hoy parecen incapaces de cuestionar a Perú Libre, han tratado de minimizar las críticas a este gabinete en términos de paridad, argumentando que este es un gabinete del pueblo, y que a diferencia de lo que pasa siempre, no se ha convocado a personajes de la élite limeña. Con estas justificaciones, no hacen más que insinuar que fuera de las elites y de Lima no hay mujeres preparadas para asumir los cargos ministeriales. Nada más falso.

En este artículo, menciono a 7 mujeres de izquierda o centro (ideología afín al gobierno) que, en mi opinión, están mejor preparadas que algunos de los hombres que hoy forman parte del gabinete Bellido.

  1. Mirtha Vásquez- Cajamarca: Política de izquierda, es abogada con más de 15 años de experiencia. Se desempeñó como presidenta del Congreso, mostrando capacidad de dialogo con las diversas bancadas, así como con el ejecutivo. Si bien tiene detractores, hay bastante consenso en que cumplió su rol con profesionalismo.
  2. Ruth Luque- Cusco: Actual Congresista de la República, Ruth es abogada y cuenta con una maestría en derecho penal y procesal. Se especializa en temas ambientales y de derechos humanos, habiendo trabajado en provincias altas del sur por más de 12 años. ¿Potencial candidata para el ministerio del ambiente?
  3. Magali Silva Velarde- Lima: Quien si fue convocado para formar parte del gabinete Bellido fue más bien el compañero de bancada de Ruth, Roberto Sanchez. Este es psicólogo de profesión, y a pesar de no contar con experiencia alguna en el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, se le otorgó el liderazgo de dicha cartera. ¿Por qué no considerar más bien a una mujer con experiencia en el tema? Magali Silva, por ejemplo, es licenciada en economía, ocupó diversos cargos gerenciales en el BCRP, fue Viceministra de Mype e Industria del Ministerio de la Producción, y lideró el Ministerio de Comercio Exterior durante la gestión de Humala, entre el 2013 y el 2016.
  4. Rosa Mavila- Ayacucho: Excongresista por Gana Perú, y ex candidata a la vicepresidencia por el partido humanista, Mavila ha sido Jefa de Asuntos Académicos en la Universidad Mayor de San Marcos, Procuradora de Asuntos Judiciales y Terrorismo en el Ministerio del Interior, y Presidenta del Consejo Nacional Penitenciario en el INPE y Secretaria General del Ministerio de Educación. Su CV está bastante más lleno que el de varios de los ministros actuales.
  5. Violeta Bermúdez- Lima: Esta semana, Verónika Mendoza declaró que, hasta ahora, una pequeña argolla limeña se rotaba los cargos ministeriales. ¿Se habrá olvidado de la primera ministra saliente, Violeta Bermúdez? Esta, abogada, feminista, y muy distante de la elite limeña, sale de una reciente gestión en la PCM de un gobierno con alta aprobación. Mal se haría en no tenerla en el radar para posibles gabinetes futuros.
  6. Rocío Silva Santiesteban- Lima: Nuestro actual ministro de cultura, Ciro Gálvez, cuenta con más de 10 investigaciones abiertas en el ministerio público. ¿Un gobierno de izquierda no pudo haber considerado, en su lugar, a una política afín, con amplia trayectoria cultural, más de 15 libros publicados, y varios concursos literarios ganados como Rocío Silva Santiesteban?
  7. Marisol Espinoza- Piura: Abogada y periodista, ha sido vicepresidenta de la república, y Congresista durante 3 periodos. Sin duda, tiene más experiencia trabajando para el Estado que la mitad del gabinete actual.

Las mujeres que menciono seguramente no son las únicas. Quizás a quienes leen este artículo se les ocurran más y mejores nombres. Mi objetivo no es abogar por personas particulares, sino evidenciar que en todo el Perú existen mujeres de ideología afín al gobierno de turno, largamente más preparadas para dirigir un ministerio que muchos de los hombres a los cuales hoy se les ha dado la oportunidad. No es que no haya mujeres de izquierda o centro preparadas para asumir ministerios importantes; es que no se las convocó.

A la izquierda progresista: exijan hoy con la misma fuerza al presidente Castillo lo que en su momento les exigieron a sus adversarios. A la izquierda conservadora: Avísenos cuando la revolución incluya a las mujeres.

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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feminismo, Gobierno, Guido bellido

El feminismo es un movimiento que no debe ser visto solo como social, sino también como económico. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la economía de Latinoamérica podría crecer hasta un 22% si lograra cerrar las brechas de género laborales. Esto sería equivalente a 15 años de crecimiento económico en la región.

Aunque en los últimos años nos hemos concentrado en impulsar el crecimiento económico como medida para reducir la pobreza, no hemos notado un factor clave: el feminismo, entendido en esta columna como un movimiento que busca igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, incluyendo igualdad en condiciones laborales, y que juega un rol clave para el desarrollo de cualquier país.

Si vemos los países de la OECD al 2019 (pre- pandemia), no es coincidencia que los países con mayor participación femenina en la fuerza laboral sean a la vez de aquellos con menor pobreza, e ingresos familiares y PBI más altos en el mundo: Canadá, Alemania, Reino Unido, Australia y Japón lideran el ranking con más de 70% de las mujeres entre 15 y 64 años trabajando. Los países de Latinoamérica como Brasil, Argentina y México contaban solo con entre 50% y 60% de mujeres empleadas. En Afganistán, menos de 20% de mujeres contaba con un empleo. Esto se suma a que, en los países en desarrollo, las mujeres son más propensas a acceder a empleos inadecuados, informales y con sueldos por debajo del promedio.

Imaginemos entonces, una realidad en la cual la mitad de la población de un país no pueda trabajar por una terrible desigualdad ante la ley, creada por razones ideológicas: el impacto no es solo social, sino también económico, pues es obvio que, al aprovechar solo a menos de la mitad de su población económicamente activa para generar riqueza (los hombres en edad de trabajar), este país estará en total desventaja al competir contra otros que usan a más del 70%.

En el Perú, las fuerzas conservadoras gobernantes, si bien han levantado la bandera el crecimiento económico, no se han caracterizado por ser especialmente aliadas del feminismo, principalmente por su visión tradicional del rol de la mujer en la familia y su cercanía a la iglesia. Por eso es tan importante que las fuerzas liberales pongamos esta realidad sobre la mesa: crear condiciones para cerrar la brecha de género en el Perú es una pieza clave no solo para el desarrollo social, sino también económico del país.

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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BID, feminismo, OECD

En el último reporte presentado por el BCRP en el mes de junio, hubo un tema que pasó desapercibido: se evidenció que el segmento donde más ha caído el empleo en el Perú es en el de mujeres jefas de hogar con hijos menores de 6 años, lo cual ha llevado a muchas de ellas a caer en la pobreza. Adicional a ello, en los hogares tradicionales, la pérdida del segundo ingreso familiar (el femenino) ha sido uno de los factores que ha golpeado económicamente a las familias peruanas durante la pandemia.

Esto responde en parte al hecho de que en el Perú, los colegios y centros de cuidado han estado cerrados, forzando a muchas mujeres (quienes asumen en mayor porcentaje el rol de cuidadoras) a quedarse en casa sin poder salir a trabajar. Esto ha reducido la participación laboral femenina y aumentado la brecha salarial entre hombres y mujeres.

El cierre de escuelas en Latinoamérica ha sido el más prolongado del mundo, siendo Perú uno de los pocos países donde aún no se tiene claro cuándo se regresará a clases en zonas urbanas. En este tiempo, las mujeres han asumido el cuidado de los hijos en mayor proporción que los hombres, principalmente en los hogares más pobres, con un aumento de hasta 40% de tiempo dedicado a las tareas del hogar.

Son pocos los hogares privilegiados que tienen la oportunidad de tener ayuda, ya sea por parte de un familiar o de una persona contratada: para la mayoría de mujeres con hijos pequeños, el cierre de escuelas significa una encrucijada entre salir a trabajar o cuidar a sus hijos. No en vano, según la última encuesta de DATUM, el 69% de los padres estaría de acuerdo con que sus hijos regresen a clases si los colegios cumplen con todos los protocolos sanitarios, sin embargo, este porcentaje va en aumento a medida que baja el nivel socioeconómico. Mientras que en el A/B, el 57% está a favor del retorno presencial, en el C hablamos del 62% y en los sectores D y E, el porcentaje es de 68% y 76%, respectivamente. En el ámbito rural, hablamos de un 80% a favor.

Aún no tenemos suficientes estudios que crucen las variables de cierre de colegios y el aumento de pobreza femenina. Solo indicios, como la mayor disminución del empleo adecuado entre las mujeres durante la pandemia, y la mayor tasa de desempleo femenino frente al masculino. Lo que sí queda claro, es que cada día que pasa y los colegios siguen cerrados, los grandes perdedores no son solo los niños, sino también las mujeres.

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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A propósito del día internacional del orgullo LGTB celebrado el pasado 28 de junio, me involucré con una frase dolorosa que leí en las redes sociales: “El mundo no habla de mí”. Automáticamente se me presentó un concepto que se viene repitiendo hasta el cansancio, quizás sin comprender su implicancia en la creación de un mundo más inclusivo, y decidí escribir sobre su importancia en el proceso de hacer cine desobedeciendo al régimen patriarcal. Me refiero a la “empatía”, aquella que se hace notar cuando nos enfrentamos a contextos de lucha y dolor, a experiencias límite que nos animan a luchar por el cambio. Las corrientes feministas, más aún la cuarta ola, han incentivado a hacer cine desde otro lugar, desde la lucha por poner en escena los discursos que son socialmente rechazados hasta eliminar pensamientos como “usted todavía no tiene permiso para hablar”. Se puede notar una clara transformación en la deconstrucción del lenguaje del cine latinoamericano, desde su des aprendizaje hasta su redescubrimiento, así como también una ruptura de los límites de los géneros cinematográficos. En este sentido, el análisis de los estereotipos que proviene de la teoría feminista ha influenciado a que se inauguren festivales como “Asterisco”, el festival internacional de cine LGBTIQ fundado en Argentina que convocó a Albertina Carri como su directora.

Somos un continente que a lo largo de su historia ha vivido sometido y nuestro cine es un espejo de esta realidad. Un cine basado en un régimen de representación patriarcal influido por los discursos hegemónicos que hoy quiere hacerse cargo e ir en contra de las formas tradicionalmente aceptadas. El descubrir los tiempos propios es una de las principales características del nuevo cine de resistencia que está disconforme y quiere hablar. Pero este cine no solo se caracteriza por su evolución en los estereotipos de género, sino que, cabe mencionar, opera distinto a cualquier otro formato de producción. Es usual compararlo al formato de cine europeo, pero en realidad este último se asemeja mucho más al sistema de producción de estudios por contar con presupuestos mucho más elevados. En este sentido, nuestro proyecto de descubrimiento es único y con narrativas distintas, por lo que debería de ser tratado como tal, con una ampliación del lenguaje que reivindica al cine como experiencia libre y colectiva y como un espacio que prohíbe la invisibilidad.

Mubi, plataforma de streaming de cine independiente, cuenta con un podcast gratuito en Spotify llamado “Encuentros”. Esta semana se inauguró una conversación muy interesante y enriquecedora entre la ya mencionada Albertina Carri y Camila José Donoso, directora chilena, donde discuten sobre la urgencia de eliminar las jerarquías piramidales entre los que están detrás y delante de la escena. La lucha feminista ha despertado en ellas un cuestionamiento transgresor que ha influenciado profundamente en sus procesos de producción y en las narrativas de sus películas.

Por un lado, Camila Donoso es directora del proyecto “Transfrontera”, el cual busca liberar el proceso creativo del cine de los modos de producción industriales tradicionales. Ella cuenta que su forma de hacer cine va en contra de todo lo que le enseñaron en la universidad. Camila nos habla del concepto de “transficción”, el cual borra los límites entre el documental y la ficción. Su película “Casa Roshell” estrenada en Berlinale en el 2017, fue rodada como una experiencia comunitaria en la que existe el juego de hacer una película, pero también la retroalimentación de escribir la historia en conjunto con sus personajes, de habitarla colectivamente eliminando cualquier jerarquía y conservadurismo y estableciendo una relación horizontal. Un dato curioso es que fue grabada en tan solo 6 días, caso muy poco probable en las producciones occidentales.

Albertina Carri, por su parte, directora del festival Asterisco, se mantiene fiel al compromiso por la diversidad sexual y sostiene que las películas deben de explorar más con la cámara para descubrir narrativas y reflexiones propias. Una de mis películas favoritas de Carri es “Los rubios”, una obra maestra que habla sobre la mutabilidad de la memoria, sobre la cuestión de eliminar su dimensión monumental. Por muchos años hemos creído en el papel “poderoso” del monumento, en este caso hablamos del cine como tal, y como puede recordar por nosotros. En “Los Rubios” ocurre lo contrario, la memoria actúa contra-monumento, se resiste a su propia razón de ser y a su obligación de contar la historia. De esta manera, la película le devuelve al espectador esta carga y es así como amplía un lenguaje que antes no podía revelarse.

Pero esta nueva ola feminista, la corriente de cine LGTB, y otros movimientos que buscan eliminar las fronteras conservadoras, también llegaron al “Mainstream”, donde ya no solo se hace una denuncia a la violencia sexual, sino que se habla, por ejemplo, de identidades más fluidas, como en el caso de la serie “Euphoria”, una representación sin censuras de la generación Z, que así como en “Los Rubios” no explota la nostalgia por el pasado, sino que mira directamente al presente. Por otro lado, se encuentra una serie magnífica “Big Little Lies”, protagonizada por Reese Witherspoon y Nicole Kidman. Se trata de un pacto de solidaridad entre mujeres de 50 años aparentemente perfectas que tienen un papel muy definido en la ficción. Sus roles están muy asociados a los arquetipos clásicos de mujer, pero, con el transcurso de los episodios se observa cómo se alejan del rol tradicional establecido y nos muestran matices más complejos de sus personajes. Este hecho me lleva a la conclusión de que no se trata solo de discursos de sufrimiento, sino que es mucho más complicado y complejo.

El mensaje feminista se propuso llegar a todo sitio y lo está logrando. El feminismo Mainstream se ha llenado de protagonistas empoderadas hasta tal punto que puede ser problemático por los contextos donde se hace esta enunciación. Todas estas producciones se realizan desde los modelos capitalistas. Entonces me pregunto, hasta qué punto estas historias siguen siendo parte de la cuarta ola feminista si se siguen ejecutando dentro del paradigma de producciones que están bajo el modelo mercantilista. El rol de la mujer en el cine debe de venir desde detrás de la escena, desde la intención de la mujer creadora en la industria audiovisual. Series como “Gambito de dama”, “Poco Ortodoxa” o “El cuento de la criada” forman parte de esta corriente feminista del Mainstream en donde la protagonista es una mujer heroína y no es indicativo que el mensaje tenga que ser subversivo. En estos casos la intención si bien es reivindicar el rol de la mujer frente al régimen de representación patriarcal, también es divertir y entretener, por lo que dentro de la agenda Mainstream a pesar de que se usen los códigos cinematográficos de toda la vida, se reformula la tradicional figura del héroe, que hoy por hoy es inclusiva y colectiva.

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Camila José Donoso, feminismo

Hoy celebramos el día internacional del orgullo LGTBIQ+, un buen día para recordar uno de los principales pilares de la lucha liberal. En las palabras de Friedrich Hayek: “La lucha por la igualdad formal y contra toda discriminación basada en el origen social, la nacionalidad, la raza, el credo, el sexo, etc. sigue siendo una de las características más importantes de la tradición liberal”.

Hay que decirlo: no se puede ser liberal sin abogar por los derechos de las personas de la comunidad LGTBIQ+. Llamarse a sí mismo liberal, pero negar los principales pilares del liberalismo como son el respeto por la igualdad ante la ley y por los proyectos de vida de los demás, no tiene ningún sentido. Y en el Perú, estamos muy lejos de cumplir estos dos los pilares:

  • Por un lado, las parejas LGTBIQ+ no cuentan con igualdad ante la ley. El Estado peruano no reconoce a parejas conformadas por personas del mismo sexo a través de las figuras legales del matrimonio o concubinato. Esto quiere decir que una pareja de la comunidad LGTBIQ+ no goza de los mismos derechos que una pareja heterosexual que les permitan casarse, formar un patrimonio común o heredar en caso de que uno de los dos fallezca. En esto, además, nos encontramos bastante rezagados versus otros países de la región como Brasil, Argentina, Ecuador, Uruguay y Colombia.
  • Por otro lado, existe una vulneración sistemática al proyecto de vida de los individuos de la comunidad LGTBIQ+. Aun cuando la Constitución peruana indica que nadie debe ser discriminado por ningún motivo, según el INEI un 44% de los jóvenes LGTBIQ+ peruanos ha sufrido bullying u hostigamiento en la escuela, 62% afirmó haber sido víctima de violencia (en EE. UU. la cifra es 25%), y 3 de cada 10 peruanos declara que no contrataría a una persona homosexual para un puesto en su empresa. Estas cifras demuestran una vulneración de los derechos de cualquier ciudadano peruano establecidos en la Constitución.

El liberalismo aboga por todas las libertades individuales del ser humano, incluyendo la libertad de amar a quien uno quiera. Por eso, es necesario que los liberales nos separemos de los grupos conservadores, cada vez más presentes en el escenario político, para levantar la que siempre ha sido nuestra principal bandera: la defensa de la libertad de cada individuo a vivir su proyecto de vida como mejor le parezca. La libertad será para todos, o no será.

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece. 

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